Partida Rol por web

Muchos fueron los días que pasaron entre la reunión de estas dos mujeres que habia podido formar una amistad en tan corto tiempo. No fue culpa de ninguna de las dos que esto pasara solo que la vida de ambas era muy ocupada.

Para Leonor viviendo en la calle esto no era del todo extraño aunque sin duda las circunstancias en la que se veía ocupada no eran nada comunes. Mientras Gianna que habia podido disfrutar una vida tranquila siendo de vez en cuando un amante quien le sacaba de esa monotonía, parecía empezar a ser descubierta por la nobleza de esa ciudad para bien o para mal.

La noble no sabia como habia accedido pero ahora mismo se encontraba en su salón en medio de una reunión de nobles de todo tipo y edad, la reunión no era como las fiestas que ella disfrutaba ya que aunque habia una atmosfera amistosa también se podia adivinar cierta falsedad en los gestos y tanto la música como los invitados eran mas tranquilos.

Sin embargo algo positivo pareció salir de esa reunión nocturna, entre los invitados se encontraba Leonor. Quien se habia enterado desde afuera de la reunión y de paso le parecía bien ir a verla ya que habrían cosas para hablar con ella.

Gianna no estaba feliz para nada con aquella reunión, no entendía por qué seguía estando allí en lugar de con Bastien disfrutando de su compañía o en manos de Cirino leyendo algún libro por decir lo menos. Su cabeza estaba muy lejos de allí, en realidad estaba pensando en proponer a sus dos amores un trío en la cama y por eso a veces sonreía.

-Debería largarme de aquí...

Pensaba en eso hasta que vio una cara, una cara conocida, familiar y hermosa. La noble se levantó rápidamente y fue hacia donde estaba la pelirroja sin detenerse a hablar con nadie.

-Mi Lady, ¡qué maravilla de sorpresa! Es una placentera alegría tenemos aquí...

Le dio dos besos, uno en cada mejilla. Las intenciones de Gianna eran siempre las mismas, halagar a su querida amiga.

Muchas cosas habían ocurrido desde que Leonor y Gianna se conocieron por primera vez. La vida no había sido fácil para ninguna de las dos, las cuales se habían tropezado con una gran cantidad de obstáculos y sinsabores. No obstante, si una cosa sabían hacer las dos huérfanas era levantarse tras una caída, por lo que cuando Konrad le indicó a Leonor que deseaba acudir a una fiesta que se celebraba en la mansión de su querida amiga, la jovencita se mostró intrigada y feliz a partes iguales, a pesar de que las razones del Vampiro para estar allí, la llenaran de recelos.

Leonor portaba el mismo vestido rojo y dorado a juego con sus cabellos que las Govanni le habían prestado para la fiesta anterior. Sabía que debía devolverlo, pero con todas las cosas que le habían sucedido no había tenido ocasión de hacerlo. Esperaba que las nobles damas no se enfadaran, puesto que estaba casi convencida de que acudirían a la fiesta junto con el resto de nobles y, en el fondo de su corazón, deseaba volver a verlas de nuevo y darles un gran abrazo. Desconocía el motivo de la celebración, aunque en esta ocasión nadie portaba máscaras y el ambiente se veía mucho más formal, y tampoco tenía muy claro cómo debía comportarse delante de su acompañante, el cual no le había dado ningún tipo de instrucción al respecto sobre su libertad de movimientos.

En ese momento, la radiante Gianna se acercó a ella brillando como un faro en la oscuridad. Esa mujer era la fuerza y la elegancia personificada, y su mera presencia conseguía aflorar una sonrisa en el rostro de la pelirroja, la cual le devolvió los dos besos que recibió, acentuándolos con un abrazo de la misma o mayor intensidad si cabe.

-¡Gianna! ¡Estoy tan feliz de verte! Siento no haber avisado de mi llegada, pero ni yo misma sabía que acudiría. – Se excusó, dirigiendo la mirada hacia el hombre que la prendía del brazo con elegancia - Permite que te presente a mi acompañante. Lord Konrad Földessy, os presento a Lady Gianna Scarpati – Afirmó con cortesía, esperando que el vampiro no se enfadara con ella por no haberle mencionado que conocía a la dueña de la mansión.

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El noble norteño se encontraba usando uno de sus trajes más elegante, tal vez en parte acentuando ciertos rasgo italianos pero no por ello sacando cierto corte extranjero que tenia en su vestir. Eso si su traje rojo como el de la joven marcaba su nacimiento noble con las decoraciones doradas que tenia en este incluso haciendo referencia a su casa.

Con Leonor junto a él se sorprendio un poco aunque no de mala manera cuando vio que la dueña de esa mansión fue a saludarla. Tras la presentación inclino. “Es un gusto conocerla.” Dijo con una sonrisa cautivadora mientras dejaba libre a Leonor para que pudiera hacer como quisiera.

Por lo demás dio un vistazo corto al resto de la fiesta. “La felicito parece que su fiesta ha tenido un gran éxito con el numero de presentes.” Comento en tono mas formas que el que seguro usarían entre ellas.

Gianna estaba tan contenta con verla que no había reparado en el hombre que la acompañaba hasta que la chica se lo presentó. Entonces si puso atención en él echando una mirada a todo el conjunto, ¿cómo hacia Leonor para conocer siemore hombres tan interesantes y guapos?

-Es un placer, conoceros, mi Lord. Gracias, digamos que tengo un sutil talento para este tipo de cosas.

Le guiñó un ojo, aunque no se apartó de ambos porque estaba muy feliz de ver a Leonor.

-Te dije que eras siemore bienvenida a mi casa, así que no tienes nada de qué disculparte.

Tomó dos copas y dio una a cada uno mientras se ponía en medio de ambos para tomarlos por los brazos.

-En realidad está sería una fiesta aburrida, ¿no es asi, Leonor?

Iba llevándolos entre risas y confidencias, alejándolos del bullicio en la enorme mansión.

Leonor se sentía extraña caminado junto a su señor. Aquel hombre ejercía un poder tal en ella, que a veces le costaba actuar con normalidad ante su mera presencia. No obstante, la llegada de Gianna consiguió romper aquel embrujo desde el momento en el que llegó. Era tal su energía y su vitalidad extrema, que incluso Konrad pareció más cálido y cercano al presentarse ante aquella extraordinaria mujer.

-Sí, pero me hubiera gustado darte la noticia con tiempo o, aun mejor, haber venido antes a verte. Igualmente volvemos a estar juntas y eso es lo que realmente importa. Me alegra muchísimo volver a tener la suerte de estar a tu lado, Gianna. – Respondió con una radiante sonrisa, aceptando la copa que le tendía.

Cuando la noble se situó en medio de ambos y los condujo amigablemente hacia un ambiente más privado, la pelirroja no se extrañó lo más mínimo al saber cómo era su amiga, por lo que, tras una sonrisa de complicidad, se dispuso a responderle con la misma sinceridad. – Tienes razón. Faltan máscaras, música más atrevida y sobran formalismos. Tengo la impresión de que es una celebración social más… estandarizada que el tipo de fiestas a los que la gente que te conoce bien, está acostumbrada. – Respondió mientras era conducida por su amiga por los corredores.

Konrad acepto la copa y acepto también que la dueña de la casa le tomara del brazo para alejarlos del bullicio de las demás personas. “Sin duda un buen talento aunque crea que ahora solo ha conseguido una fiesta aburrida.” Comento el noble que parecía muy tranquilo, dándole de vez en cuando una sonrisa tranquilizadora a Leonor al notarla algo extrañada con la situación nueva de ella.

Luego pareció quedarse un poco fuera de la pequeña reunión que tenían los tres. Pero una de las palabras de Leonor pareció traerlo de vuelta. “Tal vez los invitados deseaban verse a la cara esta vez.” Comento sonriendo con cierta malicia ante sus propias palabras.

Gianna no sabía si ese bien podía ser la razón por la cual hacer esta fiesta, la verdad era algo extraño tener una fiesta así luego del fallecimiento de su prometido pero su tío parecía estar decidido en tenerla.

“Me disculpo, pero noto que seguro tienen mucho que hablarse y además me pareció ver a un conocido. Con su permiso me retiro.” Dijo desprendiéndose con delicadeza del brazo de la mujer hasta, tomándola de la muñeca hasta darle un beso en la mano. Luego de eso vio a Leonor, acercándose a ella para decirle algo al oído. “Pórtate bien, Leonor.” Susurro a su oído antes de marcharse dejando solas a ambas.

Gianna escuchó a ambos al respecto de sus fiestas, aunque le agradaba mucho a la vista aquel hombre, lo cierto era que le gustaba más la postura de Leonor acerca de sus fiestas.

-Aunque no lo parezca, mis invitados siempre pueden verse las caras si quieren... Así conocí a Leonor.

Dejó que se liberara de su agarre aunque no era si intención en una primera instancia, pero nunca tenía a nadie a la fuerza. Sintió un escalofrío cuando le besó la mano pero sólo lo observó retirarse.

-¡Oye! ¿A este de dónde lo sacaste?

Le hablaba a ella pero estaba mirando a Konrad alejarse.

-Perdona si es tu amante pero una no puede dejar de admirar la belleza.

Gianna tenía ese desparpajo que le hacía imposible contener pero entonces se llevó a Leonor lejos de todos aquellos hacia su habitación.

-Te esperaba hace mucho, supongo que supiste lo de Leonzio.

Cerró la puerta tras ellas y la miró a los ojos, la tomó de la mano y la llevó hasta la cama sentando a su pelirroja amiga allí.

-¡Cierra los ojos!

De vez en cuando, Leonor echaba un vistazo al rostro de Konrad para asegurarse de que lo que hacía ella le agradase. Parecía que el Vampiro estaba disfrutando con la compañía, y lucía radiante con ese traje de gala a juego con el color de su vestido, sin dejar de sonreírle a Gianna, la cual parecía una diosa a su lado.

No obstante, Konrad decidió dejar a las dos jóvenes solas, con la excusa de ir a saludar a alguien de entre los invitados. Su despedida fue tan magnífica como intensa, y la damita no pudo evitar que su corazón palpitara más rápido, cuando los labios de él se acercaron a su oído para susurrarle aquellas palabras seductoras.

Cuando por fin quedaron a solas, el precioso rostro de su anfitriona se iluminó, al tiempo que no dudó en preguntarle con curiosidad quién era el hombre que la acompañaba. Si Gianna supiera que aquel encantador noble la había secuestrado y forzado contra su voluntad, obligándola a que permaneciera a su lado hasta que él decidiera, de seguro no lo vería con los mismos ojos. No obstante, la huerfanita no podía decir nada al respecto por mucho que deseara tener un hombro confidente en el que llorar.

-Bueno… a decir verdad me encontró el en una fiesta de máscaras, y desde entonces ha estado insistiendo hasta que finalmente no tuve más remedio que aceptar su propuesta. – Afirmó bastante sonrojada ante la mención de Lady Scarpati sobre si eran amantes – A veces los hombres pueden llegar a ser muy persuasivos. – Puntualizó, sin tener por que mentir a su querida amiga de momento.

No obstante, cuando la noble le realizó aquella extraña pregunta mientras la conducía hacia su habitación y cerraba la puerta tras de sí, Leonor la miró con curiosidad sin dejar de sonreír - ¿Lo de Leonzio? Me estaba preguntando donde está y cuando me lo vas a presentar – Dijo llena de alegría malinterpretando la determinación en los ojos de Gianna.

-¡Cerrados están! – Exclamó, siguiéndole el juego, bastante feliz de estar con ella.

Gianna sonrió, sabía que su amiga tenía razón respecto a los hombres pero ellas lo eran más así que si no se había negado a él debía ser porque realmente le gustaba y no le sorprendía para nada pues el hombre era un hombre de esos dignos de llevar del brazo y que nadie te lo quite. Se resignó, si era de Leonor, era de Leonor y no había manera de que ella se inmiscuyera en sus asuntos o se metiera en esos berenjenales.

-Lo sé, querida. Lo son.

Iba a responderle acerca de Leonzio, le parecía muy raro que la preciosa pelirroja que andaba por toda Venecia no supiera de la muerte de su prometido; de hecho le sorprendió mucho que no hubiera ido siquiera a darle el pésame pero es que realmente quizá a ella no le interesaba eso o quizás era que se había encerrado demasiado con el lord y tampoco la iba a criticar por ello. La misma Gianna había sabido calmar su dolor, mucho o poco, en manos de Cirino y de Bastien, sus dos chicos favoritos. Finalmente no le dijo nada al respecto ya que cuando se dio cuenta, Leonor ya tenía sus ojos cerrados y no era el momento de darle aquella mala noticia. Puso sobre sus manos la preciosa y valiosa daga que había enviado a hacer precisamente para ella, era costosa y tenía algunas piedras pero lo más evidente es que era de oro.

-Espero que te guste pero sobre todo espero que te sirva.

Aguardó a ver la reacción de la chica, esperaba realmente complacerla y que no la rechazara porque no lo iba a aceptar. Mientras la miraba, pensaba cómo decirle que no se casaría, cómo explicarle que Leonzio había sido asesinado y no porque Leonor no estuviera acostumbrada, sino porque ella misma no supo bien cómo reaccionar a esa muerte porque era algo que para nada se esperaba, que le había dolido, sí pero sería una hipócrita si no hubiera aceptado que también le había quitado un gran peso de encima.

Leonor se sentía expectante cuando su amiga puso un objeto frío en su mano. Durante unos segundos se deleitó imaginando qué podría ser, aunque cuando Gianna le indicó con sus palabras que podía abrir los ojos de nuevo, no fuero sus ojos únicamente lo que se abrió, puesto que le fue totalmente imposible cerrar la boca por la sorpresa.

-Pe… pero Gianna, esta daga es… es demasiado. Yo no puedo aceptar algo tan espectacular. ¡Por Dios Santo! ¡Debe de haberte costado una fortuna! – Exclamó sin saber qué más decir ante un obsequio que no creía merecer de ninguna de las maneras y que seguramente tampoco podría usar en las calles por miedo a que todo el mundo intentara robárselo.

No obstante, antes de que su querida amiga pudiera replicar, la jovencita de cabellos de fuego no fue capaz de contener más sus impulsos y se abalanzó sobre ella para abrazarla con fuerza y con la mayor de las devociones.

-¡Te quiero Gianna! Eres la mejor amiga que alguien como yo jamás podrá tener. – Le confesó mientras sus ojos se empañaban, sintiéndose alegre por primera vez en mucho tiempo, libre para poder desahogar todo el peso de su dolor en aquella inesperada y querida amiga.

La noble estaba satisfecha de la emoción que su regalo había causado en Leonor y sus palabras le hicieron recordar por qué se lo daba.

-No importa lo que cueste, tu amistad es mucho más valiosa para mi que mil de esas dagas.

Se dejo abrazar por ella que en su desparpajo se acercaba tanto que Gianna tenía sucumbir. La tomó del rostro y la miró a los ojos.

-Leonor, querida, tú nunca estarás sola. Me tienes a mí para lo que sea que necesites...

Sentía algo por esa muchacha pero iba más allá de los lazos de la amistad, había algo que Gianna no sabía cómo llamar pero no le precisaba apurar eso.

-Pero no necesito mil dagas para saber que te quiero, Gianna. - Respondió con una encantadora sonrisa ya que le resultaba imposible negarle cualquier cosa y sabía que si la hermosa dama se empeñaba, no podría rechazar aquel espectacular regalo.

Acto seguido, cuando la mujer la abrazó y la miró fijamente con cariño, Leonor se dejó hacer con un sentimiento extraño en el pecho. Esta era la primera vez que una noble le regalaba su amistad sincera sin dobles intenciones y sin ningún interés oculto. Es más, durante unos segundos vio a Gianna como la hermana que nunca tuvo a pesar de saber que aquello no estaba bien porque se estaba encariñando demasiado y Konrad posiblemente no permitiera que su amistad con ella durara mucho.

Por todo ello, Leonor la besó cariñosamente en la mejilla mientras decía - Y mientras esté contigo, siempre que nada me lo impida, tú tampoco lo estarás - afirmó con una sinceridad cristalina y un amor por su amiga difícil de explicar.

-cuéntame ¿que ha sido de tu vida durante el tiempo que no nos hemos visto? Ya ves que algunas cosas han cambiado para mí. Lord Konrad me ha propuesto que me vaya con él a las lejanas tierras del norte, aunque yo aún no le he dado mi respuesta definitiva - Le confesó, pensando que Gianna tenía derecho a saber que puede que no pudiera estar junto a ella para siempre.

Gianna sabía que la quería y ella a Leonor, así que no había necesidad de agradecer nada y mucho menos por algo material. Llevó a la chica a sentarse de nuevo y se sentó a su lado sin dejar de escucharla.

-Bueno, Leonzio murió así que no habrá boda pero pensé que sabrías esa noticia. Lo lamenté mucho pero al mismo tiempo nunca creí que nuestro matrimonio funcionara.

Entonces la miró intrigada y triste, esa era la verdad porque sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¿Pero qué cosa dices?

Se levantó, una cosa era que no se vieran mucho y otra perder a otra persona que quería.

-¿Le dirás que sí?

Gianna empezaba a preocuparse.

Leonor se sentó junto a su amiga cuando ella se colocó en la cama a su lado mirándola con aquellos ojos intensos y hermosos. Escuchar de sus labios la noticia de la muerte de Leonzio hizo que abriera los ojos de par en par y la llenó de pesar.

No esperaba algo como aquello, y no sabía si su amiga estaba intentando mostrarse fuerte ante ella o de verdad la muerte de su prometido había sido un afortunado giro del destino. En cualquier caso, la jovencita tomo las manos de su amiga entre las suyas antes de hablar.

-Lo... lo siento mucho Gianna... No sabía nada. Yo... no soy noble, por lo que estas noticias no suelen llegar a mis oídos hasta que no son de dominio popular. Lamento su muerte.¿Sabes como ha sido? Preguntó algo temerosa pensando que quizá pudiera tener algo que ver con lo ocurrido a la familia Zianni.

Pero cuando los ojos de la noble se llenaron de lágrimas ante la propuesta de Konrad, Leonor no pudo evitar abrazarla con ternura mientras decía.

- Me he negado en redondo a irme de Venecia. Si me quiere tendrá que esperar a que esté preparada para dejar atrás la ciudad que más me importa del mundo... y yo haré todo lo posible por no estarlo nunca, así que por favor Gianna, no llores - le suplicó mientras secaba delicadamente sus lagrimas con un bonito y sencillo pañuelo blanco.

Gianna estaba algo distraída de todo en aquellos días pero la presencia de la pequeña Leonor a quien consideraba una hermana también, le hacía olvidarse de los momentos desagradables que estaba viviendo aquellos días. Mejor era pensar en lo que vendría y lo que podía suceder si era que Cirino la aceptaba a ella.

-No lo sé bien, dicen que venía con su escolta a verme pero yo nunca supe por qué quería hacerlo, antes de eso no hablamos... Sólo sé lo que me dijo el padre de Leonzio. Sufrió una emboscada y bueno, el resto es lo que sabemos, que murió y no habrá boda.

Aunque no quería hablar más de Leonzio, casi que hubiera preferido hacerlo antes que pasar a ese otro tema que la muchacha pelirroja le contaba y es que era sencillo imaginar que un hombre como aquel pudiera convencerla de marcharse con él y entonces si que ella se sentiría muy triste de perderla.

-Yo te creo pero sabes que cuando un hombre tiene algo metido en la cabeza, no es sencillo convencerlo de lo contrario pero..., si necesitas de mi ayuda o influencias, cuenta conmigo para lo que sea, Leonor.

La tomó de las manos y las apretó cariñosamente.

-De verdad, Leonor, si necesitas algo, lo que sea, no dudes en venir a verme.

Leonor abrió mucho los ojos al enterarse de cómo murió Leonzio - ¿Una emboscada? Las primas Giovanni también sufrieron una. Menos mal que Josef y yo sorprendimos a sus atacantes antes de que las mataran, aunque no llegamos a tiempo para salvar al anciano acompañante de las damas. ¿Crees que puede estar relacionado con ellas o con el ataque de tu mansión? - Preguntó justo antes de darse cuenta de que posiblemente a Gianna no le apetecía ahondar en el tema - Lo... siento mucho. Podemos cambiar de tema si lo prefieres.

Cuando su querida amiga le habló sobre la insistencia de los hombres según qué temas, Leonor se entristeció en su interior ¿como podría decirle que no tenía elección, que ahora le pertenecía y que haría todo lo que él le pidiera gracias al embrujo que ejercía sobre ella? Por un momento pensó en contárselo todo y suplicarle ayuda, pero era incapaz de desobedecer a su Domitor y él le había ordenado explícitamente que no hablara de las criaturas de la noche ni de los poderes que eran capaces de ostentar... además, posiblemente aquello pondría en peligro a Gianna y no podría permitirse que le pasara nada malo.

Por todo ello, continuó tomándola de las manos con una sonrisa, justo antes de decir - Se que los hombres se te dan muy bien, así que me vendría genial algunos consejos para convencerle de que permaneciera en Venecia conmigo. También sería estupendo que pudiéramos quedar para cenar juntos en alguna otra ocasión. Quizá entre las dos, pudiéramos hacer algo de presión ¿Que te parece? - Terminó sugiriendo, obviando el hecho de que Konrad era un ser sobrenatural.

La noble miró a su amiga y se dio cuenta que ella teniéndolo todo era una inútil y Leonor era capaz de valerse por sí misma, Gianna estaba entrando en una depresión que nadie podía preveer.

-No me molesta hablar de eso pero realmente, aunque quisiera, no tengo más datos que los que me dio el padre de Leonzio... Dijo que venia a verme y fue interceptado antes de llegar.

Cerró los puños furiosa.

-Si, será mejor que cambiemos de tema

Había que seguir adelante, Gianna estaba acostumbrada a las pérdidas, lo malo era que ya no tenía ganas de perder mas y de que la vida se le riera en la cara.

-Me encantaría cenar con ambos, pongamos una fecha y tratemos de convencer a tu hombre.

Era mejor eso antes que quedarse esperando que él se la llevara.

Leonor escuchó pacientemente todo cuanto le decía su amiga. Sabía lo mal que debía estar pasándolo, por lo que se prometió a sí misma que trataría de no dejaría sola hasta no estar segura de que estuviera bien. Ahora que Konrad la conocía, podría pedirle ese favor sin necesidad de inventar historias para ir a verla, y esperaba que el Vampiro accediera sin dificultades, o que incluso la ayudara a encontrar a los culpables.

No obstante, cuando ella pidió cambiar de tema, la joven de cabellos rojizos la miró von alegría al escuchar que deseaba poner una fecha para volver a verse – Tendremos que preguntarle a Lord Konrad cuando le parece mejor fecha, aunque por mí mañana mismo sería perfecto – Afirmó con un guiño de complicidad, esperando animarla con su actitud.

-¿Qué te apetece hacer ahora, Gianna? ¿Quieres que bajemos para que conozcas mejor a Lord Konrad, o tienes alguna otra idea en mente? – Preguntó, dándole carta blanca para cualquier sugerencia que tuviera.