Partida Rol por web

- He debido de tener suerte - el maldito karma me debía muchas, estaba vivo, el único agujero que tenía era el de mis bolsillos -además ¿qué iba a hacer? Es la primera vez que me pasa algo así... normalmente no acostumbran a tirotearme sin previo aviso - se volvió hacia Isabella - deje que la ayude, por favor - y también le tendió la mano.

Miró con una mezcla de recelo y agradecimiento las manos que se tendían hacia ella, y a pesar de que las suyas estaban cubiertas de sangre, las cogió para levantarse con cuidado.

- Gra-gracias. -Tanto su cuerpo como su voz temblaban de miedo y nervios.- Oh dios mío... dios mío ¿qué ha pasado?... Virgen Santa... Arthur... -Las lágrimas empezaron a agolparse en sus ojos.

Te acercas hacia la parte de atrás de la barra, justo donde viste agacharte al camarero, ocultándote entre las sillas y mesas del local.

Tus zapatos resbalan con la sangre de los muerto y observas como el resto de gente del local, salvo dos hombres y una pelirroja, empiezan a huir de la escena, despavoridos, por la puerta principal.

Casi de cuclillas, mientras observas el caos de tu alrededor, te sobresaltas... Escuchas una, dos, tres ráfagas de ametralladora justo en la parte de detrás del local. Tan pronto como comenzaron, las ráfagas cesan y, al entrar a la barra ves cómo el camarero se escapa de tu vista, justo por la puerta que estaba detrás de la barra y que, pensabas, era el almacén.

Por tu cabeza corre un rápido pensamiento, ir detrás del camarero, pero el ruido de un motor de coche al arrancar hace que gires la vista a la, ahora, ametrallada cristalera. Observas como un coche, aparcado en la acera de enfrente al restaurante, acaba de arrancar y ha encendido sus luces. De entre las sombras aparece un individuo con gabardina larga, sombrero y una thomson humeante en su mano derecha que se sube al coche a la parte trasera del coche con rapidez.

Su conductor acelera y observas un brillo inusual en la parte trasera del coche. Joder, el tipo va a volver a disparar....

Te agachas incluso antes de oír el ruido de la metralleta al disparar, sin duda, tus reflejos y la barra del bar, te han salvado la vida una vez más... Los gritos de la gente se confunden con el ruido, cada vez más distante, del coche alejándose.

A tu espalda, donde está la puerta que supuestamente daba al almacén escuchas la voz del camarero:

¡¡¡Mamma mía, mamma mía!!! ¡¡¡Santa Madonna!!!

La gente del local, que aún se tiene en pie, excepto un agradable caballero que observáis que se dirige al interior de la barra agazapado entre las mesas y las sillas, empiezan a huir de la escena, despavoridos, por la puerta principal.

El ruido de un motor de coche al arrancar, interrumpe vuestra conversación haciéndo que los tres giréis la vista a la, ahora, ametrallada cristalera. El coche, aparcado en la acera de enfrente al restaurante, acaba de arrancar y ha encendido sus luces. De entre las sombras aparece un individuo con gabardina larga, sombrero y una thomson humeante en su mano derecha que se sube al coche a la parte trasera del coche con rapidez.

Su conductor acelera y observáis un brillo inusual en la parte trasera del coche. Joder, el tipo va a volver a disparar....

Sin tiempo de reacción, os tiráis al suelo incluso antes de oír el ruido de la metralleta al disparar, sin duda, vuestros reflejos os han salvado la vida... Los gritos de la gente se confunden con el ruido, cada vez más distante, del coche alejándose.

A vuestra espalda, cerca de la barra, pero casi como algo lejano, escucháis la voz del camarero:

¡¡¡Mamma mía, mamma mía!!! ¡¡¡Santa Madonna!!!

Aún con el miedo metido en el cuerpo y temblando por los nervios Isabella paseó su mirada por el destrozado local donde la gente huía despavorida, pero ella era incapaz de moverse. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos incapaz de comprender qué estaba pasando, ella sólo quería pasar una velada agradable con alguien que le había prometido un futuro mejor. Pero ese alguien ahora yacía muerto y sus sueños se habían hecho trizas al igual que todo el cristal del restaurante.

Salió de su estupor cuando, como en un sueño, oyó un coche arrancando. Sus ojos se dirigieron en aquella dirección y se agrandaron de nuevo por el miedo al ver que aquella pesadilla aún no había terminado.

- Cuidado. -Fue lo único que consiguió decir mientras, en un impulso nacido del instinto de supervivencia, se tiró de nuevo al suelo bajo la mesa, cubriéndose la cabeza con sus manos y rezando como nunca antes había hecho.

Los gritos, los disparos, un coche alejándose... todo iba poco a poco apagándose en los oídos de Isabella, la cual era incapaz de reaccionar y siguió tumbada deseando desaparecer de allí.

Sabena volvió a arrojarse al suelo cuando los pistoleros volvieron a hacer otro barrido ¿Es que todavía quedaba a alguien al que disparar? No podía ser que intentasen matarlos a ellos. Entonces oyó el grito del camarero y corrió hasta la barra para ver qué le había pasado.

Cuando aquella pesadilla de cristales y plomo había pasado, o al menos eso pensaban, de nuevo un estruendo con fondo de motor hace que vuelva a cundir el pánico. Esta vez si que sí, con más bien poca gracia, Benny se arroja al suelo buscando cobertura, asegurándose antes de que los pocos que respiraban lo siguen haciendo. Cuando la pelirroja grita cuidado, se arroja sobre el suelo. Algunos de sus cortes se vuelven más profundos y su ropa de nuevo se rasga un poco al rozarse con cristales y mobiliario de la sala. Comprueba que sus mangas tienen sangre, pero afortunadamente no parece suya. Los hay que no han tenido tanta suerte.

- ¡Pero que diablos os pasa en este pueblo!

Busca con la mirada una puerta trasera que de a un lugar seguro donde las balas no puedan alcanzarles. Agazapado, se quitó la chaqueta para que no le cayeran más cristales encima (aunque ya era tarde). Miró de nuevo a la pelirroja.

- Deberíamos ir a la parte de atrás, allí estaremos seguros - le ofreció la chaqueta hecha jirones para que ella se cubriera y no le cayeran más cristales y trozos de mueble encima y le hicieran más arañazos. Si caminaban agazapados o con el cuerpo a tierra, no se cruzarían con la trayectoria de las balas.

Sólo reaccionó cuando sintió que alguien le colocaba una prenda sobre ella, en un principio creyó que querían ahogarla, acabar con lo que las balas no habían podido conseguir... llevarse su vida, pero la voz que le decía que tenían que salir de allí la tranquilizó. Se agarró la chaqueta sobre su cabeza y se levantó del suelo aunque no completamente.

Encorvada, intentó apresurar el paso dirigiéndose hacia donde había indicado aquel extraño. Quizás él tenía razón y allí detrás estarían a salvo.

Mike se cubrió la cabeza colocando ambas manos en la nuca mientras permanecía agachado detrás de la barra. La voz del camarero llamó su atención y, pasados los disparos levantó la cabeza para comprobar que el camino estaba despejado y se deslizó hacia el almacén desde el que se oían las voces del hombre.

—¡Qué diablos! ¿Se encuentra bien? ¿Qué ha ocurrido? —preguntó apostado tras la puerta vigilante.

En vuestro intento de acceder a la parte de atrás del local, chocáis.

A Mike casi no le dió tiempo a ver como el tipo se abalanzaba sobre la barra del bar y trataba de saltar hacia el interior de lo que se suponia era, un almacen.

Scott, por su parte, no se esperaba que hubiese un tipo agachado detrás de la barra del bar y que, casi de cuclillas, se estuviese intentando adrentrar en el almacén.

El golpe no tiene mayores consecuencias y ambos os miráis con cara de incredulidad. Casi parecía una escena de la película Sunnyside, interpretada por ese cómico tan afamado, ¿Chaplin se apellidaba?

Avanzaís a paso lento y dolorido a la parte de atrás del local. La poca gente que aún podía andar por su propio pie se alejaba a "toda pastilla" del local.

Cuando llegaís a la barra veís como dos individuos chocan al intentar entrar por la puerta que daba acceso al, supuesto, almacen. Momento descriptivo: Los tipos son Mike y Scott así que imagináos sus caras mirandose sorprendidos al chocar por intentar pasar por la puerta al mismo tiempo...

La puerta que está justo detrás de la barra da acceso a un pequeño corredor. Al final del mismo descubrís una pequeña sala presidida por una mesa redonda tirada en el suelo, sangre y cartas de póquer además de los cuerpos de cuatro hombres acribillados.

Al fondo de la estancia una puerta permanece abierta y por ella se ve la pared del callejón de atrás. La puerta está descolgada de una de sus bisagras, y se puede adivinar la huella de un zapato en su parte externa, señal clara e inequívoca de que derribaron la puerta de una patada.

Todo parece apuntar a que sorprendieron a todos los presentes sin darles tiempo a reaccionar, sin tan siquiera poder echar mano a sus armas que asoman por las sobaqueras de sus acribillados cuerpos.

El camarero se encuentra agachado sobre los cadáveres para comprobar el estado de los mismos.

¡Signore Luigi, signore Jimmy!!!

Tomy...

¡¡¡Signore Luca!!!

¡¡¡Santa Madonna!!!

Cuando llegan allí, aún con el corazón en un puño y nervioso y jadeante por la situación se fija en el percal organizado. Por lo visto su instinto no se equivocaba, y el hecho de no haberse lanzado a la piscina demasiado pronto le había salvado la vida. Él mismo podía ser uno de esos tipos acribillados a tiros que estaban allí jugando a las cartas. La simple visión de los naipes hizo que negara con la cabeza y la sacudiera un poco para reaccionar.

- ¡Santo Dios! Qué matanza... - Benny se acerca al camarero - ¿Se puede hacer algo aún por alguno de ellos? Hay que llamar a una, o mejor, a varias ambulancias ¿no?

Se le ve nervioso y dubitativo.

Sabena miró el escenario de la matanza con frialdad. El haber estado en la guerra le había insensibilizado para cierto tipo de cosas y esta era una de ellas.

-Un ajuste de cuentas... -murmuró más para sí que para los demás. Luego se giró hacia el camarero- ¿Quién era esta gente?

Mike observó durante muchos minutos la escena; en silencio. Para su sorpresa varios caballeros más acompañaban al apenado camarero.

Palpó la gabardina rápidamente, quizá para cerciorarse de algo e inmediatamente se giró hacia la puerta de esa trastienda, que a todas luces se descubría como un local de juego ilegal. Se apoyó en la parte posterior de la barra y, desde ahí, observó a todos los presentes a la espera de una primera respuesta del camarero. Sin saber por qué en su cara se dibujó una sonrisa.

Dejándose llevar por aquel hombre Isabella corrió más que caminó hacia la parte trasera del local, allí parecía que se habían reunido más supervivientes de la masacre pero el espectáculo que se presentó ante ellos en el almacén poco se diferenciaba del que acababan de dejar. Aquello tenía toda la pinta de ser un garito de juego ilegal, pero eso a Isabella poco le importaba, lo que miraba con los ojos aún abiertos por el miedo eran los cadáveres tirados, acribillados a balazos.

Se santiguó tres veces incapaz de articular palabra y se giró dándole la espalda a aquel macabro espectáculo... había visto demasiados muertos en una sola noche.

- La policía... habrá que llamar a la policía... -Fue lo único que consiguió murmurar, sin pararse tan siquiera a pensar que quizás al dueño del local no le interesaría tener a la policía por allí rondando.

Mientras trataba de no tocar a ninguno de los cadáveres, no pudo evitar fijarse en sus rostros.

- ¿Conocían alguno de ustedes a estos hombres? - después miró a Sabena. Su teoría podía ser probablemente la más acertada. Sin duda parecía un tipo con instinto y cuadraba bastante su diagnóstico. El hecho de que no pareciera excesivamente extrañado le otorgó cierta confianza aunque con recelo, se le notaba experimentado. - o quizá a alguno de esos tiradores...

Benny se volvió hacia la chica.

- ¿Usted está bien? Tiene algunos rasguños...- más que ayudarla llevándola hacia un posible botiquín, prefería distraerla y que no tuviera delante esos cadáveres recientes agujereados.

A punto estaba de que le diera un ataque de nervios, así que Isabella intentó respirar hondo varias veces para que su corazón dejara de latir con tanta velocidad. Miró casi sin ver al hombre que la había arrastrado hacia la parte de atrás del local mientras asentía a sus palabras.

- Sí... yo... estoy bien... creo -Su voz apenas era un susurro y sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.

Hacía unos minutos se encontraba cenando tranquilamente pensando en las oportunidades que aquella cita le brindaban y ahora... Ahora su acompañante yacía muerto y con él sus sueños, pero por lo menos seguía viva. Se clavó las uñas en las palmas de las manos para comprobar que era cierto... seguía con vida y poco faltó para que se echara a reír como una histérica sino fuera por las caras compungidas que veía a su alrededor y por los muertos tirados en el suelo, a los cuales seguía dándoles la espalda.

El camarero parece haber entrado en estado de Shock... de hecho no contesta a ninguna de las preguntas que los "invitados a la fiesta" parecen realizarle....

¡¡¡Que desgracia!!!

¡¡¡Mamma mía!!!

¡¡¡Están todos muertos!!!

Unos instantes después de que el camarero pronunciase sus últimas palabras un breve murmullo puede oírse en la pequeña sala.

No me metas en el hoyo tan pronto Frank