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Investiga la leyenda II - El Ojáncanu

El Ojáncanu

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22/06/2017, 18:57
Fausto Godoy

Fausto cogió la llave.

– Gracias. Dejaré mi equipaje y saldré ahora mismo. Me gustaría conocer a la señora Aurora, ¿sabría decirme dónde puedo encontrarla?

Conocer a la abuela y ver la vivienda y la habitación de Luis era el obvio primer paso.

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23/06/2017, 18:50
Equidna - Narradora

Arturo asintió y te entregó todo. Luego te guió por las escaleras hasta tu habitación. Una vez delante, te dejó sólo.

Entraste para dejar tus cosas. La habitación, sin lujos, era acogedora. Los muebles de pino, similares a los de la noche anterior. El baño, pequeño, tenía una ducha. En general todo parecía bastante nuevo y poco usado, casi como si lo estrenases.

Una vez guardadas tus cosas, bajaste y Arturo te indicó como llegar a la casa de la abuela del fallecido
-No tiene pérdida, no es un pueblo lo suficientemente grande- fue la frase que completó su explicación. A vuestra espalda, una risa pareció premiar la frase, aunque Arturo no parecía haber querido hacer ningún chiste.

No tardaste demasiado en llegar, apenas un par de minutos. La casa, de piedra encalada, no se veía muy grande desde fuera. Tenía una puerta azul a la que llamaste. A ambos lados las hortensias crecían en enormes matas. Te fijaste en que era algo común en las casa de alrededor.

Una mujer mayor te abrió. Pero cuando te presentaste, sólo te pidió que la siguieras. Al final del pasillo, sentada en un sillón, una mujer mayor, de pelo blanco, permanecía encogida y con los hombros hacia abajo con la mirada triste.

-Ella es Aurora-

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23/06/2017, 18:51
Aurora

Levanto la mirada para ver quién ha llegado. Un hombre joven aparece en el umbral.

-¿Y este quién es?- pregunto antes de que nadie tenga tiempo de decirme que es policía.

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26/06/2017, 22:07
Fausto Godoy

– Fausto Godoy, señora Serrano. Buenos días.

Aquel siempre era un momento delicado. El acercarse a la familia de un fallecido y pedirles que hablaran de cosas demasiado cercanas y dolorosas. Especialmente, en casos como el de Luis, caso policial. El de Luis no era el caso de un triste fallecimiento tras una larga enfermedad, y tampoco era una persona mayor. Era un niño, y nada hay más doloroso para la familia que hablar de un hijo fallecido.

La delicadeza era primordial. Se agachó un poco para quedar a la altura de la mujer.

– Señora Serrano, soy de la policía. Vengo a hablar de su nieto. No tardaremos mucho, no la molestaré.

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28/06/2017, 20:05
Aurora

Observo los ojos del hombre. No parece  mala gente pero es que yo tengo tan pocas ganas de seguir hablando de esto... "Lo que de verdad querría sería morirme ya mismo"

-Dicen que enterrar un hijo es antinatura. ¿Qué es entonces enterrar un nieto?- le pregunto, de manera retórica y con amargura -¿Sabe lo peor? Me lo mandaron porque no iba por el buen camino, sus padres tenían miedo que le pasara algo malo allí. Decían que el pueblo era más tranquilo, que sin las distracciones de la ciudad...- No puedo evitarlo y me echo a llorar de nuevo. No sé como aún me quedan lágrimas. Saco un pañuelo de la manga y me sueno

-Pregunte lo que quiera. Seguramente ya se lo habré contado a sus compañeros pero no me importa repetirlo. Mayor tendría que ser mi castigo...-

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29/06/2017, 10:14
Fausto Godoy

...tenían miedo de que le pasara algo malo allí...

Aquello coincidía con sus sospechas. El chico dejó atrás Barcelona y el tipo de vida que llevara allí. Pero era posible que los problemas le hubieran perseguido hasta Cantabria. Aunque los datos del teléfono no indicaban ningún movimiento, esa era la única pista que, de momento, indicaba algún tipo de conflicto.

– Su nieto era de Barcelona, ¿verdad? ¿Por qué se vino a vivir con usted? Me sorprende que me diga que no iba por buen camino. Parece buen chico.

En realidad, Fausto no sabía si era buen chico. Pero a una abuela no se le puede decir lo contrario, y menos en un momento así. Parecía que Luis era huidizo, solitario. Era extraño que no mantuviera actividad online o telefónica. No parecía tener amigos de su edad, o al menos amigos con los que se relacionara por teléfono. Algo muy raro hoy. ¿Dónde estudiaba? Quizá hubiera que conocer su instituto. Suele pasar que la familia desconozca por completo la «segunda vida» de los adolescentes. Una cara en casa, otra fuera.

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30/06/2017, 19:54
Aurora

-Si, Sete era un buen chico... La familia y los amigos le llamábamos Sete ¿sabe? El caso es que hace varios años estaba más rellenito, se metían con él en las clases y no tenía muchos amigos. De la noche a la mañana eso cambió. Conoció... o hicieron por conocerle, vaya a saber... a un grupo y se empezó a juntar con ellos. Resulta que les hacía recados. ¡Recados! ¡Pandilla de malnacidos! Querían que mi Sete les llevase las drogas o lo que fuera, de un sitio a otro. Sete tenía pinta de buen chaval y la poli no le iba a preguntar a él. Pero nuestro Sete pensó que eran amigos de verdad y empezó a idolatrarlos. Quería ser como ellos. Se apuntó a un gimnasio y empezo a bajar de peso. Se puso pendientes... ¡Si hasta se quería hacer un tatuaje! Para entonces esos delincuentes ya no querían nada con él, ya tenía casi la misma pinta de matón que ellos. Así que le dieron de lado. El chaval, triste, le contó a su madre todo lo que había ocurrido y los padres decidieron que se viniese una temporada. Así, si en algún momento esos desgraciados se arrepentían e intentaban que les hiciera un trabajo, no podrían localizarle. La idea era que pasara aquí el tiempo que le faltaba hasta ir a la Universidad. Aquí le costó adaptarse al principio pero luego se empezó a juntar con Juan, el mayor de la Mari y con Rober el de Pedro. Ahora casi siempre andaban juntos los tres. Habían hecho buenas migas y como son buenos chavales, Sete no había vuelto a tener problemas-

Me acuerdo de la habitación. Los otros policías no tuvieron interés en verla, quizás este si

-¿Quiere ver su cuarto?-

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04/07/2017, 14:44
Fausto Godoy

Fausto tomaba nota lo que indicaba la señora. Edulcorada o no (una abuela nunca diría nada agrio de su nieto), esa era la historia de miles de chavales que se metían en malas compañías. Por suerte para Luis, sus padres habían conseguido separarlo del mal camino antes de que este llegara a un destino fatal como la cárcel o la adicción. Lo que señalaba la abuela también tenía sentido en el sentido de la pérdida de amistades: aquellos amigos no eran sinceros ni íntimos, y dejaron de llamar a Luis en cuanto dejó de serles útil.

La falta de actividad por parte de él quizá significara que era un chico «especial», sensible, solitario... o que tenía otro teléfono móvil para sus cosas, uno que sus padres no conocían por motivos obvios. Se lo habrían quitado. Pero, en realidad, Fausto dudaba de esto. De haber tenido un teléfono alternativo, lo habría llevado encima cuando iba de paseo y estaría entre las pruebas.

Anotó los nombres de los nuevos amigos de Luis, Juan y Pedro. Con ellos no parecía haber contacto telefónico ni falta que hacía. Si eran colegas de la zona, bastaba con reunirse en los sitios de siempre o irse a buscar al otro lado de la calle. No había mucho entretenimiento para los chavales en aquel paraje, y seguramente no les habría calado tan hondo la angustia tecnológica que sí tienen los chicos en la ciudad.

Por supuesto, me gustaría mucho ver su cuarto –los otros policías no quisieron ver el cuarto porque habían cerrado el caso antes de tiempo, dando por hecho que era un accidente. Quizá sí que era necesario otro par de ojos que viera el caso desde otra perspectiva.

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07/07/2017, 22:31
Aurora

Le acompaño hasta el piso de arriba subiendo despacio las escaleras. Las puñeteras rodillas no tienen en cuenta mi pena y se empeñan en recordarme, mientras subo por la escalera, que existe el dolor físico además del dolor del alma.

Abro la puerta y le muestro la habitación 

-Supongo que no es gran cosa ¿no? Yo es que no entiendo mucho de esto ¿sabe? Y él, cuando llegó, casi no hablaba. Y luego, cuando ya estuvo mejor... pues tampoco volvimos a hablar del tema de la habitación.-

Le abro el armario y los cajones, para que vea que puede mirar donde quiera. Señalo el ordenador encima de la mesa -Eso no sé ni abrirlo, así que tendrá que hacerlo usted. Si quiere, le dejo aquí para que pueda revisar tranquilamente lo que quiera con calma.-

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08/07/2017, 14:12
Fausto Godoy

– Se lo agradezco, doña Aurora. Echaré un vistazo y enseguida bajo con usted. No se preocupe, no desordenaré nada.

Ya hablaría con ella luego de ciertos detalles del día trágico. Antes de eso, era buena idea inspeccionar el dormitorio de Luis por si había algo de interés por lo que quisiera preguntarle luego a la pobre abuela.

La habitación era extremadamente sencilla y sobria, con mobiliario de estilo rústico pero, sin embargo, con un toque estiloso, moderno y con buen gusto. Los colores estaban elegidos para combinar y las paredes estaban pintadas con uno que llamaba la atención en el ambiente reservado y tradicional de una aldea como La Lastra. Al menos, eso le parecía a Fausto. Él había esperado una habitación mucho más clásica, en el sentido de paredes blancas, beige o crema, o incluso con un viejo papel pintado. Y también esperaba una habitación mucho más juvenil, en el sentido de plagada de detalles que denotaran los gustos de un adolescente: pósteres en las paredes, chorradas de plástico por doquier y desorden, mucho desorden.

Los adolescentes se las arreglan para darle una pátina caótica a sus dormitorios, una especie de intento de darle personalidad propia a las paredes anticuadas y al mobiliario que ellos no habrían elegido para sí mismos. También era común la mezcla. Los juguetes de la infancia que habían sobrevivido al torbellino de «ya soy mayor y esta chorrada la tiro» compartían espacio con CDs, pósteres y carteles de grupos radicales y conciertos. También videojuegos fuera de sus cajas, o amontonados de cualquier manera. Cómics de gente que se pega bofetadas. Merchandising de su estrella favorita. Ahora con internet ya no tanto, pero no era raro encontrar revistas guarras si era la habitación de un chico. Si era de una chica, varias SuperPop o similares, revistas que enseñan a «ser mujer», modernas y horteramente chic. La papelera siempre estaba a rebosar, sobre todo de bolas de papel y clínex que en algún momento fueron usados delante del monitor. En la habitación de las adolescentes, envoltorios de antiguos tampones y compresas. En el lapicero hay siete bolígrafos sin tinta y varias ceras sucias. En el cajón del escritorio, cachivaches de todo tipo, el cargador del móvil, colores, viejas gomas de borrar y, si toca, rimel rosa chicle y laca de uñas con purpurina. El armario era un remolino de ropa. Y, como en el caso de los juguetes, se conservaban prendas que nunca más volverían a usarse, pero que gustaban apasionadamente hacía solo un par de años antes; y se mezclaban con los imprescindibles de aquella temporada.

Pero no había nada de eso allí. La habitación estaba impecable, ordenada hasta lo monacal. A pesar del innegable buen gusto en la elección de los elementos y los colores, era una habitación sobria, casi que desesperadamente de postal. Una habitación de catálogo, sin alma. ¿Habría ordenado doña Aurora tras la muerte del chico? De ser así, ¿qué pruebas podrían haberse destruido irremediablemente?

Fausto sacó su bolígrafo y con él pulsó el botón de encendido del ordenador. Mientras este cargaba, se dispuso a inspeccionar ese frío cuarto.

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09/07/2017, 21:11
Equidna - Narradora

Efectivamente esa habitación estaba inmaculada. Nada desordenado ni fuera de lugar.

Mientras el ordenador arrancaba abriste el armario y los cajones. En el armario, salvo ropa, no encontraste nada especial. En los cajones estaba el cargador del móvil, algo de dinero y una caja de preservativos escondida al fondo, sin empezar.

Te centraste en el ordenador. Tenía conexión a internet. Eso sí, por cable.

Era evidente que el chico sabía que la abuela no iba a mirar ahí porque había varias carpetas interesantes en el escritorio. Una se llamaba "Personal" pero al abrirla encontraste unos cuantos videos porno. Afortunadamente, los cascos seguían enchufados al ordenador y la reproducción no hizo que las ancianas mujeres de abajo tuviesen que subir a ver qué ocurría. Los videos no parecían muy raros, dado lo que se puede encontrar por ahí. Nada de zoofilia, por ejemplo. Todo mujeres, con hombres u otras mujeres y todas atractivas según los estandares.

En otra carpeta encontraste algo más interesante. Era información sobre el Ojáncanu. El chico debía haber estado buscando por Internet. También había "recortes" de las noticias de los últimos fallecimientos. Aunque esas noticias eran pobres en información, probablemente los periodistas no habían encontrado más. Los informes que tú tenías, siendo muy escasos, eran más completos.

Los accesos directos a Facebook y Twitter no te pidieron clave. El perfil del chico tenía actividad aunque nada muy interesante. Su grupo de "amigos/seguidores" era pequeño y todos parecían ser del instituto de La Serna, un pueblo que te sonaba haber visto en el mapa de la zona. Unos cuantos "Me gusta" en varias publicaciones con memes y artículos sobre política eran la actividad principal del chico.

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10/07/2017, 20:58
Fausto Godoy

Luis era un chaval aburrido en todos los sentidos. Pero sí había algo muy curioso: se había interesado por el ojáncanu aquel. Aquel ser de los bosques por el que el director adjunto veía necesario revisar aquellos casos. Y lo más curioso es que parecía que Luis había relacionado, por algún motivo, las muertes con aquella criatura.

Fausto frunció el ceño y arrugó la nariz.

...extraño...

Muy extraño. Uno puede interesarse por la mitología local. Ok. Pero pasar de eso a ver una relación con ciertas muertes era un paso muy grande. Luis lo había dado, y había muerto en las mismas circunstancias.

...¿cómo?... ¿cómo llegó a esa conclusión?...

Luis no era de la comarca. Era un chico de ciudad. Si había llegado a conocer la existencia del ojáncanu sería porque habría oído hablar de él a los lugareños. Y si encima había relacionado las muertes con ese duende o lo que fuera, es que se lo habría escuchado a alguien. No tenía la edad suficiente para saber, sin más, que por aquellos parajes habían muerto otros en el pasado. Debía haberlo oído mencionar a alguien.

...es decir, por aquí la gente, o algunos, creen que la culpa es del ojáncanu...

Una ridiculez, por supuesto. Las muertes violentas registradas tenían toda la pinta de ser una agresión convencional. Un hombre muy corpulento, brutal, sádico incluso. Quizá, solo quizá...

...quizá los más interesados en desviar la atención de la verdad sean los que hablan del ojáncanu...

Se pasó la lengua por los labios.

... pero ni eso hace falta... la policía cerró los casos y de ninguna manera se menciona nada esotérico en ningún informe... porque no lo hay...

En cualquier caso...

... de todas formas, en los pueblos son así... quizá alguien vea necesario echar balones fuera...

O simplemente fueran habladurías del rural. Nada más. Igual que las viejas en Galicia hablan de la Santa Compaña. Así de sencillo.

Se echó adelante y agarró el ratón. Hasta ese momento no sabía nada de nada del tal ojáncanu. Era hora de leer un poco sobre eso. Si tenía que hablar con los lugareños de aquello, sería mejor hacerlo sabiendo de qué iba la cosa.

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11/07/2017, 08:11
Equidna - Narradora

La carpeta, además de los "recortes" con las noticias, contiene bastantes imágenes y enlaces directos a webs con información.

       

Las imágenes te parecieron muy similares entre si, alguien parecido a un gigante, con un solo ojo y, en cierta forma, cometiendo algún acto relativamente salvaje.

Los enlaces corresponden a información sobre la misma bestia en la Wikipedia, blogs e incluso foros de internet.

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13/07/2017, 17:36
Fausto Godoy

El ojáncanu era una criatura malvada pero, en cualquier caso, era una criatura fantástica. Fausto leyó por encima los enlaces que había en el ordenador y desistió rápido. No era material relevante en sí mismo. Pero sí podría ser relevante que apareciera allí, porque que un chaval se interesara por cosas fantásticas era normal, pero que se relacionara con su caso de esa manera era algo más curioso. No estrictamente una anomalía ni un indicador de nada, pero sí curioso. Quizá oyera hablar del ojáncanu a los lugareños, que de algún modo lo asocian a las otras muertes. Que lo creyeran de verdad o no estaba por ver. De momento, lo único cierto es que Luis había sido agredido por un hombre corpulento. Lo que había que descubrir era quién es y dónde está.

Echó un último vistazo a la habitación mientras el ordenador se apagaba, sin tocar nada. No parecia haber nada que sacar ahí. Bajó a reunirse con la señora.

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15/07/2017, 16:08
Equidna - Narradora

Sin nada más que te llame la atención de la habitación, saliste para volver al piso de abajo.

Aurora, la abuela del muchacho fallecido, estaba en el mismo cuarto de antes, acompañada por las mismas dos mujeres. En la mesa había ahora una cafetera con varias tazas, leche y un azucarero.

-Perdone, no sé si prefiere tomar alguna otra cosa. Quedan en la nevera un par de cocas de esas rojas que Sete compraba y tengo hielo, si es que lo prefiere al café.- te ofrece amable y algo más receptiva que cuando has llegado. Está claro que le ha gustado que tuvieras interés.

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22/07/2017, 21:25
Fausto Godoy

– ¡Oh! Vaya, muy amable, gracias. Café, tomaré café, por favor.

Fausto esperó pacientemente a que la mujer se lo sirviera. Estaba en su casa y había que seguir sus ritmos. El asunto era delicado y aquella señora era, en realidad, el único contacto de Luis con el mundo. Le habían dado la responsabilidad de cuidar de un niño y ahora tenía que soportar la terrible carga de su muerte.

– He visto que Luis era un chico muy ordenado. Un dormitorio muy ordenado y con buen gusto, la verdad. Impecable. ¿Lo ha limpiado usted? Luis también parece un chico inteligente, que se interesa por cosas curiosas. El ojáncanu, por ejemplo, parece que era algo que le llamaba la atención. ¿No es cierto? ¿Qué es exactamente el ojáncanu, doña Aurora? No estoy familiarizado, la verdad.

A Fausto el ojáncanu le interesaba bastante poco. Lo que se escondía allí era un asesino, probablemente de la misma comarca. Pero para acercarse a él, o ella, tendría que hablar con los lugareños. El primer contacto era la señora Serrano, a la que habría que acercarse hablando directamente de Luis. Había que hacerlo usando los intereses del mismo Luis, sus temas, obsesiones... aquello que pudiera valer de conversación con la abuela. Pero Luis no parecía alguien fácil de comprender o, al menos, alguien que tuviera temas de los que hablar. El ojáncanu parecía ser lo único a lo que Fausto se podía agarrar, del mismo modo que era, aparentemente, lo único con lo que Luis se agarraba al mundo real.

Aparte de culos y tetas, obviamente. Pero el porno no era un tema del que hablar con una abuela.

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25/07/2017, 12:48
Aurora

Le sirvo despacio, intentando no derramar nada, aunque con mi pulso cada vez es más complicado. Pero al final lo consigo. Empujo la taza hacia él y me vuelvo a sentar
-¡Uy, ordenado!- me da un poco la risa -No, hombre, no. ¿Qué iba a ser ordenado? Tenía siempre su ropa tirada por todas partes. Pero yo se la recogía, claro. ¿Qué tengo mejor que hacer? Y cuando los otros policías me dijeron que no vendrían a verlo, pues lo recogí por última vez y ahora tengo ahí las cosas. Esperando a que vengan mis hijos a buscarlas-
Me vuelve la pena y se me hace un agujero hondo en el corazón. Pero este señor me distrae de la pena preguntando algo que no me espero
-¡Uy, madre! ¿El ojáncanu? Es verdad que Sete me preguntó un par de veces... ¿qué es? Bueno es cuentico de aquí ¿sabe? Se le cuenta a los niños para que no vayan al monte solos, para que no les pase nada-

Entonces, María me interrumpe de golpe. "¡Ay madre! para qué habrá sacado este hombre este tema..."

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25/07/2017, 12:49
Equidna - Narradora

-¡¡Eso es!! Eso digo yo ¿sabe usted? Que tiene que haber sido el Ojancanu. ¡Pero si cada poco lo hace! Que ya está bien de las cosas esas modernas de investigar, que seguro que en las ciudades funcionan pero aquí distraen ¿sabe lo que le digo? distraen- La mujer de abundantes carnes ha arrastrado su silla hasta ti y su boca bombardea, más que habla

La anciana delgada, que sigue al lado de Aurora, intenta inutilmente reprimirla
-María, déjalo mujer, que este señor va a pesar que los de pueblo somos tontos ¿cómo se te ocurre decirle esas cosas?-

María niega enérgica y continua
-Usted investíguelo, hágame caso, que la gente de aquí sabe de qué habla. Bueno, los jóvenes no porque están atontaos con los móviles y los intesnes esos. Que cuando yo era jóven, bien que sabíamos todos que no se podía andar por el monte y esas cosas sólo le pasaban a los de fuera. Pero ahora no, ¡no señor!, que son todos muy listos ¿sabe? y no quieren aprender las cosas importantes del pueblo. ¡Que no se puede subir al monte! Anda que no me lo decían a mí de pequeña. Y a estas también ¿eh? A todos. Que allí estaba el Ojáncanu esperando para hacer daño a las personas. Porque es malo ¿sabe? malo de verdad, malo de hacer daño-

Se calla de golpe y, un poco más bajo, como no queriendo reconocerlo, dice
-Aunque yo no le puedo decir más porque nunca lo he visto. No creo que lo haya visto nadie que siga vivo-

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26/07/2017, 17:44
Fausto Godoy

...mierda...

La abuela no había perdido el tiempo. No estaba ni enterrado el chaval y ella ya había pasado por el dormitorio como un ciclón. Típico de abuelas. ¿Habría tirado algo de interés? ¿Habría estropeado pruebas vitales? Eso le interesó más que el tema del ojáncanu, al que volvería luego.

– Doña Aurora, dice usted que recogió el dormitorio. ¿Ha tirado algo? ¿Qué es lo que deben recoger los padres de Luis? ¿Se refiere a lo que he visto arriba? ¿O hay algo más?

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02/08/2017, 10:59
Aurora

-¡Uy, no, hijo! Yo no me atrevo a tirar nada de la habitación de Sete que yo no sé qué cosas valen y qué cosas no...- Me acuerdo que Sete ya no está... Ahora ya igual no vale nada -No, no he tirado nada. Sólo he doblado las cosas y las he guardado en los cajones o el armario- le digo con pena infinita -Sí, sus padres vendrán a por su ropa,el ordenador... todas esas cosas que están en su habitación. Pero no sé cuándo. Están destrozados y recoger esas cosas será duro. Leshe dicho que no hay prisa, que vengan cuando quieran. Si fuese ellos, igual no vendría jamás-

Lo digo pero sé que es falso. Eso es lo que, como madre, creo que deben hacer para evitar el dolor. Pero yo soy de otra época, de cuando te enseñaban que la vida es sufrimiento y un valle de lágrimas. Yo me habría deshecho de todo el mismo día.