Partida Rol por web

Tras el estallido y la sacudida, se produce un desprendimiento que parece afectar al pasillo situado más al norte está más demacrado pues algunos de los peñascos se desprenden del techo golpeando a Alrik y a Kromm, mientras que a Karkass y Rekbran a penas les cae un poco de polvo.

El almacén se torna de nuevo en calma, ya no hay luces, ni voces, ni sacudidas... simplemente se escuchan pesados pasos y el crujir de huesos al final del pasillo.

Y después de todo... Nada.

El matador no es que desbordara paciencia, solo había sabido frenarse para ganar una ventaja de posición, pero al final no había salido nada por la puerta.

- Bahh lo que sea que esté allá, no va a venir.... Y quiero terminar rápido para buscar un buen tarro de cerveza. Vamos a lo que vinimos.

Kromm comenzó a avanzar por el pasillo, ya verían que les esperaba tras la puerta

Las negociaciones eran duras entre Belain y Pirlo con Gundren, ambos intentaban sacar más de lo que el enano les estaba ofreciendo. 

La comida ya había pasado. Gundren y Pirlo compartían un duelo de hacer formas con el humo de la pipa, mientras que Belain echaba un vistazo en la armería de la casa, que poco quedaba, y sus aledaños.

- Aaayyyy amigo mío, tendrá un buen entierro... pero antes me encargaré de que llegue el cuerpo a su hogar.

Sacó un pergamino y se dispuso a escribir una carta.

- Toma, aquí están las instrucciones para que el carro que ya han descargado vaya a por el cadáver y lo lleve junto a su familia. Entregádselo al guardia que os atendió en la entrada, Gael. Dadle estas monedas. - añadió - Son para que se las entregue a su familia.

Gundren se levanta del sillón y saca una bolsa con una cantidad generosa de monedas y se la entrega a Belain.

- Belain, ve por aquella puerta. - señala el fondo de la sala a la izquierda - Llegarás a un pequeño almacén. Busca lo que quieras. Y por la posada... - escribió una nota rápida - ¡¡¡Rosbert!!! - llamó a un empleado - Lleva esta nota a la taberna Driftwood.

Rosbert silencioso y ágil salió corriendo de la estancia.

- Ésta noche parece que seréis mis invitados, mañana iréis de huéspedes a la posada. Correré con los gastos.

Pasó un rato, en lo que el semielfo se había ido de la sala.

- ¿Porli? ¿Purlo? - intentaba acordarse el enano del nombre del mediano - ¡Pirlo! perdona, no me salía el nombre. ¿Sabes hacer formas con el humo de la pipa?

Soltó una buena bocanada de humo mientras movía la cabeza extendiéndolo por delante suyo. Con la boquilla de la pipa comenzó a trazar formas en el aire, moviéndolo e intentando darle un poco de forma.

- Bueeeeno. Ahí puedes ver claramente como el humo que he echado se va tornando en una figura de un Gulmor. - cosa que no te suena de nada, y dudas de su existencia - Mira esta es su cabeza, y sus horribles dientes. Está calvo y encorvado, ¡parece que va a saltar a atacar! - dijo bastante complacido de lo que decía. - Venga, anímate mientras el carcas ese que se ha ido a por instrumentos de violencia vuelve.

Belain cogió la nota y la bolsa de monedas y las guardó en la mochila.

 - Entendido, le daremos el mensaje. 

Asintió ante las palabras de Gundren y se encaminó al almacén. Al entrar a la sala, la mezcla de polvo y humedad le hicieron toser un poco. La estancia era amplia, como cabría de esperar para alguien en la posición de Gundren. Unas pequeñas escaleras descendían hacia un suelo de madera oscura, rodeado de paredes de piedra. El alto techo estaba cruzado por gruesas vigas de madera, de las cuales colgaban lámparas. Emitían un brillo anaranjado poco usual, claramente no eran llamas lo que se encontraba dentro de esos receptáculos de cristal, algo imbuido de magia ofrecía ese tono cálido pero luminoso.

Tipo listo, pensaba el semielfo, iluminar la sala sin depender del fuego para que en caso de caerse no prendan las mercancías.

Grandes barriles de a saber qué producto se apilaban en varias zonas de la sala. Amplias estanterías pegadas a los muros contenían libros y herramientas de todo tipo. Cajas desperdigadas y sillas apiladas cubrían la cara oeste. En la cara norte un armero de madera sujetaba lo poco que quedaba, la mayoría de los huecos estaban vacíos; los estantes de armaduras esperaban a que alguien los cubriera. Una cota de malla algo vieja reflejaba las luces; se acercó a inspeccionarla, pero se llevó una desilusión ya que era muy pequeña para él y demasiado grande para Pirlo.

Poco o nada relevante vio Belain, pero dio una vuelta por la estancia en busca de algo que pudiera servirles.

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Cuando hubo terminado, Belain salió del almacén, se sacudió un poco el polvo de la ropas y volvió al salón. Allí vio al mediano y al enano haciendo formas con el humo de la pipa. Parecían mantener una especie de discusión pero alegre, pues se rebatían uno al otro pero entre carcajadas y aspavientos divertidos.

Se sentó de nuevo en silencio y se relajó un poco. Esperó pacientemente. Pirlo por fin se encontraba con alguien que disfrutaba de la comida y la bebida tanto como el mediano, y al parecer compartían también el gusto por la pipa.

 - Yo creo que podemos llevarle esto a Gael y volver antes de que sea muy tarde, y ya decidir si descansar o dar una vuelta por la ciudad. La noche oculta cosas pero los chismes se avivan.

Como si estuviera escuchando a Kromm al otro lado Karkass se puso en marcha igualmente.

—Venga. Se ve que nos tienen miedo. Vamos a por ellos que luego quiero tomar unas rondas antes de irme a dormir.

Dicho lo cual Karkass avanzó también por su correspondiente pasillo con el escudo por delante.

Temiendo quedarse atrás, Rekbran apuró el paso detrás de Karkass sin bajar su arco.

_______DENTRO DEL ALMACÉN______

En cierto momento un destello llama la atención del semielfo. Algo emitía luz dentro de un baúl escondido tras unas cajas. La curiosidad le impedía irse sin comprobar su contenido.

Se agachó junto al baúl y se concentró en imaginarse el interior. Hizo aparecer la mano espectral dentro, y fue tanteando la pared interna hasta encontrar la cerradura. Se imaginó la mano moviendo el pasador desde dentro, y acto seguido sonó un *clic*. Al abrir los ojos observó el interior; dos frascos con líquido rojo eran los causantes de esa luz.

Los miró con atención y alargó la mano con intención de cogerlos. Llegarás a un pequeño almacén. Busca lo que quieras, esas palabras resonaban en su cabeza, pero al fin y al cabo les estaba pagando la estancia y les ofrecía trabajo, y con un poco de suerte obtendría información de Gundren sobre su búsqueda que le había traído a Neverwinter. Negó con la cabeza, bajó la tapa del baúl y repitió la maniobra para cerrar por dentro con la mano mágica.

_________EN EL SALÓN__________

Apoyado en el respaldo del sillón, mientras comía algo de carne y bebía cerveza, Belain se dirigió a Gundren con tono curioso.

 - He cogido 3 dagas que tienen buena pinta, no es mucho pero nunca viene mal tenerlas. Toma Pirlo, yo ya tengo 1 -le tendió al mediano 2 dagas de buena manufactura- por cierto, interesante contenido el de los dos frascos rojos, ¿eso nos lo puedes dar? -puso su mejor sonrisa y observó con curiosidad la expresión de Gundren.

Alrik siguió a Kromm por el pasillo, repasando mentalmente los ritos, gestos y palabras de poder para hacer frente a la amenaza que parecía haber al final de éste.

¿Un Gulmor? Pirlo no había oído hablar de nada parecido en su vida, pero el entusiasmo del enano ante su creación hizo que el mediano aplaudiera su actuación.

Turno del invitado. Pirlo se llevó la pipa a los labios, aspiró profundamente cerrando los ojos y guardó unos segundos el humo, el tiempo justo para llevarse la mano libre a la boca y cubrirse los labios. Un segundo después, el mediano adelantó su manó y la abrió como si lanzara unos dados. De entre sus dedos emergió un carro tirado por dos corceles de buen tamaño. La naturaleza difusa del humo no permitía una elaboración muy detallada, pero las figuras eran fácilmente reconocibles. Tras el carro galopaban furiosamente lo que parecían cuatro jinetes. Cuatro goblins a lomos de huargos enormes, seguidos de tres más que aparecían en la escena algo más pequeños...

El enano, al principio ensimismado con la habilidad de su invitado, empezó a atar cabos y, según fueron surgiendo los goblins y sus huargos (10 podían contarse ahora), fue arrugando la frente y dibujando una mirada de incredulidad.

Cuando la calesa flotaba a un par de metros de la mesa que compartían el enano y el mediano, apenas ya unas cuantas volutas aunque todavía reconocibles, el rostro de Rockseeker echaba humo (metafóricamente). Tras los goblins y sus huargos, que habían superado ampliamente la veintena, emergieron arañas gigantes, orcos, hombres jabalí y lo que parecía un elefante de guerra dotado de una pequeña catapulta...

Pirlo estaba ensimismado con su desfile de criaturas flotantes hasta que vio la cara de su anfitrión. Quizá se le había ido la mano adornando las últimas horas que había pasado con su compañero semielfo.

Cerró ceremoniosamente la mano de donde había emergido el ejército y, con gesto grave, le dijo al enano: En mi tierra todavía honramos el sacrificio de Bastian Rode, viajante que dio su vida y la de sus corceles para avisar sobre la horda invasora que asaltó nuestras tierras siglos atrás. En las primeras poblaciones no hubo tiempo de crear una resistencia suficiente, pero sus noticias permitieron ganar tiempo en la ciudad, donde, allí sí, jóvenes y ancianos empuñaron las armas en una defensa heroica que derrotó a los invasores. Tras una pausa, Pirlo levantó animosamente su jarra, esperando que el enano le acompañara. ¡Por Bastian Rode!

El regreso de Belain fue recibido con júbilo por Pirlo, que, aunque reía ahora con el enano, no había quedado del todo contento con el episodio del humo. Observó detenidamente las dagas que le entregó el semielfo y, tras agradecer el obsequio, se las colgó del cinto. Vayamos, pues, a ver a Gael y ya decidiremos nuestros planes después. Me vendrá bien un paseo para bajar la comida. Cuando el mediano se dirigía hacia un rincón para recoger sus cosas, escuchó la pregunta de Belain sobre los frascos rojos.

Tras escuchar los sonidos de los huesos, pero no aparecer
nada a vuestro alrededor, avanzáis hacia la sala del comedor. Una vez que estáis en el quicio de la puerta podéis observar el horror hecho realidad. 

Una masa conjunta de un montón de huesos  levantan una criatura de lo más aberrante. Debe de medir al menos 20 pies. No parece un esqueleto cualquiera.

Su cuerpo está compuesto por montones de huesos de otros cadáveres que se han unido formando a esa horrible criatura. Se pueden observar partes de su "cuerpo" protegidas por más cajas torácicas de otros cadáveres.

¿Qué oscura magia mantendría a esta criatura en pie?

Como armas lleva sus enormes manos... no sabéis que podrá hacer con ellas, pero lo que tenéis claro es que si os alcanza, correréis un grave peligro.

Os fijáis en el resto de la estancia, y se puede ver claramente como todo el mobiliario ha sido destrozado* (probablemente obra de esta criatura).

Deambula por la habitación sin haberos localizado**, surgió con mucha rabia, pero tras no haber hallado víctimas cercanas se pasea por la habitación en busca de algo que le satisfaga.

Gundren se lo estaba pasando en grande. No pudo ver con claridad las formas que Pirlo le estaba describiendo, pero su historia le divirtió. No supo si ésta era real o no, pero era lo suficientemente buena como para que se relajara y disfrutase de un buen rato con su recién hallado amigo.

A media tarde regresó Belain de dar una vuelta por la casa. Traía un pequeño botín, que ni Gundren había encontrado entre sus pertenencias.

- Has debido de rebuscar bien.. porque ni yo mismo me acordaba de esas armas. - le dijo al semielfo de forma perspicaz - Y... esas botellas que me das... ¿de dónde las has sacado? ¿cómo has podido...? - se empezó ha hacer preguntas para sí mismo, preguntas inacabadas y casi inaudibles - Debes de ser un mago, o algo por el estilo, si no, no hubieras podido abrir ese cofre. Te las puedes quedar, ya las daba por perdidas.

No pasó mucho más tiempo en lo que os despedisteis de Gundren, cuando éste antes de que os fueseis os dijo.

- Volved en un par de horas, tendremos la cena lista. Esta noche nos lo pasaremos bien.

Salís de la casa de Gundren, y os dirigís hasta la puerta.

Allí, en el mismo lugar encontráis a los mismos guardias... y como no, a Gael en su "sitio".

Rekbran reaccionó casi por instinto, tensó la cuerda y soltó la flecha tratando de no acertar entre los huecos de las costillas.

 - No ha confiado su mercancía en unos cualquiera, querido Gundren, le haremos buen servicio, por eso somos exigentes -dijo Belain con media sonrisa- agradezco el detalle, les daré buen uso -y se guardó lo adquirido en el almacén.

Cuando terminó la competición de formas humeantes, se dirigieron a la entrada de la ciudad...

...Belain se acercó a Gael y le tendió la nota escrita por Gundren y la bolsa de monedas.

 - Nos envía Gundren, esto es para la familia del transportista. Ese hombre se merece un entierro digno.

El semielfo se agachó y se apoyó en la pared para hablarle bajito, pero que Pirlo pudiese oírlo también.

 - Por cierto, ¿sabéis algo de los ataques a mercancías oficiados por goblins o bandidos? Gundren no sabía mucho, pero aquí en la guardia seguro que se oyen rumores... La Araña Negra. ¿Os suena, caballero?

Kromm entra en la habitación y y lanza su hacha arrojadiza casi por instinto, era difícil no dar a un objetivo tan grande.

Pero una vez que observa el panorama sus ojos se encienden, aquel gigantesco esqueleto quizás sea un rival digno contra el que enfrentarse en combate.... Y quizás hasta morir valga la pena.

Aprieta su agarre en el hacha de 2 manos, ya no usaría más las arrojadizas lo bueno iba a empezar.

Recordando el trato que le había dado Gael en su último encuentro, Pirlo se mantuvo distante, aunque lo suficientemente cerca como para no perder detalle de la conversación entre él y Belain. Como ya conocía los techos y las zonas altas del lugar, aprovechó para investigar lo que se encontraba más cerca del suelo, buscando pistas que, de alguna forma, pudieran lanzar luz sobre lo que estaban buscando.

Karkass irrumpió en la sala abalanzándose rápidamente sobre el golem de hueso antes de que éste fuera consciente de su presencia. Buscaba quebrar las piernas de la criatura para derribarla.

Una insignificante flecha alcanza a rozar al Gólem de hueso, que hace que éste no se haya dado cuenta de nada. Poco después la monstruosa criatura se gira ante el ataque del enano. Ésta sigue sin decir nada, y se prepara para atacar.

Karkass se da cuenta de que su ataque le hace más daño de lo normal.

El Gólem alza sus garras para intentar aplastar al enano, pero fracasa estrepitosamente hundiendo sus propias garras en el embaldosado de la habitación. 

Alza su cadavérica mirada hacia Karkass, y éste nota una mirada de furia. El Gólem se acababa de quedar atrapado en el suelo, momento en el cual 

Turno 1

El clérigo avanzó raudo tras Kromm empuñando su martillo de guerra con una mano, dejando la otra libre para realizar los gestos necesarios - ¡Llama Sagrada! - gritó mientras en la oscuridad de la sala podía verse como las runas en su frente y en su martillo se iluminaban muy levemente.

Un resplandor parecido a una llama descendió sobre una criatura que, de haber poseído rostro, se hubiera torcido en una mueca de dolor.

Turno 2

Continuó avanzando mientras sus runas volvían a su estado normal, asió el martillo con la mano que había dejado libre y concentró toda su fuerza en tratar de machacar a la criatura, que parecía realmente fuerte, mientras permaneciera en una situación de desventaja. Con ambas manos descargó el martillo contra aquel ser, tratando de causarle el mayor daño posible.