Partida Rol por web

Cansado del viaje, aunque un poco más recuperado, vuelvo a preguntar.

- ¡Eh! - Se notaba mi creciente enfado por la situación. No me gustaba andar tanto, y mucho menos cuando mis heridas aún no están del todo sanadas. - ¿Cuándo llegaremos?

Sigo caminando tranquilamente, por delante de Rongar y Nolo, que caminaban juntos. Cuando oigo de nuevo la pregunta de Nolo, intento no perder los nervios. Me giro hacia atrás para contestarle. 

- Aún estamos lejos. Supongo que unos tres días más de camino. A ver... - me paro en seco y miro el camino, el río que pasa al lado del camino y los árboles que bordean por el otro lado. - ...este camino lleva al Monte Apyr. No hay duda. ¿Lo conoces?

Rongar jamás había estado tan al sur, y con la cabeza indicó que no sabía nada. Ese gesto de negación acompañó a lo que era natural en él: Buscar comida.

Miró al rio, y en su mente corrieron imágenes de los peces que podía albergar aquella agua. También recordó a la muchacha y la comida que hizo que se estropease. Le estaba costando bastante olvidarla, y tal vez con el tiempo, la encontraría otra vez.

- ¿Que... qué? ¿El Monte Apyr? - Grite desesperado. - ¿Pensáis ir hasta allí? 

Me paro en seco en el camino y mis manos se van a la cabeza. El miedo es intenso en mi rostro. 

- ¿No lo conocéis? ¡EN el monte Apyr vive el Ogro Muy, que es...! ¡Te-te terriblemente espantoso! - Veo en sus rostros la sorpresa y el no tener ni idea de lo que estoy hablando. Eso me desespera más aún. - ¡Ya veo que no sabéis lo horrible que es Muy!

Lo miró de soslayo, más atento a los pescados que a sus comentarios. Bueno, pues de disfrazas de OGRA y lo enamoras. Sonó más a burla que otra cosa, pero era lo que había que hacer. Ir allí y hablar con el rey.

Miro hacia el asustado Nolo. Me sorprende que alguien con su poder tenga miedo de un Ogro.

- No me asusta.¡Rongar peleará con él!

Y sigo mirando como intenta pescar Rongar, esperando a que Nolo, con mis palabras, recapacite y no siga tan testarudo.

Doy otro paso hacia atrás. 

- ¡¡Yo no voy!!

Y de repente se me pasa un plan infalible. Doy un salto hacia el agua, y por el camino me convierto en pez para intentar huir por el río.

- ¡Je, je! ¡Hasta nunca!

Levanto mis cejas y orejas al máximo, mi cara de exclamación por la sorpresa es más que evidente. Y comienzo a correr por la orilla del río, alertado.

- ¡Oh! ¡Se va a escapar!

Rongar, ni corto ni perezoso, hastiado de las tonterías del niñato, pilla su palo-lanza, y a modo de harpón, pincha el agua hasta ensartar al nuevo pececito. Mientras lo hace, pone cara de sádico, que disfruta haciendo daño. Pincha con saña, y procura hacer todo el daño que correspondía hacer, hasta atravesar al niñato transformado.

Sigo mirando hacia el agua y Rongar.

- ¡Que tonto! Lo has atrapado con el palo. ¡Y no ha habido necesidad de mojarse! - Y comienzo a reírme. - ¡Lo has pescado con el palo!

Cuando noto que la lanza me atraviesa, comienzo a gritar de dolor.

- ¡Ay, ay, ay! Bueno, iré con vosotros. Pero sácame el palo. 

Con el palo, a modo de látigo, hago un gesto para que el pececito salga disparado por el mero hecho de la velocidad, pero lo hago hacia tierra, para que caiga en la hierba, lejos del agua. - Se va a dar un mamporro tremendo. Piensa el muchacho para si, y se preguntaba a si mismo por qué no lo mataba de una vez. Era una molestia, un estorbo ... y un incordio.

Miró a Magim mientras se descojonaba por los cuatros costados, burlándose y todo eso. La verdad, es que no había caído en eso, simplemente había actuado como actuaba cuando pescaba. Cazaba con arpón de esta manera tan simple. - Lo sencillo si es eficaz, es lo mejor.

Se acercó a Nolo con la espada en la mano y le espetó de manera muy severa, como una sentencia: - Para mi, que sepas que eres una molestia, y lo mejor sería rebanarte el pescuezo, así que sepas, que a la próxima tontería, no lo dudaré. Serás mi cena, asado al espetón, como el buen besugo que eres. Entonces le aclaró: - Lo que estamos haciendo es lo mejor para ti, así que chitón.

En el momento que  mi cuerpo rebotó en la hierba, recuperé mi aspecto humano. Un dolor insoportable me subía por el costado. Me lo sujeté con mi mano izquierda, mientras que con el codo de la derecha me incorporé un poco. Sangraba. 

- ¿Que me has hecho? ¡Me has herido!

Miré a Rongar, que me apuntaba con la espada y me amenazaba.

- ¿Me lo prometes? Je, je, je, je - me reí con las pocas fuerzas que tenía, cada carcajada me dolía la herida profunda que me había producido el palo de Rongar. - ¡Yo soy el tipo que necesitas!

Sabía que me necesitaba para algo, pero aún no lo sabía. Por eso no me mataba. Aunque eso, por lo que acabo de ver, no quiere decir que me hiera. 

La risa se me cortó cuando vi la herida de Nolo. Aquel chiflado se lo tenía merecido, pero la incertidumbre de lo que pasaría ahora me tenía atrapado. Movía la cabeza con rapidez hacia los lados. Levanté las cejas y estiré mis orejas para no perderme nada.

De pronto, algo os llama la atención. Un grito ahogado de terror que procede del camino.

- ¡SOCORRO...!

Vuestra vista se gira hacia donde procede el grito, y veis a una joven ataviada con vestimentas propias de un guerrero, perseguida por un animal salvaje que triplica su tamaño. Una especie de lagarto gigante que camina sobre sus dos patas traseras, con una mandíbula enorme y llena de saliva. Su cola enorme, se va girando hacia los lados a cada paso que da.

Corro por mi vida, aquella criatura reptiliana gigante me devorará en cuanto me pare.

- ¡¡Ayyy!!

Tengo que hacer algo, me está cogiendo. Cada vez está mas cerca. Estoy notando su aliento.

- ¡No...!

Me paro en seco, desenfundo mi espada y con un giro rápido...

- ¡...No te acerques...!

Le separo la cabeza del cuerpo. Este se balancea mientras la sangre brota con fuerza, pero los nervios del animal le impiden morir, y sigue moviéndose a ciegas, tropezando con los árboles. Su sola visión me aterroriza. 

- ¡Uf! - Los pasos ciegos de la criatura le hacen girarse varias veces sobre si misma hasta que se abalanza sobre mi. - ¡Ahh...! - Aquello no me lo esperaba. Levanto mi mano derecha. - ¡...Ayúdame, papá! ¡Tengo miedo!

Y de mi mano sale un rayo de color azul intenso que choca con la criatura, haciéndola explotar en mil pedazos. Sin esperar a recomponerme, me doy la vuelta y sigo corriendo.

- ¡Ay! ¡Que miedo he pasado...!

Las lágrimas producidas por el miedo y la adrenalina me cubren el rostro, que intento secarme con mis mangas, mientras intento no perder el ritmo de mi carrera.

- Vamos Magim. Hay que alcanzarla. Y se agarró todo lo bien que pudo.

- Buena guerrera, pelea hasta vencer, y cuando termina le entra el miedo. Esta luchadora llegará lejos. 

Mientras el conejo empezaba a acelerar, se giró hacia Nolo y le ordenó: - Mira si el lagarto tiene algo interesante.