Partida Rol por web

- Aqueste es el asunto... - Expliqué a mis compañeros como veía la situación. - Credo que dos de vos debierais fingir una pendencia de borrachos, et cuando los guardias fueren a dar con vos para poner orden et paz, hagáis lo posible para poco a poco irlos alejando del portillo. En ese momento yo mesmo correré presto et sigiloso y me colaré sin ser visto. Mientras menos seamos menos posibilidad de errar habemos. Una vez halleme dentro, non debéis intervenir a menos que pongase feo el asunto o descúbranme. ¿Que sus parece?. - Mi estómago rugía de emoción al pensar en lo que quedaba por venir...

- Bueno idea- dijo Adso-. Puedo llegar yo antes pasándome por un borracho que necesitase ayuda pues he ofendido a otro tipo de un bar y necesito ayuda. Lo más seguro es que no me hagan caso pero cuando llegue el contrario puede que ya empiecen a ver que es más serio, ¿qué os parece?- preguntó.

Las gotas de lluvia caían sobre mi rostro haciendo que la noche fuera más fría de lo normal. Corría con el alarife sin mi ábito, para evitar que me relacionaran, aunque eso fuera lo único que podría hacer. Mientras corríamos, le contaba al alarife el testimonio que nos había revelado el chiquillo mientras nos dirigía a casa.

- Tal y como le he dicho en casa, el chico nos reveló cuando nos acompañaba a su casa, que era confidente del Arzobispo Don Pedro. Y aprovechaba la provisión privilegiada que le proporcionaba estar junto a ti, para enviarle chascarrillos.....

Pues yo estoy ebrio nada más que de la emoción jejeje -sonríe con su peculiar sonrisa- El otro, el que haga de tipo ofendido de bar debería mostrar serenidad suficiente cómo para convencer a un guardia de que va en serio, ¿Arnau?... Aún así es posible que sólo despistemos a uno de los guardias, ¿Qué tal si otro...(yo por ejemplo) Distraigo al segundo guardia en la otra dirección?, podría hacer algo de ruido para atraer al otro, dejando vía libre completamente para que el cuarto de nosotros acceda, Lázaro.

- Credo debiereis mejor facer que aquestos os sigan en única dirección. Debieren tener orden de non separarse en demasía el uno del otro. Guardan porton, non son patruyeros. Recordad aquesto. - Mientras más planeabamos y pensabamos más mala espina me daba todo aquello. Quizás fuera mejor actuar de una vez y sin pensar... - Et recordad que debeis distraerlos el mayor tiempo posible, aun más importante es aquesto que alejarlos en demasía. -

Aún no habíamos planeado la parte más importante; como escaparía yo de aquella situación después de incendiar el puente...

-Non creo que los guardias se distancien de las puertas que custodian, por la cuenta que les trae. El problema que veo en este plan es que Lázaro queda abandonado a su suerte, ya que nosotros estaremos dentro de la ciudad y non podremos socorrerle en caso necesario, ni habrá relevo para incendiar el puente en caso de que hubiese algún problema. Mas si esto os parece lo mejor... sea.

-Tienen razón, quizás es sea arriesgado que uno quede sólo al otro extremo... Jé, ¡Pero qué demonios! Me ofrezco voluntario a ir al otro extremo, tengo práctica en esto del sigilo. Lázaro en ti queda si quieres acompañarme.

Adso mira a sus compañeros y les dice.

- Entonces, ¿lo tenemos todos claro?- comenta mirándoles fíjamente?-. Entonces voy a fablar con ellos. 

Dicho esto bebe un trago del vino y parte se lo hecha encima de sus vestiduras que poco pueden absorber ya de lo mojadas y sucias que están.

- Pláceme vuestra valentía buen Isidro, más non sus confiéis, pues non es solo cosa de sigilo. Buenas piernas et buen equilibro debéis gastar para trepar et destrepar tal andamiaje en aqueste temporal. Fagamos juntos el asunto. Sea. - Esperaba que aquel no fuera más un estorbo que otra cosa.

-Con que aquesa fue la labor que don Pedro le encargó... -el alarife piensa en voz alta, hasta que sus ojos se abren de par en par y te miran fijamente - ¡Mas es imposible que esté informándole, pues se encuentra fuera de la ciudad! Algo huéleme a chamusquina en este asunto, buen monje. No debí confiar en el zagal...

Gabriel se para en seco, interrumpiendo sus palabras, para gritar de pronto.

-¡Allí está ese hijo de mala madre!

Doblando una esquina, a apenas unos metros de vosotros, podéis ver a Ibrahim, quien se sorprende al encontraros.

Permanezco oculto en la calle, esperando a que Adso camine hacia los guardias. En cuanto salga iré tras él.

Espero que este plan salga bien, no quiero ni pensar la que nos puede caer en caso de que nos descubran. De todos modos soy optimista, tengo fe en mis compañeros y solo necesitamos un poco de suerte.

Empiezas a correr tras el zagal, pero tus años en los monasterios de poco te han servido para entrenar tu físico, y tras unos minutos te falta el aliento y el morillo se escapa a toda prisa. 

Gabriel te alcanza, también con la respiración acelerada, mientras los dos retomáis aliento en medio de la tormenta.

-Maldición... No... No podemos rendirnos ahora -el pobre alarife tampoco está muy acostumbrado a estos trotes, según parece, pues apenas puede ni hablar-. ¿Qué opina, hermano? ¿Debemos seguir hacia la casa del arzobispo, o quizá non sea ese su destino, et debamos callejear un poco a ver en qué escondrijo ha metídose?