Partida Rol por web

Roderick se me adelantó a la hora de sugerir que buscásemos al párroco local.

La vista de aquellos "policías" con cara de mala hostia no me gustaba y seguro que si unos extranjeros llegaban a un pueblo tan pequeño, hacían preguntas sobre otro extranjero y tiraban abajo una puerta para entrar en la iglesia, seguro que algo desagradable sucedería.

- Yo también creo que deberíamos tratar de convencer al párroco. Lo que no sé es cómo.

Si es lo que queréis...pero, aunque no dudo de que el párroco sea buena persona...Bueno, a veces los benefactores esconden secretos que no quieren ser vistos— dijo Matt en na clara referencia a lo ocurrido en San Mateo. Recordando las palabras de Dereck lanzó una mirada no demasiado disimulada hacía Urdisch tratando de evaluar los cambios que el cojo había señalado. 

- Entonces recurriremos al plan B...derribar la puerta- dijo Abraham encogiéndose de hombros como si no le dejasen otra alternativa.

- Venga, vayamos a ver donde está el párroco. Aunque no creo que sea problema encontrarlo, pues seguramente todo el pueblo sepa donde reside.

Durante el camino de vuelta al pueblo no le quitaste el ojo a Urdish. Habías notado el cambio de humor que experimentó el de Providence al llegar a la costa, pero por mucho que intentaste ver los cambios físicos a los que hacía referencia Claypole no viste ninguno.

Tal vez el escritor había perdido ya completamente la razón o tal vez no... Quienes habían secuestrado a vuestros hijos seguramente os tenían vigilados. El encontrarlo en el hotel había sido una simple coincidencia o formaba parte de un maquiavélico plan.

No sabías que pensar, más de que lo estabas haciendo de forma tremendamente paranoide.
 

El camino del vuelta a Bonanza fue tranquilo, quienes no habían estado el día anterior pudieron observar las pequeñas casas de paredes completamente blancas que formaban el tranquilo pueblo de pescadores.

La iglesia del pueblo sí que está abierta, como debe ser, pues la casa de Dios siempre debe estar abierta para sus hijos. Dentro veis a un sudoroso sacerdote con un martillo en la mano y clavos en la boca que parece estar tratando de arreglar uno de los bancos de la iglesia.

En cuanto se percata de que habéis entrado en la iglesia deja lo que está haciendo y camina hacia vosotros mientras dice algo en ese maldito castellano que tanto estáis empezando a odiar.

El profesor Cabo y su hermana se ponen a hablar con el hombre mientras que Urdish vuelve a hacer de traductor.

- Jordi se ha presentado como profesor de universidad interesado en visitar la ermita.- Están hablando de la historia del lugar.- Parece que dentro hay una pintura antigua.- El párroco tiene la llave pero dice estar ocupado arreglando los bancos.

La conversación continúa entre los hermanos y el sacerdote y al final este se acerca a un armario y saca una enorme llave del mismo que el entrega al profesor Cabo.

-El Padre Anselmo nos deja visitar la ermita a mí y al grupo de profesores americanos que me acompañan.- Dice con una enorme sonrisa de satisfacción mostrando la llave.- No puede acompañarnos, hasta que no termine con lo que está haciendo.

- Perfecto.- No se quitaba de la cabeza que el pároco, el que poseía la llave de la ermita, pudiera ser algún tipo de insectoide. Así que mejor que mejor si no les acompañaba, aunque aún así deberían tomar precauciones.- Manteneos alerta en por si nos siguiese alguien.

Por dentro la ermita parecía aún menos importante que por fuera. Pequeña, de planta rectangular e iluminada únicamente por la luz que entra por la pequeña ventana parecía prácticamente abandonada. Los bancos estaban en mucho peor estado que aquellos que el padre Anselmo parecía tratar de recuperar en la iglesia del pueblo.

Una pequeña virgen con un niño entre sus brazos descansaba sobre una estantería y el la pared de la derecha un antiguo bajorelieve parecían ser los dos únicos objetos con algo de valor en aquella ermita.

Matt miró primero al parroco y pensó en ayudarlo. Se le daba bien arreglar las cosas y mal pensar demasiado, de modo que decidió darse la vuelta para echarle una mano con aquellos bancos. Sin embargo, al hacerlo vio por el rabillo del ojo el bajorrelieve. No era un gran aficionado al arte religioso ni al arte en general, pero había algo en el que le había llamado la atención.

Al igual que sus compañeros el joven cabo entró en la ermita y se puso a buscar, no descaradamente para no sembrar dudas en el párroco español, pero sí con minuciosidad.

Tenía la esperanza de encontrar el maldito símbolo con el que tanto él como sus compañeros habían sido marcados durante la gran guerra en las trincheras francesas.

Mientras sus compañeros buscaban pro el interior de la ermita, Steffan tuvo un pálpito y se puso a dar una vuelta alrededor de los muros de la modesta construcción. Trataba de visualizar el cuadro visto en la biblioteca y creía recordar que el símbolo estaba en una de las paredes así que humearía por el exterior.

Al final la entrada en la ermita no fue excesivamente complicada, a pesar de la dificultad del idioma y la diferencia de costumbres, estaban consiguiendo descubrir cosas... Roderick no tenía muy claro lo que podrían encontrar allí, pero su curiosidad hizo que estudiase aquella construcción de palmo a palmo... ¿Qué debía buscar? Ni idea... pero él miraría a ver que había por ahí...

Como el resto, yo también colaboré a buscar el símbolo que llevaba tatuado. Además de eso, busqué cualquier pista que pudiese llevarnos a nuestros hijos.

Poco a poco, con calma, arrastré la mirada por los pilares y los muros de aquella pequeña ermita.

En tu cabeza, tenías una imagen clara de donde estaba el símbolo en el cuadro, así que fuiste a buscarlo, pero no estaba allí. Sabías que estabas mirando en el lugar correcto, pero el símbolo no estaba. Recorriste con la vista las cuatro paredes exteriores con la esperanza de verlo en algún otro sitio, o de al menos encontrar alguna pista que fuera de utilidad, pero nada.

Al final llegaste a la conclusión de que tal vez el artista hubiera pintado en el cuadro un símbolo que no estuviera en la ermita original. Cansado volviste a entrar en la ermita donde el grupo parecía reunirse en torno al bajorrelieve.

Es Je­sús descendiendo de a los Infiernos para salvar las almas de los primeros Padres. La imagen hace referencia al Evangelio Apócrifo de San Pedro, escrito hacia el siglo II.- Dice el de Providence cuando apenas habéis dado el primer paso hacia el bajorrelieve.

Ernest es realimente una caja llena de conocimientos sobre la zona en la que os encontráis. Aunque no deja de ser sorprendente que el diletante sepa todos esos datos de un bajorrelieve que en teoría no ha visto en su vida.

Te preguntas cuántas probabilidades hay de que alguien con ese tipo de conocimientos se encuentre por casualidad en mitad de un tren con los hermanos Cabo y trabe amistad con ellos.

Ernest es realimente una caja de conocimientos. Desde donde tu estás no distinques absolutamente nada del bajorrelieve y jurarías que tampoco desde donde está el dilentante se puede ver gran cosa del mismo.

Algo te huele mal aquí, te preguntas como es posible que dilentante sepa todos esos datos de un bajorrelieve que supuestamente no ha visto en su vida.

Al acercaros al bajorrelieve podéis distinguir entre sus borrosas formas, la figura de un ser alto, de cuerpo bien formado, con un extraño velo en el rostro. El Ser se encamina hacia una ciudad de extraña belleza, donde viven unas criaturas ex­trañas y deformes.

Has visto antes la imagen del Ser del velo, pero no recuerdas donde, ¿o sí? La imagen se forma de manera lenta pero clara en tu cabeza. En San Mateo, en los locales de la asociación, en aquel sótano que olía a matadero, sobre el maldito altar que tenía grabado el símbolo que tanto os perseguía. Allí había una pequeña estatuilla que representaba al mismo ser.