-No, lo cierto es que no -respondió él-. Sólo me preocupaba llegar hasta vos.
Rosalía torció el gesto.
-Ve a buscarla -dijo-. Intenta localizarla y síguela pero no te dejes ver a menos que se encuentre en claros problemas. Yo estaré bien.
-Sí, mi Señora -confirmó después de dudar si dejar a su Dómitor desprotegida. Con presteza, apuró el paso hacia la puerta.
Rosalía se quedó sola en la estancia del refugio. Aguardó sentada pero Thomas y su Sire se demoraban en bajar.
Motivo: Auspex Rosalía (Especialidad)
Dificultad: 8
Tirada (3 dados): 1, 10, 5
Éxitos: 0 Fallo
En la solitaria espera la mente de Rosalía se vio primero ocupada por sus sospechas sobre Oana, pero conforme el tiempo pasaba y Thomas y Elizabeth no regresaban sus pensamientos fueron trasladándose al dormitorio de la Ventrue. ¿Era necesario ocupar una alcoba para devolver unos recuerdos? ¿Qué era ese objeto al que se había referido? ¿Por qué tardaban tanto?
Se levantó de la silla y comenzó a pasear por la estancia. Una parte estúpida e irracional de sí misma la empujaba a abandonar el comedor y buscar la habitación de Elizabeth, pero la parte más serena le decía que aguardara, pues quizás era mejor para ella no ver lo que estaba ocurriendo dentro.
Forzándose a recuperar la calma volvió a tomar asiento y esperó fingiendo tranquilidad. No quería que la vieran inquieta cuando regresaran.
Y así ninguno de los bajó hasta que Rosalía escuchó un ruido de algo golpeando el suelo del piso superior.
Como si aquello fuera la excusa que necesitaba, se levantó casi de un salto, abandonó el comedor y subió las escaleras.
Al subir pudo escuchar un sollozo que se colaba en sus oídos desde una habitación. Sin poder contenerse abrió la puerta y encontró a Elizabeth tendida en el suelo, llorando con el rostro entre las manos mientras las lágrimas escarlata se filtraban entre sus dedos. No había rastro de su Chiquillo en la habitación, pero la ventana de la habitación estaba abierta.
-Lo siento, Thomas -musitó la Ventrue-. Lo siento
-¡Thomas! -gritó al tiempo que corría hasta la ventana para asomarse a la calle-. ¿Qué has hecho? -preguntó volviéndose hacia Elizabeth-. ¡¿Qué has hecho?! -insistió acercándose a ella y agarrándola de la muñeca para obligarla a mirarla.
Ella la miró con los ojos ensangrentados y el rostro turbado de rabia y arrepentimiento
-Él me obligo... Él... No tenía opción... No pude hacer otra cosa...
-¿Quién te obligó? ¿Y a qué? ¿Dónde está Thomas? -continuó interrogándola sin dejar de lanzar constantes miradas a la ventana abierta-. ¡¿Adónde ha ido?! -la agitó por los hombros.
Ella bajó los ojos y apretó los dientes, como si se esforzara por no contesta.
-¡Mithras! -dijo finalmente llena de furia-. Él ansía la Corona. Supo que Thomas estaba tras ella, pues nada escapa al Dios-Vampiro.... Pero Thomas no es fácil de controlar... La Dominación... Él es capaz de resistirla, siempre lo fue.. incluso de mortal... Sólo si él aceptaba voluntariamente someterse a mi mirada podría hacer lo que Mithras me ordenó... hace ya más de un siglo... ¡Y lo hice, maldita sea, lo hice y lo he vuelto a hacer! ¡Porque le temo!
Rosalía la contempló abrumada, le soltó los hombros y sin darse cuenta quedó de rodillas frente a ella.
Hacía mucho que habían perdido la Corona, y sin embargo continuaban sufriendo persecuciones, maltratos y traiciones mientras sus poseedores, los mil veces malditos Tremere, acrecentaban su poder sin obstáculos.
-¿Qué te ordenó Mithras? -habló de nuevo con la voz enronquecida por la preocupación y la rabia-. Cuéntamelo todo y tal vez yo pueda ayudar a tu Chiquillo -añadió con cierta crueldad.
El gangrel agarraba la espada por el mango. Comenzó a tirar de ella para ir extrayéndola poco a poco, con un gesto de dolor en el rostro que reflejaba en realidad un impulso más que una sensación. Sentía una enorme incomodidad, por supuesto, pero sólo el fuego, las garras y la magia lograban arrancar en él un dolor real.
-Los planes han cambiado... Thomas me ha atacado y ha logrado eludirme el tiempo suficiente para poder escapar ellos a su vez. Es lo que vamos a decirles a los Tremere... Tenemos que saber hasta dónde alcanzan sus medios de control. Voy al castilo de Stonegaze. ¿Estás conmigo, Astrid?
La Ventrue la miró y su expresión ganó serenidad.
-Mi obligó a implantar en él una orden, de modo que cuando volviera aquí y yo se lo pidiera, sus recuerdos cambiaran. Ahora cree que es plenamente leal a Mithtas y que vosotros le traicionasteis y hará todo lo posible por recuperar las reliquias para su amo, pues él sabe dónde buscar... -explicó con amargura-... y hay algo más... Oana. Ella no es su Chiquilla. Camden, el Senescal de Mithras, la Abrazó cuando la trajisteis aquí para que vigilara a Thomas en todo momento y yo manipulé sus recuerdos para que la creyera suya... Pero no todo está perdido...
Ella le sonrió y le ofreció la mano hasta el antebrazo, como se saludan los guerreros.
-Te seguiría hasta el Reino de Hela.
Rosalía la escuchaba más y más furiosa. Recuperar a Thomas y volver a perderlo por culpa de retorcidos engaños y falsas lealtades... Ella no se tenía por una buena persona, era egoísta, caprichosa y manipuladora, pero estaba segura de que jamás traicionaría de aquella forma a los suyos ni aunque Mithras o el mismísimo Caín se lo pidieran.
-¿Ha ido con el Príncipe, entonces? ¿Dónde puedo encontrarlo? -dijo poniéndose en pie con gesto amargo.
Francesco sonrió y, tras coger del antebrazo a Astrid, la atrajo hacia sí y la besó con la fiereza propia con que aquella pareja de guerreros se mostraban su afecto y su amor.
-No te haría llegar tan lejos.
Su mirada brilló de un modo especial, como sólo puede ocurrir en los ojos de un hombre enamorado. No obstante, no era momento para delicadezas y palabras dulces. Y Astrid no era una mujer que las apreciara.
Libertó a la mujer y se echó la espada de Thomas al hombro. Era una buena espada. El sajón no se habría rebajado a llevar algo menor. Acto seguido, enfiló sus pasos a alguna de las puertas de la ciudad para salir de ella, en dirección al castillo. De camino, además, podría ver de nuevo a Jarl.
En el exterior de la ciudad, al abrigo de la noche tenebrosa, el Gangrel se reencontró con su lobo y así los tres marcharon siguiendo las indicaciones de Sonja, hasta que al final, divisaron sobre una loma, la robusta silueta de Stonegaze.
Ponte dos niveles de saludo letales por lo de la espada.
-Hace mucho que Mithras no se muestra entre nosotros... Su Senescal ejecuta su voluntad en el Elíseo, bajo la Torre de Londres... Pero no estoy segura de que Thomas haya ido en su busca...