Partida Rol por web

 Tras una larga caminata llegais al mismo lugar. Ahora, de dia, las ruinas no tienen el aspecto amenzador que parecían tener por la noche. Podeis ver el cadaver de las arañas en el suelo, cerca de un liquido verde repugnante que parece ser la sangre de las mismas.  Por lo demas nada a cambiado, todo sigue en silencio exceptuando el ruido que haceis al caminar y algunos pajaros que revolotean alegres por el aire.

Espeluznado por las arañas, aun cuando sean cadáveres, doy una ojeada somera en busca de alguna pista.

-El plan imagino que pasará por encontrar algún rastro que nos indique hacia dónde arrastraron al muchacho –he respondido al enano en algún momento.

- Será mejor que esta vez encontremos algo interesante... Murmuró malhumorado el guerrero enano. Aun recordaba como había hecho el ridículo frente a aquellos pequeños arácnidos, y la verdad es que no estaba muy orgulloso de ello.

Se arrodilló junto a un montón de pequeñas piedras, y tomando una en su mano, la olió lentamente.

Su rosto se giró risueño hacia sus compañeros. - Que agradable es estar de nuevo cerca de la vieja piedra. Realmente Gog tenía una extraña fijación por aquel elemento, una fijación difícil de entender para quien no fuera de su misma raza. 

Al alcanzar, nuevamente, aquel claro del camino, Artin se detiene y observa las ruinas, cavilando nuevamente. La sensación que la noche anterior había obtenido de aquel lugar seguía siendo tan confusa como entonces, tan dual. Chasqueó la lengua, desagradada.

- Espero que, para variar, "interesante" no acabes significando "suicida". - Comenta, recordando más de una ocasión en la que, con un preludio similar, había acabado a las puertas de la muerte al puro estilo "truco o trato", mientras observaba más detenidamente lo que la rodeaba.

 Parece que en estas ruinas vive toda clase de vida salvaje, tomando cualquier tipo de refugio que puedan encontrar para protegerse de los elementos. Pero aparentemente no todas las criaturas son de la variedad salvaje. Al husmear por una pila de escombros, observais un gato con unas feas cicatrices en el lomo contra un muro. Al acercaros, veis que la pobre cosa huele como si se hubiera revolcado sobre montones de carne podrida. Cuando os ve, se gira hacia vosotros y os bufa.

Artin, siguiendo lo que es casi un impulso, se acerca a una de las innumerables pilas de escombros, y entre los cascotes, descubre al gato.

- Vaya, vaya... ¿pero que tenemos aquí? - Comenta, mientras de debajo de su capa aparece su propio gato, tan pequeño y oscuro que, a menudo, tanto ella como los demás olvidaban que siempre les acompañaba, sino a la vista, arrebujado en uno de los amplios bolsillos de la capa de su ama, o en su zurrón.

El animal, ágil como una ardilla y lleno de curiosidad, se encaramó al hombro de su ama, al sentir la curiosidad de Artin a través de su vínculo empático, maullando con fuerza en respuesta del bufido del otro felino antes de mirar a su ama, torciendo ligeramente la cabeza.

- Curioso, sí, sin duda. - Responde ella, como si realmente charlara con él, algo que para los demás a todas luces es imposible, aunque es frecuente verlos "conversar" y Artin insiste en que así es. - ¿Podrías hablar con él, o lo que quiera que hagáis los gatos? No tengo muchos reparos en levantarlo de ahí por mi propia mano y ver que le ocurre, pero oye... la cortesía es la cortesía, ¿no? 

 En un segundo parece que los dos gatos esten hablando puesto que ambos empiezan a maullar. Despues de unos segundos, cuando el animal de las ruinas bufa de nuevo tu gato se gira y te habla.

-No es posible...es raro. Es como...como si llevara en estas ruinas cientos de años...dice...dice que las defenderá de cualquier intruso y que nos marchemos-te dice entre asustado y asombrado.

Gog había sonreído ampliamente después de que Artin le recordara los buenos momentos con su comentario sobre lo "interesante" o lo suicida". Ahora, una mueca incrédula se dibujaba en el rostro del guerrero enano. Aunque ya sabía que Artin tenía un "maravillosos", y que a veces conversaba con él, Gog no llegaba a acostumbrarse, y siempre le sorprendía. Cosa rara por otra parte, pues él mismo, en ocasiones, tenía largas conversaciones con fríos guijarros.

- Esperemos que ese gato callejero te diga algo. Añadió en tono bromista. - Sino, siempre podemos preparar un buen caldo... Una seca y apagada carcajada surgió de su garganta, avivada por su propia ocurrencia.

- Necesito un trago...Y con este pensamiento, pareció olvidarse de los gatos, y volvió a centrarse en las rocas que componían las viejas ruinas.

Apenas el enano bromeó, el pequeño gato de Artin, sin bajarse del hombro de su ama, se pone a maullar, moviendo lentamente el rabo, de un lado a otro. Por su parte, el recién descubierto felino parece responder, y el intercambio de maullidos dura unos instantes.... antes de que la pequeña bola de pelo se siente sobre el hombro, envolviendo sus patas con la pequeña cola y girando nuevamente la cabeza hacia Artin, tan ladeada como antes.

Durante los instantes siguientes, Artin frunce el ceño perceptiblemente mientras levanta una de las cejas, visiblemente sorprendida. Mira un instante al enano, como si pensara en responder a su comentario anterior, pero desecha visiblemente la idea con un ademán de la mano que acaba en una caricia al pequeño felino.

- Chizu me comenta algo... interesante. Según parece, es como si este gato llevara aquí cientos de años... y nos invita a marcharnos en este momento, ya que está dispuesto a defender las ruinas contra cualquier intruso... - Artin levanta la mano, en un gesto seco, evitando cualquier comentario. - Dadme unos minutos, ¿vale? Aquí hay algo realmente extraño... y fascinante.

Visiblemente interesada, emocionada incluso, la hechicera se sienta en el suelo, allí mismo donde está, con un grácil y fluido movimiento, dejando a su lado la lanza. Chizu aprovecha el propio movimiento para bajar el hombro y pasar al regazo, desde dónde mira a su ama. El movimiento de su cola sugiere la misma emoción contenida de Artin.

- Vale, vamos a hacer esto bien, ¿de acuerdo? - Comenta, acariciando nuevamente al pequeño felino. - Explícale porqué estamos aquí y que pretendemos, a ver si quiere y puede ayudarnos... o si nos cuenta algo interesante de esos cientos de años. No quisiera ofender a ningún guardian de ningunas extrañas ruinas de las que no he oído hablar antes, y no nos cuesta nada ser amables, ¿verdad que no, Chizu?

 Chizu empieza a maullar de nuevo y de nuevo el gato, incluso con las heridas supurantes responde al maullido. El suyo es mas agudo y profundo, como si no lo hiciera el mismo. Despues de unos segundos a Chizu se le eriza el pelo y te vuelve ha hablar.

-No esta bien. Murio hace muchisimo tiempo y ya no tiene cerebro-te dice enfadado-no entra en razon, dice que el no sabe nada de niños ni de nada. Que eta es la casa de su Amo y que nos vayamos. He intentado decirle que no queríamos hacer nada malo pero no escucha...Artin...ten cuidado con él.

Una nueva tanda de maullidos entre los dos felinos termina con el pequeño familiar hecho una bola de pelo erizada, y con Artin frunciendo aún más si cabe el ceño mientras escucha a su pequeño compañero sin quitarle la vista de encima al otro gato.

"Tal como esperaba... no teníamos bastante con los dichosos Armites, Cardites o como se llamen esas criaturas que nos describió el mercader, sino que tenemos a un dichoso guardián difunto.... Vivan las mañanas tranquilas." - Piensa, para si, mientras se lleva las manos a las sienes, como si una se avecinara una bonita jaqueca. - "Venga, piensa... Habrá algún modo de aplacar a un espíritu intranquilo, digo yo, ¿no? "

Todavía en silencio, y abrazando a Chizu, la hechicera se levanta, recogiendo a su vez la lanza. Una vez en pie, vuelve a mirar al postrado gato y le hace una pequeña reverencia con la cabeza, en un último gesto de respeto hacia él. No quiere, ni tiene porqué, provocar a es guardián, sea físico, espiritual o un maldito muerto viviente, no hasta que se le ocurra qué hacer con él.

Sólo entonces se da media vuelta, y con un silencioso gesto insta a sus compañeros a alejarse algunos pasos de allí antes de comentarles nada.

- Esta es la situación. - Empieza, llevándose de nuevo la mano a la sien y hablando con la mirada perdida por algún punto del suelo, como si en realidad mirara dentro de sí misma. - Al parecer ese gato es un espíritu, o un muerto viviente, o un algo que desde luego no está precisamente vivo. El caso es que, en mi opinión, mientras estaba vivo ese gato era el famliar del mago, o cualquier otro tipo de criatura que creara y vinculara a él y a este lugar, por que ahora mismo es un Guardián. Nos insta a marcharnos y amenaza con defender estas ruinas de cualquier intruso, y no le importa ni qué nos trae aquí ni que pretendemos hacer: simplemente nos quiere fuera. Y a Chizu no le gusta un pelo, por lo que sospecho que habla en serio y es peligroso. - La hechicera suspira ruidosamente, mirando por fin a sus compañeros. - ¿Alguna idea?

Y tras preguntar eso, su mente empieza a cavilar de nuevo. Guardianes. Fantasmas. Gatos de olor nauseabundo y malas pulgas.

 Empiezas a pensar sobre la criatura. Sin duda un animal no muerto, por lo que dice Chizu. Esta claro que un clerigo o un hechizo de repeler muertos vivientes funcionaría con aquel gato igual de bien que con cualquier otro no muerto. Por lo demas no parece muy amenazador pero nunca se sabe...

Gog escuchó algo escéptico las explicaciones de la hechicera. Mientras Artin les exponía la situación, se pasaba los dedos por el poblado bigote rojizo, soltando algún que otro bufido de incredulidad, y no menos murmullos incompresibles pronunciados en su propia lengua materna.

- Yo solo veo una solución. Con enérgico movimiento palmeó su hacha, y dibujó una sonrisa. - Pero si tenéis alguna idea mejor, la tomaré en consideración. Al fin y al cabo, la brujería y los asuntos mágicos, son algo que supera mi entendimiento... Y se rascó la cabeza, mientras fruncía las cejas, en un claro gesto de incomprensión. 

Artin sonrió a su pesar, en una mueca escéptica. De algún modo, sospechaba que el enano iba a reaccionar así.

- El problema es que esto no es un asunto de hechiceros ni de magos, sino de fe, amigo mio.  Y de esa yo voy algo escasa, así que no las tengo todas conmigo... pero si crees que tu hacha realmente puede hacer algo con él, adelante, todo tuyo.

Gog sacó su hacha, dispuesto a acabar con la vida del apestoso gato, pero antes de hacerlo, quiso escuchar la opinión del resto de compañeros. Si un ataque frontal desencadenaba un infierno, no quería ser el responsable directo de la muerte de todos sus compañeros.

Con una mueca inquisitiva miró a sus amigos. - ¿Que decís vosotros? ¿Le arreamos?

 En ese momento el gato saltó sobre el enano bufando y emitiendo un sonido agudo desde lo mas hondo de su garganta. Logró arañar un par de veces al enano antes de que este agarrara al felino y lo lanzara contra el suelo donde el gato cayó de pie y se dispuso a saltar de nuevo contra los invasores.

Harto de tropezar entre los escombros, me había acercado al enano y la maga, quienes parecían haber descubierto algo interesante.

El gato me había causado repugnancia, y ahora -mientras, a la luz de lo manifestado por Artin, barajaba la posibilidad de encandilarlo con mi violín-, pavor. Los arañazos, blancos, no tardan en encenderse, como flores apresuradas sobre la piel curtida de Gog.

-¡Aah, es un demonio! –chillo.

Retrocedo unos pasos para desenvainar mi espada y hacer por ensartar al bichejo.