Partida Rol por web

Claro que si Murasaki. Digo mirando a 22. Shinichi Kirimura. Un color de pelo totalmente natural, no hay ninguna duda de eso...

Se tapa la boca con el brazo ante el olor fétido, poniendole a prueba y haciendole revalorizar si preferia morir antes que meterse en esa habitación.

- Podemos quedarnos aqui y esperar a ser los siguientes...o hacer algo para salir de aqui. - Mira a Ichigo Momomiya.

- Tiene sentido. Sería más facil despues referirnos a los elementos de la escena del crimen en esa forma...¿Quién podría hacerlo...? Entrar ahí a hacer un inventario de los elementos...-

Miraria al resto

Con las tripas rugiendo por culpa de la falta de ingesta y el sombrero perfectamente colocado, mis pasos iban directos a la cocina, sin pensar en que de haber comida, no estaría envenenada por que si nos quisieran a todos muertos que les hubiera costado hacerlo durante la noche. Pero nuevamente la voz en off se escucho y esta vez no era en mi habitación, el buen anfitrión tuvo a bien poblar todo aquello de escuchas pero nada mas.
-Bueno, bueno parece que los enemigos y héroes de la ciudad no se han hecho esperar. -Si había un muerto de cada bando es que aquellos villanos no eran los únicos que se creían con justicia para matar, eso era evidente.

Hubiera abierto los ojos como platos, si no los tuviera ya abiertos al completo al ver como aquella muchacha de escasos modales se convirtió en brocheta de carne joven delante de nosotros. -Bueno era de justicia saber que no podríamos irnos tan fácilmente. Aunque... quien sea inmune al fuego estará libre antes que ninguno. -Un razonamiento mas que lógico, pensando en los poderes que había llegado a ver a lo largo de mi vida.

La gente no quiso ni desayunar antes de sentir del revés las tripas al descubrir las muertes de dos de los presentes y aunque al menos una de las dos fuera un villano, ambas visiones eran difíciles de digerir y por instinto y educación, no pude evitar bajar mi sombrero solemnemente hasta el corazón e inclinar la cabeza ligeramente.

-Y si... ¿Miramos en sus habitaciones en busca de pistas? -Antes de empezar a divagar, quizás los asesinos fueran descuidados.

kira Takahashi mantuvo su mirada penetrante durante toda la noche, sumido en el silencio opresivo de aquel lugar lúgubre. Era consciente de que cada movimiento podía significar la diferencia entre la vida y la muerte para aquellos que estaban atrapados allí. Si las palabras del enigmático secuestrador eran ciertas, el peligro acechaba en cada esquina del bunker.

La noche transcurrió sin grandes incidentes, excepto por la llegada de la mañana, cuando los primeros asesinatos se descubrieron. Una neblina de sospecha y paranoia se instaló en el aire, mientras las personas comenzaban a tejer conjeturas sobre los asesinos ocultos entre ellos. En un giro irónico, el secuestrador les obligaba a votar entre sí para eliminar las amenazas.

Akira sabía que debían ser cautelosos al formular sus conjeturas. En un lugar donde la información era escasa y manipulada, cualquier paso en falso podía resultar en la muerte de inocentes. La muerte trágica de la chica, probablemente convertida en una víctima por confiar en la información equivocada, era un recordatorio crudo de la fragilidad de la situación.

El secuestrador había insinuado que una de las cuatro amenazas había sido eliminada, pero quedaba por determinar si había sido producto del azar o si alguien dentro del grupo poseía información que podría ser beneficiosa para todos. Akira murmuraba para el mismo mientras se preguntaba si podían confiar en aquel que los había secuestrado, un pensamiento desconcertante pero necesario en aquel juego macabro. Akira tomó la palabra, su voz resonando con autoridad y determinación en la estancia.

-Escuchen, todos. Sé que estamos atrapados en esta pesadilla, pero no podemos permitir que el miedo y la desconfianza nos dividan. Nuestro objetivo debe ser trabajar juntos para encontrar a los culpables y protegernos mutuamente. Sabemos que hay tres amenazas restantes entre nosotros, y es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible para detenerlas.

Las miradas de los demás se encontraron con la de Akira, algunos mostrando señales de esperanza, mientras que otros parecían cautelosos. Sin embargo, el tono convincente de Akira les instaba a unir fuerzas y superar las barreras que el secuestrador había establecido.

-No puedo prometerles que todo saldrá bien, necesitamos compartir cualquier información que tengamos, incluso si parece insignificante. Los detalles más pequeños podrían ser la clave para desenmascarar a los culpables y liberarnos de esta pesadilla.

Akira pausó un momento, evaluando las reacciones de los demás. La tensión en la habitación era palpable, pero su presencia y determinación inquebrantable inspiraban cierta confianza en aquellos que le escuchaban.

-No nos dejemos llevar por la paranoia y las conjeturas precipitadas. Debemos ser cautelosos y astutos, pero también necesitamos confiar en que cada uno de nosotros desea salir de aquí con vida. Juntos, podemos superar este desafío y enfrentar a los verdaderos enemigos que nos acechan.

Las palabras de Akira resonaron mientras el joven se dirigía hacia la Habitación β.

Estaba lavando en una pila un montón de ropa interior femenina, entre las cuales se encontraba la ropa de Lena Nanami, a la vista de todos, sin darle mayor importancia, cuando Lena Nanami vino a exigir que le devolviera sus pantis.

Moví el dedo en forma de negativa, con los ojos cerrados. Para luego seguir lavando y planchando mi colección.

OH, Oh, Oh. Si sus pantis vinieron a mí, es porque hizo algo que no debía. Ahora son mías y las cuidare igual que al resto. Hay mis preciosas.

Miraba a las pantis con ojos llenos de admiración y orgullo. Y cojo las de Lena Nanami, y las estiro delante de todos.

Aunque señorita, tiene muy buen gusto para escoger, su ropa interior. Le importaría, si hecho algún día un vistazo a su cajón de ropa.

 ...

Esto es...

Particularmente diferente...

 Al momento de abrir los ojos, Ford estudió la estancia en donde se encontraba, mientras a su vez en su consciente se cuestionaba como había terminado metido en algo que, más allá de un secuestro, parecía una especie de juego o movimiento extremista de alguna organización.

 La calma era una virtud, una que dominaba bien el hombre que no abandonó su habitación hasta ya el amanecer, no sin antes sacar de su bolsillo un bastón plegable para extenderlo y poder andar de forma cómoda y disimulando mejor una cojera, siendo que una vez fuera viajaría con la mirada sobre cada uno de los presentes mientras memorizaba sus rostros a la vez que les dejaba hablar, pese a que quién se llevaría el foco de atención no seria otro que la voz tras los televisores, misma que llevaría a una de las "participantes" a acabar chamuscada por una falta de atención a los detalles del sistema que manejaba. Así mismo, el anuncio de dos muertes cayó como una noticia natural pese a que para muchos parecía algo difícil de digerir: en su caso, no esperaba menos de un secuestro grupal.

 Vestía de manera formal con un pantalón negro y una camisa blanca de mangas largas, sobre la cual usaba un chaleco del mismo color que se ajustaba a su figura dejándose ver a través de la apertura de la larga gabardina. Adicionalmente, su cuello estaba rodeado por una bufanda gris que caía hacia adelante, y se mantenía en pie con ayuda de un bastón que combinaba madera de calidad y algunas piezas metálicas, con marcas que pasaban desapercibidas para poder reducirlo o extenderlo fácilmente. Obviamente, alguien como él solo podía usar zapatos negros de punta, aunque ahora carecían del brillo que le gustaría...

 Había quienes parecían incapaz de procesar lo que pasaba, otros ignoraban completamente la amenaza, y así mismo alguno que otro pensaba en mantener el orden para evitar el caos en lo posible...

 - Si vamos a sacar conjeturas tontas en base a dos muertes, también podemos decir que el o los responsables van solo tras las chicas: eso te dejaría fuera de peligro, ¿no, "Completamente Natural"? - el hombre tenía un tono de voz calmado, de cierta forma neutral, pero aún así sarcástico y con un ligero toque de confianza. -. De momento limitémonos a pensar que hay gente que nos quiere muertos: añadir detalles poco concluyentes solo aportarán a la paranoia.

 Viendo que alguien empezaba a moverse para investigar de forma más profunda lo sucedido, Ford se limitaría a asentir al resto como un leve gesto de despedida antes de dirigirse a la habitación del otro asesinato: la Habitación κ.

Notando que no recibe respuesta, entiende que se lo dejan a él así que asiente a los otros secuestrados y se adentra en la habitación del chico o chica, no sin antes decir.

- Preferiría no hacer esto solo...si alguien quiere ayudar, lo espero dentro.-

Y colocandose el brazo sobre la nariz con poca ilusión en el rosto se adentra. Esperaba no desmayarse antes de terminar
 

Al salir y escuchar las opiniones de todos sobre el asesinato le pareció correcto el investigar. - Será lo mejor. Iré con ustedes. Los demás que deseen investigar, pueden hacerlo, mientras más detalles, mejor. - Pronunció para ir a la habitación, no sin antes comentarles a los que opinaban sobre el color de pelo. - Tened paz. 

Algunos curiosos se adentraron en las habitaciones de las víctimas de aquella noche; pero porque las puertas de estas habitaciones estaban abiertas; todos los presentes podían ver qué cosas estaban tramando y qué era lo que estaban haciendo en aquellas escenas del crimen... desde la comodidad de alguna de las sillas, camas, o sofás que había en el área común. ¡Pero podían animar a los que no le tenían tanto reparo a ver cadáveres!. ¡Ánimo!.

Ichigo se cruzaria de brazos.

-Ummmm, no se si seria buena idea que investiguemos muchos, podriamos contaminar la escena del crimen, yo no creo que tenga las habilidades apropiadas para encontrar nada, asi que mejor paso.

Diria lo mas calmada posible.

Tomó aire y si bien, con todo, era humano y no podía evitar soltar un suspiro de claro agravio ante tanta absurdez, si bien inevitable entre quienes éramos ciegos y no teníamos la visión absoluta, que necesitábamos la guía para desgarrar las mentiras del absoluto, y eso nos hacía en sí dignos de abrir los ojos, infinitos ojos en un silencio acogedor.

Así fuese, tendría en cuenta la elegancia de algunos, como la ya mencionada señorita del kimono, o ahora el don cuyos modos eran interesantes, sonaban casi místicos pero eran obvios. A su vez dudaba de no solo las proferencias de muchos sino de escenarios aparentes y tal o cual. ¿Por qué, cómo? Se sujetó la nuca y luego buscó mantener la calma, aire, respirar, hablar.

- Mis hermanos y hermanas, pensadlo, es aquel en la TV quién ha dejado que nuestra hermana de cabellos blancos cayera ante las flamas y que ha humillado a nuestra hermana aquí presente saboteándola sobre sus prendas personales. No hemos de confiar en sus palabras, pues es claro está, y si me permiten la vileza en mis crudas palabras, todo truncado. ¡Totalmente! -Se exaltó un poco, aire de nuevo, sujetar el símbolo que llevaba colgando en su pecho.- Unidos estaremos mejor ante las verdaderas amenazas reales entrevueltas, miremos por fuera de los espejismos, la distorsión.

Si bien él tenía clara su postura sí que sonó algo poético y místico, pero era de facto, inevitable. No concordaba con la confianza extrema de algunos ni con la imposición de otros, pero sí con la colaboración que apelaban unos y luego otros, que era el núcleo de lo que quería decir.

- Si me permiten.

Se quedaría ahí buscando algo de comer, lo que fuese y poder intentar cocinarlo, acostumbrado ya por las incontables caridades y cocinas amplias hechas por su grupo, los Hermanos Silenciosos entre muchas actividades, prefiriendo asistir que oponer y dejarle la visión de la verdad investigativa a quienes pudieran hacerlo bien. Confiar primero.

Además, entre eso se acercó a la hermana Yugiri y le ofreció algo en la mano que ya tenía en la misma, tomando su mano casi de manera sugestiva y dándoselo suavemente, asintiendo entonces y luego volviendo a buscar entre los items de la cocina. Miró la TV y pensó en si podría quizá... No, cortar esos cables seguro llevaría a alguna electrución o payasada semejante. Ni modo.

OH, Oh, Oh. Si sus pantis vinieron a mí, es porque hizo algo que no debía. Ahora son mías y las cuidare igual que al resto. Hay mis preciosas. Aunque señorita, tiene muy buen gusto para escoger, su ropa interior. Le importaría, si hecho algún día un vistazo a su cajón de ropa.

-O puede que entraras en mi habitación...-Sintió cierta repugnancia  con las palabras de aquel anciano. ¿Pero el acoso sexual era permitido en ese lugar sin normas?- Mire, señor, puede quedarse con las bragas _{(págame por ellas, ¿no?)}, pero agradecería que me devolviera las cartas del tarot de mi difunta abuela. Son una herencia familiar y agradecería que me las entregara. -suspiró un poco apenada dando por perdido a Happosai 

mmmm, no se si seria buena idea que investiguemos muchos, podriamos contaminar la escena del crimen, yo no creo que tenga las habilidades apropiadas para encontrar nada, asi que mejor paso.

-Estoy de acuerdo contigo, Ichigo, podríamos contaminar la escena del crimen. -Nanami iba a seguir al padre Shingetsu su acción de buscar algo que llevarse a la boca, pero la angustia de no encontrar la baraja de cartas de su difunta abuela la invadió por completo. No obstante, justo cuando se iba a dirigir a la Habitación 10, reparó en la cojera de Stand Ford.

 Si vamos a sacar conjeturas tontas en base a dos muertes, también podemos decir que el o los responsables van solo tras las chicas: eso te dejaría fuera de peligro, ¿no, "Completamente Natural"? 

-De momento, no deberíamos sacar ideas precipitadas en base a dos muertes. Además, ¿qué sentido tiene ir tras las chicas? ¿Es que acaso los sospechosos son violadores? -se sentó en el sofá. Por cierto, si me permites, ¿puedo preguntar qué le ha pasado? Lo digo por su cojera.

Como algunos decidieron investigar las habitaciones con las puertas abiertas todo sería más sencillo. Al margen del anciano cleptómano que al parecer se pasó la noche robando tal y como confirmaron la propia Lena y el anuncio de la televisión, me llamó la atención de nuevo el teatral cura. Era la segunda vez que se interesaba por mí, lo cual podía ser alarmante si no fuese por que estaba acostumbrada a recibir la atención de otros hombres... aunque éste en concreto parecía un tanto exagerado en sus modos.

Gracias Shin. ¿O debería llamarle Padre?. le respondo educadamente a la par que acepto el curioso objeto. No iba a dejar que me lo pusiera sin más en el cuello como intentó la noche anterior, si es que era un collar. Aunque no podría ser muy peligroso si lo hacía tan abiertamente, y si lo fuese todos lo estarían viendo ahora mismo.

Sinceramente debo discrepar, creo que deberíamos escuchar atentamente al hombre de la televisión, si no fuese por la televisión no habríamos confirmado que hay un ladrón de ropa interior femenina entre nosotros. aunque la idea me parecía graciosa, el anciano parecía tener más virilidad que algunos de los aquí presentes.

Tras un largo casi perpetuo bostezo haría acto de presencia finalmente con una clara sorpresa en mi rostro ¿Siguen vivos? Las casi nulas expectativas sorpresivamente habían sido correctas, al menos hasta ver como todo se iba al carajo en cuestión de segundos, cubriría mi boca intentando soportar las nauseas de ver un cuerpo achicharrarse en cuestión de segundos, seguido de la revelación de una segunda victima.

Pueden llamarme Luke o Walker, bueno porque ese es mi nombre Los peliteñidos parecían ser las principales victimas eso era ridículo pero tenia que dejarle en claro algo al asesino Este es mi color natural de cabello, no, espere, lo que quería decir es que hay que encontrar a esos cuatro, digo tres pronto, en solo una noche ya han muerto tres Con el estomago alborotado suplicando algo de comida seguiría la opción mas viable para saciar mi hambre Shingetsu Yamigawa.

Oye tengo hambre, ¿Has encontrado algo?

Un pequeño conejito apareció en la escena, esta adorable criatura era de las muchas que pululaban por Japón, en algunas zonas, como en Sakurami City eran consideradas una plaga porque se comían las cosechas de arroz, de trigo y al poco ganado que tenía el país del sol naciente. Por lo que tener alguna de estas criaturas a modo de mascota era ilegal.

De hecho, la "dueña" de este conejito no sería otra que 18. Ninjin Usagi, la cual parecía estar un poco preocupada porque este "Copito de Nieve" hubiera salido de la habitación.

Desde el interior de la 19. Habitación τ, la habitación que le correspondía a la propia Ninjin Usagi, se empezaron a escuchar pequeños grititos, si alguien echara un vistazo, se podría ver que dentro de aquel lugar, había una gran cantidad de aquellos mismos conejos, gritando y abriendo y cerrando su boca.

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Por algún motivo, aquellas criaturas que, en principio debían de parecer tranquilas y adorables, ahora parecían estar un poco alteradas, así como, estas parecían ser más peligrosas de lo que en un primer lugar, se hubiera imaginado.

Aquellos conejos parecían estar expectantes por algo, mirando fijamente a Ninjin Usagi durante unos intensos segundos antes de que esta finalmente señalara de entre todas las personas del lugar a Detective T

Aquella horda de conejos salió corriendo en dirección al muchacho con cabeza de pantalla.

Aquella enorme horda de conejos se avalanzaron sobre el joven, al cual empezaron a morder con sus pequeños pero afiliados dientes, y en cuestión de unos agónicos minutos del joven gritando, tan solo quedó un montón de restos de lo que antaño había sido el Detective T.

Había trozos de sangre, tripas y vísceras esparcidos por el lugar donde este muchacho se encontraba antes de haber sido asaltado, atacado y devorado vivo por parte de la horda de conejos, los cuales, a pesar de todo, no habían cambiado su nivel de adorabilidad. Bueno, quizás un poco...

Aquella enorme horda de conejos se avalanzaron sobre el joven, al cual empezaron a morder con sus pequeños pero afiliados dientes, y en cuestión de unos agónicos minutos del joven gritando, tan solo quedó un montón de restos de lo que antaño había sido el Detective T.

Había trozos de sangre, tripas y vísceras esparcidos por el lugar donde este muchacho se encontraba antes de haber sido asaltado, atacado y devorado vivo por parte de la horda de conejos, los cuales, a pesar de todo, no habían cambiado su nivel de adorabilidad.

Bueno, quizás un poco...