Partida Rol por web

Llegas a la biblioteca. La señora Pince te mira desde su escritorio. Reina el silencio, no hay nadie más.

Entro el la biblioteca y saludo con un movimiento de cabeza a la señora Pince, despues comienzo a buscar hechizos de comunicacion.

Tras varias horas de biblioteca, ya de noche, y gracias a la ayuda de la señora pince, llegas a la conclusión de que solo hay dos medios fiables, uno más útil que el otro. Pero ambos muy complicados.

El primero y menos fiable, es aplicar voz al encantamiento patronus. Encontrará allí donde esté al destinatario y transmitirá el mensaje.

El segundo, es un encantamiento proteico, encantar un objeto, que al ser modificado el objeto "líder" los súbditos se ven modificados de igual manera.

Tras terminar de encontrar los hechizos recojo todo dandole als gracias a la señora Pince y me voy al comedor con una sonrisa Me guardaba una silla en su mesa...  me sonrojo levemente con los pensamientos que pasaban por mi mente.

Nada. No encuentras nada del maldito laberinto. Y la señora Pince no parece saber nada del tema.

Se acerca la hora de la cena.

Cerré un libro con rabia y fulminé con la mirada a la señora Prince maldita vieja ¿Qué demonios hace aquí si no sirve para nada? Bufé exasperada.

Tomé un libro más, tal vez la suerte estaría de mi lado, pero al parecer no, llevaba varias horas y no había encontrado nada. Suspiré.

Los chicos eran de Ravenclaw, tal vez Elizabeth tiene conocimiento o tal vez Rodney pensaba mientras jugaba con una pluma.

Me levanté, dejando los libros allí, necesitaba encontrar a Rodney, lo esperaría en la puerta del gran salón ya que pronto irían todos a cenar.

La señora Pince se ofrece, a regañadientes, a ayudarte. Pero pronto descubres que, fuera de la sección prohibida, poco más hai aparte de descripciones de sus efectos.

Baltasar parece resignado ante la señora Pince. Sin embargo, empieza a elaborar un plan.

Sin contratiempos de ningún tipo, llegáis a la biblioteca, Nikola dos pasos por delante de Baltasar, lo que permite a este admirar sus formas perfectas, a pesar de la túnica, y también apreciar lo decidida que es.

Apenas hay nadie allí, tampoco se ve a la señora Pince.

Algo por delante de el, notas como su mirada no se aparta de ti...de tu caminar...de tu cuerpo, es una buena sensación, aunque matizada por un leve desagrado por no haber conseguido que se rinda a ti.

Por más que cuando te das cuenta de que a miras y la deseas, apartas la mirada, inevitablemente te descubres admirandola, unos pasos por delante de ti, su maravillosa forma de andar....justo antes de entrar a la biblioteca "despiertas" de tu ensoñación, en la que te imaginabas aceptando sus besos, recorriendo su cuerpo con tus manos....

Nikola es la mezcla perfecta de peligro, sensualidad, belleza y misterio.

Mientras caminaba miraba a Baltasar de soslayo, no podía evitar sonreír.
Me detuve y giré hasta quedar de frente a el. Cogí un mechón de pelo y comencé a jugar con el, pasándolo por mis dedos una y otra vez, rápidamente. -¿Sucede algo?- no esperé su respuesta, me aproximé hasta quedar a escasos centímetros suyos; mi aliento cálido rozaba su piel.

Me incliné un poco, para quedar a su altura, acerqué a su oído -puedo sentir como me desnudas con tus mirada- susurré seguido por una risilla -o ¿me equivoco?- rocé mi mejilla con la suya -pero tenemos que conseguir esa información...- esta vez mi aliento rozó la sensible piel de su cuello.

Que si sucede algo. Pues claro. Suceden muchas cosas, y tú lo sabes, nikola, ni-ko-la, niko, kola, nila... Tú lo sabes casi todo. Su corazón late desesperadamente, y juguetea con la idea de olvidarlo todo, de olvidarse a ella, de dejar que hiciera lo que quisiera con él. Mantiene esos pensamientos nadando en su cabeza, ralentizados, no queriendo que den paso a los siguientes.  Pero el corazón está abajo. Y la cabeza arriba. La cabeza manda.

No; no te equivocas. -respondió con más resolución que la esperable, y un tono ligeramente travieso- Y yo creo sentir que te gusta.

Y a mí me gustas tú, y me gusta ésto. -Su voz canturrea en el oído de su compañera- Me gusta lo secreto, lo prohibido, lo que es sólo mío. Supongo que lo sabrás. Pero hay una sóla cosa que no me gusta, una  que tú sabes hacer muy bien... -No da ninguna muestra de rechazo, ni siquiera deja de acercarse. Sus labios rozan la blanca oreja de Nikola, que besa con los dientes-  No me gusta que me controlen. Tenlo presente.

Mis ojos se cerraron lentamente al escuchar el canturreo de su voz en mi oído. Tenía una sonrisa dibujada y permanecía atenta a sus palabras. Un leve consquilleo recorrió mi cuerpo al escuchar sus últimas palabras. Me puse tensa y empuñé las manos.

Comencé a abrir los ojos lentamente, el ceño estaba levente fruncido y una sonrisa torcida dibujaba mi rostro. Suspiré.

-Me gusta ser una de las chicas más deseadas de Hogwarts; mientos, me encanta- reí y mis labios rozaron su cuello, mis manos rodeaban su cintura y lentamente se introducian debajo de su camisa. Mis labios descendieron su cuello hasta quedar a escasos centímetros de su boca. Lo miré fijamente a sus ojos, aún con el ceño levemente fruncido -pero tu y yo, tenemos un pequeño problema...- chasqueé la lengua, luego pase esta misma por mis labios -a mi tampoco me gusta ser controlada, eso jamás sucederá- mis uñas rozaban su espalda mientras hablaba -una lastima - y dicho esto, saqué mis manos de su camisa y puse distancia entre ambos -a trabajar- le guiñé y continué mi camino.

Entonces todo está bien. -Sonríe, sintiendo un reconfortante equilibrio de poderes.

Se encamina hacia la sección prohibida, con cierta excitación para no ser la primera vez en su paso por Hogwarts en que recurre a ella.

Oclumancia... y legeremancia. Son temas muy interconectados; el dominio de uno facilita el dominio del otro. Al conocer los mecanismos de defensa, voluntarios e involuntarios, puedo mejorar los de ataque. Nadie conoce los límites del hechizo legeremens, tal vez ni siquiera los tenga. Tal vez pueda descubrir cosas que mi víctima ha pasado por alto, o incluso ha querido olvidar, pero permanece en su subconsciente...

Mientras habla revisa sistemáticamente los libros que encuentra. Muchos de ellos ya los conoce. Algunos los tuvo a su disposición en su propia casa; antes de ir a Hogwarts. Cuando, eventualmente, su mirada se cruza con la de su compañera, se obliga a resistirse a su magnetismo.

Siempre me ha fascinado aquel arte, y lo mucho que se ha ignorado a lo largo de los tiempos.

La sección prohibída era uno de mis lugares favoritos, se podría decir que lo conocía como a la palma de mi mano. Me sentía con cierto poder al poder tener acceso a ella, todo gracias a mi insignia de Prefecta y claro, ser una de las alumnas preferidas del querido Director Snape.

Apoyé mi espalda contra una estanteria, me crucé de brazos. Escuchaba y observaba atentamente a Baltasar mientras hablaba, una pícara sonrísa se dibujo en mis labios. -Si, es un arte maravilloso. Personalmente prefiero otro tipo de arte- le guiñé - Y bueno, ¿es eso lo que buscas?-

Cuando pasaslos dedos por uno de los tomos, para quitarle el polvo, escuchas con una claridad que estremece tu ser por entero:

-¡BÉSALA!-

Sabes que no es un pensamiento tuyo, tratas de resistirte a él...

Busco muchas cosas -Le comenta, mirándola con algo más de descaro que el necesario. Se pega a ella, y sus dedos bajan más bajo que su cintura.

Con un inesperado impulso, mueve el cuerpo de Nikola, desequilibrándolo, y lo deja en el suelo.

Es un poco atrevida, señorita Blacksmith -La atrapa bajo su propio cuerpo, pero sin contacto físico, el tiempo suficiente para apretar sus labios cerrados con los de ella de forma que separando los suyos separa tambien los de ella. Pero no me conoces -Piensa con intensidad, como queriendo encadenarlo a sus palabras.