Partida Rol por web

Edadepiédrix se quedó mirando aquella nariz... qué nariz! y suspiró recordando su juventud. Pero entonces pensó en el pobre niño y...

Seguro que ella tuvo algo que ver... estas mujeres extranjeras no son de fiar. Con una gala tendrías que haberte casado, porque nosotros no adoramos a dioses raros con cara de animal ni tenemos costrumbres extrañas...

Y meneando la cabeza añade Esto en mis tiempos no pasaba...

Tragicómix no apoyó con el mismo entusiasmo que los demás por culpar a Cleopatra. Era la madre del niño, y si por un lado ya era una brutalidad atentar contra un bebé hacerlo contra uno propio ya era peor aún. Quería creer que no habían llegado tan lejos y perdido el norte de aquella forma cruel.

-Echarle las culpas a una mujer es fácil- dijo sorprendido porque el césar responsabilizara a sí a la que se supone era su amante- pero no creo que ella esperara que alguien hiciera una cosa así.

Habían vivido muchos volúmenes ya, y nunca habían hecho algo así.

-Pero supongo que al tratarse de tus hijos habrías apostado algún guardia para que lo vigilaran... ¿no han visto nada sospechoso?

No era la primera vez que la guardia romana, tan odiada por aquellos páramos galos, demostrara su ineficiencia. Pero aquello era ya un poco absurdo. ¿Tan difícil era cuidar un bebé?

-Edaddepiedrix, ¿de verdad crees que un romano se merece una mujer gala? La miel no está hecha para la lengua del asno- volvió a reparar en Falbalá. Sin duda las mujeres galas eran demasiado bellas como para mezclarse con un romano y que sus hijos hereden esa nariz tosca característica de su pueblo.

Falbalá abrió los ojos sorprendida. ¡Qué atrocidad! Dijo mirando a Edadepiédrix. Si había en algo en lo que Falbalá creía era en el instinto maternal que toda madre tiene al tener en sus brazos a su hijo. Miró a Cleopatra de reojo. Quería tener la esperanza  que en esa mujer que parecía tan superficial y fría también hubiese lugar para ese instinto que la declararía inocente de ese terrible asesinato.

Pero sin duda, alguien de dentro había sido y Falbalá no podía creerlo.

- Lo que está claro es que una mujer es incapaz de matar a su propio hijo, pero César creo que sí. Ha podido matarlo pues cualquiera de sus dioses mató en algún momento a su hijo por algún motivo. Y a día de hoy el  Emperador siempre se ha considerado semejante a un dios. 

Quizá, en vista de que nunca jamás ha logrado derrotarnos, ha matado a su propio hijo con la intención de que nos acusemos entre nosotros y así lograr acabar con toda la aldea. Es una estrategia clara y el propio Julio es un gran estratega.

Tragicomix asintió a las palabras del sabio druida. Los romanos eran muy enrevesados y podrían cometer algunos actos bastante extraños.

-Yo no sé si es seguro o no lo que dices, Paronamix. Pero el hecho de que nada más hablar César haya intentado culpar a alguien en vez de lamentarse de la pérdida no le ayuda, desde luego. Y como ya sabemos, son muy retorcidos estos romanos.

Durante toda su vida habían visto como el César había intentado acabar con los galos, y una forma podría ser instándolos a matarse entre sí.

- ¡No creo que nadie pudiera hacer una cosa así, ni siquiera Julio! Sin embargo, está ese otro hijo, el que siempre está jugando con un puñal. Ese cretino quemó nuestra aldea porque quería hacerse con el niño, aquella vez que lo dejaron al cuidado de Asterix. Puede que haya infiltrado a algún espía o algo parecido.

Hizo una pausa; si era un espía, podría ser cualquiera. No arreglaba mucho las cosas

- Y lo de intentar que nos matemos entre nosotros ya lo hizo una vez, y no le salió muy bien. ¿Verdad, Julio? ¿Como se llamaba ese tipejo que nos mandó? ¿Perfectus Cretinus?

-Así que me acusais de intentar acabar con vosotros ¿No? y encima matando a mi propio hijo. Claro, como no se me había ocurrido- Dice Julio, sarcastico y expulsando la cordura de su rostro -Yo firmo un tratado de paz y a los dos meses os mato... muy bien, muy bien; digna estrategia de Marte, si señor.- Dice Cesar, aplaudiendo -Y para colmo, me acusais de que no me preocupo por mi hijo, pues escuchadme, dioses Galos ¡¡¡AL MENOS INTENTO DEFENDERLO, NO COMO ESA CLEOPATRA, QUE EN LO ÚNICO QUE PIENSA ES EN BRONCEARSE!!! ¿Y debo suponer que yo soy el sospechoso? Si intento encontrar al sospechoso, es porque no pienso dejar que mateis a los hijos de un emperador como yo así como así, por muy dioses que seais, se acabó eso de ir matando a los sucesores del Cesar

Típico de los hombres criticar a las mujeres por esforzarse en mostrarse bellas.

-Pues yo no tengo muy claro lo que esta pasando aquí, pero desde luego una mujer gala no se lo tomaria de la misma forma que se lo esta tomando la mujer de exquisita narizilla. Aun no he visto que derrame una lagrima o tenga intención de pedir venganza, cosa rara. Por las historias de *Panoramix era muy teatrera pero hay esta tomando el sol como si nada.

Si que estoy llorando pero como salgo muy pixelada en la imagen no se aprecian las lágrimas. ¿Podéis ahora dejar de hablar de mi como si no estuviera delante?

Asuranceturix se aventura a comenzar su oda fúnebre:

- Un rayo de sol, oh, oh, oh, que el pequeño romano no vió, oh, oh, oh

Por Tutatis, el cielo cae sobre nuestras cabezas! dice Edadepiédrix en cuanto el bardo empieza a cantar, aunque al darse cuenta del origen de los berridos que le han puesto todo el pelo de punta, avanza hacia él amenazante con el bastón...

Por Belenos, no cantaras!!!

—¿El cielo sobre nuestras cabezas? —rápidamente, al oír esto, Obélix se echa al suelo, mientras se tapa la cabeza con las manos— ¡No digas eso, Edadepiédrix! No hay nada que me aterre más que eso.

-Sigue con tu música, Bardo. Es hora de dar un entierro digno a mi hijo, necesitamos música. Dios Pescadero, traiga su mejor cargamento. Las damas que hilen trajes negros, y los hombres que se consideren hombres que vayan a recojer comida al bosque. Obelix, Hijo de la Pócima, venga conmigo, necesito su ayuda.

Acto seguido, Julio coje a el cadaver de su difunto hijo en brazos y comienza a caminar por las calles de la aldea, cruzandola de un extremo a otro con gesto austero. Finalmente, llega al centro, donde hay un enorme menhir. Julio deja a su hijo en el suelo y saca un cuerno, que enseguida comienza a tocar TIRIRIRIIIIIII TI TI TI. Muchisimos romanos salen de entre las casas, de detras de árboles y piedras, y algunos trepan la muralla, entrando

-A mi señal, romanos, formación talatoria- Dice, mientras toca de nuevo el cuerno. Los romanos, como activados por un resorte, se lanzan, espada en mano, contra el menhir, y al cabo de unos 20 minutos de batalla de hombre contra la piedra, todos paran, mostrando que, donde había un menhir, ahora hay una enorme escultura románica.

-¿Qué, crees que puedes levantarla sin romperla? ten cuidado, es una pieza fragil

- Julio debe estar sordo si cree que eso es un réquiem para su hijo... Y debe estar muy enfadado si quiere que nos comamos el pescado de Ordenalfabetix

-Aaaaarh, al cuerno, Encargadus Superioris, ven aquí. Quiero que viejes a la roma y me traigas a los mejores músicos. A Terpnos, Polón y Mesomedes de Creta; Tiberio, Servio Tulio y Cayo Sempronio, quiero a los mejores en el enterramiento ¿VAMOS,  A QUE ESPERAR, POR JUPITER?

—Transformar un bonito menhir en una fea escultura... Están locos estos romanos. —comenta Obélix mientras coge la escultura que acaban de hacer los romanos con el menhir.

Como si fuese de cartón piedra, Obélix, comerciante de menhires, carga con la escultura a la espalda. Aunque no tiene muy claro qué hacer con ella.

-¿Más músicos? Eso sí que no, nadie va a suplantarme, que yo soy oficialmente y desde hace mucho el bardo de esta nuestra comunidad, digo...de nuestra aldea.

Julio demuestra su sensatez si prefiere a unos cretinos* antes que a ti... Y si lo que pretende montar es un banquete funerario... ya sabes dónde vas a acabar, Asuranceturix! dice Edadepiédrix meneando la cabeza

-Pues yo sinceramente no creo que hayas firmado un tratado de paz sin tener en la cabeza una forma de romperlo- dijo a Julio César- y respecto a lo de tu hijo, no sé si eres capaz de matarlo o no- era una aberración matar a un hijo propio- pero este es un pueblo pequeño y se oyen algunos rumores.

Sin duda eran cosas que las chismosas decían para pasar el tiempo, pero eran bastante interesantes.