Partida Rol por web

Bargoth abrió los ojos como platos cuando la humana le arrancó la primera antena limpiamente a la mole. Era evidente que no se encontraba entre novatos. El enano cogió carrerilla, apuntó a la antena que quedaba y lanzó su jabalina. El dibujo en el aire fue excesivamente alto y falló por un metro o así.

-Maldición!- bramó el chamán del dragón.

Algo que no sorprendería a nadie es ver a Thimaz siendo completamente inútil a la hora de nadar contracorriente, o en este caso, pendiente de tierra y arena. Y el que menos se sorprendía de todos que lo vieran era el propio Thimaz; incluso cuando aquella mole sombría apareció ante él, no era más que "otro día de trabajo" para el aguerrido guerrero enano... Al menos, desde que salió del hospital psiquiátrico...

-¡Primero plantas gigantes! -Con un salto cercenó la antena faltante del monstruo- ¿Y ahora contra bichos gigantes?. ¿¡Es que siempre me toca luchar contra criaturas desproporcionadas?!.

Si alguien recordaba la anterior aventura en la que el enano había participado en compañía de algún que otro participante de esta competición culinaria, recordaría sin lugar a dudas su título auto-nombrado como "El Terror del Huerto" o algo así similar que ni el propio Thimaz recordaba con exactitud, tan solo el sentimiento de luchar contra plantas, vejaciones y unos objetos esféricos colgantes de color pálido y con algún que otro pelo canoso suelto pasar encima de su inmovilizado cuerpo. Sin lugar a dudas, esto era una mejora sustancial al pasado.

Al ver al enano gruñón asestar dos buenos hachazos, la guerrera exclamo sorprendida: Jussss! Recuérdame que te invite a una jarra de cerveza en la primera taberna que encontremos! Sorprendida por la violencia y fuerza de semejante ejemplar enanil. 

La maga miro a las gradas con oscuras intenciones. ¿Qué se habrán creído? Que estoy aquí por gusto. Ni siquiera me han dado un bocadillo. No había nada que una buena bola de fuego no pudiera solucionar, pero ahora había otras prioridades. Puede que si seguían las reglas del juego al final del todo les dieran un bocadillo y una camiseta del programa. En ese momento solo contesto con un: ñiñiñiñi ñiñiñiñi ñiñiñiñi

Alice se preparó para seguir con el combate, puede que ahora apareciera otro bicho y hubiera que cortarle el aparato reproductor, o vete tú a saber. Uno de los cocineros era un semiorco y las mezclas nunca salían nada bueno, mezclar humano con orco era igual que mezclar en una noche whisky y ron. Mientras pesaba esto lanzo otro sencillo conjuro de potenciación.

Una vez a salvo él mismo, y su descendencia, el eunuco ya pudo pensar en los demás. Aunque sólo fuera por orgullo propio no iba a dejar que aquel ilícido se saliera con la suya. Los espectadores querían sangre y era su intención aguarles la fiesta mientras estuviera en su mano. Además los otros compañeros que caían pro la rampa no eran mancos, ni mucho menos. Lo sentía por la mole sombría si pensaba que el enano Thimaz era un bocado jugoso. La carne de enano era dura y correosa y se vendía cara. 

Al menos la de Thimaz...- Afortunadamente estaba invisible y el otro enano, Bargoth, probaba suerte con una jabalina. ¿En serio? Pensó en que para dar un espectáculo, él bien lo sabía, siempre había que poner entre el grupo niveles dispares para que hubiera altibajos y los verdaderamente hábiles pudieran destacar. Se entretenía pensando en eso y valorando en qué posición estaría él mismo dentro del espectáculo y acabó de atar la cuerda al pilar para luego hacérsela pasar por debajo de las axilas. No quería pasársela por el vientre para no dañar a la criaturita que llevaba dentro, fuera lo que fuera.

- ¡Alehop!- Asegurado con la cuerda se dejó caer resbalando por la arena sobre sus engordadas posaderas en dirección al inconsciente Nikuu Patrina. ¿Por qué aquel acto desinteresado? ¿El sentimiento paternal le había convertido en un ser patético y blando o es que los humanos rubios eran su debilidad?

¡Oh, Jadewo, dónde estarás!- La verdad es que quería joder al público evitando el derramamiento de sangre.

-Toma esto, ¡maldito bicho!- dijo Abacuc mientras intentaba acertar a la antena restante, sin embargo no hizo otra cosa que fallar-¡MIERDA! - - una ayudita, ¿no?- dijo mientras miraba hacia arriba refirendose a los que no tenían que lidiar con "ello"

¡Hagan sus apuestas, damas y caballeros! ¿Logrará la humana llevar la antena a alguno de los cocineros?-dijo un gnomo entre el público, tratando de hacer negocio.

Abacuc no logró cortar la tercera "antena", pero si lo hubiese logrado habría capado al monstruo. La primera antena estaba en la mano de Leiath; la segunda estaba a los pies de Thimaz, y pronto sería enterrada por la arena desprendida que resbalaba por la pendiente.

También descendía por el embudo la jabalina de Bargoth y el cuerpo de Nikuu, que seguía curándose por el aura de vigor. Entonces pasó algo raro, raro... Una cuerda se hizo visible desde la viga a la que estaba atada, y se fue prolongando hacia el embudo, como si hubiese un peso invisible en el otro lado. Onfale se tiró a la arena, resbaló, surfeó como lo haría un elfo, y se tiró en plancha para coger del tobillo a Nikuu. Pero pesaba mucho. ¿Valía la pena todo el esfuerzo para salvar a otro jovencito rubio? La respuesta a esa pregunta siempre es sí.

El otro cabo de la cuerda, mal atada por las prisas, se soltó. Onfale se agarró con su otra mano, mientras se aferraba a Nikuu. Así, la cuerda llegó al nivel más profundo del embudo, y sería más sencillo trepar por la cuerda que por la arena. La cuerda desaparecía a la altura de Nikuu, pero seguía tensa, y volvía a reaparecer cerca de lo alto del embudo.

Pero la mole sombría no se quedó quieta. Se repuso al hachazo propinado, y a la pérdida de sus antenas. Profirió un golpetazo a Abacuc, que fue protegido por el círculo de protección de Leiath, y con el otro puño golpeó a Thimaz, que amortiguó el daño con su armadura. Después mordió a Abacuc con sus mandíbulas, y de esa no le pudo librar la magia de Hala como ocurrió con el golpetazo.

La bruja torció el gesto al ver el golpetazo que había sufrido uno de los guerreros, en realidad no parecía que fuese a aguantar mucho más así que intentó moverse con presteza.

- Thimaz alcánzame la antena, rápido!

Leiath confiaba en que el circulo mágico la protegería, no podría tocarla si se trataba de una criatura maligna convocada por lo que descendió lo suficiente para recoger la antena con la intención de llevársela a los supuestos cocineros. Podría impulsarse  por las paredes del cono, solo le faltaba un ligero rozamiento para crear el movimiento.

Esperaba que pudieran aguantar hasta entonces. Claro que también podrían acabar con la criatura, pero eso lo dejaba en manos de Thimaz.

Thimaz había recibido un duro golpe por parte de aquella enorme criatura, pero aún no había sido derrotado, al contrario, parecía que aún podía aguantar otros dos o tres golpes de esos antes de empezar a gritar por sanación a sus viejos conocidos. Un insecto con problemas de crecimiento no iba a ser un inconveniente para el enano.

-¡¿Dices que eso es un golpe?! -El enano alza su hacha y vuelve a clavársela en la misma pata de la mola sombría- ¡Esto es un golpe!.

Una vez hecho esto, el Enano escuchó la voz de Leiath, al menos la escuchó pasar por su cabeza, cosa que usualmente tiene un ligero retardo. Quizás a causa de que Thimaz no fuera un enano con demasiadas luces, o quizás porque no acostumbraba a estar con otras personas. Sea como fuere, y dado que no se acordaba bien si Leiath era a la que debía o no un favor por lo del hospital decidió no arriesgarse.

Agarró la antena semi-enterrada y la lanzó al aire, con la esperanza de que Leiath -o quien sea- la cogiera y así poder continuar con el siguiente bicho, aunque se le veía en los ojos al enano que le hubiera encantado ensartarle otro hachazo a la Mole Sombría... al menos antes de que esta decidiera volver a golpear a Thimaz.

Bargoth agarró la cuerda, viendo que la situación era desesperada y utilizó todos sus recursos. Primero, se enfureció y,luego, recurrió a la magia de sus guantes para sacar de allí al pobre Nikuu de un sólo tirón poderoso.

El enano estaba lucnando viendo la efectividad de Thiran y los otros.

-¿Donde estaba esta gente en todas mis anteriores aventuras?-dijo para sí mismo.

Si su fiel amigo Hollín hubiera estado en ese momento podría haber cogido la antena con facilidad, pero el malhablado cuervo había muerto. Alice aun lloraba en silencio la muerte de su familiar, no había sido capaz de llenar el hueco que había dejado en su corazón.

Ahora llena de tristeza, al recordad a Hollín, y de frustración,  por no poder llegar a la antena, la maga decidió hacer lo que mejor se le daba, invocar los arcanos para causar la destrucción en el mundo terrenal. Una bola de fuego siempre soluciona todo… Aunque este volvía a ser uno de esos momentos donde no era adecuado lanzar una bola de fuego, mucha gente inocente podría morir. Decidió lanzar un rayo de fuego contra el ser, si la mole moría todo sería mucho más fácil.

Luego grito. ¡Thimaz, si cortas la antena pero no la pasas a los cocineros no sirve de nada!

- ¡Ya te tengo!- Su descenso por la duna no había sido tan fino como se lo había imaginado, puesto que el nudo bajo sus axilas se había desatado. A pesar de su estado seguía teniendo reflejos felinos y con una mano se había aferrado al suave tacto de la cuerda de seda. Con la otra libre había agarrado de los pelos al inconsciente rubiales. El enano que estaba a salvo en la plataforma del cocinero semiorco parecía que iba a subirlos. El eunuco invisible trató de enganchar el cuerpo del hombre inconsciente en la cuerda de seda haciendo gala de una inesperada fuerza.

Jerinor volvió a atacar con fuerzas a la extraña criaturita que acaba de golpear al enano y al humano con pinta de pirata. Joder, no podía dejarlos alli tirados, ella era una guerrera. Su espada Valkiria golpeó la dura coraza que pareció desviar su golpe haciendo inútil su ataque. Será puta! exclamó cabreada la humana.
Ehh! Enano! Este ataque no cuenta, me he resbalado! El próximo asalto vas a ver
como te supero. sonriendo, mostró cierto pique con él.

¡MUERTE, MUERTE, MUERTE!-coreaba un gigante azul entre el público, obviamente de raza merkana para cualquiera que hubiese viajado un poco por los planos.

Pero la mole sombría resistió los golpes. Y los devolvió. Una de las garras golpeó a Jerinor, y Thimaz se llevó todo lo demás, incluso heridas adicionales por haberse agachado a recoger la antena. Abacuc empezó a curarse lentamente gracias al aura de vigor de Bargoth.

Un poco más arriba, las manos de Alice todavía humeaban para mayor autoestima para sí, y Leiath empezó a ascender con las dos antenas de trofeo. Los puntos a los que tenía que hacerlos llegar estaban en puntos opuestos del coso, pero podría dar una de las antenas a Bargoth y que cada uno llevase la antena a un cocinero distinto. O incluso podría llevar las dos antenas al cocinero humano, para chinchar al semiorco.

Bargoth, por su parte, tiró de la cuerda haciendo al invisible Onfale y al visible Nikuu ascender. Onfale hizo el resto del trabajo, levantando a Nikuu en el tramo final para dejarlo a los pies de Bargoth. Volvieron a echar la cuerda para bajar, o que ellos pudiesen subir.

Argghhh, serás hija de puta! Exclamo cabreada la guerrera de Freya cuando recibió un ataque de garra que perforo sus armadura y piel haciéndola sangrar. Esto seras lo que recibiras de mi! Asiendo su espada con las dos manos la descargo con fuerza sobre la cabeza de la mole atravesando su dura coraza esperando partir su cráneo en dos, haciendo saltar trozos y sangre por doquier mientras observaba que el enano había recibido mas daño que ella. Con una mueca, musito una plegaria para que este siguiera en pie, de lo contrario la situación se complicaría y mucho.

Se podría decir que Thimaz había estado en mejores momentos, y en parte era cierto. No estaba en silla de ruedas, no tenía un inusual apego por un troll y mucho menos tenía un centenar de voces gritándole qué hacer en cada momento. Pese a ello, el hecho de sentir su cuerpo era brutalmente apaleado por aquel insecto gigante no era de la mejores sensaciones que Thimaz pudiera haber sentido... al menos no una que le hubiera gustado sentir...

-Vale... -Dijo con una respiración entrecortada- Ahora sí que me vendría bien una ayuda de Allá o de donde sea...

Thimaz no era un enano particularmente devoto por ninguna religión en concreto y mucho menos por la que procesaban sus antiguos compañeros de fatigas, de hecho nunca se le había visto interesado en Hala, en su magia, o en la sacerdotisa de este; tan solo buscaba una cosa... dejar de sentirse como una mierda.... ¡Mejor dicho, dos cosas! Y acabar con el bicho.

Quizás una tercera cosa fuera un masaje y una cuarta cosa una bebida bien fría... pero esas cosas ya sería cuestión de pedir para después de acabar con el insecto y quizás, con otros peligros que acecharían irrremediablemente al enano guerrero y a sus compañeros pinches de cocina.

Sea como fuere, trató de conectar dos hachazos más en la bestia dejando a Thimaz satisfecho con el trabajo y deseoso de ver como esta no hacía lo propio sobre el lomo del enano, nuevamente. Y, por algún casual, quería llevarse el mérito de tumbar a este bicho antes de que aquel desconocido, "Jerinor" dijera que fue el.

El monstruo era más fuerte de lo que se había supuesto y ahora veía en serio peligro al maestro enano. Dudó en cómo actuar; si daba las antenas al desconocido que tiraba de la cuerda para ocuparse ella de la mole y de Thimaz, dejaría en sus manos el final de la contienda y no le conocía lo suficiente para hacerlo. No es que temiese que se deshiciera de ellas con una maligna sonrisa, más bien era que no conocía sus aptitudes para llevarlo a cabo.

Atacar al enemigo con su magia, interponerse con su propio cuerpo para evitar que Thimaz se llevara más golpes y curarle, o llevar las antenas a los cocineros, esas eran las opciones que barajaba la bruja. Al final se dicidió por una, la que le pareció más sensata.

Le ofreció uno de los apéndices de la mole a Bargoth y ella emprendió la carrera, rodeando el embudo para no caer e ir todo lo rápido posible, a entregar la otra antena al cocinero que se encontraba en la otra punta de la plaza. Esperaba no haber tomado la decisión errónea.

Perdóname Thimaz- dijo para sus adentros, sabiendo que al guerrero le caerían unos cuantos golpes más. Le tendría que compensar con uno de esos buenos masajes a los que seguramente ya se había acostumbrado mientras estuvieron atrapados en aquel sanatorio mental.

Ehh, enano! No me vas a quitar el mérito, esos dos hachazos no valen, exclamó socarróna la guerrera. Sabes, me recuerdas a un amante que tuve, aunque este te sacaba 1 metro más de altura, lástima que no seas como él, si no quizás te hubiera matado a polvos. Jajaja. Hundiendo y sacando la hoja de su espada de la cabeza de la bestia con movimientos repetitivos haciendo saltar sangre y vísceras como si se estuviera imaginando la escena, mientras parece mofarse del enano. La guerrera sin duda parecía haberse puesto cachonda, mientras sacaba su lasciva lengua y relamía la comisura de sus carnosos labios.