Partida Rol por web

Drake se había tumbado a descansar, recostado en el suelo, en ese pequeño claro que se hallaba próximo al arroyo mientras el grupo tomaba algo de cena. Estaba más que acostumbrado al ejercicio físico, por lo que no se encontraba tan agotado como podrían estarlo algunos de sus compañeros.

Todo transcurría con relativa normalidad hasta que Woodstock se percató de que su ayudante, Henry, había desaparecido. Transcurrieron los minutos y el joven no había regresado tras haberse apartado un poco para hacer sus necesidades con cierta intimidad. El explorador no pudo menos que temerse lo peor. Al fin y al cabo, el muchacho era joven y bastante inexperimentado, por lo que las posibilidades de que hubiera sufrido algún percance eran altas.

-¡¡Henry!! -gritó, a pleno pulmón, sin importarle mucho que posibles indígenas cercanos pudieran oírle.

Henry Robins había demostrado ser un chico muy inocente y que se oponía a la locura de Woodstock de haberles metido de lleno en esa peligrosa selva en la búsqueda de El Dorado. Si le sucedía algo malo, Drake se lamentaría por la suerte del joven.

-Creo que deberíamos salir a buscarlo -sugirió el explorador, preocupado-. Tal vez podríamos dividirnos en grupos de dos o tres para iniciar la búsqueda por los alrededores. No puede haberse ido muy lejos.

Luise fue la primera en oir, detrás de unos grandes matorrales cercanos, el ruido de pisadas de algún tipo, lo cual hacía crepitar el terreno pisado y las ramas y hojas en derredor. Alguien más había allí (si es que no era Henry); lo que pasa es que el muchacho no respondió a las voces de Drake gritando su nombre. Leonard y el explorador se percataron de tales ruidos.

Maldición... ¡Henry, no! -entonces Woodstock tomó el rifle que había llevado hasta ese momento-. Somos uno, dos, tres... seis, conmigo -contó rápidamente-. ¿Qué propone, John? -le preguntó entonces-. Es peligroso salir ahora, pero me niego a perder a Henry o a cualquiera de nosotros.

Entonces dejásteis de oir el ruido.

¡Yo iré por aquí! ¿quién viene conmigo? -ciertamente, Woodstock tomó un camino de búsqueda, cerca de la orilla del arroyo, de forma totalmente aleatoria, fruto de la desesperación. Aquella dirección no era la del epicentro de los ruidos.

Sentada en su improvisado campamento, volteó el rostro hacia un conjunto de matorrales al escuchar un ruido sin saber exactamente su procedencia, temiendo que fuera algún animal carnívoro buscando su cena. Con cuidado, cogió la mano de Leonard para indicarle la dirección del ruido por si no se había percatado, aunque el jaleo general no tardó en hacerse vigente, sobre todo después del grito de Drake.

Señor Drake, ¡por favor! – Susurró la herpetóloga, pidiendo un poco de silencio.- No sabe si es algún animal cazando, podría alertarlos.- Aunque lo dudaba la posibilidad existía y, mientras estuviera ahí, no quería poner en peligro al grupo más de lo necesario. Y así llegó el caos y pánico, cogiendo todos sus armas dispuestos a sumarse a la búsqueda con la amiga oscuridad.

Si vamos, que sean todos juntos. No podemos arriesgar a separarnos, no con los Awas y cazadores acechando.- Aunque mantenía que Henry podría estar en un momento privado, tampoco quería quedarse sola a merced de las bestias, así que se levantó antes de agitar el polvo de sus ropas.- Señor Woodstock, el ruido no estaba en esa dirección.- Indicó al hombre, quien parecía querer correr como pollo sin cabeza. Suspiró, asimilando que tendría que ir de nuevo a la aventura.- Sígame, creo que puedo localizar el foco.- Esperando a que el resto le hiciera caso, indicó el camino con la mano para que supieran la dirección del ruido antes de adentrarse.

-No estamos solos -murmuró Drake, al escuchar el sonido de las ruidas en los alrededores.

No se había oído por muchos segundos, pero había sido suficiente para que el explorador se percatara de que había alguien en las cercanías. No creía que fuera Henry. De haber sido el muchacho, estaba seguro de que probablemente les hubiera respondido o, si tenía problemas para hacer de vientre, al menos habría pedido que nadie se le acercara.

-Señorita Hayes, si vamos todos juntos corremos el riesgo de poder cubrir menos terreno. Henry podría haberse alejado en cualquier dirección. Si nos dividimos, podremos cubrir varias direcciones -indicó, y no le pasó en absoluto desapercibido que Woodstock se disponía a partir en una dirección que no se correspondía con aquella de la que procedían los ruidos-. Sugiero que vayamos en parejas -afirmó el explorador, pensando en cómo dividir al grupo de forma apropiada para que no hubiera que lamentar más sorpresas desagradables-. Que haya al menos un explorador experimentado en cada una de ellas para que nadie se pierda. Eso implica que Spaulding, Woodstock y yo mismo tendríamos que ir separados, puesto que ustedes tres -señaló al joven Dunham y al matrimonio- están menos acostumbrados a este tipo de entornos.

Si su mujer había dicho que había escuchado ruidos y por dónde los había oído, Leonard estaba convencido de que así era. Por ese motivo no entendía porqué el señor Woodstock no hacía caso a Luise y se largaba en dirección contraria. Ese hombre cada vez le daba más mala espina.

Escuchar las palabras de John no lo tranquilizó precisamente y la idea de separarse de dos en dos, a pesar de darse cuenta que así abarcarían más terreno, tampoco le hacía demasiada gracia. No tenía pensado dejar a su querida esposa sola con uno de esos aventureros a merced de quien fuera que estuviera rondando el campamento.

—¿Y si hacemos dos grupos de tres? —Dijo, aunque la poca convicción que mostró le hizo pensar que seguramente poco caso le harían, pero dejar a Luise en medio de esa oscuridad, con otro hombre y a saber qué peligros rodeándola no le hacía ninguna gracia—. Pero que uno de ustedes, más acostumbrado a usar las armas y avezados en la aventura, venga con nosotros me tranquilizaría bastante.

Spaulding, erguido junto a Drake, trataba de cargar su inseparable escopeta mientras miraba la oscuridad de la selva con aprensión. Varios cartuchos se le escurrieron entre los dedos fruto del nerviosismo.

-No creo que sea juicioso separarse -recogiendo la munición apresuradamente- pero llegado el caso, no tengo duda de el Sr y al Sra. Colleman estarán perfectamente con el Sr. Woodstock. Las almas nobles se crecen ante la adversidad -enfatizó con un dedo en algo- busquemos al chico, le sigo -se arrimó al aguerrido Drake haciéndole ver que estaba presto a seguir sus pasos, escopeta en ristre.

Antes de internarse más allá del perímetro del campamento, Spaulding se hizo con alguna de las lámparas de queroseno. La luz prolongaba las sombras de su profuso bigote y hacía difícil ver lo cerúleo de su semblante.

—Mis señores —comenzó a decir el estudiante de historia mientras se repasaba el pelo con las manos en un gesto de nerviosismo. —¿Pretenden ustedes que nos separemos en la selva para buscar a alguien? ¿A qué aspiran?

Daniel puso los ojos en blanco y cogió su rifle, cargándolo con manos un poco temblorosas mientras suspiraba, dejando unos segundos de silencio antes de volver a hablar. 

—No sé qué intenciones tendrán, ni tampoco soy nadie para llevarles la contraria, pero me parece que la idea de separarnos es una completa locura —sentenció. —Si alguien de uno de los grupos se pierde, o le pasa algo al que sepa moverse por la selva de uno de los grupos, tendremos un problema mucho mayor. 

Mientras Luise trataba de hablar a Woodstock, este marchaba por sí mismo, casi sin escuchar a nadie, fruto de la desesperación. La mujer herpetóloga también planteó ir todos juntos; por contra, Drake y Leonard prefería explorar la selva en grupos, pero de distinto número. Por otro lado, el explorador Spaulding sugería no separarse, aunque en realidad pensaba que lo mejor sería que el matrimonio fuera detrás de Woodstock, y el resto por otra parte. Finalmente, Daniel parecía negarse a fragmentar la comitiva, movido por la idea de alguna nueva pérdida.

Entre tanto, vuestro amigo aventurero, mecenas de esta exploración y algunos proyectos vuestros, se perdía en la selva. Vosotros quedásteis allí, como debatiendo, en el improvisado campamento...

—¿Veis? Lo dije, ¡lo dije! —dijo el estudiante visiblemente malhumorado mientras se echaba el rifle a la espalda y empezaba a andar en la dirección que el hombre había tomado. —Hagan ustedes lo que quieran, pero cuando el grupo se parta en dos y una de las partes se pierda, se acordarán de esto. ¡O las dos, que es peor!

Y dicho esto, continuó la marcha. 

No entendía el arranque de Daniel aunque teniendo en cuenta que estaban bajo un momento de tensión y con un posible desaparecido, eso sin contar que prácticamente no conocía a los hombres (evidentemente aparte de su esposo) más allá de esos días de convivencia, por lo que prefirió mantenerse al margen de la disputa aunque ella fuera la primera que mencionara de ir juntos.

Ya tendremos tiempo de discutir.- Mencionó con preocupación, empezando a contagiarse por ese estado de nerviosismo y paranoia que se estaba generalizando.- Le sigo.- Sabía que la división que habían hecho los otros ponían a Luise con su marido y Woodstock, pero teniendo en cuenta que uno de ellos se había abalanzado a la carrera y otro de los integrantes seguía sus pasos, no le quedó más remedio que ser la tercera en avanzar. Si pasaba algo, necesitarían a alguien con dotes médicas cerca.

Drake escuchó las palabras de Dunham y se percató de que le había oído hablar más en los dos últimos minutos que en todo el último día. Le gustaba esa nueva faceta que veía en el estudiante, más despierto e intrépido que antes, puesto que desde que había descendido el barco, la presencia de Daniel había sido casi testimonial.

En ese instante, todos advirtieron que Woodstock había aprobado la discusión entre ellos para internarse entre la espesura, solo, y Drake supuso que con la esperanza de encontrar a Henry.

-Woodstock no está siguiendo la dirección de la que vinieron los ruidos -indicó Drake, con un gesto de negación-. Ni siquiera sabemos si está buscando al joven Robins o pretende continuar con la expedición y dirigirse a una dirección contraria. Sigan a Woodstock si lo consideran oportuno -le sugirió a sus compañeros, sabiendo que tampoco era buena idea dejar a Woodstock solo-, yo trataré de buscar a Robins en la dirección por la que oímos el ruido. Buena suerte.

Sin más, el explorador tomó su revólver, se colgó el rifle a la espalda y tomó la dirección por la que había escuchado aquel claro ruido que evidenciaba la presencia de algo o alguien en los alrededores.

Spaulding enarcó las cejas un momento ante la reacción del joven Daniel.

-Caray que carácter -observó confundido a Daniel alejarse en pos de Woodstock- el ímpetu de la juventud supongo. Desde luego no es un veterano como nosotros, ¿mmm Sr. Drake?

Drake había emprendido ya su búsqueda en solitario y Spaulding se vio a solas entre los dos grupos.

-¿Drake?... -preguntó tímidamente a la selva antes de girarse y tratar de alcanzar apresuradamente al grupo más numeroso, en pos de los Colleman y tempestuoso David.

Tras luchar con los mosquitos y la vegetación unos sofocantes instantes alcanzó al grupo meneando al lámpara de queroseno más violentamente de lo que le hubiera gustado.

-Tranquilos, ya estoy aquí -comentó a los Colleman y a David tratando de recomponerse y componiendo su mejor sonrisa- ¿hay rastro de Woodstock? -preguntó a Luise.

Mientras el casi todo el grupo se apresuraba a ir tras del excitado y desesperado profesor Woodstock, Drake blandía su rifle y se encaminaba por el lugar hacia el que decía había oído ruidos (tal vez de Henry). El caso es que el explorador quedó sólo.

Ted Woodstock corría y corría. Pese a tener ciertos años a sus espaldas, era un aventerero nato, y aunque había ido ya por estas selvas en anteriores expediciones (como os contó), correr por la espesura de la tierra de los Awás tan impunemente tal vez no fuera lo más acertado. Tras un buen rato a la carrera, la arboleda y arbustos se desdibujaron, dieron paso entonces a un grandísimo claro. Era de noche, pero delante de vosotros se alzaba un poblado indígenal. Aquel lugar estaba compuesto por varios edificios de piedra grandes, unos más que otros, llenos de grabados sobre cada uno de sus muros y dinteles pétreos. También había un pequeño altar alejado de las viviendas, en otro claro cercano, y rodeado de dólmenes. Por último, unas columnas entre ambas descripciones decoraban el lugar. Podíais ver tales edificios y su distribución gracias a las hogueras encendidas que había aquí y allá, pinchadas en picas en tierra o sobre los muros de casas y tejados. Pero no había rastro de ningún habitante. Era un pueblo vacío, pese a sus evidentes signos de actual hábitat. Woodstock estaba allí plantado cuando lográsteis dar con él, de pie, mirando la ciudad que acabábais de encontrar de casualidad.

Te separaste del grupo. Desde luego las intenciones de tus compañeros no eran seguir al profesor (al menos no todos), pero tú tenías tu propio criterio. Te guiaste por la dirección de los ruidos antes escuchados y comenzaste la marcha por un camino no definido a través de la selva, pero por tal dirección estaba libre de arbustos y parecía precisamente eso, un caminito. Avanzabas en mitad de la noche con el rifle en alto y cierta intranquilidad en tu cuerpo. El caso es que la selva dejó de existeir. Arboles y arbustos dejaron de aparecer a cada paso que dabas y llegaste al borde de un precipicio... ¡Era un cañón! Tu antorcha te hacía ver eso, aunque no sabías muy bien la profundidad o el otro extremo del mismo, dado que la luz de la llama no daba para más. Las paredes del cañón en el extremo que estaba bajo tus pies eran lisas y escarpadas. Para avanzar por ahí habría que bajar por el cañón... con extrema precaución y cuidado.

Drake se abrió a través de la selva, siguiendo los ruidos que había escuchado con anterioridad. Iba armado y trataba de avanzar sigiloso, sin saber si lo que había escuchado minutos atrás había sido Henry o, por el contrario, habían estado siendo espiados por indígenas o algún tipo de depredador selvático.

Muy pronto, terminó dejando la selva atrás, llegando a lo que parecía ser un cañón. Antorcha en mano, el explorador observó que desde su posición no podía ver mucho más allá ni alcanzar a discernir la profundidad del cañón ni a cuánta distancia se encontraba el otro extremo. Era demasiado arriesgado descender por el cañón sin más, por lo que Drake intuyó buscar con su antorcha algún tipo de sendero o facilidad por la que pudiera bajar con relativo cuidado.

—Me alegro de que aún haya gente cuerda —dijo el estudiante de historia americana después de haberse colgado el rifle a la espalda. 

Aquello lo había dicho mirando a los tres que habían decidido ir con él tras el señor Woodstock. En su fuero interno, creía fervientemente en que la decisión de Drake no había sido la acertada, si algo le pasaba, ellos no estarían allí para poder saberlo. Por eso bufó cuando él habló, por eso puso los ojos en blanco mientras seguía la senda que habían seguido él y sus otros tres compañeros. 

En aquellos momentos, Daniel Dunham se sentía vivo. Siempre había deseado, muy en el fondo, que lo aceptasen en una expedición, vivir aventuras. Por eso fue trás Woodstock, por eso se aventuró, rozando la inconsciencia. Cuando llegaron a aquel poblado que parecía desierto y lo vio allí, se quedo boquiabierto. 

—Por los dioses... 

En silencio se acercó a las pinturas, acariciándolas con la yema de sus dedos, intentando averiguar si eran de alguna tribu conocida.