Partida Rol por web

Madre mía, los nervios me están jugando una mala pasada. Tengo que intentar tranquilizarme... Se decía mientras ascendía con su escoba. Le había costado emprender el vuelo, pero parecía que ahora lo tenía controlado. Miraba de vez en cuando a los pequeños de Ravenclaw y parecía que en un principio estaban bien.

Una vez sobrevolando el tejado, vio a los monos que estaban por allí, trepando de un lado a otro sobre el tejado de la lechuzería. Se quedó a una distancia prudencial para que no le saltaran encima y pensó qué sería lo mejor que podía hacer. Tanto Alistair como Glinda van trepando, si lanzo un hechizo, tengo que tener cuidado, aunque parece que por ahora van a tardar un poco en llegar. ¿Debería de distraerlos y que ellos se encarguen de coger tanto la varita como el tablero? 

Mientras seguía observando desde lejos. Al final optó por intentar distraerlos - ¡Chicos, gritadme si necesitáis ayuda! ¡Voy a intentar distraerlos! ¡Ali, intenta coger la varita de Glinda! - después de gritarle eso al dúo, cogió su varita y se dirigió a los monos - ¡Avis! - e invocó a una bandada de pájaros.

Luego buscó entre los monos aquel que tuviese el tablero ¿Dónde estará? 

Los dos pequeños parecían estar más que acostumbrados a trepar y pudieron alcanzar rápidamente el tejado de la torre. En ese momento, Kiara había echado a volar con su escoba y había conjurado una bandada de pájaros que hicieron distraer a los monos. Uno de ellos trató de golpear con el tablero a uno de los pájaros, mientras que otro agitaba la varita de Glinda provocando que salieran grandes rayos de colores pero sin ninguna puntería y resultando muy peligrosos.

Por suerte, y gracias a los pájaros conjurados, a los monos se les cayó el tablero y también la varita sobre el tejado que empezó a deslizarse. Glinda y Alistair podrían tratar de alcanzarlo, aún con el riesgo de resbalar y también caerse. O bien podrían dejar que el tablero y la varita cayesen al suelo desde la cantidad de metros de altura que había. La varita seguramente no se rompería, porque el aire frenaría la caída, pero tablero pesaba considerablemente más y si se rompía, quizá Gabor no podría volver a salir y se quedaría atrapado para siempre. 

Alistair echó a correr, en un momento tuvo que decidir qué objeto cogía y supuso que Glinda se lanzaría a por su varita, así que cambió de dirección y se lanzó a agarrar el tablero con su mano izquierda mientras con la derecha aún mantenía la varita en alto.

Hubiese gritado una felicitación a Kiara, pero no quería atraer la atención de los monos de nuevo.

Los pájaros conjurados por Kiara consiguieron que los monos soltaran su botín. Los dos objetos cayeron sobre el tejado, corriendo el riesgo de acabar en el suelo, lo que podría suponer que se hicieran añicos. 

Viendo que Ali se lanzaba a por el tablero, y convencida de que Kiara haría lo mismo para rescatar a su amigo atrapado,   optó por intentar alcanzar su varita. Con ella podría ser mucho más útil a la hora de intentar rescatar a Gabor.

Su hechizo surtió el efecto que esperaba y aquella bandada de pájaros entretuvo a los monos ¡Bien, objetivo conseguido! Sonrió e hizo un gesto de victoria con el puño. Vio que soltaron tanto el tablero como la varita de Glinda y cada uno de los chicos se encargó de un objeto Dios ambos necesitan ayuda... ¿a por quién voy? Le pareció que Alistair al hacer varias maniobras necesitaba más ayuda, aparte de que el tablero pesaba más que la varita. Así que voló acercándose hacia el chico para recogerlo primero y luego fue a por Glinda.

Glinda y Alistair hicieron gala de una increíble destreza así que no necesitaron la ayuda de Kiara para nada y lograron hacerse con ambos objetos. Cuando quisieron darse cuenta, los tres volvían a estar en la lechucería, rodeados de una gran cantidad de aves muertas. Por el momento se habían librado de los monos, así que lo mejor sería salir de allí y dar esquinazo a los primates para poder seguir jugando.

Los tambores retumbaban por toda la sala, y era momento de que Kiara o el pequeño pelirrojo tirasen. El juego vibraba deseando que volvieran a jugarlo.

Glinda sintió un gran alivio al recuperar su varita. Volvieron a la lechucería donde el espectáculo era terrible. Montones de lechuzas yacían en el suelo mutiladas en mayor o menor medida. 

Ali había conseguido hacerse con el tablero, por lo que ya podríamos volver al juego. Era turno de ellos. 

- Vayamos a la conserjería del señor Filch. Es una habitación sin ventanas, por lo que si cerramos bien la puerta, podremos mantener a los monos a raya- propuso la pequeña Ravenclaw.

Alistair se entretuvo lo suficiente para volver a guardar su moto en la mochila, después sacó una caja de mediano tamaño con una cruz de color verde repleta de cremas, pociones y potingues varios. Eligió una pomada y con cuidado para no hacer daño la extendió por las quemaduras de sus compañeras y por las suyas propias. El efecto del medicamento mágico fue asombroso y no solo calmó el dolor sino que la piel pareció recomponerse sin ningún tipo de cicatriz.

- Con las pequeñas quemaduras va muy bien, yo la utilizo cuando voy en pantalón corto y se me escapa el pie al cilindro o al escape, o tras alguna caída donde me arrastro por piedras y me levanta la piel. Siento haberos quemado, pero no se me ocurría nada más para librarnos de los pájaros... Lo de ir a esa habitación sin ventanas es una buena idea, al menos no vendrán pájaros ni monos, aunque tal y como es este juego, igual empieza a llenarse de lodo y nos ahogamos o algo así.

- Gracias, Ali. Caramba, esa crema es realmente efectiva- dijo Glinda, sintiendo un gran alivio de sus heridas.

Kiara se alegró cuando vio que los dos chicos se las supieron arreglar sin su ayuda y en parte, aquello le hizo algo de mella en su orgullo de "persona mayor y que debería ser la que estuviese a cargo de los más pequeños". Una vez los tres en el suelo, Glinda propuso ir a la conserjería de Filch - Me parece buena idea, aunque por otra parte, podemos tener problemas sin aparecen otros tipos de animales... Pero al menos estaremos tranquilos en cuanto a los monos se refieren - le dijo a los chicos. 

Cuando llegaron Alistair sacó una pomada para las quemaduras que Kiara en un principio aceptó con cierto reparo. Poco a poco se fue extendiendo aquella crema en las quemaduras que se hicieron anteriormente y empezó a sentir cierto alivio Estos chicos son muy resolutivos... Tienen un buen potencial para nuestra casa, me alegra de que estén con nosotros, les sonrió - Muchas gracias Alistair. Sí, deberemos estar pendientes lo que nos depare ahora el juego, puesto que estamos en un sitio cerrado - dijo. Mientras iba viendo cuál era la ficha que quedaba libre, Alistair le cedió su turno, pues prefería ser el último, así que cogió los dados y mirando la ficha del mono, los lanzó.

Alistair había decidido dejar su tirada para el final, por lo que Kiara fue la siguiente en lanzar los dados. La muchacha sacó un 5 y un 6 dejando su ficha por detrás de la del desaparecido Gabor. El peón avanzó 11 casillas y aunque en la tirada había un 5, el Ravenclaw no dio señales de vida. 

Entonces, la esfera que había en el centro del tablero volvió a materializar en el aire unos versos:

De afilados colmillos.

Tu sabor le atrae.

Más vale que corras,

o en sus garras caes

Y entonces un terrible sonido se escuchó fuera de la garita de Filch:

Cuando miraron tras los cristales, todos pensaron que se trataba de un león. Pero esos animales eran más habituales del mundo de los muggles. Aquello era mucho más terrorífico y peligroso, porque en su cuerpo había alas de águila y una cola de algún tipo de serpiente o mucho peor, de un dragón. Aquel animal mitológico solo lo habían visto en los libros de Cuidado de Criaturas Mágicas, era una quimera y lo habían calificado con XXXXX, es decir, era una criatura mágica muy peligrosa.

La criatura comenzó a golpear los cristales. El vidrio parecía que los iba a proteger, pero no por mucho tiempo.

Los niños se vieron relativamente seguros en la pequeña guarida de Flint. Ilusos. Kiara lanzó los dados, y algo se materializó al otro lado de la puerta. 

Un rugido hizo que Glinda, que estaba de espaldas al ventanuco de la conserjería, se girara esperando ver a un león, aunque lo que se encontró le heló la sangre. Una quimera. Una de las criaturas más peligrosas de las que Hagrid les había hablado. 

- No tenemos ninguna oportunidad de derrotarla- digo Glinda- Sólo se conoce un caso en que un mago consiguió matar a una quimera... y después murió de agotamiento. Nuestra única posibilidad es confundirla para poder escapar. La cuestión es... ¿ a dónde vamos?

La pequeña Ravenclaw sacó su varita dispuesta a lanzar "Confundo". Intentaría confundir los sentidos de la quimera, haciéndole creer que iban hacia un lado, cuando en realidad estarían corriendo hacia el opuesto.

- Coged el tablero. Nos vamos de aquí.

- ¿Y si tiro e nuevo antes de que entre?

Tiré los dados expectante a lo que nos depararía esta vez. Uno de los dados marcó un 5 y miré esperanzada e impaciente el tablero, pero conforme pasaban los segundos Gabor seguía sin aparecer. Aquello la desanimó un poco. Sacó un 11 en total y la figura que quedaba libre, la del mono, avanzó poco a poco. 

En la esfera volvieron aparecer unas letras que Kiara leyó en voz alta:

De afilados colmillos.

Tu sabor le atrae.

Más vale que corras,

o en sus garras caes

- ¿Afilados colmillos? ¿O en sus garras caes? - preguntó en voz alta y algo confundida - ¿Qué creéis que pued-...? - un fuerte rugido la cayó de inmediato ¿Un león? No recuerdo que en el mundo mágico haya alguno... Pero el hecho de que no los haya visto no significa que aquí no puedan existir aunque sea improbable... pensó rápidamente. Luego, a través del cristal pudo ver que se materializaba algo con alas de águila y una cola de dragón - ¡Venga hombre! ¡¿Una quimera?! - exclamó. Eran una de las criaturas más peligrosas del mundo mágico. Kiara escuchó a Glinda mientras observaba la puerta - Con un solo hechizo de confundo no creo que ni tan siquiera que lo paralicemos... Puede que si lo lanzásemos los tres a la vez haya alguna posibilidad. También podríamos lanzar cada uno un hechizo para intentar aturdirlo en vez del mismo y luego Alistair con su moto y Glinda y yo con la escoba salir pitando.

Alistair sugirió tirar otra vez los dados. Kiara lo miró - No me queda claro si los efectos se van sumando o van desapareciendo los anteriores conforme se va tirando... Con los murciélagos estábamos en campo abierto y no sabemos si los monos han desaparecido o no al estar aquí - comentó diciendo las posibilidades - Pero prueba, podemos tener preparados los hechizos y la escoba y moto para lo que pase después de que tires los dados y salir. Adelante Ali

Alistair tiró los dados procurando hacer el mínimo ruido.

Los tres alumnos de Hogwarts estaban encerrados en la garita de Filtch que les proporcionó cierta cobertura momentánea. La quimera empezó a aporrear el cristal rajando los vidrios. Se estaba esforzando en entrar para devorarles.

Por eso Ali quiso intentarlo y lanzar los dados, con un poco de suerte aquel ser mágico se desvanecía tras la tirada. Pero se equivocaba, los dados marcaron un 2 y un 6, empezando el camino del peón del pequeño pelirrojo hasta la casilla número 8.

Un nuevo verso se materializó en el aire y decía:

Crecen más rápido que el bambú.

Cuidado que ahora peligras tú.

El suelo del castillo en el que se encontraban empezó a agrietarse a gran velocidad, y cuando se quisieron dar cuenta, Ali estaba atrapado por varias raíces. Una de ellas se movió a gran velocidad y lo lanzó al interior de una especie de planta con cabeza y boca. 

McLeod cayó en el interior de ésta. Por suerte las plantas carnívoras no masticaban, tan solo te encerraban y con el líquido de su interior te iban disolviendo poco a poco. Iba sintiendo como sus brazos y el resto de su cuerpo se quemaban con la bilis del vegetal, pero aún tenía su varita y a sus compañeros para salvarle. 

Y ahora que el suelo estaba agrietado, la cabina ofrecía aún menos cobertura y en pocos minutos la quimera lograría romper el cristal y devorarlos.

Cuando el suelo empezó a temblar me agarré a donde pude para no perder el equilibrio. Unas enormes raíces empezaron a romper el suelo y de ellas brotó una monstruosa planta. 

A Ali no le dio tiempo a reaccionar y fue atrapado por la planta que lo aprisionó entre sus mandíbulas. Había que hacer algo rápido si no quería que... lo disolviera. Luego me ocuparía de la quimera. La pared de la oficina aún resistiría un poco.

Ahora sí que la has liado buena, de esta no sales.

Alistar estaba a punto de ponerse a gritar como una chiquilla, pero tenía una cerca y le entró vergüenza, además si sucumbía al pánico no podría hacer nada más. Claro que eso era más fácil pensarlo que decirlo, o decirlo que hacerlo, o no hacerlo mejor dicho.

¿Cómo demonios se había metido en aquel estúpido y mortal juego?

Su mente hizo un repaso por los escasos conjuros que le habían enseñado en aquellos meses de primer curso, a toda prisa porque aquel ácido quemaba, y solo se le ocurrió que las plantas no debían tener un estómago muy grande y que quizás pudiese llenarlo.

Pero no sabía conjurar vacas.

Así que intentó lo único que se le ocurría, llenarle la boca de agua y de paso diluir aquel ácido que lo estaba quemando.

- ¡Aqua eructo!

Después de que Ali tirara, el suelo comenzó a temblar y Kiara se apartó como pudo. Del suelo salieron unas raíces que se "comieron" al chico de Ravenclaw - ¡NO! - gritó. Estaban atrapados, la quimera amenazaba cada vez más con entrar y luego tenían todas aquellas raíces a sus pies. Piensa rápido Kiara... ¿Bombarda? Puede ser muy peligroso en este despacho, ¿chorro de llamas? Puede que sirva de algo, al fin y al cabo son plantas, ¿no? Subió a su escoba, cogió a Glinda y subieron lo que el despacho le permitía - Glinda, ¿cómo ves que lance un chorro de fuego a las plantas? Había pensado el hechizo de Bombarda, pero creo que puede ser demasiado peligroso, tanto para nosotras, para Ali y para que la quimera entre antes de tiempo... - pidió opinión a la pequeña Ravenclaw. En parte, no le hacía mucha gracia tener que recurrir a ello, puesto que tenía menos experiencia por ser más pequeña, pero ambos chicos habían demostrado que podían valerse por sí mismos ante cualquier situación, por lo que decidió empezar a tomarlos más en serio.