Partida Rol por web

- ¡Desgraciados! - acusó el joven Rekbran, invadido por una súbita ira. Empuño su estoque y se lanzó al ataque.

Pirlo siguió los pasos de Belain pero se detuvo al momento para mirar al bandido y luego al enano letal. Que no sea un golpe final, por favor. Miró al enano con un gesto suplicante y siguió con paso rápido la estela del semielfo hasta el piso superior. Antes de cruzar la puerta, se asomó, cauto.

Belain apareció por la puerta algo alterado. 

 - A dónde vas, maldito gato, ven aqu... -parecía que iba a hablar pero al ver que había gresca se detuvo y con un movimiento rápido (demasiado rápido) lanzó un rayo negro a un bandido con actitud hostil.

Impactó en la pared e hizo un ruido bastante feo.

 - Así que haciendo una fiesta aquí arriba eh... -dijo con voz siniestra y una sonrisa macabra.

Y por quién lo tomaban, por un carnicero? Kromm no tenía reparos en eliminar a cualquier enemigo que se pusiese frente a él y a veces dejaba de medir consecuencias cuando se sumergía en el transe de la sangre... Pero no mataría a un sujeto desarmado y encogido en el suelo cagandoae de miedo.

- En cierta forma tienes suerte, mis compañeros van a acabar con todos arriba... Lo más probable es que seas hoy el único sobreviviente.

- Voy a ser claro y quiero perder poco tiempo, tienes la opción de responder lo que quiero saber o puedo partirte a la mitad y subo a ayudar a los míos... En ti queda la opción.

- Tienen secuestrado a un enano y yo quiero que nos lo devuelvan, tú dirás si me dices dónde buscarlo o si debo acabar contigo y seguir buscando... Además, esa puerta por donde salió el gato se que esconde algo. Ni siquiera ustedes los humanos son tan estúpidos como para poner una puerta tapando una pared... Se que es una pared falsa, dime cómo se abre

Kromm sabía que tenía toda la atención del sujeto, quién ahora a falta del mediano y del elfo, había quedado a merced del verdugo.

Desechando su escudo Karkass se lanzó al combate agarrando con ambas manos el martillo para golpear brutalmente el pecho del bandido jefe.

—¡Pagarás por lo que has hecho!— dijo mientras intentaba terminar cuanto antes con el combate para auxiliar al amigo caído.

Mientras que Alrik caía al suelo irremediablemente, Karkass ocupaba su sitio saltanto al combate rápidamente y atacando furiosamente al jefe de los bandidos⁽¹⁾. De un mazazo certero en las costillas lo dejó doblado, haciendo que sus ataques fallasen contra él mismo.

Al ver que con tan duro golpe, su jefe se envalentonaba y atacaba, el bandido⁽³⁾  se lanzó a la carga sin nada que perder, arremetiendo contra Karkass. El primero de los ataques fue al aire, pero el segundo directo al antebrazo... la herida sangraba, pero no abundantemente a si que no parecía profunda y mucho menos dolorosa.

Rekbran se lanzó al ataque,, y espada en mano atravesó sin más el estómago del bandido⁽²⁾ que lo pilló todavía desprevenido y algo confuso.

Por ahí detrás se encontraba Belain, que parecía que la ciudad era su némesis, pues desde que había llegado a ésta sus conjuros no tenían efecto en ningún enemigo, fallaban o se disipaban en el aire...

Por la zona trasera de las escaleras, se podía ver como aparecía un mediano observando todo lo que sucedía antes de actuar...

En medio de todo esto, el gato sigue estando ahí al lado, relamiéndose una de sus patas delanteras, mientras que de forma extraña parece que está sonriendo.

Gracias a tu perspicacia, te das cuenta, a parte de lo evidente que es que Alrik está en el suelo debatiéndose entre la vida y la muerte, Karkass pegándose todo lo que puede con los bandidos, Belain desde atrás intentando dar con algún conjuro y Rekbran haciendo de las suyas, de que el gato tiene algo más que de animal... hay un aura, o algo, que no sabrías describir, que lo rodea.

Aunque tú, insistente con averiguar dónde estaba Rockseeker, el bandido no suelta prenda. Lo intimidas, no le dejas a penas ni respirar y, aunque no pretendas acabar con su vida, éste tiene la impresión de que de forma inmediata puede morir.

- No... no sé nada. Aquí no hay enanos...

La actitud del gato le ponía nervioso, algo se estaban perdiendo.

Con voz de ultratumba conjuró un haz de energía oscuro qque impactó en el pecho del bandido y resonó en su caja torácica.

- ¡Tirad las armas! -gritó mirando a los bandidos- Dónde está Gundren. El siguiente eres tú, déjate de juegos y muéstrate -añadió mirando al supuesto animal.

Sin darles tiempo a reaccionar Rekbran presionó su ataque. De un salto ágil se posó sobre una de las cajas y atacó a su enemigo desde terreno elevado, logrando un golpe contundente con el mango de su espada, dejándolo inconsciente.

Karkass acusó el golpe y viendo que Rekbran se encargaba del jefe de los bandidos lanzó una sonrisa lobuna contra el bandido que quedaba en pie. Si embargo el cambio de objetivo hizo que el bandido tuviera tiempo de saltar hacia atrás esquivando el martillazo que iba a por su cabeza. 

—Yo consideraría seriamente la rendición, humano. No tendrás tanta suerte la próxima vez.

Todo se volvió oscuro y Arlik sintió el suelo de madera golpeando en su cara, demasiada fiesta para un acólito pensó, pero por Thor que no acabaría así su andadura, su cuerpo le pesaba, no le respondía, pero estaba seguro que empujando un poco más podría llegar a moverlo.

Los ojos de Pirlo saltaban entre las escenas de violencia y a sus oídos llegaban golpes y maldiciones. Su brazo sostenía en alto su espada corta y sus pies se movían con agilidad buscando un pasillo entre los cuerpos de aliados y enemigos que le llevara directamente a la refriega. Su vista estaba hechizada por el movimiento y la acción y la pelea, pero su mente hacía tiempo que iba por libre. De pronto, en medio del caos, su cerebro registró a su compañero enano tendido en el suelo y al gato que, a pocos metros, le miraba tranquilo mientras parecía sonréir. Se llevó su ocarina a los labios y sus dedos interpretaron un fraseo veloz que nadie escuchó. Saltó con agilidad hacia el enano y posó una mano en un hombro del moribundo. Y entonces sí se escuchó, por encima del chocar de aceros y las imprecaciones, una melodía vigorosa y esperanzadora.

Aquel idiota no sabía nada o tenía las suficientes bolas como para aguantarse sabiendo que podía morir en cualquier momento. Kromm comenzaba a perder la paciencia pues no sabía si arriba lo necesitaban.

Por un momento pensó en descargarle el hacha con un golpe de plano en la cabeza para dejarlo desmayado, pero recordó lo débiles que eran los humanos... Al final le descargo un puñetazo en la mandíbula, igual lo había golpeado con la suficiente fuerza, pues lo alcanzó de lleno y lo dejo inconsciente de inmediato.

-No entiendo cómo han logrado tanto siendo tan débiles...

Quizás fuese por qué se reproducción como conejos... Ya con el tipo inconsciente subió la escalera a ver si sus compañeros necesitaban apoyo.

Finalmente Belain consiguió conjurar una bola de fuerza que impactó en el bandido⁽³⁾ haciéndole retroceder unos pasos... momento que aprovechó Karkass para atacar, y fallando debido a ello. El bandido⁽³⁾ quedó al filo de la muerte, así era de fino el brujo, pues era capaz de hacer sufrir a alguien sabiendo en que punto límite podía dejarle para mantenerle con algo de vida, débil y con ganas de nada. El bandido finalmente se desmayó, y quedó en el suelo inconsciente.

El estallido de fuerza, hizo que el jefe de los bandidos descuidase su defensa, momento que aprovechó Rekbran para cortarle a la altura del estómago haciendo que comenzase a desangrarse mientras la herida se le va haciendo más y más grande hasta que comenzaron a salírsele las tripas. El joven enano dio un paso hacia atrás, mientras que Karkass se quedó mirando el espectáculo.

Por detrás llegaba Pirlo, que pudo ver el final del espectáculo, y entre él pudo ver a un enano tirado en el suelo... medio inconsciente. Tenía convulsiones y de vez en cuando tosía sangre. Se acercó corriendo hacia él, y con unas palabras sanadoras pasó parte de su energía al clérigo. Rápidamente Alrik recuperó el color, y a pesar de la sangre que había perdido no se encontraba del todo mal.

Un momento de tranquilidad se respiró tras acabar el combate, pero... de repente una neblina se levantó y fue cubriendo la tarima por completo hasta que se dejó de ver.

De repente, como si el gato fuese el centro de ella, se comenzó a elevar un pequeño tornado sobre él, hasta que llegó al techo. Según se fue disipando la neblina, fue apareciendo una figura. Escamas blancas... grisáceas... unos ojos azul hielo comenzaron a destacar sobre la neblinosa forma hasta que toda ella se empezó a agitar concentrándose en una esfera luminosa de color azul en la palma de su mano. Ahora se podía ver bien la figura. Sin duda era un dracónido. Portaba en su mano izquierda una vara de ritual arcano y una toga muy singular. De su cinturón tenía colgada una daga ceremonial, y de ésta podía verse que aún goteaba algo de sangre.

- Oooohhhh.... por fin ossssss veo. Nossss conoceremossss mássss adelante.

Dijo el misterioso dracónido mientras se acababa de disipar la niebla.

- Qué pena que hayáissss llegado tarde. Gundren ha sssido teleportado... Ssssi queréissss recuperarlo, debéisss de pagar lo que nosss debe... - siguió con su voz sibilante que recordaba más a una serpiente que a un dragón. - Ahora misssmo está a lassss afuerasss de la ciudad, cargado en un carruaje... tirado por goblinssss. Van hacia el sssur... Recordad y preguntad por Cragmaw...

Era extraño, pero aquel ser sin nombre parecía que os estaba ayudando... o quizá os estaba llevando a una trampa... lo más curioso de todo era que sentíais que se divertía con la situación.

Kromm falló el puñetazo, momento que aprovechó el bandido para zafarse, consiguiéndolo ágilmente, pues el enano estaba retorciéndose de dolor al haber fallado, dando un puñetazo a la pared.

El bandido se levantó, aunque aún un poco aturdido por todo aquello, el miedo que tenía a aquellas voces que escuchó y que al ver que aquel enano que le imponía tanto lo intentaba atacar, huyó despavorido por la puerta del almacén saliendo al muelle y perdiéndose en la oscuridad.

En la parte superior pudiste escuchar como los sonidos de pelea cesaban, para dar paso a lo que reconocerías como aire agitándose en el interior... 

Belain enarcó una ceja ante las palabras del dracónido, algo olía a wyvern quemado. Escuchó con atención para descifrar si mentía acerca de que ya no estaba aquí, pero no era el más ducho en leer a las personas. 

No había dejado de apuntarle con la mano recubierta de un halo oscuro en ningún momento, y dijo:

 - ¿A dónde lo lleváis? Y por qué deberíamos creerte y no estamparte contra la pared.

Rekbran hizo un esfuerzo para parecer confiado.

- Lo llevan al sur, ¿a Phandalin tal vez? ¿y qué es lo que te debe, si se puede saber? -