Partida Rol por web

Ya estaba todo decidido. Pronto la suerte estaría echada...

Dejé el zurrón en el suelo, escondido en una oscura esquina de aquel sucio y mojado callejón toledano. Lo mismo hice con el bordón que me servía de apoyo en las largas caminatas, pues ahora mismo sería más un estorbo que otra cosa...

Me aseguré de llevar el yesquero conmigo. Encordé el arco y lo colgué en mi espalda. Si la cosa se ponía fea era lo único que tenía para salir del apuro.

Con impaciencia esperé a que mis compañeros pusieran en marcha la primera parte del plan...

-Lázaro... ¿quieres acordar algún sonido a modo de aviso por si nos necesitas? Acordemos una señal y en caso de que estés en apuros acudiremos. Ya habrá tiempo de inventar algo después.

Miro fijamente al árabe y añado con semblante serio:

-Y recuerda que el encargo es importante pero más aún lo son nuestras vidas: si ves que el asunto no es seguro y puede peligrar tu existencia, retírate. Es mi opinión.

Observo a los demás. Tal vez me esté adelantando, pero creo estar en lo cierto creyendo que éste también será el pensamiento de los otros.

- Si escucháis un extraño sonido, parecido al ulular de la lechuza, esa sera la señal de problemas. Harélo tres veces seguidas. - Contesté a Arnau.

Asentí conforme a Lázaro y esperé en silencio a que Adso avanzara con el olor a vinacho que llevaba.

- Yo creo que sería mejor dividirse. Vaya usted a la casa del Arzobispo, que sabe donde está, y yo mientras tanto callejeare para encontrarlo. Como encuentre a ese truhan, se va a enterar.

Termino de decir mientras me paso para coger aliento.

Adson asintió aceptando el sonido de Lázaro.

Luego se santiguó, bebió otro trago de vino y se dirigió a la calle maldiciendo y dando tumbos.

Para cuando salió a donde estaban los guardias, al goliardo ya se le había oído.- ...¡Ojalá se le caigan las uñas y se le cierre el culo!-gritó mirando al callejón. Al darse la vuelta Adso se percató de los guardias y se acercó dando tumbos hacia ellos.

- Mis buenas meredes... a vosotros os buscaba- aseguró Adso- ¡Me ha robao!- le gritó a uno en la cara mientras señalaba el callejón por donde había salido.

- ¡Cincuenta maravedís de oro!- dijo señalando al callejón. Volvió a acercarse al otro de los guardias y le dijo-. ¡Le invité a cenar, a beber... a... bueno, a entablar amistad con unas mujeres! ¡¡¿Y cómo me lo paga?!! ¡¡ME ROBA!!

- ¡¡Ayudadme vuesas mercedes!!, ayudadme y os daré cinco maravedís a cada uno!!

-Venga, borracho, a otro perro con ese hueso. Suficiente tenemos ya con esta jodida lluvia en el frío turno de noche como para aguantar aquesta cantinela. A molestar a otro sitio, que estamos trabajando.

Ambos guardias permanecen impasibles ante la aparición del alcoholizado Adso.

Arnau aparece arma en mano, andando con paso presto pero firme, con la mirada fija en Adso y expresión malhumorada. Se asegura de que los guardias vean su arma, para que vean que esto es cosa seria y la enfunda unos metros antes de acercarse a ellos.

-Detengan a ese rufián! -dice mientras acorta la distancia. Su mirada está encendida de enfado.- Aqueste hombre robóme mis monedas y aquí vengo a recuperarlas -señala a Adso- Venga bribón! Devolved lo que no es vuestro!

Estaba preparado para la silenciosa carrera. Más viendo que el plan, al menos de momento, parecía no funcionar, me decidí por tener arco y flecha preparados. Evitaría en todo lo posible darle uso, pero más valía estar preparado para cualquier eventualidad. Además, podía correr con igual soltura con él en mano. Aquel arco y yo éramos como uno sólo...

Los guardias se separan del portillo y se acercan a los dos hombres.

-A ver, ¿qué está pasando aquí? ¿Quién ha robado a quién? -la mirada del guardia se dirige a Arnau, quien a sus ojos, parece estar en condiciones más cavales.

Una portunidad aparece ante vuestros ojos, mas no es tan fácil pues los guardias no se encuentran tan lejos del portillo. Por suerte, la lluvia y la oscuridad (amén de la distracción) quizá os echen una mano.

-Este bribón robóme mis ahorros, dióme un estirón a la bolsa y salió raudo cual liebre de campo, corriendo por las calles! Mas ahora no podrá escapar!

Miro a Adso esperando que diga cualquier excusa y salga corriendo en dirección oeste para ir tras él y despistar a los guardias el tiempo suficiente para que no vean cruzar ninguna sombra a sus espaldas.

Acercándose al guardia más a la izquierda y parapetándose tras él (según el mapa), Adso quiso alejarse de Arnau mientras casi lloraba. 

- ¡¡Mentira!!- dijo señalándole- Miente como un bellaco. Me emborrachó, me llevó a lugares con mujeres bonitas, me sacó mis dineros y cuando vio que tenía mucho me lo quitó todo.

- ¡¡¿Cómo voy a ser yo el ladrón si no tengo el dinero?!!- elaboró el goliardo mientras se palpaba las ropas para que vieran que no sonaba nada debajo de ellas.

Gabriel parte en dirección opuesta a la tuya, y empiezas a callejear en la oscuridad, buscando al zagal sin demasiado éxito, cuando te cruzas con un hombre en la soledad de la noche.

-Buenas noches dénos el Señor, hermano. ¿Qué facéis por estas oscuras calles, bajo la tormenta, a aquestas horas tan impestuosas?

El hombre se resguardaba de la lluvia bajo un pequeño balcón, en una calle algo más iluminada, pues la luz de la luna se filtraba algo más allí por entre las nubes.

Veo a un hombre en la oscuridad de las calles. Quizás él pueda hecharme una mano.

- Perdone hermano, me preguntaba si sería tan amable de ayudarme. Estoy buscando a un muchacho de naturaleza morisca. Sería tan amable de hacer memoria por si se lo ha cruzado?

Pregunto al hombre intentando ser lo más amable posible.

El hombre parece mostrar algo de interés en tus palabras. Se incorpora un poco (tenía la espalda recostada contra la pared) y te observa fijamente.

-¿Un morillo de unos diez u once años, que corría como alma que lleva el diablo? Pasó por aquí hace unos minutos... Mas, disculpad la curiosidad, hermano, ¿qué negocios tan urgentes tenéis con semejante zagal, que os facen salir a aquestas horas et con la impestuosa lluvia que esta noche nos atormenta?

- El zagal era el que hacía dibujos en el Monasterio, y le he cogido in fraganti. Le perseguía para castigarlo, pero me ha dado esquinazo. Gracias por la ayuda hermano.

Le respondo mientras me despido de él. No quería que la charla se alargara demasiado, ya que el tiempo corría en mi contra.

-Una última cuestión hermano. La puerta que da al puente en obras, en qué dirección está?

En un momento, cuando te giras por última vez para hacerle aquella pregunta, el hombre saca una afilada navaja (que casi tenía la embergadura de una daga) y con ella te apunta.

-En la que yo diga, hermano. Olvidais de Ibrahim et seguidme sin rechistar, et todo saldrá bien. Puede que incluso salgáis de esta sin un rasguño, si colaboráis.

Viendo la navaja de aquel hombre y mi poca experiencia en las lides de combate, creo que es mejor hacer lo que él dice a expensas de una ocasión mejor para librarme de él. Asçí, con más resignación que otra cosa:

-Bien, vos direis que quereis.

Pero había algo que me había llamado la atención. El hombre sabía el nombre de Ibrahim, por lo que o estaba confabulado con él, o algo sabía de nuestro plan. Debía de averiguarlo.