Partida Rol por web

Fuera de la habitación se escuchaba bastante movimiento, sin duda los “vecinos” estaban en caos, moviéndose y actuando, sin embargo, algunos minutos pasan sin que hagas nada, el tiempo pasa y el silencio invade el pasillo, pero esto no dura demasiado ya que de improviso alguien entra por la puerta, se trata de uno de los guardias con su arma preparada apuntando hacia ti

¡Alto ahí! Vamos, tírate al suelo

Numero de Residentes: 175

La situación era un caos en la isla todos lo sabían, las alarmas sonaban por diferentes lugares, incluso podían escucharse explosiones. Y es entonces cuando de nuevo aquella voz tan suave y armoniosa volvía a hablar en sus cabezas:

Todo ha empezado… y pronto terminara. Os ayudaremos a salir de aquí, sin embargo, tenéis que lograr algo por vuestros propios medios. Aquellos que queráis escapar… tendréis que llegar al otro lado de la isla, junto al puerto, allí en 20 minutos llegara vuestra forma de huir.

Todos sienten una visión de un vehículo, se trata del conocido como V-22 Osprey, un avión de transporte militar con capacidad de aterrizaje vertical.

De nuevo la voz de Mei suena en sus cabezas, pese a que parecía que estaba dando malas noticias su voz seguía sonando dulce y maternal:

Pero tengo que pediros un favor… yo puedo comunicarme con vosotros, pero vosotros no conmigo. Si alguno de vosotros sabe pilotar uno de esos vehículos podremos doblar el numero de rescatados, porque… no hay plazas para todos.

Una pausa de nuevo en la que escuchan mas disparos y algunas explosiones para de nuevo, pero esta vez con un tono serio, aunque esa voz dulce y angelical Mei habla:

Buscamos a la doctora Fern Gonzalez… quien nos ayude a ello tendrá una plaza asegurada. Quien quiera hablar conmigo en persona estaré en 5 minutos en el comedor central…

Maldijo por lo bajo, no había logrado siquiera salir de su habitación y ya tenía un guardia apuntándole.  Esta era la oportunidad que habían estado esperando.  Esta era la forma en la que podrían salir de allí, no se repetiría y no podía dejarla pasar, si tan sólo algo de su poder funcionase. -Está bien.  No dispares- le dijo al guardia mientras intentaba hacer uso de su poder, era algo simple, o al menos debería serlo.  Debía desconectar el sistema nervioso del guardia, debía provocar que este se desmayara para así poder tener una chance de escapar.  Para no alterarlo ni alertarlo comenzó a agacharse lentamente.

Mientras todo esto ocurría volvían a hablar en su cabeza, intentó aparentar que nada ocurría, o al menos que cualquier cosa que pudiera estar transmitiendo de forma no verbal sea interpretada por nervios o miedo.  Tenía que dar con el resto de los Ángeles y con Ciara, no la dejaría allí, tenían que decidir rápidamente si iban por la doctora y poner en práctica el plan que habían desarrollado durante tanto tiempo, escapar como lo había hecho la amiga de Dheera.

Tenía un plan, pero antes tenía que liberarse del puto guardia.  -Por favor, funciona- se dijo mentalmente mientras activaba su poder.

Tenía un plan: Coger ropa, ir al comedor, entrar en la cocina, coger comida enlatada y bolsas de congelar comida para mantener la ropa seca y salir de allí mientras los demás cargaban como idiotas. Y ese plan se había ido al garete antes de empezar. "¿Pero que coño?"  sólo quería llevarse a Cooper, Ciara y Casey fuera de allí. 

Ya tenía los guardias encima como si durmieran debajo de sus camas. Se le ocurrían tres cursos de acción: El primero intentar combatir, pero lo más probable es que encontrasen más guardias fuera de la habitación, en el pasillo. Aunque superará al primer guarda, cosa que dudaba, habría un segundo y un tercero.. Sin embargo, va a ser cierto que dios abre una ventana cuando cierra una puerta. Comenzó a agacharse, obedeciendo al guardia, pero intentó negociar una salida de esta situación. 

- Sabes que no soy de los que buscan problemas. Todo esto lo ha organizado una telépata, estará en el comedor dentro de 5 minutos. Planean secuestrar a González. No deberíais estar matando a los que obedecemos, si no a los que son peligrosos de verdad. Colaboraré, sólo sácame de este cuarto, llévame con la doctora, y os transmitiré todo lo que diga. ¿Tenemos un trato?

Sin esperar ni un solo segundo rompo una de las sillas y me hago con una de sus patas, no es la mejor arma, en especial considerando la que traen mis enemigos, pero es mejor que nada.

Han sido muchos los años que pase en este lugar, buscando a cada momento evitar ser castigado y no creo que este a punto de hacer lo que voy a hacer, pongo mi mano en el bolsillo de mi Chandal donde esta mi amigo y pienso más para mí que para él, “llego el momento, es todo o nada” y con ello abro con todo el sigilo posible la puerta de mi habitación y comienzo mi camino al puerto completamente atento y tratando de pasar inadvertido.

Seguramente me veré ridículo, Charles el que se sienta solo en la biblioteca, caminando en medio de la noche, cuidadosamente mientras sostiene una pata de una silla, sacudo mi cabeza y me concentro, talvez si leo la mente de quienes me rodean pueda hallar un camino limpio al puerto, solo espero que Kyra también logre salir también de este lugar.

Un maldito guardia, tal vez debería rajarle el cuello y tomar su arma o... - pienso cuando la voz vuelve a sonar con fuerza en mi cabeza. - Así que quieren a Gonzáles, pues bien la tendrán, pero primero a negociar.

Aprovechando que el guardia no ha notado mi presencia aún, decido rodear el lugar y dirigirme hacia el comedor central intentando reunir a todos mis amigos en el camino, pues, estoy consciente de que la única forma que salgamos de aquí es trabajando todos juntos y lo mejor es aprovechar la oportunidad para llegar a un acuerdo con nuestra benefactora, pues sólo de ese modo lograríamos asegurar nuestros boletos de salida y no dejar a nadie del grupo atrás.

Por ahora la prioridad es evitar a los guardias y/o eliminarlos si es que no nos dejan mayor alternativa.

Todos se estaban moviéndose lo más rápido posible, menos algunos que decidieron esconderse, tenían miedo y no sabia como actuar y era totalmente comprensible, continuó su camino hacia el cuarto de Jason, no le extrañaría que este hubiese salido corriendo a por los chiquillos.

No mucho más tarde llegó la voz de Mei, esta les dejó claro que no había suficientes plazas, solo podría esperar que a ninguno de sus compañeros le diese por matar a los demás ya tenía suficiente con los guardias, -Bien, primero encontrar a Jason y ponernos al día, tampoco estaría demás tratar de conseguir a la doctora y bueno si daba tiempo podría tratar de hablar con...-, sus pensamientos se detuvieron al escuchar los pasos de lo que seguramente era un guardia armado, tendría que ir con el máximo cuidado si no quería llevarse un tiro en la cabeza, una parte deseaba que fuese Connor quería confiar que aunque se tomase en serio su trabajo no le volaría a balazos, además si Connor los ayudaba podría tener un vehículo más y así escapar más gente.

Un enfrentamiento directo con el guardia no sería sabio así que observó su entorno para encontrar el mejor escondite temporal y si hacía falta utilizaría su poder lo mejor posible.

Aquel soldado aparecía y veía la sombra, ni siquiera Puleun sabía que la sombra aparecía por su ansiedad, y que buscaba protegerle igual que hacía aquel gigante de unos 3 metros en el exterior.

- e-es uno de los monstruos que me perseguían antes de llegar aquí, creía que en la isla no se atrevían a aparecer,... No quería salir de mi habitación pero temo que ese monstruo se forme del todo e intente atacarme... Por favor lléveme al laboratorio médico. Estoy segura de que la doctora Fern podrá ayudarme...

Aquella voz, también quería a la doctora tenía que avisarle, Dal no se perdonaría que le pasara algo por culpa de un grupo de escapistas, el lugar era peligroso pero ella confiaba en que el centro le protegiera, no confiaba en sylvester, pero Terry era un gran tipo, como todo en el mundo hay buen y mal proceder, esperaba que el guardia la escoltara, necesitaba hablar con la doctora lo antes posible y contar con un escolta haría que su salida de la habitación estuviera justificada.

No le importaba mucho tener un sitio en ese helicóptero, aunque en el fondo esperaba de corazón que las personas a las que apreciaba pudieran escapar, si les detenían... No habría necesidad de enfermera, tenían orden de disparar y aunque muchos guardias no dudarían mucho en hacerlo, dudarían menos con quién intentará huir.

Quizá fue demasiado tiempo el que tomé en quitarme aquella pulsera, pero saber que estoy libre de su vigilancia me dé mucha tranquilidad, creo que saltar por la ventana sería un suicidio, al menos para cualquiera que no pueda volar, pero con todos esos medicamentos inhibidores podría ser que no signifique ninguna diferencia, esconderme y esperar que pasen parece mejor idea, pero llegar al helicóptero pronto es algo importante, es momento de arriesgarse.

Aquella voz tan dulce nos pide contactar por ella a la doctora González, pero no la conozco, tampoco sé pilotar, ¡maldición!, espero que alguien sepa usar ese tipo de vehículo, no quisiera que, posiblemente la única oportunidad de escapar sea un fracaso por algo tan lamentable como la falta de espacio, pero no hay vuelta atrás. — En ese instante el chico salto por la ventana, usando sus habilidades para reducir su caída de dos formas, impulsándose directamente hacia arriba para contrarrestar la gravedad lo más posible y dos empujándose contra el edificio para frenarse con la fricción.

Al tropezarse con las otras niñas, Alex se detuvo un momento. Allí habían niñas más pequeñas que ella y estaban asustadas, sin saber qué hacer. La voz en su cabeza seguía haciéndole llegar instrucciones e indicándole a dónde tenía que dirigirse. Iba a preguntarle a una de las niñas si era capaz de escuchar aquella voz, cuando unos gritos y disparos helaron su sangre. 

A su lado Xue cayó al suelo con un disparo en la cabeza. Por un instante, Alex se quedó helada, contemplando a la niña y sin ser capaz de reaccionar. Nunca más se levantaría, nunca más haría volar objetos ni la castigarían por no saber controlar su poder. 

Aquello iba mucho más en serio de lo que había creído. Xue no hacía nada, estaba allí, asustada y... La habían matado... Los ojos de Alex se inundaron de lágrimas y su cuerpo empezó a temblar. Volvió su mirada hacia el soldado que se alzaba frente a ella, dispuesto a matarla como estaba haciendo con todas... 

Entre las lágrimas podía ver su dedo sobre el gatillo y sabía que si no reaccionaba rápido acabaría como Xue. Tengo que salir de aquí... Fue su único pensamiento racional antes de visualizar en su mente la habitación de Elí e intentar llegar hasta allí con un sólo pensamiento. Tenía que encontrar a su amigo y sacarlo de allí fuera como fuera. Y después buscar a Baltazar, Eileen, Arturo... Todos estaban en peligro, aquellos asesinos querían matarlos a todos...

         - Cállate de una buena vez y ven a mi celda, que quieras o no los problemas vendrán por nosotras y unidas tal vez no solo tengamos la oportunidad de sobrevivir, sino de salir libres de este infierno! -.     Dice mentalmente Ororo a su compañera de celda mientras busca una posición estratégica para ocultarse del guardia cuando se asome a la celda y solo si convence a Samantha en participar con el engaño le susurra tras pasar: 

         - Una de nosotras va a rogar por su vida aparentemente indefensa, tratando de seducir al guardia, mientras qué la otra espera en silencio el momento para golpear su cabeza ... Tu eres más bella y hablas para seducir le ... Y yo podría tomarle por sorpresa!   Ayúdame a trepar al techo! -.    SI no encuentra otra posición para esconderse busca trepar al techo con la ayuda del viento o de su compañera y el suyo propio o de una pirámide humana para sujetarse de las paredes con sus extremidades en absoluto silencio

Parecía que mucha más gente de la que pensaba había decidido dar el paso de salir de las habitaciones. Los pasillos eran una locura y la gente corría con la salida en mente, Los disparos de los pisos inferiores me hicieron arrugar la nariz imaginándome el horror que habría mas abajo.

De nuevo la voz volvió a comunicarse con nosotros, mis propios pensamientos se solapaban con los manifestados por la voz. La mención sobre el trasporte aéreo me hizo sonreír lastimosamente. Esos trasportes eran los usados por algunos de los nuevos grupos de guardias que llegaban a la isla. Dudaba que pudieran llevar más de una treintena de personas, en el caso de que fueran dos esos quería decir que solo podría escapar ¼ de la gente de aquella isla… y solo un octavo si contaban con un único transporte.

Fue entonces cuando aquella voz menciono el nombre de la doctora, la única persona que no querría ver nunca más. ¿Para qué demonios querían a esa bruja sádica? Si era sincera conmigo misma, para el único motivo que volvería a aquella doctora seria para hacerle pagar hasta la última nausea, vómito y jaqueca que me había ocasionado durante la última década.

Me dirigí decidida hacia el lado de las escaleras desde las que subían sonidos de gritos y disparos pero sin intención de ir por ella. Bajar por allí sería una locura, no me extrañaría que los guardias hubieran formado al final de las escaleras y estuvieran disparando a todo aquel que asomara por el rellano de aquella escalera.

En otro tipo de situación probablemente no intentara lo que iba a hacer, pero en aquella, me parecía más seguro que correr hacia los disparos. Me dirigí del final del pasillo hacia la ventana y mirare hacia abajo. Creo que era de esas pocas veces que agradecía que hubiera una materia de educación física. En el rellano de las escaleras del piso en el que me encontraba había una manguera antincendios.

Hacia años, cuando uno de los compañeros del centro con poderes piroquineticos había incendiado su habitación había quedado constante de que aquella manguera no tenía presión de fluido y eta tenia que ser activada desde la sala de control. Dicho de otra forma, no pensaba usarla como arma pues sabía que no había agua alimentando la manguera en ese momento. Lo que si podía tener era una pequeña alternativa a las escaleras.

Empecé a forcejear con el cajeado de la manguera para intentar abrirlo. El plan era simple, si no se podía salir por las escaleras, saldría por la fachada. El edificio del comedor no estaba lejos. A decir verdad estaba bastante cerca. Si conseguía deslizarme por la fachada creía poder llegar hasta allí oculta a través de los setos. Bueno, eso siempre y cuando no me diera un porrazo y pudiera seguir caminando.

Pero lo primero era lo primero, tenía que abrir aquel panel de metacrilato que protegía la manguera. En teoría no debería ser difícil, se supone que esas cosas están hechas para abrirse rápido en caso de emergencias ¿no? Si no conseguía abrirlo tocaría buscar un plan alternativo, pues no había tiempo suficiente para buscar otra cosa para bajar por la pared.

Tenía que evitar o matar a los guardias, esta noche no había tiempo para sutilezas, mi objetivo principal era alcanzar el comedor y llevar conmigo a mis amigos, debíamos ser los primeros en llegar al puñetero avión, pero para ello debíamos asegurarnos que los guardias de las murallas no se conviertan en una molestia.

Mierda son demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo, si al menos hubiera tenido tiempo para planear algo, ya tendría una ruta establecida. - pienso mientras me muevo por los pasadizos hacia el comedor intentando no llamar la atención de los guardias, los oídos alerta y desplazamientos controlados.

Cada esquina se convierte en mi bastión, usando mi reloj como espejo me aseguro que ninguno de esos malnacidos me tome por sorpresa, debo ser veloz como el viento y sigiloso como la noche, pues el tiempo avanza y no se detiene, las balas vuelan, las voces se elevan y luego se apagan.

En menos de un minuto, el lugar se había convertido en un auténtico pandemonio y los guardias mostraban sus verdaderos colores, con su sed de sangre a flor de piel, ellos no tendrían inconveniente alguno en usar fuerza letal contra lo que consideraban monstruos. - ¡Vaya ironía! Que nos llamen monstruos nuestros asesinos, cuando la mayoría de nosotros no llegamos ni a los 17 años. Sin lugar a duda, el ser humano es la criatura más vil del planeta.

Con cada paso que daba, sentía como mi corazón se aceleraba, la adrenalina fluía a raudales por mi sangre y me mantenía vivo, sólo esperaba que continuara así el tiempo suficiente para sacar a mis amigos de aquí.

En el momento en el que la mirada de Sun Hee se encontró con el cadáver de aquella chica, a la cual le había disparado en la cabeza, no pudo evitar sentir un gran odio por los responsables del centro. – Hijos de puta… - Espetó, cabreada, mientras continuaba observando el cadáver. Sabía muy bien quién era. No habría lastimado ni a una mosca, y, aún así, la habían matado como a un perro, simplemente porque no podían confiar en los metahumanos, porque un idiota declaró que era un estado de emergencia, y que debían de poner fin a los “rebeldes”. – No puede seguir así… - Declaró con cierta frialdad en su voz, sabiendo muy bien que siempre había tenido razón. Los humanos no eran más que primates que temían el progreso, el siguiente paso evolutivo. No eran más que cobardes que odiaban todo lo que era diferente, lo que podía removerles de la cima. Sea lo que fuera, no dudó mucho en acercarse a Amanda, antes de intentar cerrarle los ojos con cierta gentileza. – Lo siento. – Le susurró en un tono gentil, esperando que, donde sea que fuera, estuviera en un lugar mejor. Si alguien debía de morir… esos no eran los metahumanos. Era hora de que tomaran las riendas de su destino, no podían ser los corderos de un montón de primates.

No obstante, mientras se disponía a continuar, pudo escuchar de nuevo aquella voz, acompañada de una visión que hizo que la joven frunciera el ceño. No sabía quiénes eran, ni lo que pretendían, pero estaba claro que pretendían ayudarles… al menos a algunos de ellos, teniendo en cuenta que hablaba de “plazas”. Era obvio que no podrían salvarlos a todos, y aquello ciertamente molestó a Sun Hee, quien no tardó mucho en chasquear la lengua. – Es probable que quieran usarnos. – Se dijo a sí misma, al escuchar la mención de la doctora. Querían obtener a la mujer, y a cambio los usaban a ellos, desesperados por escapar, para obtenerla. Por otro lado, si algunos sobrevivían, tendrían soldados, para lo que sea que tenían en mente. ¿Qué diferencia había entre ser manipulados por los humanos y serlo por otros metahumanos? Aún así, la joven deseaba escapar, y haría lo que fuera necesario para lograrlo, incluso si tenía que matar a los encargados de aquel horrible lugar para lograrlo.

No pensaba visitar el comedor central, aquello sería una perdida de tiempo, principalmente cuando estaba claro que era mejor llegar al helicóptero… o capturar a la doctora Gonzales. Sólo una de esas dos opciones era válida. – Primero Ciara. – Declaró, determinada, a medida que volvía a continuar su camino hacia la celda de la chica… tan sólo para encontrarse que había un guardia en su camino, y que el bastardo estaba a punto de acercarse a la celda de su amiga. – No… - Murmuró, asustada ante la idea de que pudiera acabar con la vida de la chica que se había ganado su agrado durante esos años en los que la había conocido. No podía permitirlo. Tenía que hacer algo… pero ¿qué? No podía pelear, no tenía idea de cómo darle un golpe a alguien y no romperse la mano en el intento. Ni mucho menos tenía un arma de fuego. Sólo tenía… su poder, si bien no tenía demasiado confianza en ello. A pesar de que había hecho el esfuerzo de usarlo en ciertas ocasiones, los medicamentos no habían hecho otra cosa más que empeorar el control de dicho poder. ¿Tendría éxito en ello? No tenía mucha opción. Si dudaba, era posible que su amiga moriría. – No… No voy a dejar que la mates… - Masculló cabreada, a medida que levantaba la mano derecha, apuntándola hacia aquel que no era más que un asesino. Era probable que él fuera el responsable de la muerta de Amanda. Sin dudarlo demasiado, intentó hacer uso de su poder, con la intención de quebrarle el cuello, forzar su cuello a girar en ciento ochenta grados como si fuera parte de ella.

Contemplo horrorizado por un segundo como los guardias disparan por igual tanto a los chicos en el pasillo como a los que siguen en sus habitaciones, eso me da la última pizca de motivación que necesitaba para huir, de todas formas si me quedaba me iban a matar igual, así que quizá escapando tendría alguna oportunidad.

Salgo al pasillo corriendo en dirección contraria a donde están los guardias, no llevo mucho tiempo en el recinto, pero creo que podré orientarme hasta el exterior, la voz dice que tenemos que llegar al otro lado de la isla en 20 minutos- muy fácil de decir, pero a ti no te están disparando- la distancia es larga pero creo que puedo hacerlo y, mientras, intento quitarme la pulsera, parece que está desactivada y no se cuanto tiempo seguirá así.

La voz continúa dando instrucciones, las escucho como puedo mientras me concentro en correr y esquivar a los guardias, ahora parece que necesitan a alguien que pilote un helicóptero- ¿en serio?, la mayoría de aquí son crios, quien va a saber pilotar un jodido helicóptero??- después dice que necesitan a la doctora Fern, a quien prácticamente considero la Frankenstein de este maldito lugar, me planteo ir a por ella, pero descarto la idea al momento, eso solo me retrasaría y aunque la voz dice que garantiza una plaza para quien la lleve, nadie le asegura llegar vivo.

Prefiero dirigirme al primer helicóptero y rezar porque alguien pueda pilotar el segundo y sacar de aquí a la mayor gente posible.

Frustrado por no poder activar mi poder y por el bloqueo de las escaleras por guardias con el uso de munición letal, calculo mentalmente que habitación de mi planta da a la habitación de mis enanos para ir a ella y dese esa habitación bajar por la ventana una planta.

Si la habitación está vacía cogeré de esa habitación todas sus sábanas, si necesitaré mas sábanas que las que hay en una sola habitación me llevaré las de la mía en sigilo. También llevaré conmigo lo que necesite para forzar una ventana, ya sean clips, tijeras o incluso estar preparado si tengo que romper por la fuerza la ventana ponerme mis deportivas.

En el caso de que la habitación este con alguien dentro, me llevo los preparativos pero hago memoria de quien este dentro para saber tratar con el por si no ha salido de ella.

Denzel dudo por un momento, odiaba el dolor, sobre todo desde el día en el que lo castigaron por usar sus poderes, aquel miedo le dejo paralizado un instante. 

Podía escuchar los disparos, los gritos, y no necesitaba mucha imaginación para saber que eran aquellos golpes secos después de cada ronda de disparos.

Si se quedaba allí tal vez viviría, igual solo lo castigarían para evitar más fugas, si se iba todo el mundo... no les interesaba matar a los supervivientes... o tal vez si, era la excusa perfecta para que el cabron de O'Connor se desquitase con ellos, ya que sabía que los prefería muertos, que mejor escusa que un intento de huida para acabar con todos ellos.

Se acurruco en aquel sitio, estaba cediendo al miedo.

Y entonces las recordó. sus amigas de aquel centro, las únicas personas con las que había podido reír e incluso llorar, las únicas que le hacían sentir que todavía era "humano" y no una calculadora, si le ocurría algo a ellas, que más daba si estaba vivo o muerto, aquello no se lo podría perdonar.

Apretó la baraja de cartas contra su pecho, aquella era la única salida, la única manera de llegar a ellas.

Solo esperaba que la suerte estuviese de su lado en aquel momento, después de todo, su poder dependía de ello.

Justo cuando logro recomponerse escucho la voz de Mei. 

Una plaza asegurada no le servía de nada, tenían que salvarse los tres, así que no podía perder el tiempo buscando a la doctora, aquello se transformaría en una competición, por aquella jugosa recompensa.

Sobre lo de pilotar, Denzel era un genio, pero no podía aprender a pilotar un helicóptero de la nada, así que aquello estaba totalmente descartado.

Cogió aire, tratando de tranquilizarse, posiblemente se dirigía a su muerte, pero no podía hacer nada más, rezar por que sus poderes lo mantuviesen a salvo de los tiros y poco más.

Quizás, si fuese más pragmático podía tratar de utilizar a otros como escudo, pero eso no entraba en la mente de Denzel. Él no tenía derecho a poner su vida por encima de la de los demás.

Respiro una vez más, esta vez tenía que comenzar a moverse, sin ser apenas consciente de ello su cuerpo comenzó a correr en aquella dirección, con un poco de suerte podría noquearlos el tiempo suficiente para bajar las escaleras. Su poder era fuerte, el lo sabía bien, el centro se había preocupado de administrarle dosis extras por si en algún momento se le ocurría usarlo, y notaba que estaba mermado, pero aquello no le impediría usarlo para lo que más deseaba. Proteger a sus amigas.

—Es ahora o nunca, vámonos.

—¿Qué haces, no escuchas los disparos? Usa la ventana.

—Y una polla, que es un tercero.

—Pero eres ágil, seguro que puedes engancharte a la ventana del segundo y luego a la del primero. Además podemos usar las sabanas para hacer una cuerda y ...

—Que no, que paso de la ventana. Además, lo mismo alguien necesita ayuda.

—Venga hombre, llevas tres años rascándote los huevos y ahora vas a ir de héroe.

—Joder que pesada, de todas formas siendo más, tenemos más posibilidades.

—Aun le tienes miedo a las alturas ¿no?

—...

—Bien, pero evitemos los pasillos principales.

David salió de su habitación en sigilo, no podía correr más que las balas, así que lo mejor era ir con cuidado y que no les viesen. En cuanto se aseguró que el camino estaba despejado fue hacia las escaleras, primero escuchó y luego se asomó. El plan era fácil, alejarse de los disparos siempre que fuese posible. Habían recorrido aquellos pasillos muchas veces y entre los dos debían ser capaces de trazar una ruta alternativa o al menos evitar la que estaba usando la mayoría.

Mientras Carla no podía dejar de pensar en aquella vez que había conseguido mover la pierna de David mientras dormía, mientras el cerebro esté funcionando normalmente no era capaz de hacer nada, pero si encontraban a algún guardia inconsciente, a lo mejor podía conseguirlo y ayudar a escapar a David. Mientras avanzaban escucho unos pesado pasos de botas corriendo cerca.

—Escóndete joder.

David rápidamente se metió detrás de una columna hasta que escucharon los pasos alejarse.

—¿Es que no lo has escuchado?

—Pues no ¿qué pasa?.

—Pues que son tus odios tronco, si lo oigo yo tu también.

—Bueno, para eso somos dos—. Dijo David sonriendo a pesar de la situación.

En esos momento Carla echaba de menos unas manos más que nunca para estrangular a su hermano.

Clint avanza por el pasillo desde la celda treinta y cinco, ni siquiera se detiene a mirar a otros chicos que puedan estar en las habitaciones y desconoce si ellos le verán a él, pero se escabulle a toda prisa deseando de corazón encontrar a otro chico fuera de la habitación. - Dios, ¿Porqué no hay nadie más? Debería volver a mi habitación, nadie más está haciendo caso a la voz.

Sus pasos se enlentecen al tiempo que se detiene a escuchar. El sonido de botas llega por la escalera, unos pasos pesados y firmes. Mira la habitación número veinticinco, está justo al lado, podría entrar y ocultarse. No ni hablar, las puertas se cerrarán, su oportunidad se desvanecerá. ¿Qué oportunidad? Aquí no hay nadie. Los pasos se acercan. Suena una explosión y una de las luces parece fallar por unos tenues instantes. Su espalda se pega contra la pared de la esquina, se concentra

- y si entre dos.... logramos derribar al guardia.  No ni hablar-

Su poder no responde, esta mermado y aunque funcionara, dos Clint harían lo mismo que uno, solo conseguiría que el soldado gastara más tiempo en apalearles a ambos. 

Clint se sujeta la cabeza y se encoge, las luces parpadean y él se pega a la esquina, con suerte el guardia pasará de largo, irá a comprobar si hay gente en las habitaciones y Clint podrá deslizarse por las escaleras.

Una visión llega a su mente al tiempo que una nueva alarma se inicia en alguna planta cercana, la voz  vuelve a hablarle de forma nítida y clara, le anima, le insta a aquella peligrosa y mortal subversión. Se están moviendo - Piensa Clint - Esta mierda es real, quieren rescatarnos

Apenas tiene significado para él que no haya sitio suficiente para todos. Sin embargo, la mención de la DraGonzalez le pone nervioso, se imagina entrando en su unidad, siendo atrapado por el brazo de la doctora e inyectándole en el cuello ese sedante, para despertar maniatado en una de esas camillas de pruebas. Casi derrama una lágrima tan solo con imaginarlo, de miedo y rabia, no. El único motivo por el que siquiera se acercaría sería para comprobar si otros chicos pretenden cogerla y como lo harán. Debe salir hacia el puerto, y si puede evitar salir por el patio mejor, mientras las puertas permanezcan abiertas tendrá una posibilidad. Los pasos se acercan. 

Clint se acuclilla entre las sombras, el pecho le aprieta por miedo a respirar, con su mano cubre la pulsera temiendo que ésta quiera de repente emitir alguna clase de sonido o como si de forma magnética pudiera atraer la atención del centinela.

Cierra unos segundos los ojos y luego los deja entreabiertos esperando que el guardia pase de largo, que no repare en la figura oscura que se deslizará por las sombras tras él. Ojalá no estuviera solo, ojalá escuchara ahora la voz o el ánimo de uno de los chicos mayores.