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Investiga la leyenda II - El Ojáncanu

El Ojáncanu

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19/10/2017, 23:45
Fausto Godoy

Así, sí. Al panadero se le bajaron los humos ante la autoridad. Fausto asentía, escuchando y tomando notas. Revisó el cuaderno, leyó y tomó algunas notas más.

– Bien, muchas gracias.

Le devolvió la libreta al panadero. Antes se había puesto farruco y, sobre todo, muy a la defensiva. Había reaccionado con exceso cuando mencionó el barranco. También negaba conocer a Luis. Podría ser cierto, por supuesto, pero su trabajo era hurgar. Respecto a lo primero, la reacción de negación podría deberse a otra cosa. A algo tan sencillo como, por ejemplo, que en esa zona se follara a una de las vecinas a escondidas. Por decir algo. O que tuviera bien guardadito un alijo de coca o hachís. Hay muchos motivos por los que alguien querría echar balones fuera, no solo el asesinato de un adolescente.

– Señor Pérez, dice usted que no conoció a Luis. Pero imagino que conoce a doña Aurora. Se habrá enterado de su desgracia. ¿Qué opina del asunto? Tengo entendido que no es la primera vez que alguien acaba mal por aquí.

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22/10/2017, 00:57
Equidna - Narradora

Notas como el panadero vuelve a enfadarse. Sabes que está haciendo todo lo que puede por controlar la ira, pero a tus ojos, entrenados en fijarse en los detalles de los sospechosos, está fallando.

-Mire, yo no sé nada de lo del chaval y me tengo que ir ¿vale? Lo siento por Doña Aurora. Y sí, sé que han existido más casos pero, quizás es que la gente no debería ir al monte y punto. Que no sé a qué cojones tiene nadie que subir allí y más si saben que pasan cosas-

Has notado varias cosas en lo que acaba de decir. Por un lado miente porque o sí sabe algo o no lo siente por Aurora. Pero algo te dice que no está contando la verdad. Lo otro que notas es rencor, como si le molestara que la gente hiciera lo que no debe o como si pensase que aquellas personas se merecían lo que les pasó.

-Mire, en serio, ya le he dicho todo lo que sé. Deténgame o déjeme tranquilo. Tengo que seguir con lo mío ¿sabe? A algunos no nos paga Papá-Estado por estar de cháchara todo el día-

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23/10/2017, 22:28
Fausto Godoy

Fausto no podía ir mucho más lejos sin un motivo claro, pero evidentemente aquel hombre ocultaba algo. ¿Qué era y con qué objetivo? Nada fácil de determinar sin más pistas.

El panadero estaba al borde del colapso y eso era extraño de por sí. Simplemente no quería dedicarle ni un minuto a la policía y eso era raro. Más que nada porque perder cinco minutos charlando no iba a alterar en lo más mínimo ni su ruta ni sus horarios.

Si quería escabullirse era porque ocultaba algo. Y Fausto se veía obligado a dejarle ir, porque obviamente no le podía decir que mentía. Sin embargo, sí podía lanzar una última pregunta.

– No le entretengo más. Solo una pregunta. ¿A qué se refiere con que «pasan cosas»?

Pasar pasan cosas siempre en todos sitios. En el campo también. Pero nadie lo menciona si no es porque se refiere a circunstancias especiales. Ahora bien, ¿cuáles?

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26/10/2017, 20:41
Equidna - Narradora

Te mira extrañado al principio y luego un poco preocupado, como si pensara que había hablado de más

-Cosas... a la gente. Gente que muere. Pero usted ya lo sabía ¿no? Vamos que no es secreto y que usted es policía- su gesto es como arrepentido por haber hablado de más, como preocupado por si te hubiese dicho algo que no supieras -¡Venga, hombre! Seguro que tiene archivos y cosas de esas que ha mirado-

Luego, con una exclamación mal sonante entre dientes, se despide con prisa, cerrando las puertas de la furgoneta. Te da tiempo a salir de la carretera y subir a la acera, antes de que arranque.

Mientras observas la furgoneta alejarse, tu teléfono suena. Es Sandra. Quizás podrias cogerlo o dejarlo sonar e ir a hacer alguna investigación más, por ejemplo preguntando al otro chico. Seguro que no le importa, sabe cómo es tu trabajo y está acostumbrada. ¿O no?

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30/10/2017, 23:18
Fausto Godoy

Aquel hombre ocultaba algo, sin duda. Fausto lo supo pero no podía ir más allá. De momento. Tenía que tirar del hilo y conseguir pruebas que pusieran a ese hombre en contexto y en escenario. Fausto no tenía claro en qué obra teatral actuaba el panadero, pero estaba claro que, fuera la que fuera, sabía algo que le ponía muy nervioso.

Las pruebas hablarían, como siempre. Ellas dirían qué tenía que ver el panadero en todo aquello. Pero primero tendría que encontrarlas.

Vio alejarse a la furgoneta.

...mejor no te alejes mucho, hijo de puta...

Quería hablar con el otro amigo de Luis, pero entonces sonó el teléfono. Se quedó mirando la pantalla unos segundos, sopesando si convenía cogerlo o no. Aunque quizá lo que sopesaba era si tenía ganas o no de charlar con ella.

... no me montes un pollo ahora, por favor... una charla normal...

— Hola, cielo. ¿Qué tal?

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01/11/2017, 17:25
Equidna - Narradora

-Hola ¿Qué tal te va?- Sandra suena triste -Es que me estaba acordando de ti y me apetecía charlar un rato ¿Te pillo en mal momento? Sí, seguro que te pillo mal... perdona, soy una tonta, no tenía que haberte llamado, pero es que me apetecía tanto hablar contigo...-

Escuchas como, al otro lado del teléfono, Sandra se suena entre lagrimas. Seguro que tiene un bajón hormonal por las pastillas esas que se ha empeñado en tomar para ver si se queda embarazada.

Cuando termina la conversación de teléfono, como casi siempre, no sabes si te ha aportado algo o no. Que extrañas son las cosas de pareja.

Cuando terminaste la conversación te dirigiste hasta la casa del otro amigo del chico fallecido. Al igual que en la ocasión anterior la madre te recibió e hizo bajar al chico de su cuarto. Esta vez no te ofrecieron café ni ninguna otra cosa y, además, tanto el padre como la madre estuvieron presentes en todo momento.

La conversación no parecía aportarte  más de lo que te había contado el chico anterior. Coincidían en su información sobre el fallecido y también en sus coartadas. Quizás pudieras plantear alguna pregunta diferente o tirar la toalla con este chaval y pasar al siguiente punto a investigar.

Mientras sopesas tus alternativas ves, por la ventana, como comienza a oscurecer fuera mientras se encienden las farolas. 

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07/11/2017, 19:50
Fausto Godoy

Fausto repitió la entrevista con el otro amigo de Luis, pero simplemente se limitó a constatar que las versiones coincidían. Lo confirmó de lejos, casi escuchando un eco mientras la cabeza transitaba entre Sandra y el panadero.

Ella estaba frágil, era comprensible. Fuera por la medicación aquella o por la situación personal de ambos, o las dos cosas, se le notaba inestable. ¿Se le notaría a él algo parecido? Mientras la familia respondía a las preguntas como un eco lejano, él pensaba si el mero hecho de preguntarse si se le notaba la distancia ya era un signo de distanciamiento. Sin duda debía volver a llamarla más tarde para charlar con calma. De lo que fuera. De pronto lo echó de menos. Charlar por charlar, por el gusto de oírse mutuamente y compartir esas banalidades que, de pronto, se convierten en las cosas más importantes del mundo. Por ser de ella y de él. Charlar como antes. Volver a intimar.

Pero en ese momento tenía que esforzarse por dejar fuera esos pensamientos y centrarse en el caso. Durante una milésima de segundo se enfadó por Sandra porque su llamada le había hecho divagar y en la milésima siguiente se sintió un miserable por pensar así. Todo era confuso.

... mierda todo...

— Entiendo. Sí, es más o menos lo que tenía entendido —dijo, arbitrariamente. Era una frase comodín cuando ya sabía de qué le estaban hablando. Ese chico no era muy diferente del amigo anterior y lo que contó tampoco. Todo encajaba y no había sitio para fisuras remarcables. La preocupación de los chavales parecía sincera.

La de Fausto también lo era. Descartada temporalmente la opción de un crimen entre amigos, quedaba mirar afuera, lo que había sospechado desde el principio. Y el panadero estaba en primera línea de reconocimiento. Pero preguntar sobre él sin levantar la liebre era complicado. Ese pueblo era pequeño y todo se sabría. Si el policía empezaba a fijarse demasiado en alguien, se acabó la discreción y esa persona pondría una barrera en torno a sí.

Tanteó de perfil, sin disparar al centro.

— Sé que ha habido varios casos trágicos en esta zona. Gente que se accidenta, ya la hubo hace años... también agresiones. ¿Creen ustedes que es una zona peligrosa? ¿Tan arriesgado es subir al monte? Tendré que subir a echar un vistazo, pero después de lo que me cuenta la gente del pueblo no sé si debería ir con un guía. Caminar entre barrancos no es lo mío. ¿A quién me recomendarían, aparte de a los forestales?

... ¿quién coño frecuenta ese maldito barranco?...

— Por cierto, he estado hablando con el panadero. Él me sugirió que buscara un guía —mintió—. Pensé que se estaba ofreciendo, pero la verdad es que me pareció un hombre bastante antipático, ¿no? Grosero, diría yo.

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10/11/2017, 20:22
Equidna - Narradora

El padre del chico se rascó la cabeza mientras contestaba

-Hombre... difícil, difícil, no es que sea. A ver, que no se puede ir al monte con la cabeza en las nubes ¿eh? Que esto no es ciudad, que no tienes un semáforo en rojo por donde no puedes pasar. Pero, vamos, que cualquiera con varios dedos de frente puede ir al monte. Lo que no se puede es ir de noche por que, claro, pasa lo que pasa, que la gente acaba despeñada. Hasta donde yo sé, todo los que han muerto allí, fue por andar por esos lugares por la noche, ¡que hay que ser más tonto que Mundo el de Perines para hacer algo así!-

El chico se revuelve, cabreado contra su padre -¡Sete no era tonto, joder!-

Y el padre y el hijo comienzan una semidiscusión sobre la falta de respeto a los amigos del chaval y la falta de respeto por usar tacos al hablar con su padre.

Mientras, la mujer, que lleva un rato con cara de estar dándole vueltas a algo, te comenta asombrada

-¿Ha dicho que el panadero se ha ofrecido a llevarle? ¿En serio?- Es tal su sorpresa, que no puedes evitar preguntarle porqué le resulta tan sorprendente 

-Bueno...- comenta ella -No es un hombre muy sociable ¿sabe? Su vida no fue fácil, por lo visto, y el tipo salió... raro. Mi madre me contaba que los padres le pegaban o algo. Bueno, que no eran sus padres, que era adoptado. Y, pues no sé, que el hombre pues es raro, vaya. Tenían aquí una panadería y una casa. El panadero ya no la usa, pero sigue siendo suya. Pero, en cuanto los padres murieron, se fue a vivir a otro sitio y sólo viene a vender pan. Alguna vez va por su casa antigua, supongo que a ver cómo va todo. Pero nada más. Y sí, puede que conozca el monte, como todos nosotros, por que todos hemos subido. Pero tampoco creo yo que sea un montañero experto. No sé-

La mujer tampoco supo explicarte mucho más. Su madre no le contó muchas más cosas y había fallecido hacia un par de años, así que no podía contarte más cosas. El marido tampoco parecía saber más que su esposa.

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15/11/2017, 10:14
Fausto Godoy

En definitiva, que los accidentes ocurren, pero solo un desnortado o un imprudente acaba mal paseando por el monte. Era lo que Fausto sospechaba y lo que no quería oír. Por un lado, porque eso complicaba el caso. Era más fácil que la gente se despeñara por hacer el cabra. Caso cerrado.

Pero no, había accidentes y había accidentes. Y, recordando la lista de sucesos de los años pasados, algunos no eran, de ninguna manera, algo fortuito. El chaval dijo que Luis no era tonto. Es decir, que no iba por el monte dejándose el cerebro en casa. La hipótesis del accidente cada vez se ajustaba menos a los indicios, que no pruebas.

Pero, accidente o no, las situaciones trágicas tienen un factor de disparo, algo que desencadena o facilita. Para empezar, ¿qué hacía Luis en el monte? De ser un accidente, no se habría caído de haberse quedado jugando a la Play. En cambio, no se podía decir que no hubiera sido asesinado en su casa. Pero es posible que su asesino solo se mueva por ahí arriba y no tuviera cojones o motivos para matar al chaval en el pueblo.

Vamos, que ir por allí podría ser un factor de riesgo. ¿Lo sabría Luis? No es seguro saberlo. ¿Conocía Luis a su asesino? Ahí cabían dos posibilidades: sí y no. Y en el sí, entran otras dos: que el encuentro fuera fortuito o que Luis fuera expresamente a ver al asesino.

—¿Qué crees que hacía Luis en el monte ese día? —preguntó. El asunto del panadero también había captado su atención, pero volvería a ello después—. ¿Por qué subió? ¿Qué buscaba?

 

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16/11/2017, 22:18
Equidna - Narradora

El chaval insiste en no saber qué se traía, el fallecido, entre manos. 

-A ver, siempre estaba con algo raro. Al principio no le gustaba el pueblo y sólo parecía estar buscando y husmeando para encontrar cosas negativas. Y luego empezó a interesarse por lo que pasaba aquí. Una vez me preguntó por los que habían muerto. Por lo visto encontró alguna cosa en internet, pero no mucho. Pero yo no tenía ni idea porque soy mucho más joven que eso. Alguna vez dijo que quería ir al monte, pero le dije que eso era un bardal y que el camino era muy pindio y que allí nada se nos perdió. Y pensé que lo había dejado porque de eso hace más de tres meses. No tengo ni idea de porqué decidió volver a ir ahora.-

Al final, después de pedir algún detalle más, la idea que te queda es que no saben porqué el chico subió al monte pero que ya llevaba algún tiempo dándole vueltas. Algo debió de convencerle para hacerlo cuando ya había desechado la idea. Pero no es nada que tuviese en su ordenador o en su habitación. ¿Quizás alguien con quien habló?

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19/11/2017, 22:53
Fausto Godoy

—Entiendo.

Luis tenía sus propios planes e intereses. No había más. ¿Con quién había hablado para meterse en la cabeza las chorradas de buscar duendes del bosque? A Fausto le vinieron dos caras a la mente: el panadero y el viejo demente del hostal.

Respecto al primero, se le habían dicho algunas cosas interesantes. Era adoptado, tuvo una infancia difícil y ahora tiene una casa de sus padres adoptivos, que no usa.

Fausto ya había pensado en chozas y casas abandonadas. En personajes ocultos y retorcidos que viven en trasteros cerrados a cal y canto.
Una casa abandonada no es mal sitio para esconder secretos. Secretos del tipo pruebas incriminatorias, cadáveres enterrados y otras mierdas sórdidas que Fausto solía ver en su trabajo.

—¿Y esa casa del panadero que dice usted? La que ya no usa. ¿Dónde está?

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23/11/2017, 17:27
Equidna - Narradora

La mujer te indica cuál es la casa. Apenas si está a dos minutos andando.

-Lo bueno de los pueblos pequeños es que todo queda cerca- te comenta mientras te da las indicaciones, de nuevo, al despedirse.

Avanzas por las calles del pueblo. Te cruzas con algún parroquiano que te saluda con un "Buenas tardes" entusiasta, como si te conociese de toda la vida, aunque en su mirada de curiosidad se nota que lo que quiere preguntarte, en realidad, es algo como "¿Y tú de quién eres?". 

Por lo demás, las calles están bastante vacías. No hay sonidos de chiquillos corriendo y no pasa un sólo coche en lo que dura tu trayecto. Sí que escuchas el viento entre los árboles y algún pájaro despistado que no parece haberse dado cuenta de que está anocheciendo. Tus pasos resuenan en las callejas vacías, pero no hay eco porque son amplias y las casas están muy separadas unas de otras. Se nota que aquí, el terreno, no es un problema para construir. La mayor parte de las casas tienen las persianas echadas y, en algunas, la suciedad de las mismas te da a entender que hace mucho que no se levantan.

Al final llegas hasta la casa que te han dicho. Estás seguro de no haberte equivocado porque, como te han comentado, próximo a la puerta, sigue aún el cerco de lo que debió ser un cartel donde ponía "Panadería", aunque ya sólo quede la suciedad alrededor.

La casa también tiene las persianas echadas pero no hay hierbas creciendo en la puerta, así que es evidente que alguien la visita a veces. Rodeas y ves un muro de ladrillo, como de 1,80m de alto, que parece rodear el jardín trasero de la vivienda.

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27/11/2017, 22:51
Fausto Godoy

La entrevista había acabado. No quedaba mucho que rascar en la casa del amigo de Luis, así que Fausto tuvo a bien finalizarla. Agradeció la amabilidad de la familia y se despidió, avisándoles de que procuraran ser discretos sobre lo comentado y que, quizá, tuviera que volver a hablar con ellos en otro momento. Pura rutina, vamos.

Lo que no era tan rutinario era inspeccionar una vivienda abandonada. Solía hacerlo en su trabajo, pero solo cuando ya había sido localizada por los compañeros del cuerpo. Los de la científica no solían estar en vanguardia. Tampoco es que la panadería aquella fuera lo más de la emoción. Ni de lejos. Pero al menos podría desentumecerse un poco, sobre todo la cabeza, después de todo el día dale que te dale a la lengua. Mucho hablar y pocas respuestas.

En la parte de atrás, observó alrededor para confirmar que no hubiera nadie mirando. No es que tuviera que dar muchas explicaciones, siendo policía, pero prefería hacer esas cosas con discreción. Cuanto menos se viera de los pasos que daba la policía, mejor para todos.

¿Podría escalar el muro de ladrillo? Parecía lo conveniente, y cuanto antes mejor, porque la oscuridad estaba a punto de caer. Tanteó el bolsillo interior de la chaqueta para confirmar que llevaba la linternita que solía llevar encima. A las malas, siempre podría tirar de la luz del móvil.

Notas de juego

Eso, intento pasar el muro.

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29/11/2017, 19:53
Equidna - Narradora

La calle, silenciosa, parece invitarte a saltar el muro. Nadie podrá verte. Así que tardar unas milésimas de segundo en decidirte.

Colocas los pies en los huecos que hay entre las piedras con las que está fabricado el muro. Te izas haciendo fuerza con los brazos y saltas al otro lado. Sacas la linterna de tu bolsillo y la enciendes. No alumbra demasiado, pero sí lo suficiente como para ver que has caído en un terreno asilvestrado. Parece que hace mucho que nadie corta el césped, metafóricamente hablando, porque si hay algo que no hay allí es césped.

La maleza cubre casi la mitad del patio. En la otra mitad hay una caseta blanca, pequeña y desvencijada que no tiene ni puerta, pero también, en el lado opuesto crecen unas plantas alargadas que juraría que son de trigo centeno cebada o algo parecido

La entrada a la casa desde el patio, la guarda una puerta de madera antigua y desgastada, sujeta a la pared únicamente por un alambre.

Notas de juego

¡Ole los policías que entran en las propiedades ajenas sin orden de un juez! Bueno, como nadie te ha visto... ¿no? (Siento que las fotos no estén hechas de noche)

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30/11/2017, 23:29
Fausto Godoy

Fausto saltó y aterrizó sin problemas en la maleza. No perdió el tiempo. Se acercó a la caseta y metió las narices dentro, iluminando con la linterna para echar un rápido vistazo al interior, porque lo que de verdad le interesaba era la casa de la puerta desvencijada.

 

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01/12/2017, 20:25
Equidna - Narradora

La caseta no contenía nada interesante, estaba vacía. Quizás en otro tiempo se utilizara para guardar cosas y evitar que se mojasen con la lluvia. Pero ahora sólo la maleza seguía allí. Al igual que en todo el resto del jardín, se extendía por el suelo de la caseta.

Luego te acercaste hasta la puerta. El alambre no tenían candado alguno, sólo había que apartarlo para abrir la puerta. A través de una ventana con los cristales sucios, se veía un interior envuelto en sombras, algunas un poco más oscuras que aparentaban ser muebles.

Notas de juego

¿Entras?

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06/12/2017, 10:55
Fausto Godoy

Fausto desenredó el alambre para liberar la puerta y la empujó. No entró, solo iluminó desde el umbral para hacerse una idea del interior antes de entrar.

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07/12/2017, 19:53
Equidna - Narradora

Empujaste la puerta levemente y luego con más fuerza. Aunque tampoco tuviste que esforzarte mucho. Aunque vieja y poco engrasada, la puerta se había abierto no hacía mucho.

Enfocas con la linterna hacia el interior. Una mesa de madera en el centro y un par de sillas. Un mueble aparador, vacío. Una encimera y un fregadero. Es una cocina de muebles viejos. Huele a cerrado, a madera carcomida y a humedad. Huele a abandono.

Al fondo, tu linterna ilumina un umbral abierto que da a pasillo oscuro. Un pasillo que lleva a una casa vacía, sin ruidos de ningún tipo.

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09/12/2017, 23:40
Fausto Godoy

Aquel lugar no se utilizaba. Estaba claro. Al menos, no se utilizaba para lo normal, que era vivir, trabajar o vender pan. Pero sí se utilizaba. Para algo diferente. Más que las señales de vida eran las señales de paso.

Si ese lugar estaba absolutamente abandonado, no tendría ningún interés para nada en absoluto. Por lo que no habría motivos para entrar. Sin embargo, la puerta no estaba atascada. Se había utilizado lo suficiente como para que se percibiera. Había mucho polvo allí, pero se notaba la diferencia entre el movido (había un dibujo de un cuarto de circunferencia allí donde la puerta rozaba el suelo y no había telarañas entre la puerta y el marco) y el acumulado en cualquier otra parte.

Alguien, presumiblemente el panadero, había entrado allí. Lo cual, por otro lado, tampoco era nada del otro mundo. Fausto sabía que cualquier motivo era válido para que cualquiera entrara en su propiedad. Pero hay que tener buenos motivos para entrar en aquel lugar abandonado. Quizá fuera guardar unos muebles, una caja de botellas de vino o lo que fuera. Pero quizá hubiera otros motivos.

Fausto se adentró en el oscuro pasillo.

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11/12/2017, 20:54
Equidna - Narradora

La casa está oscura. El haz de luz de tu linterna ilumina fracciones de la vivienda mientras avanzas entre tinieblas. Algunas telas de araña que han tenido tiempo para crecer, cuelgan del techo y te tocan la cara por sorpresa.

El pasillo resulta ser más pequeño de lo que parecía. En él, en un lateral, encuentras unas escaleras que conducen a la planta de arriba. El polvo que hay en las escaleras te indica que nadie ha subido a ese piso en mucho tiempo. Subes pegado al lateral, intentando no quitar ese polvo con tus pisadas.

Arriba descubres que lo único que hay son dos habitaciones. Una de ellas es un cuarto de matrimonio con todos los muebles tapados. La otra es una habitación con un par de sofás y una estufa. Nada más.

Vuelves a bajar para terminar de recorrer lo que queda de la planta baja, que no es mucho. Además de la cocina hay un minúsculo cuarto de baño qué incluye una pila de fregar.  También hay una pequeña salita con un televisor viejo. Nada indica que alguien haya estado en esas habitaciones en mucho tiempo. Por último,  al fondo, cerca de la puerta principal de entrada, encuentras un pequeño cuarto qué más parece un almacén que otra cosa. Tiene un ventanal tapiado,  muy alto y pequeño. También hay muchos sacos distribuidos por el cuarto de los que es posible que emane el olor a rancio que inunda la estancia. Un camastro pequeño,  con un par de mantas apolilladas y un cajón de madera con los restos de una vela, son los únicos muebles que hay. La habitación ni siquiera tiene el suelo de loseta o madera como el resto de zonas de la casa sino que es más bien un suelo de cemento sin arreglar. En una caja, a los pies de la cama, hay prendas de ropa también apolilladas.

Después de lo visto, supones que si la habitación de arriba es un cuarto de matrimonio y en la de al lado no hay cama, el único sitio donde podía dormir el panadero siendo muchacho, era en este cuarto.

Vuelves sobre tus pasos teniendo claro que los restos de polvo, las sábanas sobre los muebles y la suciedad en el suelo, indican que las únicas zonas que parecen frecuentarse son el pasillo, que va desde la puerta principal hasta la cocina, y el tramo que va desde ésta hasta el patio. El resto de la casa parece que hace mucho tiempo que no se utiliza ni visita.

Cuando decides abandonar la casa y volver por dónde has entrado te percatas de algo. La puerta que va de la cocina al patio cómo bien dedujiste estaba en uso y se utilizaba, pero dado que ese patio no tiene una puerta a la calle eso significa que solamente podía usarse para pasar de la cocina hacia fuera. Es decir, el panadero o quien fuese que entraba en la casa, entraba por la puerta principal, pasaba por la cocina e iba al jardín trasero.