Partida Rol por web

-Pues prometido queda un viaje a Minas Tirith, así podré recordar algo más que a un archivista pegado a mi nuca.- Cambio el tono de voz a uno más grave y tratando de darle un punto ridículo, continúo- “No puedes entrar al archivo”… “No toques eso”… “Eres muy torpe, vas a destruir los pergaminos”- Termino la imitación entre risas y dando un trago de una jarra cercana, aún a sabiendas que no se trataba de la mía.

El reencuetro con mis antiguos camaradas de aventuras ha llenado mi corazón de gozo,todos están de muy buen humor y la velada está siendo muy distendida.
Cuando el rohirrin y el gondoriano hablan de sus correrías en estos meses mi atención se centra, dejo mi jarra de cerveza en la mesa y presto toda mi atención.

-Dime una cosa Galadan,¿cómo es Minas Tirith? Hace años me contó un compatriota que sirvió como rastreador durante años en los ejercitos de Gondor que su capital era la mayor ciudad construida por los hombres en todo el mundo, pero después de llegar a Edoras me parece imposible que haya otra ciudad que la supere en tamaño y esplendor. Cuando termino de hablar, recojo mi cerveza y espero lleno de curiosidad la respuesta de mi amigo.

Me río de la imitación de Eothred de los archivistas de la Ciudad Blanca. Casi puedo oírles decirlo. A las palabras de Barald asiento con gravedad.

- Si tu amigo habla así de Minas Tirith, o bien no conoce Osgiliath o la confunde con la Ciudad de la Torre. Minas Tirith es una gran ciudad por necesidad, no por diseño, pues en su fundación no era sino una fortaleza. En la Colina de la Guardia fue erigida la Torre Blanca, para vigilar la que fue la gloriosa capital de Gondor: Osgiliath. Cuando esta cayó por las luchas intestinas y la Gran Plaga que azotó nuestro reino, Minas Tirith se convirtió en la capital del reino. Son siete sus niveles, protegidos por grandes murallas blancas y puertas que miran a diferentes lugares; la excepción es la muralla del Primer Nivel, que es negra y a prueba de cualquier asalto. Cada nivel está a cien pies de distancia con respecto al anterior: llegar a la Ciudadela es una visión sobrecogedora, pues la vista alcanza hasta Minas Morgul, la ciudad enemiga. Minas Tirith está fuertemente defendida y posee más población, extensión y efectivos que Edoras. Así que sí, mi amigo Barald, hay ciudades más grandes que la capital de Rohan.- Bebo un sorbo.- No es la única ciudad de Gondor. Al oeste, en la Bahía de Belfalas, se encuentra Dol Amroth, otra ciudadela costera y nuestra primera línea de defensa contra corsarios y otros peligros del mar. Pelargir es una ciudad grande y orgullosa, en las Bocas del Río Anduin. Y antaño teníamos Osgiliath. Osgiliath era hermosa: blanca y orgullosa, en sus torres se guardaban conocimientos perdidos; sus caballeros andaban por las calles con la cabeza alta y la sonrisa en sus corazones; y el Domo de las Estrellas era el edificio más hermoso de toda la Tierra Media hecho por manos de los hombres. Ahora, Osgiliath tiene una belleza rota. Su ocupación es disputada, y todos los años enviamos grupos de exploradores para que abatan enemigos en su zona oeste, que es la que conduce a Minas Tirith. Tal vez tu amigo conoció la ciudad así, Barald, si estuvo en un cuerpo de exploradores.

Mientras charláis alegremente entre vosotros, la puerta de la posada se abre y aunque al principio no le prestáis atención, tras ver que la mayoría de los parroquianos dejan de beber y centran su mirada en la entrada, vosotros hacéis lo mismo. Ante la puerta se encuentran tres jinetes curtidos aunque su equipo no es igual al de la mayoría de los guerreros, llevan armaduras de excelente manufactura, yelmos con protección para los ojos y las mejillas y de cuya cimera caen crines de caballo, finas capas verdes con detalles dorados en los bordes y en sus caderas descansan espadas de empuñadura dorada e intrincados diseños, claramente se tratan de miembros de la Guardia del Rey.
Aldor, Heruwyn y Eothred los identifican de inmediato a pesar de que sus rostros están ocultos detrás de los cascos, los dos primeros porque fueron con quienes compartieron entrenamiento durante su estancia en Edoras y el último porque quien encabeza el grupo no es nada más ni nada menos que su tío Owan.

Aunque los Guardias del Rey comienzan a examinar con la mirada toda la estancia, como si estuvieran buscando a alguien, al darse cuenta de vuestra presencia abandonan la inspección y se acercan hacia vosotros. Owan, el líder del grupo, se quita el yelmo y tras apoyarlo sobre vuestra mesa ocupa la silla vacía que hay entre Aldor y Eothred, haciéndoles una seña a sus compañeros para que también tomen asiento.

-Pero si son nuestros dos compañeros de entrenamiento favoritos: Heruwyn, la joven promesa de Edoras, y el bueno de Aldor. Por cierto, amigo mío ¿ya se te han ido los cardenales? Espero que te hayan servido de lección y ahora muevas más las piernas, que antes parecías un muñeco de práctica -dice alegremente el líder del reducido grupo- Bien, veo que están todos, incluido el atolondrado de mi sobrino.

Tras sus últimas palabras, Owan le da a Eothred una palmada en la espalda tan fuerte que casi hace que el joven jinete derrame sobre si mismo todo el contenido de su jarra. Claramente ahora os dais cuenta de que parte de la forma de ser de vuestro compañero viene de familia, o por lo menos de una parte de ella…

-Mis compañeros y yo estamos aquí por orden del Rey Thengel -dice el Guardia del Rey adoptando unas formas más serias- Nuestro soberano nos ha encomendado buscaros y trasmitiros su invitación, quiere conoceros en persona y por eso os invita a almorzar este mediodía en el gran salón de Meduseld. No es un banquete ni ningún evento formal así que no es necesario que perdáis tiempo engalanándoos, con que os quitéis el polvo del camino y limpiéis un poco vuestra armadura será más que suficiente -os explica Owan- Además, el Rey quiere que sepáis que no se trata de una orden sino de una simple invitación y que sois libre de rechazarla… aunque si me lo preguntáis a mí, creo que seréis unos idiotas si os negáis y os perdéis esta oportunidad.

Todos menos Barald y Galadan recuerdan que los antiguos señores de la Marca tenían la costumbre de invitar ocasionalmente a su mesa a gente común que había realizado acciones dignas de mención pero que esa tradición se perdió durante el reinado de Fengel, quien durante cincuenta años empleó esas invitaciones para que nobles y comerciantes le adularan y le entregaran grandes regalos en un intento de ganar su favor. Por lo visto, parece que el Rey Thengel quiere volver a recuperar las antiguas costumbres y que vosotros seréis los primeros invitados en sentarse en su mesa, lo que sin dudas es un gran honor aunque en estos tiempos no deja de ser algo poco común en Edoras.

Sunnifa lanza una pequeña risita, como si encontrara divertida tu forma de ver el mundo.

-No es necesario que alguien responda por uno pero si ayuda en la elección. La habilidad es lo más importante pero si alguien puede dar fe de tu capacidad entonces tienes cierta ventaja. Por ejemplo, si tu quieres que te forjen una espada de buena calidad ¿A quién recurrirías? ¿A alguien que lleva tiempo como herrero y que ha hecho excelentes armas para tus conocidos o a alguien que recién empieza y que no conoces como es su trabajo?

Viendo que no tienes más preguntas, la sirvienta se despide de ti y regresa a sus obligaciones dejándote nuevamente a solas.

Tras dudar un instante que hacer a continuación, finalmente decides dar un paseo y comienzas a bajar las escaleras que llevan hacia Meduseld. A pesar de tus intentos de integrarte en la sociedad, tu caminata no pasa desapercibida y mientras que algunos niños dejan sus juegos infantiles y te observan con curiosidad, otros se meten dentro de sus casas por orden de sus madres, quienes fijan en ti una mirada cargada de desconfianza antes de cerrar de las puertas de sus casas cuando pasas frente a ellas. Luego de que la misma escena se repitiera varias veces, finalmente llegas hasta las puertas de Edoras y te quedas allí observando a quienes entran en la ciudad aunque mientras lo haces notas que algunos de los guardias se ponen tensos, seguramente inquietos por tu presencia, después de todo según los rumores tu eres “una acólita de la Hechicera del Bosque de Oro”.
Tu inspección de los visitantes de la ciudad no revela nada interesante ya que la mayoría son granjeros de los alrededores, comerciantes que llevan o van en busca de mercancías o jinetes algunos con más experiencia y otros con menos. Sin embargo, quien te llama verdaderamente la atención es un hombre fornido que va a lomos de un imponente destrero de pelaje negro, puede que te equivoques pero te parece que el desconocido es del norte, probablemente uno de los hombres de Beorn. Tras ver como se marcha, le preguntas a uno de los guardias que no desconfía de ti y este te confirma que efectivamente era un beórnida y que además era uno de los aventureros que el año pasado acabaron con el troll que estaba atacando las granjas del Folde Oeste.

Después de un par de horas junto a las puertas, te dispones a regresar a Meduseld pero te detienes al notar que los guardias saludan respetuosamente a un recién llegado. Se trata de un hombre que va a lomos de un caballo rohirrim y que viste como cualquier otro habitante de la Marca pero sus ojos grises y su cabello oscuro indican que no es oriundo de la región. Al instante reconoces a Earn, el consejero de mayor confianza del Rey y un capitán distinguido y querido por los guerreros de Rohan.

Al verte y tras devolverle el saludo a los guardias, Earn baja ágilmente de un salto de su caballo y llevándolo de las riendas se acerca hacia donde te encuentras.

-Buenos días, Narieth -te saluda en un perfecto sindarin- Veo que no has perdido el gusto por tus paseos, a pesar de que la mayoría de la gente sigue sin recibirte precisamente con los brazos abiertos -agrega con simpatía.

Aunque Earn se muestra impasible, al verlos más de cerca tanto a él como a su montura notas que ambos han llegado a la ciudad con toda prisa. No sabes donde estuvieron todo este tiempo pero por el sudor del caballo dirías que llevan galopando desde la salida del sol.

Escucho con atención el relato de Galadan, las descripciones son evocadoras y mi mente empieza a imaginar las altas murallas de sus ciudades llenas de nobles señores.

Amigo mío, ojala los dioses que guían mi camino me lleven a conocer tu tierra y disfrutar de la magnificencia de esas grandes ciudades, pero en los bosques que son mi hogar siempre pensamos que Gondor era la mayor y más poderosa nación de los hombres ¿qué enemigos os disputan vuestro reino?Le pregunto.

En ese momento toda la taberna se queda en silencio, los parroquianos dirigen sus miradas a la entrada ya que acaban de entrar tres caballeros con buenas armaduras. Miran a un lado y a otro como buscando a alguíen hasta que se acercan a nuestra mesa y se sientan, parecen ser viejos conocidos de los Heruwyn y de Aldor, según sigue hablando nos enteramos de que es el tio de Eothred pero lo que me deja pasmado es el motivo de la visita, no han venido a saludar a unos viejos amigos si no que han venido a traer una invitación para almorzar con el Rey, esto hace que se me seque la boca ya que nunca he tratado con personalidades tan importantes.

Heruwyn había estado intercambiando bromas con los demás y escuchando los relatos sobre las minas cuando Owan entra al lugar y se siente en la mesa junto a ellos.

Owan gracias por el mensaje, comenta Heruwyn después de dar un trago a su cerveza.

Pero cuando no estoy en el campo de batalla siempre voy engalanada, lo sabes y más ahora que suena que una Elfa anda cerca, debo poner el nombre de la belleza de las mujeres de Rohan en lo alto fuera de combate y nuestra fiereza cuando atacamos al enemigo.

Volvió a dar un trago al tarro de cerveza y alentó a los compañeros para seguir disfrutando la bebida y prepararse para el almuerzo con el soberano.

Aunque la mayoría de los que entran por la puerta son habitantes de la Marca, algo sobre las gentes del Anduin aprendí en mis años de vigilancia para poder identificar a uno. Llama la atención su forma de vestir, más basta y salvaje que la de los rohirrim, igual que su oscuros cabellos y ojos. Recuerdo una conversación con Haldir, mi capitán fronterizo, en que me explicó que a veces viajaba en busca de información a tierras lejanas. Preguntado sobre cómo eran los humanos que las habitaban, me habló del pueblo-oso, nobles pero salvajes, que se habían reunido en torno a un líder poderoso. Ese hombre que entraba por la puerta a caballo parecía la viva estampa de alguien de ese pueblo, así que decido confirmarlo con los guardias. La mayor sorpresa es no sólo confirmar que es un extranjero en estas tierras, como yo, sino que parece que además tiene una buena reputación entre los jinetes. Me pregunto cómo he de hacer también yo para poder ganarme el respeto de esta gente, y poder contar con su confianza. Sin que me llamen "bruja" a mis espaldas, o que interrumpan sus conversaciones al ver que me acerco.

Estoy sumida en esos pensamientos cuando Earn aparece junto a mí, casi sin darme cuenta. Su saludo me arranca una sonrisa, como si estuviera leyéndome la mente.

- A tí también te gustan los paseos, - contesto señalando el polvo sobre su capa y los belfos dilatados de su caballo- pero veo que las calles de Edoras se te quedan pequeñas.

Doy unas palmadas al costado de su montura y lo acompaño un trozo del trayecto.

- ¿Vas a algún lado? ¿Quizás a las caballerizas? Sea donde sea, te puedo acompañar. No creo que haya mucha más gente con ganas de entablar una conversación conmigo...

Pienso mientras hablamos que también Earn se ha ganado un puesto de estatus entre la gente de Rohan, e imagino que tiene que ver con esas salidas que realiza. Mi tarea entre ellos, enseñar un idioma extranjero a las niñas, es importante para el Rey y la Reina, pero no para nadie más entre esta gente. Nadie en las calles piensa "¡Qué bien que esta elfa haya venido a Edoras a ayudarnos!" cuando me ven. Seguramente, en el mejor de los casos, simplemente me ven como alguien raro que enseña cosas extrañas a la familia real. No he salvado a granjeros de un troll, ni lo que sea que hace Earn por ellos.

Quizás debería poner alguna otra de mis habilidades al servicio de Rohan. Se usar el arco, y parece que esta gente valora especialmente las capacidades marciales. O a lo mejor mi experiencia trabajando la madera puede aportarles algo en la construcción. 

Queda poco para el almuerzo con los reyes, y puede ser un buen momento para proponerles que me permitan participar de alguna actividad en mis tiempos libres entre clases.

- Por cierto, Earn -le pregunto antes de despedirnos- ¿alguna vez necesitas una ayuda durante tus salidas? Soy una jinete capaz, mis ojos de elfa alcanzan grandes distancias en estas planicies y, sobretodo, me hierve la sangre de aventuras después de meses encerrada entre estas murallas. 

La última afirmación la hago riendo, como una broma, pero me doy cuenta que lo que digo es más cierto de lo que yo misma querría creer.

Los días pasan, anónimos y grises, mientras que languidezco en la Casa Cepa, marchitando lentamente mis riñones a base de aguardiente. Mis ínfulas y ensoñaciones me llevan una vez tras otra a ver sus ojos de gata, a oler la fragancia de su piel y suspirar por un destino robado. No paro de preguntarme si mi “Señora” aún se acordara de mí, si recordara tan vívidamente como yo las tórridas noches en el pajar, el único lugar del mundo donde títulos, obligaciones y otras formalidades pueden ser olvidados, aunque tan solo sea unas horas y el encantamiento quede roto con las primeras luces del alba.

Fue durante esas semanas que coincidí con algunos soldados de la guardia real. Primero fueron tan solo historias de posada, risas y aguardiente, hasta que un día incluso me invitaron a entrenar con ellos. Creo que en mi vida he besado tanto el suelo como durante esas semanas. El entrenamiento fue duro, exigente y me demostró claramente que aún tengo mucho que aprender.

Antes de que llegase el invierno me vi forzado a buscar un trabajo, el oro no dura para siempre y tarde o temprano hay que volver al trabajo. Un granjero ofrecía la posibilidad de cuidar de sus caballos, así que no dude en tomarla, me vendría bien estar alejado de posadas bulliciosas, al aire libre, disfrutando de la libertad que otorgan las praderas, la soledad que cobija tu alma cuando duermes al raso y sobre todo la paz que dan las cosas sencillas, simples, pan recién horneado, cabalgar al filo de la luna, beber agua fresca del arroyo… Con la llegada de las nieves decidí alargar un poco mi estancia y pasar el tiempo en la granja.

Con las primeras flores de la primavera inundando los prados doy las gracias al granjero que me ha empleado y marcho a Edoras, no hay mucho más que rascar aquí.

Al entrar a la Casa Cepa me reencuentro con los compañeros que abatimos al Troll en el Oeste. El reencuentro es grato y cálido, incluso para mí un hombre parco en palabras y largo en silencios. Me siento con ellos y converso brevemente, haciendo preguntas y respondiendo las suyas para ponernos al día.

Al cabo de un rato aparecen por la puerta la Guardia Real, Owan a la cabeza, así que no dudo en saludaros. Pero mi sorpresa es mayúscula cuando nos indican que están aquí, no para tomar algún caldo y compartir anécdotas sino por mandato Real. El mismo Rey nos  convoca a un almuerzo.

-Owan, los moratones de mi cuerpo hace tiempo que fueron curados, aunque mi orgullo aun esta maltrecho tras la tunda que me disteis! Pero no os confiéis mucho porque cada día manejo mejor la lanza!. Decidle al Rey, que es un orgullo y un honor para nosotros y que aceptamos con respeto y alegría su invitación.

Es una oportunidad de oro, si tan solo ella pudiera verme ahora en el almuerzo real… Paro inmediatamente de beber, no puedo dejar que nada arruine este evento.

Tan pronto como vi a la guardia real entrando en Casa de Cepa una sonrisa se dibujó en mi rostro, sabiendo que lo encontraría bajo uno de esos yelmos. Al verlo la sonrisa se amplió más, si aún cabía; para dejar paso después a la sorpresa que supuso conocer que mis compañeros habían estado practicando nada más y nada menos que con la guardia real.

Antes de poder hablar siquiera recibo un par de carantoñas por parte de mi tío. Con la sonrisa de nuevo y la expresión de alegría, trato de evitar que la cerveza se me derrame encima. Una vez recobro la compostura, escucho atentamente a las palabras de mi tío. Siempre había hecho caso de sus consejos para poder, algún día, seguir sus pasos; aquella no iba a ser una ocasión diferente.

-Por lo que veo ya conoces a algunos de mis compañeros, tío… – digo haciendo referencia a Aldor y Heruwyn- Espero participar en esos entrenamientos la próxima vez, he aprendido cosas…- Dije alzando las cejas, tratando de aparentar y sabiendo que muy probablemente me iba a llegar una coz por parte de mi tío, de forma literal o en forma de comentario- Como ya sabes, el año pasado acabamos con los problemas de las granjas del oeste en nombre de nuestro rey y nada nos honraría más que presentarnos a ese almuerzo, tío.- Tanto las palabras como mi expresión estaban henchidas de orgullo.- Al menos yo acudiré… - rectifiqué, algo avergonzado, al darme cuenta de que estaba hablando en nombre de otros.

-Bah, esa elfa es demasiado esmirriada y demasiado bruja como para competir con las mujeres de Rohan, sobre todo contra una escudera tan hábil y bella como tú, Heruwyn -le dice Owan a vuestra compañera y en sus palabras no solo podéis notar la sinceridad sino también su poco aprecio por la elfa- Y eso espero Aldor, porque la próxima te golpearé con más fuerza -le responde el Guardia del Rey con una carcajada- En cuanto a ti sobrino, siempre tendrás un lugar en los entrenamientos y espero que los aproveches porque como sigas dando tumbos por las praderas e intentando hacerte el héroe no llegarás a viejo… y no quiero tener que decir en tu funeral que eras un atontado.

Tras decir esto último, Owan lanza una carcajada y le vuelve a dar una palmada en la espalda a Eothred aunque esta vez no es tan fuerte y el joven guerrero no corre riesgo de tirarse encima su propia bebida.

-El Rey está al tanto de vuestra cacería del troll y justamente por eso os invita a su mesa. Quiere conoceros en persona y que le relatéis vuestras hazañas -agrega el Guardia del Rey- Bien, nosotros ya hemos cumplido con nuestra obligación así que os espero al mediodía ante las puertas de Meduseld.

Acto seguido Owan comienza a levantarse de la mesa pero antes de ponerse de pie uno de sus compañeros interviene.

-Pero Owan… -comienza a decir uno de los guerreros.

-¿Qué? -pregunta secamente el líder del grupo.

-Ellos son seis y la invitación era para los siete.

-Pues el Rey tendrá que contar solamente con estos seis -responde Owan para luego girarse hacia vosotros- Vuestro compañero pelirrojo, el tal Harot, no podrá asistir ya que hace una semana tuvo la mala idea de beber con sus amigotes cazadores e irse de cacería al Everholt con ellos. Un jabalí les atacó por sorpresa y aunque podría haberle abierto en canal, solo le hirió en una pierna por lo que ahora está recuperándose en Aldburg. Sin embargo, tardará semanas en volver a andar y puede que más en volver a montar -os explica el Guardia del Rey mientras niega con la cabeza- Espero que eso sirva de lección, las bebidas y la cacería no se mezclan, no si quieres vivir lo suficiente.

A pesar de que no es una persona de risa fácil, tus palabras le sacan a Earn una pequeña sonrisa.

-Más que un paseo diría que fue un pedido del Rey aunque me demoré un poco ya que le hice una visita a un viejo amigo que pasaba por la región -te responde el hombre- En cuanto a donde me dirijo, pues regreso a Meduseld, Thengel y yo debemos hablar de algunos asuntos antes del mediodía. Imagino que ya te habrán avisado de que tu presencia es necesaria en el almuerzo ¿verdad?

Viendo que vais en la misma dirección, comienzas a andar junto con Earn y cuando le preguntas si puedes acompañarle en su próxima salida este no tarda en responderte.

-Suelo desempeñarme bien solo pero la compañía siempre es bienvenida -te comenta “el Águila”- Sin embargo, eso tendrá que esperar. El Rey y la Reina tienen una tarea para ti con la cual podrás satisfacer tu deseo de salir de Edoras.

Me sorprende enormemente que Earn sepa más sobre lo que me aguarda que yo misma.

Acallando todas mis dudas sobre sus propios quehaceres, la expectativa que me genera ocupa mi mente como la niebla matutina entre los árboles del bosque.

Tendré que prepararme para la recepción entonces, ya que parece que no será un simple almuerzo para ponerse al día sobre los avances con el sindarin de las niñas.

- Gracias por la noticia, Earn -acierto a decirle-. Quizás mi papel en estas tierras pueda empezar a cambiar para mejor. Dejaré que atiendas tus obligaciones, mientras yo me preparo para las mías. ¡Adiós!

Con un paso ligero y ágil me dirijo hacia mi estancia, donde poder cambiarme de ropa. Aunque en Rohan prefiero usar a diario los colores de mis primos del Bosque Negro (marrones y verdes oscuros, que se mezclan mejor con las vestimentas de los rohirrim), en ocasiones especiales o en palacio siempre opto por los ropajes de Lórien. El plata y azul me resultan más señoriales, y me gusta recordar a los demás que estoy aquí como Voz de la Dama y el Señor. Sé que he de ser humilde en mi cometido, pero no olvido el honor del encargo que recae sobre mí.

La visita es breve, los guardias del Rey tan rapidamente como han llegado se van después de informarnos de la invitación al almuezo real e intercambiar alguna anecdota con sus compatriotas.

Cuando nos quedamos de nuevo solos me asaltan numerosas dudas. -Amigos mios, yo soy un tosco un hombre que está acostumbrado a dormir en los bosques y estar de caza durante semanas en lugares agrestes, nunca he estado delante de grandes personlidades y menos en la mesa de un Rey, ¿cómo hay qué comportarse?¿qué cortesías hay qué tener?Me quedo pensativo un momento.-Y, sobre todo, ¿qué atuendo es el adecuado?Apuro la cerveza que queda en mi jarra.-Tengo más miedo a esta recepción que cuando nos embistió el trol meses atras.Poso la jarra vacía de nuevo en la mesa y espero impaciente los consejos de mis compañeros.

- No deberías. Este rey no va a comerte si das un paso en falso.- Comento.- Lleva ropas limpias. No es un baile real ni una audiencia. Si hay código de vestimenta, nos habrían avisado. Pero es un rey y es su salón. Tal vez tenga que comprar hoy algo de ropa rohirrim...

"Me pregunto si yo también podré entrenar con la guardia del rey cuando sea verano..."

-Barald, sin duda esto es más fácil que aquel Troll, además el rey no deja de ser hombre de Rohan así que no creo que tengas nada que temer con un mal comportamiento, la vestimenta no debería ser tan formal pero ten en cuenta que estarás ante la presencia de un Rey.

Escucho atentamente la historia sobre Harot que cuenta mi tío. Cuando acaba cierro los ojos y asiento en su dirección, en señal de que he recibido el mensaje que quería transmitir. Ya una vez estamos a solas, escucho la conversación sobre las vestimentas.

-Mi tío ha podido dar una impresión equivocada. Puede parecer que no tiene modales, pero creedme que sabe cómo hay que comportarse en estos casos. – Hago una pausa e imagino cómo será compartir unos instantes con el mismísimo rey de Rohan.- Yo le haré caso, ropa y armadura limpias, sin más florituras… Supongo que querrán saber nuestra historia del barranco maldito sin más...- Me callo de pronto, recordando el consejo del magistrado sobre no hablar de la voz del Grimgelad.