Partida Rol por web

Si su escamosa y gruesa piel se lo hubiera permitido, se habría sonrojado ante aquella tibia caricia. Asi que la fémina solo pudo apreciar que el cuerpo del guerrero se inflaba intentando parecer más erguido, más alto y más recio. - Nunca es suficiente servicio, mi bella Sarabhi - Su diestra se afianzó en la cadera de ella mientras seguían moviendose por la pista y sus ojos brillaban con cierta intensidad disfrutando del momento y su cercania.

Sonrió ante las palabras del draconido, luego su sonrisa se borro con algo de preocupación -¿que opinas sobre todo esto? Un ritual para devolverlos a nuestro tiempo, que no sabemos en qué consiste... No estoy muy segura de nada aquí, llamame paranoica si quieres, pero esa chica que encontraseis.... Tendrá que contar su versión y que no nos dejen estar en el interrogatorio.....me da mala espina-

La fiesta parecía interesante, pero no era aquí donde se encontraban las cosas que le interesaban. Su vista se posó en el enorme palacio que tenía ante él ¿Qué secretos escondería? Sin duda sería mucho más jugosos que los que podría ver en la cara visible de la ciudad.

Comenzó a caminar entre los habitantes mientras vigilaba a los guardias, sus movimientos, sus rangos de visión. Era algo rutinario, lo había hecho mil veces y no era la primera vez que se colaba en un lugar así. Tras varias vueltas e intercambios de alguna sonrisa y muchas miradas entre curiosas y aterradas que le señalaban (Claramente no era común por allí ver Aranias), tenía una idea de como colarse. Entonces fue solo necesidad de aprovechar una oportunidad para atravesar aquel cordón de seguridad, escalar una pared y tener un edificio todo para él.

Avanzó con cuidado por algunos pasillos, encontrando varias salas con grandes mesas, algunos almacenes, pero nada reseñable. Las paredes estaban adornados con tallados de soldados enmascarados. Cientos de ellos, comandando ejércitos. Algunas antorchas alumbraban el camino y algún guardia esporádico aparecía caminando, nada que no pudiera evitar.

Finalmente llegó hasta unas escaleras, unas que ascendían y otras que descendían. Arriba podría encontrar seguramente despachos o puede que salas de importancia. Pero en muchas ocasiones eran en los sótanos y catacumbas donde se escondían los tesoros y secretos más interesantes. ¿Dónde ir?

Zook y Cornius comenzaron a intentar interactuar con los lugareños. A pesar de no entender nada, podían ver como estos se esforzaban en hacerse entender. No obstante, aquel lenguaje era tan diferente a cualquier cosa que hubieran escuchado anteriormente, que les costaba entender los entresijos del lenguaje.

Sin embargo, a base de verles interactuar, si pudieron ver que hacían ciertos gestos al saludar, al alegrarse, al despedirse. Poco a poco, fueron imitando dichos gestos recibiendo caras alegres y buenos gestos.

Sarabhi y Bharash fueron dejándose llevar por la música mientras toda la tensión acumulada desde que aparecieran en aquel lugar. Tal vez fuera la música, el olor a comida o la alegría reinante, pero por un momento se sintieron felices.

Seguían dejándose llevar cuando una voz sonó tras de ellos.

- ¿Lo pasáis bien? –

Se giraron y vieron a Pekala que, sin el casco, les ofrecía su mejor sonrisa. Entonces miró a su alrededor.

- La verdad es que es un gusto ver a la ciudad así. Hacía tanto que no teníamos motivos para celebrar nada. –

Entonces volvió a mirarles.

- Sarabhi ¿Verdad? Me alegro ver de que te has recuperado tan bien –

Si se ofendió por ver como Erik se alejaba, el anciano no lo mostró, sin embargo, se mostró dubitativo al oír el nombre.

- Berglund… ¿Berglund?... Berrrrr…glunddd –

El anciano parecía haberse atascado y ensimismado en sus pensamientos. Al ver que no reaccionaba, el hombretón se giró dispuesto a seguir la fiesta pues la niña tiraba de él. Entonces, cuando estaba de espaldas, oyó la voz del anciano una última vez.

- aaaah, ya veo. Tu eres el hermano de Danah Berglund –

Y al oir ese nombre, se quedó helado en el sitio. Porque ese era un nombre que hacía mucho que no oía. Porque era el nombre de una persona muerta. El nombre de su hermana. Rápidamente se giró buscando a aquel anciano, pero parecía haberse desvanecido. Le buscó con la vista, pero no había señal de él.

Entonces una voz sonó a su espalda.

- ¿Lo pasais bien? -

Al girarse, vio al que era el hijo del líder político de la ciudad, con una sonrisa amable mientras esperaba a que respondiera.

Llell dudó por un buen rato. Por un lado, quería información sobre las intenciones de aquellos extraños seres pero, por otro, viendo el nive de su tecnología y su magia, los sótanos podían esconder un verdadero premio. El Arania no supo por donde decidirse, así que lanzó una moneda al aire. 

-Para arriba - susurró.

Las escaleras subían en forma de caracol alrededor de la pared y hasta el piso siguiente. Eran unas escaleras amplias, hechas del mismo material de las paredes. La riqueza que parecía rezumar de toda esta civilización era increíble. Con mucho cuidado, avanzó hasta el piso superior, encontrándose de frente un pasillo amplio que, tras seguirlo, desembocó en una terraza que rodeaba desde arriba un patio de palmeras que podía verse más abajo. Sobre su cabeza, podía verse el cielo y alrededor de aquella zona, un soldado se movía haciendo guardia. Al otro lado de donde se encontraba, otro pasillo daba acceso al edificio más grande de aquel palacio, sin duda donde estaría la información más interesante y jugosa.

Llell estudió nuevamente los movimientos del soldado y cuando vio su oportunidad, comenzó a moverse, manteniéndose agachado para que su cuerpo no se viera por encima de la balaustrada. En un principio todo fue bien, sus movimientos eran silenciosos y ágiles y el soldado seguía con su parsimoniosa caminata. Pero entonces, ante el Arania apareció lo que parecía un pequeño, felino, como un gato, solo que más estilizado y escuálido. Estaba justo en medio y lo miraba con rostro juguetón.

El pícaro intentó moverse, pero el gato agachó la cabeza y levantó el culo meneando la cola divertido. Parecía dispuesto a jugar. Sin embargo, no tenía tiempo para eso. Lentamente, alargó la mano para apartar al gato y seguir su camino pues sus pasos estaban medidos y si no quería ser descubierto debía darse prisa. Pero al ver su reacción, el gato cambió de expresión, sus ojos se tornaron crueles y lanzó un fuerte y sonoro maullido.

Llell intentó apartar al animal rápidamente y este dio dos saltos y salió corriendo, perdiéndose por el pasillo por el que había venido. Entonces el Arania quedó inmóvil.

- ¿Quién anda ahí? –

No lo veía, pero por los pasos, podía ver que se aproximaba a él rápidamente

La respiración del dracónido salió con cierta fuerza y frustración por sus ollares cuando escuchó las dudas de su compañera.

- Si. Todo es muy extraño. Aunque por otra parte... en mi aldea tampoco habrían dejado que un extraño estuviese presente en un juicio que solo nos atañera a nosotros y la parte juzgada - se notaba que no le gustaba ese método, pero era lo que había. Lo que siempre había existido y siempre sería así.

Estrechó más la mano contra la cintura de la felinida agradeciendo su cercania y disfrutando del momento cuando hizo acto de presencia Pekala. Por cortesía, detuvo el baile en un lado de la pista, y así poder dialogar sin entorpecer a los demás.

- Bueno... es cierto que estais encerrados en otro plano temporal pero... sois una gran ciudad, si los gobernantes buscan excusas siempre se pueden celebrar festividades y otros eventos. Los buenos gobernantes saben que la moral de los ciudadanos es importante ¿verdad? - clavó sus ojos en la líder guerrera y sonrió, como si fuera una frase dicha sin más pero realmente quería conocer su opinión sobre el gordo y el anciano.

Llell no tenía demasiado tiempo para pensar su movimiento y arriesgarse a ser descubierto en un lugar desconocido por fuerzas extraña no era la mejor de las situaciones. Por ello, aun agachado, volvió rápidamente sobre sus pasos, justo a tiempo de evitar la mirada del guardia cuando giró la esquina y encaró el lugar donde antes se encontraba.

El Arania no esperó a ver que hacía el guardia. Su paso por la zona alta había sido un fracaso, pero eso no significaba que no pudiera encontrar algo interesante en los niveles inferiores. Siguió descendiendo por aquella escalera más allá de la planta baja y hacia las profundidades. Los escalones descendían cada vez más y más, hasta que finalmente terminaron en la boca de un pasillo que tras extenderse frente a él un instante, se bifurcaba a izquierda y derecha.

El ambiente en aquel lugar era un más frio y silencioso, no parecía haber guardias en las cercanías. Estaba a punto de ponerse a andar cuando repentinamente sintió que el colgante de su pecho volvía a calentarse ¿Significaba que estaban intentando los sabios ponerse en contacto con él? Rápidamente sujetó el medallón y se concentró en él, en busca de una voz o un mensaje, pero nada llegó y tan pronto como había cogido temperatura, la perdió hasta volver a quedar frio e inerte.

Llell estaba pensando en lo que estaba pasando cuando una voz a su espalda le sobresaltó.

- Así que eras tú. Interesante. Y encontrarte merodeando por aquí nada menos. Muy curioso ¿Qué buscas? –

Llell se volteó inmediatamente para ver al atacante que había conseguido pillarlo por sorpresa y para su sorpresa, vio que se trataba de un viejo desaliñado y con la mirada perdida. Vestía unos simples harapos raídos y le miraba con una expresión divertida desde apenas unos peldaños por encima de él.

Pekala asintió divertida, era curioso imaginar una guerrera tan imponente y ver que ahora, en un ambiente tan distendido, pareciera solo una ciudadana alegre.

- Desde luego amigos, pero cuando ves la vida pasar sin que nada cambie. Cuando tu única esperanza en la vida es que los demonios no te devoren o que los salvajes no te capturen, sin opción de una salvación o un futuro mejor… Incluso el mejor de los reyes hubiera podido sucumbir. Pero lo hemos hecho lo mejor que hemos podido. Muestra de ello es ver que ahora todos están aquí y que parecen emocionados con las perspectivas de futuro. –

Entonces asiente con la cabeza

- Si necesitáis cualquier cosa podéis buscarme o si no estoy, podéis preguntar por Dorias. Es un buen chico, aunque algo más pesimista que los demás, mirad, ahí está –

Y señala un poco más allá donde el hijo del lider político está al parecer hablando con Erik, el guerrero colosal. y hace un gesto hacia unos guardias.

- Si está todo bien, volveré al trabajo. Como responsable militar, ni siquiera en un momento así puedo relajarme. –

Entonces permanece un instante a la espera por si queréis decirla algo más

-Hola, viejo! ¿Nos conocemos? -dijo, algo más tranquilo al ver que no era un guardia. La verdad, estoy curioseando a ver qué encuentro. Me aburría bastante ahí arriba. ¿Y tú? ¿qué haces por aquí?

El guerrero se quedó paralizado en el sitio al escuchar al anciano pronunciando ese nombre. ¿Quién era y cómo sabía quién era su hermana? Al girarse rápidamente para encarar al mendigo, no fue capaz de encontrarle. Se había desvanecido como si fuera un fantasma.

Con los hombros tensos y el corazón latiéndole con fuerza, el guerrero miró con cuidado a los alrededores, buscando cualquier mínima pista que pudiera indicar a dónde había ido el anciano. Una súbita voz a su espalda le hizo girarse de nuevo, encontrándose con Dorias, el cual les preguntó que si se estaban divirtiendo. Instintivamente, Erik recogió a Masae para sostenerla entre sus brazos.

 -Bien. Nos lo estamos pasando muy bien. Nos hemos alejado un poco explorando, pero ahora volveremos a la fiesta.

Algo de todo aquello no le gustaba, pero nada de nada. Así que de momento, mejor callarse toda la información que pudiera.

Sonrió intentando no parecer falsa, pues lo estaba siendo, tenia demasiadas dudas y preguntas, que sin duda, no iban a ser contestadas y eso no le gustaba para nada -Muchas gracias por tus palabras y preocupación, si estoy bastante bien, gracias a vosotros en parte- dijo mirando a Bharash, pues realmente se lo agradecía a él, no a ella, por haberla salvado y arriesgado su vida por ella, se iba a despedir de ella pero se adelanto, quería reunirse con los demás, ver que habían descubierto o sus opiniones sobre todo esto.

Le susurro a Bharash -¿vienes? vamos con los demás, quiero ver que opinan de todo este teatro-