Partida Rol por web

Eldorin observa las brumas totalmente apático hasta sucede algo que seguro tendrá consecuencias.

"¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?", pregunta intranquilo el semielfo, sin acabar de comprender que sucedió. Sólo esperando que cuando le llegue la hora de volver, lo pueda hacer sin problemas.

La Muerte usa su poder para expulsar a Muerto Sin Reposo y empujarlo cien metros lejos del lugar.

- "Una de esas almas errantes ha ocupado el lugar que iba a corresponderle al Primero en Hablar, y en un momento en que mis energías están bajas..." -

-¿Cómo? ¿Qué ha sucedido? ¿donde han ido?

- Lentamente, transcurre el tiempo en este lugar sin tiempo.

El muerto sin reposo está de pié, sin mirar a ningún sitio, porque allí donde se encuentra todos los sitios son uno, y todos los caminos conducen al mismo:a la nada.

¿Cuanto tiempo lleva allí? Si pudiera medirse se diría que mucho, aunque "mucho" es bien poco si se compara con lo eterno del lugar.

¿Que soy?¿Que era?

Son las preguntas que intenta responder, pero aveces olvida que es el mismo quién las ha formulado y quién ha de contestarlas... porque en ese lugar nadie tiene identidad. No hay "yo, "tu", o "el"... solo una cosa perdura clara en su mente.

Volver de entre los muertos.

El semielfo cambió su actitud de repente, y se dirigió hacia la Muerte.

"Muerte, decidnos, ¿seguiremos manteniendo nuestros recuerdos cuando consigamos retornar al mundo de los vivos?", algo parecía inquietarle, y fue lo que le motivó el tomar la palabra.

- "En modo alguno, Segundo en Hablar. Tal vez ese sea en parte el motivo de tu reticencia a regresar." -

La Muerte observa las nieblas sumida en la concentración.

- "Muy pronto las hebras del Destino volverán a alinearse favorablemente, pero el Primero en Hablar ha perdido su oportunidad... Pronto será menos que la sombra de un espectro." -

Con cara algo desilusionada, Pisaverde agradeció a la Muerte su atención, "ah, gracias. Me resignaré y volveré antes de que pierda mi oportunidad", y volvió a su posición inicial.

Al poco, el semielfo volvió a mirar de manera algo ilusionada hacia el espectro que había intentado huir hacía no sabe cuanto tiempo, y se dirigió hacia su lugar, "perdone... a... um... señor", no encontraba la forma correcta para dirigirse a éste. ¿Acaso había algún término para designar a los muertos que vagaban por el limbo?. 

Bajando la voz, más por miedo a la Muerte que por otra cosa, continuó, "¿podría hacerle una pregunta?"

El muerto sin reposo tardó un tiempo en darse cuenta de que le hablaban a el, ya que en su cabeza y sus pensamientos todos los tiempos eran uno, y todas las personas eran la misma. Le costaba separar sus pensamientos de los que el propio lugar le hacía tener...

¿Si? pre...gunte

Mirando de soslayo a la Muerte, para asegurarse de que no les prestaba atención, al menos no la suficiente, Taren hizo su pregunta al espíritu, "¿Sabría si hay alguna manera de que las cosas perduren de un mundo a otro?".

Los ojos del semielfo lo decían todo. Parecía como si hubiera algo que no quisiera olvidar...

"¿Sabría si hay alguna manera de que las cosas perduren de un mundo a otro?".

El muerto se concentró en no olvidar la pregunta y mucho más en entenderla.
Su silencio fué tan largo que ya parecía que no iba a responder.

El dolor. Solo el dolor perdura de un mundo a otro.

Luego el castigado ser se alejó del lugar, caminando erráticamente. A veces se detenía en algún lugar y parecía perderse en sus propios pensamientos, luego emprendía su camino...

Flacucho había decidido que se quedaría en este lugar, al menos de momento y hasta que aprendiese lo suficiente... La disolución no era una perspectiva que le atrajese, y el regresar a la tierra y perder sus recuerdos para él era un equivalente a la disolución. ¿Qué utilidad podría tener en cualquiera de los dos sitios?

Por eso Flacucho decidió comenzar a absorver todo el conocimiento que pudiese, y a tratar de comprender los hilos que ataban este siniestro plano, para comenzar a dominarlos y fortalecerse. Al fin y al cabo los secretos de la magia no le habían sido velados en vida... En la muerte tal vez éstos fuesen accesibles desde otro nivel.

La magia no está unida a la materia, parte de otro plano, son fuerzas de otro orden... debo investigarlo.

Flacucho comenzó a concentrarse en sus antiguos conjuros para tratar de invocar una ilusión óptica frente a sí.

- "Tú, espectro sin nombre. Acércate aquí. ¿Quieres volver a vivir? La energía es suficiente para mandar a uno de vosotros de vuelta, y las hebras del Destino se encuentran brevemente alineadas de forma correcta." -

Primero caminó, luego fué corriendo, desesperando, tropezaba y se arrastraba hasta volver a levantarse...

Hasta que llegó enfrente de la Muerte...¿era realmente su hora? ¿tras la eternidad de la espera se le abría una nueva esperanza?

Sí, quiero volver a vivir
No vaciló ni titubeó, su voz fue tan clara que nadie diría que provenía de un cuerpo tan torturado.

Es... ¿es mi hora?

- "Estos dos tenían clara preferencia sobre ti, pero no parecen muy dispuestos a regresar de verdad. Así que sí, ha llegado tu hora." -

La Muerte toca el espíritu sin reposo y éste desaparece en un remolino de energía, de vuelta al mundo de los vivos.

El semielfo observó como el espíritu desaparecía de aquel plano o donde quiera que estuvieran, "¿seré yo el próximo?", pensó con una sensación entre deseo y frustración.

- MARRONOSO llega al Inframundo procedente de la Arena de Detritus.

- "Vaya, ¿qué tenemos aquí? Dos nuevas almas, las últimas que tuve como visitantes fueron demasiado débiles y se consumieron en el Olvido. Sin embargo, unas pocas lograron cruzar Lethe hacia su Reencarnación." -

Todos los luchadores de la Escuela Amarilla salimos por la puerta sur. De la puerta norte ha emergido Champiñón, entre vítores del público. Parece que es el único de su escuela que ha tenido valor para enfrentarse al reto del Señor de las Bestias. En cambio en la mía, somos muchos los que, por diversos motivos, nos hemos atrevido a afrontar este reto.

En mi caso, es el orgullo el que me ha traido hasta la arena. De no haber sido por el reto del campeón, ahora ya estaría a punto de ser gorgojo, como Peta y Muñón. Pero la derrota infligida por el enano me ha alejado del tan ansiado ascenso, y no sólo eso… si al menos hubiese tenido una oportunidad para pelear, para intentar plantarle cara… pero no, me humilló haciendo que mordiese el polvo antes de poder hacer nada.

Por eso, a pesar de las advertencias del instructor, he decidido pelear en el desafío. Es para nivel de Gorgojo, pero demostraré que puedo estar a la altura, y recuperaré mi posición… o moriré en el intento. Después de todo, matar o morir, es la vida del guerrero, y no esta segunda oportunidad, sin libertad, sin honor, en un mundo dominado por razas inferiores.

Las puertas este y  oeste se abren y nuestros rivales salen a la arena. Como era de esperar, se trata de bestias. Por un lado, una manada de lobos, que parecen remisos a atacar, y por otro, un enorme oso.

Petaculos se mueve hacia el oso a toda velocidad, mientras que Lagartija y Babosa van hacia los lobos. No necesito nada de tiempo para decidirme, está claro que lo mejor será que entre todos ataquemos al enemigo más numeroso, y dejemos al oso, que parece mucho más peligroso, para el final.

El oso parece estar de acuerdo con nuestra estrategia, pues, tras dudar un poco, se lanza directamente contra Champiñón, que todavía se encuentra solo. Espero que las flechas del enano sean tan buenas para el animal como lo fueron para mí, o estará en un apuro.

Mientras pienso en estas cosas, me pongo por delante de mis compañeros. Craso error. Los lobos, que, azuzados por el personal de la arena, por fin se han decidido a atacar, se lanza directamente sobre mí. Siento las ferreas mandíbulas cerrándose alrededor de mis piernas como cepos y por un instante el dolor no me deja ni pensar.

Afortunadamente, pronto mis compañeros vienen a ayudarme, y yo aprovecho para rehacerme y cerrar la defensa. Poco a poco el número de bestias va disminuyendo, aunque son realmente duras.

Estoy a punto de dar el golpe de gracia a una de ellas, cuando una bola de fuego llega a toda velocidad y estalla bajo mis narices. El lobo, asustado, se aleja, y pierdo la oportunidad de rematarlo y cobrarme mi primera pieza. Además, como si las heridas que me habían producido los lobos no hubiesen sido bastante, la bola de fuego me chamusca la piel. A mi espalda escucho que Muñón grita consternado al ver que ha errado el blanco, aunque en realidad no me importa. La otra bestia que me acosaba también se ha alejado, y era mucho más peligrosa que el conjuro que tan sólo me produce unas leves quemaduras.

Finalmente logro matar a uno de los lobos. ¡Vuelvo a tener el número de victorias suficiente para ascender de categoría! Ahora queda el oso… y yo estoy muy mal herido.

Mientras estoy pensando en que tal vez podría acercarme por detrás y flanqueralo con mis compañeros, Peta nos avisa de que no nos confiemos, ya que los osos de esa raza pueden girar sobre si mismo y atacar a quién se encuentre a su espalda. Yo estoy muy mal, la pérdida de sangre y el dolor me han debilitado mucho, y siento que en cualquier momento voy a caer desmayado. Lo más prudente sería retirarme, pero…

En ese instante, desde las gradas se escucha un gran abucheo. Por el rabillo del ojo veo como Champiñón se levanta del suelo. El oso lo estaba superando, y, para salvar la vida, se había hecho el muerto. ¿Cómo puede alguien ser tan rastrero y ruín? ¿Podría yo acaso hacer lo mismo?

“He venido a matar o morir”, pienso para mis adentros. Y con esa sóla idea, el miedo me abandona. Kron será el que decida, y si muero luchando, será una muerte honrosa. Cargo con todas mir fuerzas contra el oso, pero el animal, aunque está acosado ya por todas partes, no parece dolerse de las heridas que le inflingimos. ¿Qué clase de bestia es esta?

Levanto el mangual una segunda vez, ya sin preocuparme de lo que pueda ocurrir, tan sólo dispuesto a…