Partida Rol por web

Naga no se anda con rodeos y vuelve a apuntar a sus enemigos, esta vez al goblin que aún no ha resultado herido y que se ha interpuesto entre ella y el otro. Apunta y aprieta el gatillo. Aún no está acostumbrada a manejar un arma como esa, pero da en el blanco de forma eficaz. 

Acto seguido, Naga se echa cuerpo a tierra sobre el tejado del edificio. 

Los dos goblins chillan y corren agitando sus armas y mostrando unas bocas grotescamente grandes, que van de un lado a otro de su enorme cabeza esférica. Sus trajes de batalla acorazados hacen ruido sobre el suelo metálico, y sus armas hechas de chatarra unida con cinta tosen y crujen al disparar. 

Y sin embargo, el motivo por el que nunca se debe subestimar a estas odiosas criaturas se hace patente: son perseverantes, tienen un temor a la muerte prácticamente nulo y no se detienen ante nada, además de tener una suerte que desafía toda lógica. Los dos goblins se ponen a disparar justo bajo Naga, frente a la pared del edificio en el que está subida, y aunque ese ángulo hace difícil que impacten y el primer disparo sale desviado, el segundo, casi de casualidad, da en el hombro de Naga, sobrecargando la armadura y quemando los circuitos superficiales de su hombro y cuello. 

Aun así, es un rasguño, y el segundo disparo de Naga impacta directo en su objetivo, abriendo una gran herida en el costado del otro goblin. Al otro lado de la sala, Naga puede ver cómo el goblin que queda corre hacia Muffin y trata de atacarle con su cuchillo, llamado habitualmente "rajaperros" por los goblins. Parece que el pequeño ysoki está en desventaja ahora que la lucha ha pasado a ser cuerpo a cuerpo. 

El que los goblins son estúpidos es un hecho bien sabido y comprobado por cualquiera que haya tenido la desgracia de verles alguna vez, pero eso no les hace dejar de ser peligrosos, y su gusto por el sadismo y la matanza puede hacerles astutos y por lo menos tener una base de sentido común básico en el fondo de sus cerebros mutados por la radiación. 

El goblin contra el que Muffin se enfrentaba acabó dándose cuenta de que si todos sus disparos se iban al saco tras el que Muffin se ocultaba, (¡Oh idea!) tenía que intentar rodear el saco para que ya no se interpusiera entre él y el ysoki que había ido a visitarle. Por ello, sintiéndose el goblin más inteligente de la historia de los goblins, el despreciable ser echó a correr, a una velocidad sorprendente para sus cortas piernecitas, y sacó el cuchillo conocido como rajaperros. Ahora el saco tras el que Muffin se cubría no servía de mucho, y pronto pudo comprobar que estar en cuerpo a cuerpo no le favorecía: el rajaperros cortó su segunda piel como si fuese papel y le hizo un corte en el costado. No era grave, pero aún así era un corte doloroso. 

Al otro lado de la sala prosigue el resplandor de los láseres al ser disparados y el crujido de las armas. 

El goblin se lanzó a por el agitando un cuchillo y consiguió rajarle la segunda piel y hacerle un tajo. Eso irrito al ysoki, últimamente no hacían más que rajarle la piel. A este paso no iba a tener hueco para más criaturas. Fingió que iba a alejarse del goblin para poder dispararle y cuando la vil criatura levantó el arma para intentar apuñalarle colo la pistola entre sus defensas y le soltó una descarga a bocajarro. - Eso te enseñará a traer un cuchillo a una lucha de pistolas. - dijo socarrón. 

Comprobando rápidamente que los daños del hombro no son graves, Naga se incorpora ligeramente para disparar al goblin que tiene justo en frente. Por desgracia, la carga rebota en la pared, pero Naga tiene tiempo de retroceder un paso y volver a tirarse al suelo para salir del ángulo de tiro de los goblins, cuyos horribles chillidos le taladran los oídos. 

El goblin, al ver que Muffin no intenta sacar ningún arma de cuerpo a cuerpo y que blande su pistola, sonríe y alza su rajaperros. En ese momento el rápido ysoki cuela su arma por entre sus defensas, antes de que tenga tiempo de reaccionar, y una descarga azul sale de su táser directamente al pecho del goblin. 

La asquerosa criatura sufre violentas convulsiones mientras la electricidad zumba por su cuerpo, y finalmente cae inconsciente. El goblin impacta de bruces contra el suelo, justo delante de Muffin. 

Al otro lado de la sala, los láseres cesan, pero Muffin sigue oyendo los gritos de los goblins, que parecen muy enfadados. 

Ambos goblins disparan contra Naga, y aunque uno de los láseres sale desviado, el otro disparo impacta en su brazo derecho, provocando una quemadura superficial. En ese momento, Naga decide retroceder para salir del alcance de los goblins.

Al retirarse, los goblins pierden el ángulo contra ella (aunque ahora ella tampoco puede dispararles) Ahora Naga no les ve, solo oye sus desagradables voces enfadadas y sus pasos mientras rodean el edificio. Oye un par de disparos, sin duda para reventar la cerradura de la puerta, y los goblins entran en el edificio, probablemente buscando una forma de subir a donde está Naga. 

Al otro lado de la sala, el goblin que queda, al ver que el ysoki no intenta sacar ningún arma de cuerpo a cuerpo y que blande su pistola, sonríe y alza su rajaperros. En ese momento el rápido ysoki cuela su arma por entre sus defensas, antes de que tenga tiempo de reaccionar, y una descarga azul sale de su táser directamente al pecho del goblin. 

La asquerosa criatura sufre violentas convulsiones mientras la electricidad zumba por su cuerpo, y finalmente cae inconsciente. El goblin impacta de bruces contra el suelo, justo delante del ysoki. 

El ysoki avanzó con cautela hacia el sonido de disparos. Algo estaba dando caña a los goblins que estaban al otro lado del edificio y quería asegurarse de que o quien era el responsable de aquellos disparos.

Su brazo suelta chispas, pero nada que no pueda repararse con facilidad. Barajando la altura del edificio, Naga decide que no va a quedarse a esperar a que aparezcan los goblin en la azotea y busca asideros para comenzar el descenso. Saca su pistola de ganchos y se ayuda con ella para bajar. Una risa interna la recorre al imaginar el desconcierto de esos estúpidos goblins, aunque no se refleja en su rostro, como tantas otras emociones que invaden su interior. 

La imagen que el ysoki vio cuando por fin dobló la esquina no era lo que se esperaba. Silencioso como un ratón, se deslizó por entre los desperdicios y los escombros del suelo hasta dar con un barril con una hoguera en su interior, igual que el otro. Sin embargo, en este no había goblins: sus desagradables voces provenían del interior del edificio. Al parecer, los dos goblins habían forzado la entrada a base de disparos y ahora se les oía trastear en el interior. 

Mientras Muffin mira, de pronto una androide alta y atlética se desliza con agilidad desde el tejado empleando una pistola gancho, para aterrizar en el suelo. Lleva armadura ligera, pistolas en la cadera y un rifle sarcesiano a la espalda, del modelo fabricado en la Diáspora. En el hombro tiene dos quemaduras producidas sin duda por fuego de láser. Aún no parece haber visto a Muffin. 

Muffin no se esperaba lo que vio, al parecer los goblin habían hecho un agujero en la pared y lo habían usado para esconderse dentro del edificio. El origen de los disparos parecía provenir de un androide que se acababa de descolgar del techo una pistola gancho. Parecía que su presencia había pasado desapercibida así que debía actuar con cautela. El ysoki camino con cuidado hacia la puerta del edificio con la pistola en mano mientras se llevaba la otra mano al hocico pidiendo al androide que no delata se su existencia. Era su una ventaja que no debían perder.

Nada más acabar de descender del edificio, Naga vio al sigiloso ysoki que salía de detrás de la pared. En una mano llevaba su táser y con la otra le hizo un gesto de silencio, mientras se acercaba a la puerta reventada por los goblins. 

Naga asiente en silencio al ysoki y, el dedo listo para apretar el gatillo de su rifle, sigue sus pasos con cautela. 

El ysoki, sigiloso como los ratones a los que se parece, avanza abriendo la puerta destrozada sin hacer ruido, seguido de Naga. Al entrar les recibe un olor a cerrado que sin duda es señal de que nadie había entrado ahí en décadas, y el aire lleno de polvo en suspensión. Parece un viejo almacén, pero todo lo que hubiera de valor se lo han llevado hace mucho. Ahora solo quedan cajas destrozadas y metal oxidado, que se apila tristemente contra las paredes llenas de manchas de humedad y óxido. 

Los dos goblins, ajenos a la intrusión de los dos, se hallan en una esquina de la sala, donde, en el techo, se puede ver una trampilla que sin duda lleva al tejado. Está cerrada y sellada, y los goblins gritan en su lengua mientras disparan sus armas a la trampilla para tratar de destrozarla y poder subir a donde creen que permanece Naga. 

El ysoki abrió la puerta con sumo cuidado y entró a la estancia dejando un hueco para que la androide pasase detrás. Busco un pequeño parapeto y abrió fuego aprovechando la sorpresa que iba a causar a los goblins.

Sin dejarse amedrentar por haber fallado su primer ataque, el ysoki aprovechó la confusión que les proporcionaba la sorpresa para disparar otra ráfaga de disparos a uno de los goblins que tenía delante con la esperanza de que eso bastase para mandarlo a dormir.