Partida Rol por web

Dio un respingo y miró desesperado al cielo, apartándose el pelo de la cara e implorando misericordia divina. Miró el revólver, lo abrió y lo cerró con movimientos precisos y todo volvió a funcionar correctamente. Echó un vistazo por debajo del coche, preparando el cuerpo para asomarse y tirar.

Mierda, me han alcanzado, y bien... puta madonna!!!

Luigi tenía un brazo hecho cisco. La escopeta descargada... no era cuestión de hacerse el héroe. Dio media vuelta y se lanzó detrás del coche en busca de cobertura. La escopeta le era demasiado pesada para manejarla a una mano, pero si intentaría recargar los dos cartuchos después de esconderse...

Idme pasando armas descargadas, e iré metiendo proyectiles. Aquí dejaré preparada la escopeta y me quedo con la lupara que me va perfecta a una mano por si se me hecha uno encima.

Tras otra andanada de tiros Manetti, Enzo se animó saco el brazo y disparar al frente. Lo hizo con tal prisa que le dio a una ventana del primer piso. Se volvió a agachar como alma que lleva el el diablo, esperando que nadie hubiera reparado en su mala puntería. Ya estaban tardando Luppo y los demás en ocuparse de esos cabrones. Ostias, ¿dónde están esos fulanos con las Thompson? ¿en la puerta de atrás? ¿no oyen los putos tiros?   ¡ Dejad al rubito y salir corriendo de aquí PAGLIACI ! gritó desde la comodidad que otorgaba la parte correcta del coche  ¡ y así a lo mejor no vamos a buscar a vuestras hermanas !. Echó una ojeada al otro lado de la calzada, con Luppo al frente disparando como si estuviera de caza. Parecía todo bajo control, pero Luigi andaba por el suelo, medio herido. No era momento de que se aflojaran las tripas. Les hizo un gesto con confianza, señalando con el cañón en dirección hacia el taller. Sentadito tras el coche, Enzo remoloneaba mirando a Manetti, y callejón abajo... esperando ver a dos gabardinas llegar corriendo para desatar el infiero, y subirse alegremente al carro.

Se levantó como un resorte, apuntó al mismo tipo de antes y apretó el gatillo. El proyectil voló directo al pecho de aquel hombre.

Luigi, malherido en el hombro, se cubrió bajo uno de los coches y ofreció su ayuda para ir recargando las armas que fueran necesarias. El dolor en el brazo era fuerte, la bala ardía como si hubiera entrado con fuego, pero el mecánico se esforzaba en no sucumbir al dolor y en resultar útil de alguna manera. Entre tanto, Enzo disparaba demasiado alto, tanto que su bala rompía el cristal de una de las ventanas del taller de Rota.

Más suerte tuvo Sal, quien después de conseguir desencasquillar su arma, se asomó entre los coches y apretó el gatillo y acertó justo en el pecho de uno de los matones. El tipo cayó al suelo movido por la inercia de la bala y se retorció como un gusano en un anzuelo, mas seguía con vida.

El hombre de Verocchio que estaba tras el cubo de basura agazapado, apuntó a Enzo y logró atinarle en el abdomen justo cuando se agachaba para recuperar la cobertura del vehículo. La punzada de dolor fue terrible, y para colmo el brazo malherido empezaba a dolerle de nuevo. Esperaba que no se le hubieran saltado los puntos con tanto esfuerzo.

Filippo apenas nota la bala que le pasa rozando. Un palmo más a la derecha y habría tenido un serio problema. De pronto sintió un quejido a su derecha. Parecía que Luigi no había tenido tanta suerte. 

-¡Bacoli!-dijo con preocupación. Por fortuna parecía que el tiro no había sido tan grave y Luigi seguía en combate. 

Por su parte Filippo buscó una linea clara de disparo y abrió fuego. 

Filippo se mantenía estoicamente a pesar de no tener cobertura y de que una bala le había pasado rozando el hombro apenas un momento antes. Filippo disparó e inmediatamente le devolvieron el disparo. El fuego cruzado entre ambos no tuvo consecuencias, el matón también erró su tiro. Filippo cruzaba una mirada con él cuando un agujero se le abrió en el pecho. Gatillo acababa de dejarlo medio muerto. El sicario volvió a disparar pero su arma se quedó encasquillada.

-Putas armas de mierda. - Dijo Gatillo lanzando su pistola a un lado con desprecio y cogiendo otra. No le hizo falta usarla. Sus hombres se encargaron del resto. El tipo que se ocultaba tras el cubo de basura cayó herido gravemente por uno de los hombres que acompañaban a Gatillo.

La acción había sido rápida y efectiva. Aunque Enzo se quejara de que los que habían ido por detrás todavía no hubieran hecho su aparición con las Thompson, la emboscada apenas había durado unos segundos. En menos de medio minuto se habían encargado de desarticular a la banda de Verocchio. Todos sus hombres estaban heridos o muertos, algunos de gravedad pidiendo clemencia y que finalizara aquella masacre.

Gatillo salió de la cobertura del coche en cuanto cambió de arma mientras el resto de sus hombres seguían a cubierto esperando a que los disparos cesaran, pero Antonio Luppo era un gran conocedor del campo de batalla, sabía perfectamente el estado de todos los implicados. Solo Filippo se encontraba fuera de la cobertura, Gatillo le sonrió y le guiñó un ojo, reconociendo su valentía.

Luppo se acercó al taller, por el camino fue ejecutando a todos los hombres de Verocchio que gemían malheridos sin que le temblara el pulso. Las detonaciones de su arma estallaban con un mortífero eco en el silencio del callejón. Los dos hombres de las Thompson que habían ido por detrás aparecieron cargando con Verocchio, quien se había meado encima. Informaron a Gatillo que Rota y otro tipo intentaron huir por detrás y los acribillaron a balazos. Rota estaba malherido, pero en cuanto Gatillo confirmó su identidad le metió una bala entre las cejas.

-Bien chicos, subidlo al coche. - Disparó al último de los supervivientes en la espalda mientras regresaba a los vehículos, era aquel matón que se había escondido tras el cubo de basura y que ahora se arrastraba por el suelo intentando huir del lugar a duras penas. El disparo de Luppo lo dejó totalmente quieto en el sitio. Ahora que el silencio volvía al callejón escucharon en la lejanía las sirenas de la policía. -Nos vamos. - Dirigió entonces su mirada a los heridos de su bando: Luigi, Enzo y otro tipo flaco que a la ida había ido sentado junto a Sal en el viaje de ida y que ahora tenía un agujero muy feo en el estómago. -Ayudadles.

La acción terminó tan rápido como empezó. Ellos con heridos y los otros con muertos. Incluso el pobre mecánico que no tenía culpa alguna aparentemente... Luigi tenía cara de pocos amigos precisamente por ese hecho, aunque no comentó nada.

Cuando se acercaron a ayudarle, desechó la ayuda, y dijo con cierta sequedad:

Puedo andar, ocuparos de Enzo.  Tendremos que ir al dottore...

Cuando vio al Verocchio, le dijo con bastante desprecio:

Fillio di la puttana, tu primo ha muerto por tu maldita culpa. Cobarde!!!!

Cuando Gatillo ordenó el alto el fuego Sal miró a todos lados como aturdido, recuperando el sentido de la realidad. Olía a pólvora, y el silencio repentino era pesado, espeso. Luego empezó lo de rematar a los heridos. Fue lo único que hizo que Sal se sintiera mal. Se desentendió de todo, enfundando cansadamente el arma.

Entonces vio a Enzo herido, con una mancha de sangre extendiéndose por su camisa, pálido y serio. Sal se preocupó y acudió a ayudarlo a meterse en un coche con gesto de aprensión. Luigi también estaba herido, y Filippo tenía un rasguño. Él era el único que había salido indemne. Y consideró entonces que seguramente había matado a otro hombre. El hecho de no haberse dado cuenta hasta entonces le hizo sentir un enorme vacío en el estómago y le provocó una náusea.

-Tranquilo, tranquilo, no pasa nada... -repetía una y otra vez a Enzo, estúpidamente, dándole palmaditas en la mano, poniendo cara de funeral. Y miraba a la nada, al infinito. Sólo esperaba que los demás entraran al coche y los sacaran a todos de allí.

Estaba mirando a Manetti, acuclillado, esperando tranquilamente a ver cómo los molían a tiros, cuando un dolor sordo empezó a subirle por un costado hasta el cuello. Se fue a sentar y de repente todo el costado pareció echar a arder. Me cago en Dios. Solo alcanzo a quejarse en voz baja. - Umffff al sentarse en el suelo. Los tiros se habían agotado, y los chavales salían de sus escondites. Los siguientes petardazos sonaban a ejecución. Hizo un esfuerzo y se levantó apoyándose con al mano armada en el capo del coche, la otra en una camisa blanca cada vez más manchada de sangre. Dio un paso mientras oía las indicaciones de Luppo a lo lejos, y al segundo se trastabilló dando con sus huesos en el suelo. - Hmmmfffffffff. Se retorcía, mirando alarmado sus manos ensangrentadas. Buscó los agujeros de entrada y salida como le había contado Rachael tantas veces, y recordando sus historias, hizo un ovillo con su chaqueta como pudo,lo apretó contra el costado atándolo fuerte para detener la hemorragia *. Oyó a Sal acercarse, internar calmarle. Lo cierto es que no era del todo capaz de fijar la vista, se estaba mareando y le daba pánico desmayarse - Estoy bien... estoy, estoy bien decía intentando agarrarse a algo medio ciego, cuando de repente sintió que lo cogían en volandas, se aferró al brazo de alguien. Al poco, notaba el traqueteo del coche y el sabor a sudor y humo de la tapicería en la boca. Embotado. En un momento recordó que estaba a punto de palmarla y asustado se intentó levantar - heim, rrrmmmm pero no le daba y dejó caer el geto otra vez sobre el asiento. Cerró los ojos. Va Enzo, Dios, no pasa nada, no pasa nada. Puta vida, hijos de puta, stonzzi, que te coman la polla. Eres el más grande. Va. VA! cabrones. Te arreglan, si... seguro. Este es el camino de los jefes, ¿no? hay que pasar por ahí... venga, echar la moneda, VA. Sin miedo, solo le han jodido la camisa a la Faccina... si alguien lo estuviera mirando habría visto una media sonrisa aparecer mientras babeaba el asiento... el rubio me debe un puto traje. Y se durmió tranquilo, hasta que...

No hizo falta que Gatillo se lo dijese, pues en cuanto la situación estuvo controlada, Filippo fue a asistir a su primo. 

-No te hagas el duro. Ese disparo es muy feo. Venga, apóyate en mí. Vamos...

De esa guisa acompañó a su primo hasta el coche. 

-Eso sí, hoy conduzco yo.

Dicho esto, se puso en el puesto de conductor y arrancó. Necesitaban uno de esos matasanos de confianza, de los que te curan sin hacer preguntas. La familia tenía unos cuantos. Intentó recordar si podía haber alguno cercano.*

-¿A dónde?-preguntó mientras salía a la general-.

Filippo, el coche es de la gente de "Gatillo". No he conducido yo ni para venir. No moriré por esto si vamos a un médico, pero he visto a Enzo que le han alcanzado otra vez, eso si me preocupa, ya perdió mucha sangre la primera vez... "Gatillo", per favore,  a un médico, nuestro colega se muere, así que eso lo primero y luego os lleváis a este imbécil. No vale la pena que ninguno de nosotros muramos por su puta culpa!!! va benne?

Bacoli temía que el tal Luppo fuera tan insensible para los enemigos como para los aliados, y el estaba en pocas condiciones de discutírselo, con un brazo menos, pero lo cierto es que habían dos de nuestra cuadrilla bastante mal, así que lo suyo era hacer las cosas por el orden adecuado... Médico, entrega del "paquete". 

Enzo se había merecido un buen descanso y una buena paga... Veríamos si era así...

-Roberto, Mario. Subid a ese stronzo al coche. - Les dijo a los dos tipos de las metralletas que habían capurado a Verocchio.

Verocchio iba suplicando y lloriqueando completamente derrumbado, se lanzó sobre la pierna de Luppo al pasar junto a él para pedirle que no le mataran ni le hicieran daño. Gatillo le propinó un duro golpe con la culata del arma para quitárselo de encima y se limpió el pantalón con gesto de enfado. Los de las Thompson cargaron con Verocchio y lo subieron al coche.

-Pronto preferirá que le hubiéramos matado. - Gatillo se giró hacia Luigi, que se dirigía a él para pedirle que antes de entregar a Verocchio les llevaran al médico. -Non preoccuparti. Piero, chiama il dottore. Digli che saremo al Carlo's.

Se dirigieron al local de Carlo Colzza, un tugurio de mala muerte usado a veces como zulo donde ocultar a quien necesitara un repaso por mal comportamiento. Por fortuna la policía todavía estaba lejos cuando salieron del callejón, y una vez en las calles principales pudieron mezclarse con facilidad entre el tráfico. Tenían que conducir con la mayor calma posible para no levantar sospechas, lo que hizo bastante larga la espera para quienes estaban heridos y doloridos mientras su sangre manchaba los asientos. Cuando al fin llegaron a Carlo's, el otro muchacho herido, creyeron recordar que se llamaba Alfonzo, había muerto en el asiento del coche desangrado.

Una vez en el garito, metieron a Verocchio en el zulo, aguardando que el Boss recibiera las noticias y diera las instrucciones para proceder. Entre tanto, tumbaron a Enzo en la mesa del billar y dejaron un sillón que había visto mejores días para Luigi. El doctor no tardó en aparecer, era uno de los que solían trabajar para la familia. Un hombre de confianza. Había sido doctor de verdad en el hospital de la ciudad, pero un asunto relacionado con su facilidad para recetar calmantes le había costado la licencia. Primero fue con Enzo, quien se encontraba en peor estado. Con manos seguras y pulso firme le extrajo la bala en primer lugar. Después limpió la herida, la cosió y le vendó el abdomen. Miró a sus amigos y les advirtió de que debía mantener reposo absoluto o los puntos se abrirían y podría ocurrirle como en el brazo, herida que también se encargó de coser y vendar adecuadamente. A continuación se puso con Luigi, le extrajo la bala que al parecer había dado con el hueso y le limpió de igual manera la herida para evitar una posible infección. El trabajo del doctor fue impecable, las suturas eran de lo mejor que habían visto, y a pesar de no ser un tipo muy simpático les había curado con la profesionalidad requerida. Al terminar, insistió en recomendar reposo y recibió el pago por sus servicios por parte de Gatillo.

aaaarrrrmmmmmmgg… se despertó gritando en una mesa de billar... con la frente sudando frio, ganas de vomitar y horrorizado al ver el panorama alrededor. Le dieron un cinturón para morder. Esta vez el dolor fue terrible. Resoplaba clavando las muelas en el cuero mientras sentía el acero hurgar. No sabría decir cuanto duró, pero al rato empezaron a coser. El hombrito echó un liquido azul verdoso en agua, y se esforzó en desinfectarle el destrozo concienzudamente. Recostado y con apósitos nuevos, le arregló el brazo mientras se quitaba el cinturón de la boca, le pasaron una botella de 2 litros de un liquido transparente que tanto podría ser alcohol de quemar, como ginebra o otra botella de la pestilencia esa de Bacoli. Ni se lo pensó, y le dio dos tragos tan gordos como pudo. Pasó lo peor y el matasanos parecía satisfecho. Le dio una palmada y se limitó a limpiar los instrumentos y decir algo a sus amigos, mientras unos maromos dejaban a Pagnotto reclinado encima de dos mesas echadas contra la pared. Enzo se había aferrado a la botella de alcohol, y ahí se quedó. Despeinado, desnudo de cintura para arriba con apósitos en un brazo y la mitad del costado derecho. Una mancha de tinte azul escapaba de las vendas por todo su pecho y la tripa, y sus pantalones todavía soltaban un rastro de sangre por donde iba. Con la cabeza recostada en la pared, Enzo miraba al frente con ojos perdidos, y de vez en cuando se metía un lingotazo de una botella de boticario que le dejaba la sienes tiritando. COfffff.

Bacoli, esperó su turno. Se habia puesto un cinturón por encima de la herida del brazo. Lo apretó un poco para reducir la pérdida de sangre, aunque no tanto como para no dejar que llegara la sangre al brazo. No quería producir una gangrena. Con eso y una toalla del baño, apretada contra la herida, dejó pasar el rato. 

Cada vez se sentía más fatigado, y si bien es cierto que Luigi no era un mojigato ni un quejica, tampoco estaba acostumbrado a recibir balazos...Que una cosa era acabar con el labio partido de un puñetazo o una mano magullada de golpear la dura cabezota de un adversario, y otra muy distinta hacerse el hombretón con un plomo en el cuerpo.

Jajajaja, puta mierda de día... esta es la buena vida, jajaja, no quiero saber como será la mala... Voy a tener un problema en casa... Y tu Enzo? jaja, porque no te ves "hermano" tanto meterse con mi desarreglada facha, jajaja, tu estas hecho un puto adefesio, será por la falta de costumbre de verte de esta guisa...

Jajaja, Santa Madonna, vaya 4.

Lo cierto es que Bacoli empezó a reirse, y se quejaba con cada carcajada, pues el brazo dolía con cada sacudida, pero no podía parar.

Luego llegó su turno y el dottore hizo sus remiendos. Un buen profesional de lo suyo...

Doctor, si nunca necesita un apaño en su auto, tráigamelo al taller. Procuraré hacer tan buen trabajo con el, como usted con nosotros. Graccie mile.

La conversación proveniente de la mesa de billar a duras penas traspasaba la neblina mental de Pagnotto, que se limitaba a tener la mente en blanco, beber, y mantenerse despierto. Ahora que el peligro había pasado, se habrían paso de nuevo las dudas del mecánico, un hombre que en realidad prefería sus coches y la familia a la vida que había elegido al juntarse con Charlie Lucky Luciano, y su otra familia. Pero parecía de mejor humor, e incluso le increpó amistosamente, metiéndose con su buen ver. El perro ladrando a la luna. Eso hizo que Enzo empezara a pensar si estaría recuperado para la cita del sábado con Matilde y Carlota. Sonrió bobamente sin volver la cara. Y mientras se metía otro lingotazo, le hizo un gesto obsceno con el dedo anular de su mano libre.

El tal Alfonzo había muerto, y eso había amargado un poco el éxito de la misión. Pero los vivos estaban contentos, y los suyos se recuperaban, así que Sale estaba satisfecho. De todas maneras se sentía flojo, como con náuseas, y se quedó sentadito en una silla, quieto y pálido. De vez en cuando dedicaba una débil sonrisa a Filippo, Luigi y Enzo. Y se preguntaba qué pasaría a continuación.

Filippo se tranquilizó al ver como la gente de Gatillo se ocupaba de todo. En esto se notaba cuando estaba uno entre profesionales. En un santiamén estaban ocupándose de las heridas de Luigi y Enzo. Filippo sonrió cuando vio que ambos estaban fuera de peligro. 

-Vaya, primo esta vez te han dado bien ¿eh? Pero va a ser cierto eso que dicen; que un Bacoli es un hueso duro de roer. 

Parecía que estaba bien. Incluso de buen humor. 

Enzo se recuperaría, pero lo tendría que llevar con más calma. 

Cruzó una sonrisa con Sal. Entendía como se sentía y en cierto modo, compartía su inquietud. Con el jaleo, ni siquiera se había preocupado por ver el resultado final del asalto. 

-¿Qué se ha sido de Veroccio? Me pareció ver que los hombres de Gatillo se lo llevaban.