Partida Rol por web

Otro más ha hecho uso de sus aptitudes mágicas, el heterogéneo grupo resultó ser mucho más interesante de lo que ya era. Invocando la fuerza de su deidad patrona, Erastil, Marcus canaliza su poder divino en sus manos creando una brillante aura en su mano derecha, la cual apoya en la lastimadas guerrera cerrando así su herida. 

El aire vuelve a entrar fácilmente a los pulmones de la keleshita, pero las palpitaciones siguen a mil. Mordiéndose los dientes todos se preguntan cómo salir de esta. Con dos sujetos en el piso y sólo uno peleando se les está complicando, mejor ni pensar si los tres estuviesen de pie. El sujeto se limita a sonreír más cuando ve las habilidades de Marcus a la vez que con su lengua chupa algo de su sangre que chorreo en su brazo.  

"Maldito esclavista hijo de los saposcopernicosdeblazukracackdum!!"

- Aaaaghhh- digo saltando hacia delante con rodando por encima de mi hombro- Por mis primos dioses muere de una vez!!!!- digo con otro cuchillo ya en la mano mientras visualizo su ingle pero en el último momento ataco a uno de sus tobillos.

Sargas escucha todo el ruido que hay en la planta baja. Al parecer hay un combate.

¿Será prudente intervenir?

Desde mi posición observaba con algo de incredulidad la tenacidad de nuestro oponente y su aparente calma, sin embargo gesticule nuevamente los movimientos y apunté hacia el, lanzando un pequeño chorro de ácido.

Después de esto revisé entre mis ropas y saqué un pequeño recipiente tubular, el cual destapé para tomar un rollo de pergamino en su interior.

Al parecer habian ruidos abajo,no sabia de que se podria tratar pero seguramente fuera una pelea.

Con cuidado bajo por la escalera esperando ver que estaba pasando en la planta baja,seguramente alguna pelea de borrachos..

La salpicadura ácida que sale de las manos de Shade no logra impactar al enemigo, este logra esquivarlo por poco con un rápido movimiento.

Es el turno de Zenda, ya que los otros dos siguen inconscientes. 

Te asomas por las escalera (podés mirar el mapa del último mensaje para ubicarte, vos estarías arriba de las escaleras) y ves el combate que se está llevando a cabo. Los sujetos que ayer compartían unas copas hoy se enfrentan a unos sujetos en túnicas blancas. Uno de ellos está combatiendo ferreamente y parece herido, los otros dos están inconscientes en el piso. Las caras de los que ayer estaban en la posada no es muy alentadora.

Zenda aprieta los dientes, pero el dolor, que espera intenso, llega apagado. Ha sentido la punta de la espada abrir un canal entre sus pechos y su cuello, y aún siente la húmeda sangre empapar su túnica. Le cuesta respirar con normalidad, y se ha mordido la lengua con tanta fuerza, que el sabor cobrizo inunda también su boca. Pero el dolor no quiere llegar. Tal y como Yangombe se lo explicó, mientras dura el combate, el cuerpo entiende el peligro, y conecta algún tipo de mecanismo para mantenerte en funcionamiento.

Da un paso atrás, y siente una mano cálida apoyarse en su hombro. Un torrente de energía la atraviesa durante un instante, y la sorda molestia de su pecho desaparece. Por el rabillo del ojo, ve a Marcus retirarse y dejarle espacio de nuevo. Frente a ella, el hombre de blanco muestra los dientes en una sonrisa cruel. Zenda reacciona instintivamente, y lanza de derecha a izquierda, en un arco fluido, cuerpo, brazo y cimitarra, apuntando a esa odiosa sonrisa.

La revitalización que el clérigo le dio a la feroz maga le sirvió como empujón para lanzar un buen cimitarrazo describiendo una circunferencia perfecta mientras muestra los dientes en señal de ferocidad. 

Como si la cimitarra danzase con las ropas sueltas y voladizas de la keleshita cruza el aire como halcón que cae en picada por su presa, quizá el golpe fue demasiado certero, los brazos de la mujer se ven muy tensionados y el bello bailar de su cimitarra se ve interrumpido al toparse con la cabeza del sujeto agresor, casi como si su sonrisa fuese la que perturbaba a su enemiga, fue allí dónde esta apunto su golpe cortando su boca (como el guason en la película de batman) hasta llegar más profundo y penetrar el hueso del cráneo hasta la mitad, bañando de sangre a sus compañeros tumbados y a los que debieron ser sus "presas". 

El sujeto cae sobre sus rodillas y luego se tumba sobre su torso soltando su espada.

El desgraciado sigue teniendo la maldita sonrisa morbosa aún muerto y con la cabeza a medio desfigurar. 

Al ver caer al maldito "don sonrisitas", rápidamente me acerco junto al que tenía el puñal en el pecho se lo saco rápidamente - No seas avaricioso que tu compañero también quiere hombre- clavo el puñal recien sacado en la garganta del otro hombre inconsciente sacandolo aun más rápido de lo que entró, cojo los grilletes que ellos mismo portaban y se los pongo al primero que presumiblemente todavía está vivo. "sisisisi, estos señores tan simpáticos seguro que tienen algo para nossa sisisi". Le quito la espada al esposado y la lanzo a una mesa acto seguido registro habílmente bolsillos, chaquetas, mochilas, y todas las pertenencias que lleven para ver que puedo sacar ha una velocidad vertiginosa, mientras mi cola roja se agita de un lado a otro excitada.

No le hace falta verlo para saber que ha golpeado. El latigazo del impacto del acero contra el hueso se extiende desde sus dedos hasta los músculos de su cuello, y hace vibrar su mandíbula. La cimitarra se abre paso por el rostro del agresor, prácticamente seccionándolo por la mitad, provocando una lluvia de dientes rotos, sangre y materia gris. El hombre cae al suelo, lo que queda de su rostro defigurado en la horripilante parodia de su anterior sonrisa.

Apenas percibe cómo Kosj se aproxima a los tres cuerpos que yacen en el suelo, recupera el cuchillo que había quedado enterrado en uno de ellos y, sin dudarlo, lo entierra en el cuerpo del otro que aún quedaba vivo. Zenda hace una mueca de desagrado. Hace falta tener la sangre muy fría para hacer algo así. Aunque, por lo que ha oído, los reptiles se caracterizan, precisamente, por tener su sangre fría.

La mujer vuelve a colgar su cimitarra del cinturón y se arrodilla junto al hombre al que acaba de apuñalar el kóbold.

—No era necesario hacer algo así, Kosj —dice, mientras intenta comprobar si todavía respira—. Asesinar a alguien inconsciente, de esa forma, es... es algo vil. No es esa la impresión que tenía de ti.

Mientras registro los cuerpos miro a Zenda con una expresión bastante distinta de la alegre sonrisa que suelo mantener en las conversaciones y la miro con ojos oscuros - Yo ssssoy el vil?? yo?? Te recuerdo que hace un insstante estabas al borde de la muerte, si no es por Marcusss estarias probablemente al borde de la muerte, son fanáticos, o acaso no te fijaste?? Tampoco yo pensabaqueelloseranesclavistas cuando anoche tomaban algo tranquilamente, te imaginas siquiera a cuantos han podido matar ellos?? Sabes acaso que es la esclavitud?? Un desstino ... mucho peor que el que le he dado a él- digo señalando al que tira sangre a borbotones por el cuello- Te imaginass siquiera el destino que podían tener para el bueno de Marcuss, o mejor imaginasss el destino de una chica como tú, hay muchas cassas de placer imaginasssss ...- mis palabras suenan venenosas, llenas de odio - Uno atado no es un problema, dos... sí- digo dando un breve explicación más racional.

Cuando Zenda se aproxima al sujeto nota que increíblemente sigue respirando ¿De qué carajo están hechos estos sujetos? Un golpe certero del pequeño kóbold no consiguió aniquilarlo.

Kosj se pone a revisar a los sujetos, tanto tu sorpresa como tu decepción son grandes, el sujeto al cuál Zenda mató sólo lleva una bolsa con monedas muy pequeña además de 6 juegos de grilletes (no hay llaves). Fuera de eso todos portan únicamente su equipo de combate: Banded Mail, Buckler y la Longsword (obviamente todo x3 y no llegas a quitarles sus armaduras). También poseen, los tres, el amuleto que antes Marcus identificó como símbolos de Asmodeus. El pequeño reptiliano va sacando las pertenencias y arrojandolas a la mesa más próxima.

Todos se llevan sorpresa al ver que no tienen equipo de viaje, más que los 3 caballos que dejaron afuera con sus correspondientes monturas. Yavipho estaba a varios días de cualquier lugar civilizado, llegar allí sin equipo de viaje era imposible. A la vez es muy improbable que estos sujetos pudiesen vivir libremente en el pueblo gnomo. 

Exacto, sólo tirás el daño. Y dada la situación de que en pocos segundos se despiertan es que te hago hacer coup de grace, sino, los matas de una....

Resoplé aliviado al ver que el sujeto finalmente caía ante el ataque de Zenda, guardé nuevamente el pergamino, mientras rápidamente hacia un nuevo movimiento y susurraba unas leves e inentendibles palabras, inmediatamente desplegué mis manos al hacia los sujetos y hacia los objetos que sacaba Kosj, entonces observé con complicidad al Kobold ante las palabras que profesaba, era muy cierto aquello, estos sujetos son fanáticos y me repugnan sobremanera los esclavistas, odio admitirlo, pero tambien le temo a la esclavitud y preferiría morir antes de experimentar algo así nuevamente.

-Nuestro amigo escamoso tiene razón....- Agregué a la animosa conversación - Estos sujetos son esclavistas...- Escupí la palabra con clara repugnancia - No se que quieren en este lugar, pero de lo que estoy seguro es que carecen de sentimientos como compasión o piedad, debemos averiguar que hacen en este lugar... además si no traen equipo es muy probable que se esten hospedando en algun lugar del pueblo... y no sabemos si solo venían estos 3 o vienen mas, debo admitir que lo que ha pasado hoy en este lugar nos pone a todos de una u otra manera en una posición que no debemos pasar por alto, y ya que todos estamos metidos en esto, creo firmemente que todos debemos continuar hasta el final.....- Observé a todos con una mirada seria - Estos sujetos no se quedarán de brazos cruzados cuando sepan lo que le hicimos a 3 de sus miembros, no, no lo creo.....- Mi mirada paso de ser seria a dubitativa, realmente ¿Que hacían estos mugres esclavistas en Yavipho?. 

Entonces Twinky se acercó rápidamente con un ágil batir de sus pequeñas alas a la mesa donde estaban los grilletes, mientras comenzaba a manipular uno de estos con sus pequeñas garras.

Detectás magia sólo en los amuletos que poseen el símbolo de Asmodeu. 

Tu compañero volador encuentra que los grilletes son normales, están abiertos pero no tienen llaves. 

Kos apuñala con saña al inconsciente. Marcus no tiene muy claro que hacer. No le gusta matar a gente indefensa, pero un seguidor del dios de la tiranía. Sin duda el mundo será mejor con un fanatico menos.

Marcus duda de si meterse entre Zenda y Kos. No es la primera vez que se ve en medio de una discursion y no quiere recibir ni una daga en sus costillas ni un sablazo. - Chicos, creo que sería interesante tener un prisionero al que poder preguntarle de que va esto. Puede parecer que simplemente buscaban más esclavos, pero el hecho de que fueran directamente a por nosotros me mosquea un poco. ¿Alguien puede ponerle esos grilletes al dormilón?

Zenda se queda de rodillas en el charco de sangre y grasa, escuchando las palabras cargadas de odio del kóbold y el gnomo. Se pregunta si ambos han sido esclavos en algún momento de sus vidas. Recuerda a los esclavos de la casa familiar, especialmente a la diminuta Siri, que fue casi su segunda madre. Recuerda los mercados de esclavos de Katheer y Sothis, y las hileras de hombres y mujeres, adultos y niños, de toda especie y raza, encadenados de pies y manos, desnudos a la vista de la multitud, como piezas de cordero en el puesto del carnicero. Recuerda las jaulas, cargadas de personas apelotonados durante semanas sobre sus propios excrementos. Recuerda la derrotada expresión de sus rostros.

Si realmente son esclavistas, no merecen vivir. Pero acabar con alguien en ese estado, es algo que ella no es capaz de hacer. Y, piensa, espero no ser capaz de hacerlo, no tener que hacerlo, nunca.

—No... No voy a echar de menos a esta escoria, y no dudaría en matarlos a todos si, como ese imbécil — dice Zenda, señalando al cádaver de rostro destrozado —, hubieran aguantado mi hechizo. Pero me incomoda el asesinato, sea o no razonable, sea quien sea el objetivo.  

Sea como fuere, el individuo sigue respirando. Zenda le da la vuelta, y le pone sus propias esposas con los brazos a la espalda.

Se pone en pie, y lanza de nuevo el hechizo prestidigitación, que utiliza para eliminar la sangre de sus ropas y su cimitarra. Sonríe a Marcus, y vuelve a hablar:

—Gracias por lo de antes, Marcus. Te debo un desayuno— dice, colocando la mano sobre el hombro del hombre. Después, se da la vuelta y mira alternativamente a los tres—. Ese tipo sigue vivo. Haced lo que queráis con él. Voy a avisar a Tholkar. Quizás sepa algo sobre estos hombres, o nos pueda poner en contacto con alguien que nos pueda ayudar.

Con los ojos un tanto abiertos por la sorpresa señale con el dedo los amuletos.... - Dejad los amuletos a parte, son mágicos...- Entonces me acerqué a ellos y me concentré para descifrar que tipo de magia tenían.