Partida Rol por web

Orionus apago la esfera incandescente y bajo del mueble en el que estaba subido. En el ambiente se percibía que al grupo no le hacia gracia lo que fuera que se moviera por el conducto y algunos ya estaban especulando que era monstruo. Lo que daba por seguro el asesino y lo que ataco a ese hombre era sanguinario.

Cuando se unió al grupo Arcturus le dijo al Orionus

-Vamos, señor Boulder, nada bueno puede salir de ahí.

El asesino asintió con la cabeza en silencio como respuesta. Sus compañeros/as cubrieron la rejilla del conducto.

Cuando salieron de la habitación y Arcturus mando a su servocraneo de nuevo como explorador. Pasearon por los salones en dirección al este cuando el servocraneo lo vieron volver a ellos y les proyecto las patrullas cercanas de clérigos que estaban haciendo la ronda por los salones y pasillos.

En ese momento Orionus saco un silenciador de la mochila y lo acoplo a su rifle automático.

El arbites asintió al observar el holograma proyectado por el servocráneo. No esperaba menos oposición. El complejo empezaba a estar patrullado por grupos de monjes armados en busca de supervivientes a la emboscada. Contaban con una abrumadora superioridad numérica y una devoción suicida, pero estaban menos entrenados, peor equipados y más desorganizados. Además, si los acólitos actuaban con rapidez ganarían suficiente distancia como para que la mayoría de monjes, que aún estarían saliendo desde la cámara de la subasta se cruzaran en su camino. Ahora, sólo unos pocos debían interponerse entre ellos y la puerta este.

Miró al grupo e hizo inventario de armas con silenciador. El rifle automático del arbites contaba con un silenciador de gran calidad y su pistola compacta también tenía un silenciador, que podría desenroscar y entregar a uno de los demás acólitos. Hieronymus explicó su plan.

Cambiarían la ruta evitando la sala principal sin apenas aumentar el recorrido. Evitarían así las mayores concentraciones de enemigos. Si encontraban una patrulla, hizo una mueca al dar tal título a una panda de maníacos sedientos de sangre; contaban con la ventaja que les daría el servocráneo volando discretamente y por zonas poco iluminadas. Verían a sus enemigos antes que éstos a ellos y los abatirían discretamente. En caso de tener que recurrir a armas no silenciadas, al emplear pasadizos más estrechos serían más difíciles de ubicar por el ruido en la distancia y los refuerzos enemigos tardarían más en alcanzarles, si es que les encontraban.

Los problemas empezaban antes de lo previsto, delante de nosotros ya se empezaban a acumular grupos de monjes en busca de alguna presa, y ahora que?, si nos liamos a tiros o consiguen dar la alarma pueden empezar a aparecer mas grupos, estamos demasiado cerca de la sala principal que es donde estarían el mayor numero de ellos, lo mejor seria dar un pequeño rodeo hasta que nos alejemos lo suficiente de la sala principal, una vez lejos estarán mas dispersos y en caso de tener que entablar combate con ellos ya seria mas difícil localizarnos...

-Tendríamos que acabar con todos esos herejes -dijo Isolda al ver los grupos tras el gesto de Heinrich para avisar a todos- empiezo a odiar el tener que moverme en silencio y como si yo fuera la traidora. Tendríamos que purgarlos a todos.

Miraba con odio a todos esos monjes, pero como decían, atacarlos significaría mostrar su posición y ser rodeados o que llegaran refuerzos de ve a saber qué.

Esperó callada hasta que marcaran un nuevo rumbo, pues ahora mismo en su cabeza solo había disparos y golpes, disparos y golpes...

Arcturus se encogió de hombros ante la nueva ruta propuesta por el arbites. Desconocían lo que habría por aquellos estrechos pasillos, pero lo que sí sabían es que la gran sala empezaba a llenarse de clérigos furibundos...

Sin una palabra asintió al camino que señalama Hieronymus.

Alertados a tiempo por el servocraneo fuisteis capaces de alterar vuestra ruta, que si bien os obligaba a dar un amplio rodeo también os evitaba encontraros de frente con la mayoría de los clérigos dispersos por el lugar. La ruta de escape entre los pasillos laberínticos era en cierto modo fácil de seguir, sabiendo que solo teníais que desplazaros hacia el este y confirmando cada cortos tramos que el Salón de entrada aún se encontraba a vuestra derecha, pero un largo rato después el camino se volvió más difícil de distinguir hasta que finalmente una encrucijada os obligó a deteneros.

La encrucijada tenía al menos 6 salidas diferentes, siendo una de ellas por la que habíais llegado hasta allí, y un servidor apolillado yacía descuidadamente caído sobre el suelo de cualquier manera con la extremidades dobladas en ángulos extraños, al igual que había ocurrido con los querubines de la subasta cuando perdieron súbitamente su energía. Hacía varios minutos que desde habíais pasado por el último pasillo que conectaba directamente con el Salón de entrada. Aquello debía significar que ya habíais dejado atrás toda su extensión, con lo que ya habríais atravesado aproximadamente la mitad del complejo hacia la salida, pero siempre existía la posibilidad de que un giro erroneo os hubiera llevado por el mal camino y os hubierais perdido.

Vuestros métodos para orientaros eran limitados, los sistemas de navegación del servocraneo parecían haber perdido potencia o haber resultado dañados y había demostrado ser incapaz de alejarse más allá de unas cuantas decenas de metros durante largos periodos de tiempo antes de volver flotando apresuradamente hacia Arcturus, como si hubiera olvidado sus órdenes. Incluso los cronos y el dispositivo-monoculo de Urtzi exhibían un mal funcionamiento, de modo que no podíais determinar con exactitud cuanto tiempo había pasado desde la revelación y la orden de la Viuda dorada.

De trece horas disponen, trece horas hasta que su ira ahogue a todos ustedes en fuego y cenizas...

Detenidos brevemente, mientras deliberabais sobre el siguiente pasillo que deberíais tomar para alcanzar la salida un breve pero intenso temblor recorrió de nuevo el suelo y pareces de los pasillos, soltando algún cascote aislado y obligándoos a sosteneros contra las paredes para no caer al suelo. Al mismo tiempo los orbes luminosos de los pasillos aumentaron la intensidad de sus focos, provocando que varios de ellos se fundieran en el acto, y el servidor apolillado que yacía en el suelo en la encrucijada abrió súbitamente los párpados.

De forma extremadamente lenta y torpe el servidor se levantó del suelo apoyado en sus extremidades oxidadas, mirando a continuación a su alrededor absorbiendo información sobre lo que le rodeaba. En el momento que sus ojos lechosos miraron en vuestra dirección, comenzó a decir algo con unas palabras ininteligibles graves, secas y chirriantes, como el entrechocar de dos placas de metal herrumbroso, hasta que su mandíbula se desprendió con un sonoro crujido y cayó sonoramente al suelo; impasible, el servidor continuó moviendo el rostro como si siguiera hablando, aunque ningún sonido más salió de lo que le restaba de su boca.

Sin previo aviso, inmediatamente tras terminar de "hablar" el servidor alzó sus brazos mecánicos con armas acopladas apuntando hacia vosotros y accionó los gatillos. Un repiqueteante sonido metálico hizo eco momentaneamente en los pasillos de la encrucijada, pero ningún proyectil fue disparado. Seguramente hacía décadas que esas armas no habían contenido absolutamente ninguna munición. Aparentemente satisfecho, el servidor bajó sus armas y apartó su mirada de vosotros como si ya no os encontráseis allí, avanzando a continuación por uno de los pasillos de la encrucijada en busca de completar alguna tarea desconocida aún grabada a fuego en su atrofiado cerebro.

El camino era incierto y angustioso. Arcturus estaba preocupado por el extraño funcionamiento del servocráneo cuando llegaron a la Encrucijada del Servidor y se produjo la sobrecarga de energía. Encogió la cabeza como cualquiera cuando creyó que el servidor recién reactivado tiraría sobre ellos, y suspiró aliviado... por un momento. ¿Qué había causado aquella poderosa onda energética? ¿Una simple alteración del espíritu-maquina del completo, herido de muerte, u otra cosa?

El tecnosacerdote dio varios pasos apresurados tras el servidor, conminándole a detenerse:

-Espera, servidor! Tu tarea aquí no ha terminado. Debes atendernos como invitados en la Casa que somos. Informarnos, protegernos y guiarnos será tu nueva misión; así lo quiere el espíritu que te anima.*

Pero no se alejó demasiado del resto del equipo; no quería por nada del mundo perderse por aquellos laberínticos pasillos. Miró alrededor, activando sus biodispositivos geogiroscópicos, con aire de olisquear el ambiente en todas direcciones...**

Orionus después de ver la extraña apariencia y reacciones del viejo servidor. Se mantuvo a la espera y vigilante de que ningún grupo de los clérigos les cogiera por sorpresa. El asesino actuaria a la defensiva contra el enemigo.

El servidor se alejó del grupo y Orionus empezó a observar a sus compañeros/as dubitativos de tomar una decisión o tomar la correcta decisión en esta crítica circunstancia. Por eso comento el asesino firmemente "Debemos seguir el camino que nos hemos marcado o sino el trayecto inicial con las respectivas modificaciones para no enfrentarnos a una guarnición de clérigos y no plantearnos el volver a tras".

El asesino aprovecho ese estado de no infiltración para equiparse su manto de antifragmentación para llevar una armadura superior.

Poco a poco íbamos avanzando por los pasillos, el problema era saber si avanzábamos correctamente en la dirección que nos habíamos fijado como objetivo, ante nosotros estaba una sala con cicnco salidas ademas de por donde habiamos llegado, que casmino seguir, esa era una decision complicada, en estos momentos me encontraba un poco perdida, pero confiaba ciegamente en las decisiones de mis compañeros.
Yo pienso al igual que Orionus que debemos seguir avanzando, si empezamos a retroceder nunca llegaremos a nuestro objetivo, pero ni idea de que pasillo seguir, miro a Arcturus y a Urtzi esperando que ellos tengan la respuesta de saber donde nos encontramos...

El arbites había ido mirando su viejo crono cada cierto tiempo y empezó a mosquearse cuando su comportamiento empezó a ser errático, como si su espíritu máquina empezara a fallar. Había ido enciendo y apagando por intervalos el detector de salvaguarda con intención de comprobar la seguridad del entorno sin agotar las baterias. También el detector empezaba a comportarse de forma rara. Sin duda aquellas máquinas sentían la opresión y la maldad de aquel lugar.

Cuando llegaron al atrio con múltiple salidas y encontraron el servidor el grupo se detuvo. El arbites levantó el escudo delante de su rostro cuando el servidor levantó sus armas dispuesto a cubrir con su escudo y con su cuerpo a Arcturus y a Urtzi, detrás de él. La ráfaga nunca llegó y el arbites suspiró con alivio.

Por un momento dudó si seguir al servidor, sin duda aquel conocía el camino ¿pero a dónde? ¿a un cogitador? ¿a un depósito de municiones? ¿a un ejército de servidores? Negó con la cabeza. No se meterían de cabeza en una trampa.

Volver quedaba descartado. Habían tenido mucha suerte de poder llegar hasta aqui esquivando patrullas. Quizás no pasaría lo mismo al volver y aun si lo lograban, no habrían ganado nada salvo perder un tiempo valioso. Si seguían a este paso cada vez se interpondrían menos clérigos entre ellos y la salida este del complejo.

- Sigamos, es por ahí - ordenó el arbites con más seguridad en su voz de la que sentía - daos prisa.

- Maese Arcturus, vuestro servocráneo, por favor - pidió el arbites al adepto que "hablaba" con el servidor con una ininteligible serie de zumbidos.

Isolda intentaba memorizar el camino que estaban siguiendo, pero llegó un momento en que lo dio por imposible por el mero hecho de la cantidad de pasillos y caminos que parecía tener ese maldito lugar.

Observó todo con desganas hasta que el servidor se movió y les apuntó con las armas. En ese momento recordó cuando siguiendo al noble fue acosada por los tres servidores de combate y perdió su brazo y casi su vida. Llega a tardar un milisegundo más en disparar y demostrar que sus armas no funcionaban y la sororita le habría descargado una ráfaga de bolter sin mucho problema. Había apretado en parte el gatillo, pero no lo suficiente como para que el arma disparara.

Ignoró el intento de comunicación del tecnosacerdote con el servidor y siguió los pasos indicados por el arbites.

Heinirch asiente ante las palabras de Hieronymus, la verdad es que el no tenia muy claro el camino que habian de seguir, no habia podido observar bien el plano que habia encontrado Arcturus.

-Contigo.

Le dice al veterano arbites, mientras ocupa su posicion en cabeza de la formacion, barriendo con la mira de su escopeta su sector de disparo por si salia algun monje o alguna criatura como la que habia arrastrado el cadaver al sistema de ventilacion.

Ante la súbita emisión de repetitivos chirridos y pitidos de Arcturus el servidor se detuvo un instante, girándose y mirando con sus ojos vacíos directamente hacia la figura del tecnosacerdote. Pasaron varios segundos en los que permaneció totalmente inmóvil, suficientes para plantearos si el servidor no había vuelto a quedar inactivo por falta de energía, hasta que finalmente y sin ninguna provocación volvió a su camino con pasos lentos y pesados, como si aquella interrupción no hubiera tenido lugar. Adonde se dirigía no podíais saberlo, puesto que se trataba de un camino diferente al que debíais recorrer para llegar hasta la salida, al menos según vuestra intuición.

A cada paso el laberinto de pasillos se volvía más y más complejo, en un par de ocasiones os encontásteis con secciones bloqueadas u os perdísteis por un momento, pero una mezcla de suerte, aptitud para interpretar el incompleto y falto de detalles mapa holográfico, y unos sentidos agudos os permitió siempre volver al camino sin más que unos pocos retrasos inesperados.

Tras un largo camino, finalmente llegasteis a una sala mucho más amplia que las demás. Prácticamente intacta, una sala parecida a una gran biblioteca vacía se mostraba frente a vosotros. A pesar del abandono, solo el tiempo había dañado sus altas paredes y sus gigantescas estanterías y columnas de madera ya que no había ni una mota de polvo en aquél lugar que estropease su imagen inmaculada, ni un solo libro se veía en sus estanterías, y los escritorios cercanos estaban colocados en perfecto orden. La sala en sí era como un gran atrio elevado en su centro, cuyo segundo piso servía a su vez como balcón para observar la zona inferior. El silencio en aquella sala era absoluto, como si el aire de solemnidad que imponía aquella sala, naturalmente silenciosa, solo se hubiera hecho más fuerte tras su abandono.

El tecnosacerdote miró con desconfianza la amplia sala. Siempre con el servocráneo rondando alrededor, aprestó su rifle y se mantuvo expectante, atento a cualquier señal de vida en aquella biblioteca mientras la atravesaban. No parecía haber más remedio que avanzar hasta el centro de la misma para cruzarla...

Heinrich aprieta fuertemente su escopeta tras las estanterias que conforman el pasillo que conecta la entrada y la salida de la biblioteca se puede ocultar una emboscada. Agudiza sus sentidos y presta atencion a su entorno, cualquier ruido, cualquier movimiento inesperado.

-Una biblioteca sin libros, es antinatural.

Heinrich esta disconforme.

El arbites estuvo a punto de pedir a Arcturus que destruyera al servidor, quizás éste podía alertar a otros servidores o de alguna desconocida forma pedir refuerzos. Sin embargo el tecnoadepto respetaba a las máquinas más que a los humanos y cuidaba de su servocráneo como cualquiera cuidaría de un hijo. Sólo en una ocasión le había visto endurecerse, cuando encontraron las armas heréticas en Desarbolada. Sin duda se opondría a la destrución del servidor. Así que, no hizo nada cuando el servidor se alejó andando.

Condujo al equipo de adeptos con decisión sintiendo que el Emperador debía haber guiado sus pasos cuando alcanzaron lo que parecía una biblioteca abandonada. La ausencia de libros marcaba la falta de uso, pero la pulcritud señalaba a cuidados frecuentes y la probable presencia de monjes o de servidores.

No habían abierto la boca desde que entraron en la biblioteca y el comentario de Heinrich le sobresaltó.

El arbites deseó poder evitar el centro de la sala, donde estarían expuestos desde todas direcciones, pero las estanterías formaban un pasillo difícil de evitar ¹. Dirigió una mirada a Arcturus. El servocráneo sería difícil de ver en el centro de la sala si había algún servidor o monje limpiando en la periferia de ésta en alguno de los pisos superiores.

Atento y listo para abrir fuego se mantuvo alerta.

Curioso y amenazante, así era el lugar donde habíamos llegado, una biblioteca sin libros y con un único camino que pasaba por su centro, dejándonos expuestos a cualquier cosa que pudiera estar escondida, a ninguno de nosotros nos hacía mucha gracia pasar por allí, pero pocas o ninguna elección teníamos, no disponíamos de mucho tiempo por lo que volver y buscar otro camino quedaba descartado, doy unas palmaditas a mi rifle mientras observo con detenimiento el lugar, no me gusta ese lugar, es ideal para una emboscada, lo mejor sera que cuando entremos cada uno cubra y vigile un área del lugar, y si algo asoma primero disparamos y luego preguntamos...

Isolda frunció los labios ante esa sala que le daba escalofríos.

-A mí me extraña la ausencia de polvo -dijo mirando con recelo a todos lados, como si esperara que cualquier cosa saltara de algún lado para atacarles.

-Tiene razón Gianna -alzó el bolter y comenzó a mirar por todos lados- tengamos cuidado mientras continuamos hasta la salida.