Partida Rol por web

Steffan levantó la ceja ante la airada reacción de la mujer. Le gustaban las mujeres con carácter y la hermana de Cabo parecía ser de armas tomar. por fin Derek ponía algo de razón en el asunto.

- Muy bien. Consultaremos la lista de libros por si acaso. Debemos intentar reconstruir todos los pasos que dio Zarramenov y, por supuesto, andarnos con cuidado. Ya sabemos de lo que son capaces.- Dijo escrutando el rostro de la mujer para ver si había algún rastro de miedo en él. - Sr. Cabo, ¿tiene o cree que podríamos hacernos con una fotografía del profesor? Nos sería útil para saber si alguien lo vio durante el tiempo en el que visitó Bonanza.

Si lo desean podemos dividir nuestros esfuerzos. Yo podría acompañar al señor Wood y a quien quiera unirse a nosotros a la biblioteca para volver a revisar los libros mientras mi hermana y el señor Urdish viajan a Bonanza con el resto de ustedes. - Sugiere el joven profesor Cabo.- Lo que no puedo facilitarles es una fotografía del profesor Zamarrenov, ya que no tengo ninguna en mi poder.

Creo que yo sí que podré ayudar en ese aspecto.- Interrumpe el profesor Olive mientras abre su cartera y saca una vieja foto en la que pueden verse a seis hombres adultos de pie en la puerta del edificio del rector de la universidad de Miskatonic.- Estamos un poco más jóvenes pero perfectamente reconocibles. George Zarramenov es el hombre que hay justo a mi derecha.

-Vamos a la biblioteca.- dijo un escueto pero resuelto Derek, aunque sin moverse de donde estaba sentado.

Los libros no son lo mío—dijo Matthew levantando las manos sin añadir lo que realmente pensaba. Que iba a ser un horror de viaje si tenía que ir acompañado de aquella mujer. A la hermana de Cabo le hacía falta que alguien la enseñase cual era su lugar. Ni por un instante se había parado a pensar el bueno de Greywood que su mujer tampoco era una "pacífica damisela" precisamente. ¿Ese lugar, Bonanza está más cerca o más lejos de Francia?

Como unas diez veces más cerca señor Greywood.- respondió la joven mujer sorprendida por lo incultos que podían llegar a ser los hombres que habían venido a ayudarles.- Y eso solo hasta la frontera, si quiere compararlo con la distancia a Paris doble usted esa diferencia.

Guiados por Jordi Cabo y acompañados por el profesor Olive decidís ir a la biblioteca de la universidad de Sevilla a buscar el rastro del profesor Zarramenov.

Vais caminando, pues la biblioteca se encuentra ubicada en la calle San Fernando, y por lo que dice el señor Cabo, no muy lejos de vuestro hotel.

En vuestro paseo comprobáis que la ciudad es muy alegre y soleada. La gente llena las calles y las terrazas de los bares mientras fuma y hablan en ese endiablado idioma suyo a la vez que gesticula enormemente.

No habéis andado ni diez minutos cuando vuestro entrenamiento militar se hace patente al percataros de que alguien os sigue. Se trata de un Ford T negro. Sevilla no se caracteriza por su gran número de automóviles, así que al conductor le resulta difícil esconderse entre el poco tráfico existente pero por si fuera poco la matrícula del resto de coches de la ciudad empieza por SE mientras que la del Ford negro que os sigue empieza por B.

Lo que os lleva a preguntaros si quien os está siguiendo es tan poco hábil como aparenta o si quiere que lo descubráis.

Tal y como habéis acordado, dividís el grupo para cubrir más terreno en el menor tiempo posible y mientras Derek y Steffan van a la biblioteca vosotros decidís acercaros al último sitio donde sabéis que fue el profesor Zarramenov.

La señorita Cabo consigue un alquilar los servicios de un automóvil con conductor dispuesto a llevaros hasta Bonanza en la recepción del hotel. El viaje es largo y una vez pasados unos diez o doce kilómetros de buena carretera el chofer tuerce a la derecha para meterse en un camino sin asfaltar que transcurre entre interminables campos y más campos llenos de olivos.

Dos horas después de haber salido, exactamente a las seis y diez de la tarde llegáis al pequeño pueblo de pescadores que es vuestro destino. Todas las casas están encaladas en blanco, suponéis que para combatir el agobiante calor que seguro hará en esta zona en pleno verano.

El chofer que nos espera aquí antes de las nueve. Según dice necesita estar de vuelta en Sevilla antes de medianoche.-Os dice Montserrat.- ¿Por dónde quieren comenzar?

Roderick no era un ejemplo a seguir, poseía sus claros y oscuros pero desde luego que estaba pagando todos sus oscuros con creces, no sólo por lo vivido anteriormente sino por aquel condenado viaje. ¿Cómo podían llamar carretera a esos caminos de cabras? El capellán comenzó a contar los baches y las curvas que se les cruzaron por delante... hasta que finalmente decidió dejar de hacerlo por temor a mancharse el traje por su propio vómito.

Cuando finalmente llegaron a su destino, el señor Craven pareció recuperar toda la dignidad que creyó perdida durante aquel infernal trayecto y para terminar de recuperar se concedió un buen sorbo de licor de su petaca en cuanto se percató que nadie lo observaba... sí aquello estaba mejor.

- No conocemos nada de este pueblo señora Cobo... así que supongo que sería mejor ir al grano. No se que opinaran mis compañeros pero creo que visitar los lugares frecuentados por el profesor, en primer lugar, podría arrojar algo de luz- Roderick estaba perdido... pero completamente, no tenía ni idea de por donde comenzar, pero aparentar interés o conocimiento era algo que se le daba bien... o al menos eso creía él.

-Paremos a tomar algo en un bar y veamos lo que hace nuestra sombra.- dice Derek en un susurro a Steffan mientras camina tan normalmente como antes.

Dicho y hecho. Inmediatamente le decís al profesor Cabo que pida uno de esos famosos vinos locales en uno de los innumerables bares que pueblan la calle por la que camináis.

El ford T que os persigue reduce un poco la velocidad, hasta que parece claro que vuestras intenciones son quedaros en la terraza del bar a tomar algo. En ese momento vuelve a aceleran y sin ningún reparo pasa por delante de vosotros para girar en la primera intersección a la derecha.

- Esto es vida.- Dijo Steffan simulando disfrutar del vino, el buen tiempo y la compañía en la terraza. No era difícil pues Sevilla estaba llena de bellas mujeres de cabello negro y un excelente vino. Era innegable que el coche les seguía. 

Perro viejo.

Derek se las sabía todas, lo que provocó una sonrisa en Steffan. Extendiendo la copa en el aire para observar el color del caldo al trasluz, Steffan trató de memorizar la matrícula del vehículo. Cuando éste giró la esquina se dirigió a los otros.

- No cabe duda de que nos seguían señor Cabo. Hizo muy bien en tomar precauciones. ¿Alguna idea de quién puede ser?

Tras llegar al pueblo perdido en la costa de española, cerca de Sevilla, Ab salió del coche y miró el lugar con escepticismo. Parecía que el tiempo se había detenido en aquel pequeño pueblo, pareciendo que aun vivían en el medievo.

- Supongo que debemos mirar primero donde el señor Zarramenov se hospedaba... y luego ver su lugar de trabajo, ¿no les parece?- comenta el cabo mirando el pueblo.

-Al menos tenemos la matrícula, aunque es igual, no creo que haya muchos de esos por aquí.- acotó un calmado Derek que había probado un sorbo del vino para luego dejar la copa sobre la mesa.

- No creo, pero puede que con la matrícula nos sea más fácil dar con un nombre.-Contestó a Derek.- Bien, caballeros. El tentempié ha estado delicioso. ¿Nos ponemos en marcha de nuevo?- Después de todo el Sr. Cabo podía contarles si conocía quién era el que los seguía pro el camino.  ¿Le habrían dado esquinazo?

¿Y cuales son, hermano?
Tras la incómoda pregunta a Roderick, Matthew soltó un exabrupto en alemán, lo único que había aprendido del idioma, al igual que casi todos los soldados eran palabras malsonantes. Sin embargo se controló. La preocupación por su familia no debía afectarle a la hora de tomar decisiones. Con discrección se palpó la pistola en el interior de la chaqueta. Le estaba haciendo sudar como un pollo en Texas pero se sentía más seguro.
Lo que tenemos que hacer es llamar a nuestros compañeros. Más que anda para que sepan que no hemos sufrido "ningún accidente" y ver si ellos han descubierto algo.
Mathhew hizo especial hincapié en la palabra "accidente." Di caprio estaba muerto, pero ¿y si había más como él? Quizás puedan hablarnos de los pasos que dio Zamarrenov. ¿Señorita Cobo? ¿Sabe si en este tipo de pueblos hay teléfonos públicos o es demasiado rural? preguntó esforzándose por ser cortés. Si volvía a oír indignación en la voz de la mujer la cabeza le explotaría de ira... o más bien de nostalgia.

Lo sabía.- Murmura el joven profesor entre labios cuando ve pasar el automóvil negro matrícula de Barcelona.- No tengo la más remota idea de quién puede ser. Llevaba días diciéndoselo a mi hermana y al señor Urdish, y ellos solo me decían que me estaba volviendo completamente paranoico. Sabía que no me equivocaba.
 

Un vino delicioso.- Confirma el profesor Olive una vez habéis pagado la cuenta y vuelto a poneros en marcha.- ¿Cómo ha dicho que se llama esto "tapa?

¿Creen que los que conducían ese vehículo pueden estar relacionados con la desaparición de Zamarrenov?- Pregunta el hombre unos minutos después. No tenéis tiempo a contestarle, ya que en ese momento volvéis a ver como el automóvil negro vuelve a estar justo detrás de vosotros.

Como bien apunta el señor Greywwod, el problema es que el rastro del profesor termina aquí.- Contesta Montserrat.- A lo largo de estas semanas, hemos venido varias veces a este pueblo, hemos preguntados a varios de los habitantes, tanto hombres como mujeres y ninguno nos ha podido confirmar tan siquiera que pisara este lugar. Aunque claro.- Añade.- Hasta ahora no disponíamos de ningún retrato suyo.

En cuanto al teléfono, creo que tendrá que esperar a que volvamos a Sevilla para poder hacer uso del mismo. Aunque si lo que quiere es comunicarse con su país lo que debe enviar es un telegrama, seguro que desde la oficina de correos y telégrafos podrá hacerlo.