Partida Rol por web

Cuando el camino comienza a complicarse deja a un lado la fotografía para centrarse en el camino debidamente. Y es que no quiere tropezarse con nada que esté por medio y acabar en el suelo. Además, es un camino que no conoce así que prefiere no separarse de las otras tres. Tras un rato largo caminando, consiguen llegar a un lugar un poco más plano y la razón no es otra más que un río tranquilo y amplio.

Sobre el río de aguas tranquilas, cuelga un puente de cuerdas. No parece demasiado seguro pero Tullip asegura que es completamente seguro y que no debería haber ningún problema en cruzarlo. Y supone que si Tullip aun sigue ahí con ellas y siendo una guía especializada de la zona es que tiene razón. Bebe ella también un poco de agua antes de decidirse si cruzar o no. Busca un lugar en el que plantar el culo durante unos minutos mientras descansan y saca la cámara para tomar una foto del río, el puente y la neblina.

-No parece que el puente esté colgando a mucha altura sobre el río*. Lo cruzaré si las demás lo deciden, pero me gustaría cruzar primero o la última. Me dan un poco de miedo las alturas y el posible balanceo no me atrae demasiado.

Empezamos la ruta. La vegetación estaba por todas partes y me acordé de mis pantalones largos a los tres o cuatro roces que sufrí en las piernas el impacto de ramas y plantas a poco que trataba de seguir a Tulip por aquel camino inexistente - ya tengo mis primeras cicatrices de guerra, ésto se pone interesante.

Siena se acercó a interesarse por mí, dudé si era porque me veía incapaz o realmente había "algo". Como no me lo esperaba, me tomó por sorpresa - ¡Qué! Ahm, mmm... estoy bien, bien, gracias. La verdad es que llevo un montón de cosas, algunas completamente inútiles pero oye, pregunté a un chico del trabajo que le van las excursiones a la naturaleza y porque no me entraba todo lo que me recomendó que sino igual si te lo enseño crees que voy a una guerra, en serio - la verdad es que llevaba muchas cosas, pero acabábamos de comenzar la jornada, si ahora no podía con ellas, no me imaginaba qué iba a ser de mí a medio camino - si veo que necesito ayuda, recurriré a ti, Siena... qué nombre tan original, me gusta. Además cuando lo pronuncias suena... - sonaba excelentemente bien - el mío es más cortante: Kate, parece que estás dando una orden.

Y seguimos avanzando hasta llegar a un puente colgante - maaadre mía ¿Eso aguanta? - a pesar del optimismo de Tulip tenía mis dudas de que aquellas cuerdas que más parecían decorativas que de verdad pudieran resistir nuestro peso - no parece muy alto - me acerqué y comprobé que sí, que había bastante altura - aunque antes no mencionaste los cocodrilos, verdad? - no veía movimiento bajo el agua, tampoco quería comprobar si había algo ahí abajo - si dices que aguanta, yo me fío y sino... remojón!

Me giré hacia Coralise, parecía que tenía vértigo o ciertos nervios a caerse - tengo cuerda en la mochila, así que, si te caes te podemos rescatar... incluso podríamos ir sujetas para evitar que alguien se caiga - entre madero y madero había espacio suficiente para irse abajo, aunque si no se rompía ninguno difícilmente nos escurriríamos - me da igual ir delante que detrás, ahora que Cora si me voy abajo, hacedme una foto como sea... una caída es irrepetible - tampoco es que pretendiera caerme, pero esa foto seguro que encabezaría un buen artículo.

- Si apenas se balancea, mira - moví las cuerdas para demostrarle que aunque el balanceo existía tampoco es que fuera una atracción como la montaña rusa - si te dan miedo las alturas no mires para abajo, aunque el problema es donde pisas.

Me quedé mirando a Kate mientras respondía a mi ofrecimiento para repartir su carga, confesando que había traído un montón de cosas para el viaje. Quizá yo más que una aventura lo había visto como un sitio para relajarme, para reflexionar, el mismo modo de vestir que llevaba en ese momento y mi poco equipaje así lo indicaba. ¿Pero qué llevaría en su mochila? Me causó interés saber qué clase de objetos podía haber traído la chica para el viaje.

—Gracias —respondí de forma dulce cuando dijo que mi nombre le gustaba, además de cómo lo pronunciaba. Reí suavemente con la explicación de su propio nombre antes de responderle —. A mí también me gusta como suena mi nombre cuando lo pronuncias tú... —respondí, riendo de nuevo, ahora un claro coqueteo —. Kate me parece un nombre bonito, ¿diminutivo de Katherine o es Kate simplemente?

Continuamos avanzando, charlando, disfrutando de la compañía y de las vistas que aquel lugar nos ofrecía. Sin duda no iba lo mejor vestida para la ocasión pero al menos me había traído un par de botas para no fastidiarme al pisar entre toda aquella vegetación. Poco a poco la temperatura fue descendiendo, hasta que sentí como la piel se me erizaba suavemente con un pequeño escalofrío. Terminé por ponerme algo de ropa encima del bikini, vistiéndome con una camisa semiabotonada.

Hasta que finalmente dimos con aquel puente colgante... lo cierto es que la situación me resultaba algo familiar. Ya había hecho antes escapadas a parques naturales donde había podido practicar algunos ejercicios, como rapel o tirolina. Es cierto que siempre lo había hecho con algún sistema de sujeción, pero si Tulip decía que era seguro es que realmente lo era. Pero las alturas no eran algo que me asustara.

—¡Venga, no pasará nada! Yo iré la primera —dije alzando la voz, ofreciéndome a ir en cabeza para que Coralise se quedase algo más tranquila si veía que el puente era estable.

Vi entonces la sonrisa pícara de Tulip y le respondí con la mía propia, alargo mi brazo hacia ella y mostrando la palma de mi mano hacia el cielo.

—Soy positiva —remarqué, haciendo alusión a un anterior comentario de la guía —. ¿Te atreves a que lo crucemos juntas?

Me quedé mirándola, desafiándola con el rostro un poco torcido con una amplia sonrisa juguetona. Entonces moví la mano ligeramente indicando que me la agarrara si se atrevía a que lo hiciéramos las dos a la vez.

-Eres una aprensiva urbanita, ¿no, Kate? ¿O nos estás vacilando? -la guía después de eso lanzó una pequeña carcajada -Estoy por decirte que sí, que hay cocodrilos. 

Aceptó la mano de Siena. -¡Claro! De verdad que no hay problema. Pisad firme, caminad sin prisa, sujetaos con ambas manos. O la mano libre -señaló entrecerrando la mirada hacia Siena. ¿Era esa una expresión de sutil flirteo? - Primero nosotras dos, luego Kate. Por último, Cora.

Se acercó a la fotógrafa -Puedes tomar fotos de nosotras. Luego pasas. Kate -miró a la  desenfadada trotamundos- , no juegues con las lianas y raíces, ¿vale? Y no te caigas. Hay otros lugares más bonitos para darse un chapuzón -añadió con su tono divertido.

-Cora, si no lo ves claro, regreso a por ti, ¿de acuerdo?

Cogió y apretó la mano de Siena y avanzaron las dos, delante Tulip, la mano izquierda agarrada a las sujecciones, la derecha a la alegre rubia.

Siena y Tulip, paso a paso, comenzaron a cruzar el puente sobre el río. El balanceo era algo más que suave debido al peso y el avance de las dos chicas a la vez, pero no hubo problema alguno -¿Vas bien? -se detuvo en el centro un momento  la guía. El agua se deslizaba con parsimonia debajo de ellas, ascendieron unos grados al llegar al otro extremo y no sucedió nada malo.

Luego fue el turno de Kate. Lo mismo, con andares ligeros, con ese temperamento de color rojo, franqueó la distancia, aquí el puente osciló ligeramente, debido al ritmo de la chica. También llegó al otro lado sin ningún problema.

Ahora le tocaba a Cora. Miraba su cámara y al río, alternativamente, con cierto aire de perplejidad. Decidió iniciar su camino, las otras tres chicas observándola y animándola. Había sido un pequeño desafío para sus compañeras de excursión, y para ella casi todo un reto. Restaba un tercio de escalones de madera para alcanzar la orilla opuesta cuando un sonido diferente a los escuchados hasta ahora brotó del río. 

-¡Un delfín rosado! -gritó, entusiasmada, Tulip. -¡Es una magnífica señal!

Comienzas a tomar unas pocas fotos, cuando de pronto tu cámara enfoca en el rio, a lo lejos, un borrón. Enfocas y, muy a lo lejos, na figura destaca en la neblina sobre la superficie del río. Miras sin la cámara, no aprecias nada anormal. Lo haces con la lente de tu cámara y lo ves. 

Haces varias fotos, las compruebas...NO hay nada, el río, la niebla, la vegetación. Vuelves a observar en la distancia, no distingues nada. Tampoco ya con el objetivo de tu cámara fotográfica. 

- Precavida - aprensiva sonaba a maniática dicho de una manera sutil - sólo me he dejado aconsejar por "un experto", osea un friki de la oficina. Pero vaya, tampoco os creáis que haya traído el secador de pelo - aunque sí una red antimosquitos y un poncho para la lluvia, un farolillo, brújula, cantimplora... - he metido las que me parecían más útiles, las que era probable que necesitase. Lo que pasa es que el saco de dormir abulta un montón - seguramente por todo eso, cuando pasé el puente, oscilaba, no como si fuera un camión pero cierto que se movía. Pero llegué a la otra orilla sin sufrir ningún percance.

Una indirecta muy directa cuando Siena me respondió que le gustaba como pronunciaba su nombre. Además estaba ese brillo en su mirada y los labios al decirlo, hasta su piercing me hipnotizaba. Sin embargo, quizás el ruido de algún mono me hizo recuperar la compostura, sino llega a ser por aquel chillido creo que le habría dicho algo o me hubiera lanzado a besarla. Pero chilló el mono y me dispersó.

- Debería de haber sido Katherine, así se llamaba mi abuela materna, pero entre mi padre y el encargado del registro se ve que se liaron y al final: Kate, a secas.

Tulip nos identificó la primera novedad en la isla, nada menos que un delfín rosa - ¡Qué fuerte! Es la primera vez que veo uno de ese color - no sabía ni que existieran.

-Qué fuerte, sí-estuvo de acuerdo Tulip- Es un delfín de río, el más grande e inteligente. Este no es su hábitat natural, no es su zona geográfica, no sabemos como llegaron a la isla. -tomó unas fotos con su móvil. -Son muy listos y amistosos. 

Se giró hacia Coralise- ¡¿Vas bien, Cora?! ¡Voy contigo, si quieres!

Estuvo atenta a los movimientos de Cora, entretanto os explicaba sus cosas.

-Viven en la cuenca del amazonas. Allí hay un cuento que afirma que es una criatura mágica, un encantado o hechicero, capaz de transformar su apariencia en humano. Emerge del río para seducir a mujeres y hombres y llevárselos a ciudades bajo la superficie del agua.

Miré a Tulip con la misma sonrisa, sintiendo el roce de su mano contra la mía, haciendo que mis dedos se entrelazaran con los suyos para luego apretarlos en el agarre. Me sentí afortunada porque ella fuera nuestra guía, porque nos acompañara y mostrara las maravillas de la isla. Era una mujer hermosa, además de valiente y espiritual; valores que en cierta medida compartía quizá desde un escalón inferior a ella.

—En lugar de Kate te llamaré Lara —dije con una amplia sonrisa al escuchar todo lo que había traído —. Vienes preparada para cualquier aventura. Aunque quizá lo del saco de dormir sea un poco excesivo. 

Reí mirándola. Me parecía tan tierna... tanto Kate como Coralise. Quizá fuera porque yo me había criado en una granja, rodeada de animales y en mitad de la naturaleza. Me encantaba ir de acampada y pasar la noche bajo las estrellas aunque tan solo fuera en el jardín de casa. Echaba de menos todo eso... y en parte ahora recobraba parte de ese sentimiento cuando era una adolescente, acampando con mis amigas alrededor de una hoguera contándonos historias.

Comenzamos a cruzar aquel puente, mientras cuidadosamente avanzaba apoyando bien mis pisadas para no meter el pie entre los tablones. La sonrisa no tardó en borrárseme de la cara y sentí como mi corazón se aceleraba latiendo con fuerza contra mi pecho. Tan solo cuando escuché la voz de Tulip en mitad del recorrido alcé la vista para mirarla... 

—Sí, voy bien... —respondí suavemente, notando como un ligero rubor alcanzaba mis mejillas al estar más nerviosa de lo que había pensado antes de empezar a cruzar.

Pero no dije nada más, tan solo apreté su mano con fuerza y continué, paso a paso... hasta que al final llegamos al otro extremo. 

En cuanto mi pie tocó de nuevo la tierra solté una sonora risotada de alegría, moviendo ligeramente las caderas en un pequeño baile mientras alzaba la mano de Tulip junto a la mía. ¡Lo habíamos logrado! Aunque todavía quedaban Kate y Core por cruzar. Fue entonces al girarme para ver a Kate cuando de nuevo sentí que mi corazón se aceleraba y esta vez la castaña era la causante, temiendo que el peso de su mochila pudiera desequilibrarla y hacerla caer al río.

—¡Tú puedes Kate, lo estás haciendo genial! —grité colocándome la mano en la boca, animándola a continuar —. ¡Ya casi has llegado!

Cuando finalmente llegó a nuestro lado la recibí con una enorme sonrisa. Fue después cuando escuché el grito de Tulip y el chapoteo en el agua cuando me fijé en aquel precioso animal. Sin darme cuenta mis labios se abrieron por la sorpresa, sin comprender cómo aquello era posible... ¿de verdad había un delfín en un río? ¡¿Un delfín rosa?!

—Es precioso... —susurré maravillada —. Ni siquiera sabía que hubiera delfines de agua dulce.

La explicación de Tulip me parecía mágica, increíble, pero algo me decía que esta isla era especial. Empezaba a sentir que Tulip tenía razón, que este lugar escondía mucho más de lo que nos había contado hasta ahora.

En ese momento me aproximé a nuestra aventurera Kate, colocándome tras ella a un lado por culpa de su mochila. Rodeé su vientre con mis manos, en un suave abrazo mientras acercaba mis labios a su oído.

—Creo que no podemos fiarnos de Tulip —susurré provocando que mi aliento acariciara la piel de Kate suavemente, aunque mi tono era lo suficiente alto como para que la guía me escuchara —. Sospecho que puede ser un delfín en su forma humana, que ha venido a seducirnos y llevarnos bajo el agua con ella.

- El saco era irrenunciable, soy muy friolera - lo había probado en casa para ver si era confortable y hasta me había costado salir de él. Era comodísimo y sobre todo caliente - ya me pedirás ya probarlo y yo entonces te diré... Lara Croft no tiene ningún inconveniente en compartir espacios siempre y cuando ganemos calor - lo dije sin pensar, me salió de dentro. Luego pensándolo igual había ido demasiado lejos, aunque ¿Por qué debería estar avergonzada? Hasta me apetecía el plan más pervertido.

Pasé el puente colgante sin más complicaciones que el procurar no caerme por hacer el tonto. Hasta salté al llegar a la otra orilla, me sentía llena de energía.

Tulip como guía era una auténtica enciclopedia con patas, se sabía las leyendas, las especies, la flora, la fauna y ahora hasta los cuentos de los delfines rosados. Era increíble esa mujer. Le tenía que plantear que se viniera a la revista a contar todo aquello.

- No me cuentes esas cosas que también me he traído prismáticos - y podría intentar ver debajo del agua con ellos a ver si había o no ciudades submarinas - y gominolas ¿queréis? Son sin azúcar - ya que habíamos un mini alto en el camino para esperar a Cora se podía aprovechar, incluso podría servir de estímulo para la del vértigo - ¡Cora corre que se acaban!

Aquel lugar era mágico sin duda, ¿Acaso no tenía a Siena a mi lado abrazándome y susurrándome cosas en el oído? Sentí sus caricias y su voz tan cerca que me estremecí de placer. No quería perder ese contacto, sino era química pues sería magia pero estaba sintiéndola. Aquella mujer me desbordaba. Cogí una gominola, un osito en concreto y girándome se la acerqué delicadamente a su boca - pide un deseo.

Mientras las demás comienzan a cruzar, se dedica a tomar fotos. En esas está cuando ve algo extraño en su cámara pues parece que su lente está haciendo un juego extraño y muestra algo que no está si mira directamente. Lo comprueba varias veces y toma algunas fotos, pero al comprobarlas no hay nada. Vuelve a mirar extrañada pero no puede ver nada ni con la cámara ni con la vista. 

-¿Habrá sido mi imaginación? - murmura.

Sin duda, ha sido su imaginación. La isla es caprichosa, o eso ha dicho Tulip, y seguro que la falta de oxígeno por la caminata ha hecho que vea cosas que no existen. Aunque ahora está descansada y no parece que le falte el aire ni nada y tampoco parece un ambiente pesado. Ajenas a esos pensamientos y visiones, Tulip y Siena ya han cruzado y Kate está en ello. Entonces aparecen los delfines rosas así que dejando a un lado su ensimismamiento, toma unas cuantas fotos para dejar que Kate cruce antes de hacerlo ella.

Una vez el puente está libre y deja de balancearse, pone el pie en el primer tablón y se sujeta a las cuerdas laterales para comenzar a cruzar sin mirar hacia abajo e intentando calcular la distancia entre tabla y tabla. Quizá parezca lenta, pero va segura.

Me gustaba sentir su contacto, su cuerpo contra el mío en aquel ligero y cariñoso abrazo. Cada vez que mis ojos recorrían el rostro de Kate más bella me parecía, hasta el punto de no querer apartar la vista de sus hermosos ojos, ni de aquellos carnosos labios que ardía en deseos de besar. Hacía mucho tiempo que no sentía una atracción de esa forma, como si de una chispa se hubiera formado un incendio en el poco tiempo que llevábamos en la isla. ¿Tendría algo que ver?, ¿sería como un amor de verano?, ¿o quizá aquel lugar de verdad tenía algo mágico?

Mordí mi labio suavemente dejando que guiara sus dedos hacia mis labios con aquel osito de gominola y cuando la tuve a mi alcance los abrí para atraparlo. Solo que de forma juguetona fui más allá, metiendo también parte de sus dedos en mi boca, acariciándolos con mi cálida lengua antes de atrapar el dulce entre mis dientes.

"Pide un deseo"... lo tenía muy claro.

Acerqué mis labios a su oreja, posándolos esta vez al contacto de su piel.

—Tú eres mi deseo —pronuncié en un suave susurro, lo suficiente para que solo ella pudiera oírme.

Acto seguido le entregué un suave beso, el primero en su oreja, el segundo en su mandíbula un poco más abajo, el tercero en su cuello. Mientras apreté mi cuerpo un poco más contra el suyo dejando que sintiera algunas de mis curvas presionar en su costado mientras mantenía aquel abrazo.

Hasta que al ver como Coralise estaba a punto de llegar me separé un poco, esbozando una amplia sonrisa al ver que había sido capaz de hacerlo y estábamos de nuevo juntas.

—¡Bien hecho! ¡Confiábamos en que lo harías genial! — alcé la voz para animar a la menor del grupo, separándome de Kate para darle a Cora también un abrazo no solicitado. 

Me gustaba mucho acariciar, tocar, abrazar... como si la energía de nuestros cuerpos se juntara al hacerlo. Así que una vez estuvimos todas listas me giré de nuevo hacia nuestra preciosa guía.

—¿Y ahora?, ¿qué lugar mágico nos espera? —pregunté soltando una suave risa. Seguramente al llegar a nuestra isla habría bromeado al decir eso, pero lo cierto es que ya había empezado a creérmelo de verdad.

Tulip también cogió una de las gominolas que ofrecía Kate, en concreto un par de tiras ácidas -¿A mí no me la acercas a la boca? Jajajaja -la guía bromeó sin maldad, se separó de las chicas, dedicando su atención a Cora.

-A ver qué deseo pides. Estás en un lugar donde los deseos se hacen realidad. -añadió, riendo. Se quedó con aire pensativo- Yo sería más un ave que un delfín. Me gusta volar. ¿Y tú, todas, que animal seríais?

Dejó a las dos jóvenes explorando su nueva amistad y, desde el extremo del puente no apartó la vista de Cora hasta que esta alcanzó su posición. Tulip la atrapó de la mano y luego la abrazó, un abrazo natural, sin intención. - ¿No ha sido tan difícil, ¿verdad? Dio un paso atrás para que la efusiva Siena también demostrase su regocijo a Cora. Algo aparte, Tulip, con una suave sonrisa enigmática en la boca, observó a las tres chicas. Después, su vista regresó al río.

Ahora había dos delfines más, y pronto se añadió un cuarto. Saltaron, jugaron, "cantaron" y os miraron con la misma curiosidad que vosotras a ellos. Finalmente abandonaron la zona del puente y nadaron aguas abajo. Lo mismo que vosotras reanudáis la marcha.

Tulip miró al cielo -Nos puede esperar un aguacero mágico - Las nubes se estaban arremolinando por encima de vuestras cabezas, más grises y plomizas. El cambio de tiempo había sido brusco en un visto y no visto -No es época de lluvias. Sin embargo, no es raro que suceda esto, de pronto el viento arrastra nubes y descarga una lluvia corta. O larga, según le de. 

Torció el gesto un punto. -Bueno, vamos.

El sendero continuaba cruzando la selva, los sonidos de la naturaleza se habían reducido a un mínimo, los animales listos se guarecían en sus madrigueras y hogares. Instantes después, la lluvia apareció, goterones que se abrían paso desde el techo selvático. No tardó en convertirse en una cortina densa que transformaba el mundo en borrones. La guía entregó sencillos chubasqueros para quien no tuviese.

-Tened cuidado donde pisáis. El terreno es tramposo con el agua -el sendero zigzagueaba por la ladera de una colina boscosa, la pendiente no era poca. -Vamos camino de un refugio. 

Respira un poco más tranquila al llegar al otro lado del puente a salvo. Las alturas no son su fuerte y menos cuando se puede ver lo que hay debajo. Por suerte, no ha mirado hacia el agua así que ni se ha bloqueado ni ha entrado en modo pánico. De pronto, se encuentra con el abrazo de Tulip al que no sabe como responder. Y unos segundos después también Siena. Le da unas palmaditas sin saber muy bien a qué viene tanto abrazo. El carácter tan efusivo de todas la está tomando por sorpresa ya que ella nunca haría ese tipo de cosas con personas desconocidas. 

Tras superar la efusividad de las dos chicas, se disponen a avanzar un poco más aunque el tiempo parece que no va a acompañar. Las nubes se arremolinan sobre ellas y comienzan a descargar haciendo que el camino sea más resbaladizo. Intenta no caer mientras descienden por la ladera.

Qué sensación más deliciosa fue cuando noté sus labios y la lengua jugar con mis dedos, la gominola había sido el cebo. Pero fue a más, no se quedó en un juego de dulces sino que me dejé llevar. Primero me besó la oreja, jugando con el lóbulo, luego en la mandíbula y acabó en el cuello, y me excité un montón, me sentía una adolescente, estaba que un poco más y necesitaba oxígeno. Además es que no pude hacer otra cosa que sentir esa sensación de placer y deseo por todo mi cuerpo. Un cosquilleo increíble. ¿Y qué hice? En principio nada, sólo gozar el momento. Aunque lejos de convertirme en una estatua cuando parecía que se terminaba o que pedía tiempo para ir a felicitar a Cora por atravesar el puente, la acerqué a mí, tirando de su cuerpo hacia el mío y la besé en la boca. Fue rápido aunque intenso. Y porque se fue a abrazarla que sino no sé lo que podría haber pasado allí mismo.

Me acerqué yo también, a repartir felicidad con gominolas de todos los colores y sabores - ¡mirad, más delfines! - apareció uno por persona, cuatro en total. Era increíble, no sólo había visto uno sino cuatro. Aquello era increíble.

Tulip que lo sabía todo, nos indicó que podía llover - pero si hace sol, cómo va a llover? - pero sí, aparecieron unas nubes que estaban escondidas y al poco empezó a correr un poco de brisa y cayó un aguacero increíble. Agradecí que tuviera un chubasquero para cubrirme, eso sí que no me lo había traído - me encanta el agua, me relaja un montón... sobretodo en la ducha - no era lo mismo, pero tampoco muy distinto.

Ahora sí que busqué la ayuda de Siena, no quería ser la primera en caerme o no ser capaz de subir/bajar la cuesta por culpa de lo cargada que iba. Además con aquel chubasquero por encima de la mochila, ahora parecía un auténtico caracol con la casa a cuestas - cuidado, que te caes. Ésto resbala.

- Un refugio, sí, va a ser lo mejor - al menos hasta que parase de llover, igual hasta pasábamos allí la noche. No me importaría, aunque yo iba ya pensando en otras cosas y me daba igual el lugar.

- ¿Qué tal vais por ahí? - con la lluvia y el chubasquero no tenía yo mucha visibilidad, la capucha se me caía por los ojos y a veces veía y otras intuía - ¿falta mucho?

Incluso con todo el juego previo, no me esperaba eso de Kate. Sentí su mano rodear mi brazo cuando ya casi me había marchado de su lado y yo lejos de resistirme a ella me dejé llevar. Acercó mi cuerpo al suyo hasta que entramos en contacto y entonces... me besó. Al principio me quedé parada, tan solo un instante, pero cuando reaccioné no tardé en cerrar los ojos y devolverle aquel gesto de pasión y cariño. Correspondiendo la intensidad que la preciosa castaña me entregaba. 

Al separarnos abrí los ojos y la miré, ruborizada y algo acalorada, pasándome la lengua por los labios un instante antes de alejarme de ella sin decirle nada. Vaya espectáculo debíamos estar dando a nuestras compañeras.

—¿Un aguacero mágico? —repetí, soltando una risa. Ya no sabía cuando Tulip nos decía algo con sinceridad o tan solo se quedaba con nosotras.

Continuamos caminando cuando sus palabras no tardaron en hacerse realidad. Al poco rato el cielo se empezó a oscurecer y amenazaba con llover de un momento a otro.

—Yo... uhm... —dije dubitativa, apretando los labios en una mueca torciéndolos mientras pensaba —. Creo que sería una cierva. Me encanta la naturaleza, los bosques, vivir en libertad. Creo que no soy nada épica, ¿puedo cambiarlo a una enorme tigresa? —Reí de nuevo, y entonces miré a mis compañeras —¿Y vosotras qué? Aún no habéis contestado.

Al comenzar a llover Tulip repartió algunos chubasqueros, algo que le agradecí al no saber que esto podría pasar. Empecé a ponérmelo cuando entonces escuché a Kate hablar sobre la lluvia y sobre la ducha. Preferí no imaginármela en ese momento, bajo el agua, pero aún así sonreí ampliamente y continué poniéndome aquella prenda impermeable. Parecía que todo mi cabello rizado no iba a caber dentro de la capucha, hinchándose mientras luchaba por meterlo todo.

—A mí también me encanta el agua. Ducharme, bañarme... pero sobre todo la lluvia. Muchas veces cuando tengo tiempo me cojo un buen libro y me siento junto a la ventana a leer mientras escucho como llueve. Es tan relajante.

Apenas conocía a Kate, pero me transmitía muy buenas sensaciones. Era preciosa, pero no era solo eso... esperaba que durante el viaje tuviéramos la oportunidad de conocernos más a fondo. Así que cuando tocó subir aquella resbaladiza ladera y buscó mi ayuda, no tardé en acudir a su lado.

—Creo que la que debería tener cuidado eres tú, doña excursionista —respondí mientras la agarraba de la mano para subir junto a ella. Aunque no sabía si eso era más ayuda que problema.

—Sí, ¿a cuanto está ese refugio, Tulip? —alcé la voz para que me escuchara con la lluvia,

Andaba algo molesta con aquel chubasquero que aunque hacía su función no impedía que me mojara. Tenía todo el rostro húmedo, los brazos, las botas empapadas, mientras sentía como algunas gotas se colaban bajo el impermeable deslizándose por mi cuerpo. Sin duda alguna, la lluvia me gustaba más para ver y oírla que para caminar bajo ella.

Había empezado con muy buen pie aquel ascenso, apenas veía y a veces se me iba el pie un poco al resbalar sobre el terreno, pero controlaba por el momento, aún así muy de agradecer que Siena estuviera ahí - la mojadura que estamos cogiendo y eso que llevamos chubasqueros - llovía sin parar y a pesar del plástico que nos había dejado Tulip notaba como el agua se introducía por todos los lados. Igual es que no lo había cerrado bien, milagro ya fue meterlo por la cabeza sin quitarme la mochila, quizás el error había sido ponérmelo por encima de todo el equipo que llevaba, pero ahora ya era tarde para improvisar cambios.

- Tendría que haber traído un palo o mejor, haberlo cogido cuando estábamos atravesando el bosque. Mi madre siempre me decía que si vas al bosque hay que llevar un palo - también es verdad que cuando atravesamos la foresta yo iba mirando otras cosas y si hubiera ido a buscar uno quizás me hubiese entrado complejo de sabueso. Ahora un palo podría servirme de ayuda para el ascenso, pero no se me ocurrió y ahora ya era tarde - Doña excursionista está procurando no caerse y por el momento consigo mantener la verticalidad pero si me ayudas, te lo compensaré luego - Siena iba mucho mejor, Cora más aún, sin duda estaban de hacer ejercicio, seguro que se habían preparado días antes para tener la mente despejada y el cuerpo listo - no soy atleta como vosotras pero aquí sigo.

La lluvia no paraba  y yo tampoco de hablar, parecía que me hubieran dado cuerda - ¿un animal? Estoy yo buena ahora para pensar en animales - pero había que decir uno. Escuché a ricitos de oro - ¿Una cierva? Vaya no se me había ocurrido - original, muy original, no se me hubiera ocurrido ni persiguiendo una por el bosque - jajaja, tigresa ahí, ahí, imponiéndote - le pegaba una tigresa, madre mía que sí. Aunque yo la estaba visualizando con un vestido con ese estampado y vaya, seducía un montón - una osa panda. Los he visto trepar por los juncos y luego comer y me han parecido super tiernos. Además yo que soy friolera con esa piel dudo que pasara frío.

Cerré un poco el pico, tampoco se trataba de monopolizar la conversación. Lo intenté - ¿Y ese refugio tiene agua caliente?