Partida Rol por web

La carrera propició una persecución por la jungla con los voraces goblins-mono pisándoles los talones. Cada vez que miraban atrás veían también a la extraña sombra que si no hubieran descubierto antes parecería formar parte de la propia selva, su camuflaje era tal que incluso en movimiento se confundía con la espesura. No obstante por fin la escucharon, hablando en un idioma que se parecía al viento sobre las hojas pareció dar breves indicaciones a los pequeños.

Mientras corrían, algunos de ellos los alcanzaron para ser luego despedidos hacia el suelo y pese al golpe volver a levantarse retomando su misión con ansia, sus chillidos eran ya insoportables y avanzaban a grandes saltos entre los árboles. Atravesando terreno hostil, el grupo sentía ramas y pequeñas hojas como cuchillas mientras trataba de mantener distancia.

Pero con el rumbo fijo llegaron al fin a la nave, su silueta empezó a dibujarse entre la maleza para verla poco después destrozada contra uno de los árboles más gigantescos que jamás habían visto. Varios restos de cubierta estaban esparcidos lejos del núcleo central y la parte de atrás del casco estaba envuelta en llamas, solo la humedad de la vegetación contenía que se propagase el incendio.

Más allá el piloto parecía estar muerto, tirado en el verde suelo con los ojos abiertos y el cuello en una posición antinatural. Restos de la bodega habían saltado también por los aires pero la estructura principal les podría dar cobijo o al menos cobertura contra las criaturas.

"Parapetemonos! Usemos el enorme tamaño del Yeti en su contra y a nuestro favor" sugiero

Gracias a su pequeño tamaño, no sufrió la mayoría de cortes y arañazos que producían las ramas bajas de los árboles, las cuales no tenían tiempo de apartar en su frenética carrera; la parte negativa fue que aquellos goblins le alcanzaron antes, y tuvo que esquivar varias veces las acometidas de las primitivas criaturas, que no cejaban en su empeño por cazarles.

El hostigamiento solo tocó a su fin cuando alcanzaron el lugar del accidente. La nave había quedado destrozada, el piloto estaba muerto y el fuego crepitaba por toda la zona, contenido únicamente por la humedad del ambiente. Tarde o temprano, si no se extinguía, acabaría por extenderse y el incendio convertiría el bosque en un infierno. Para cuando ocurriera debían estar lejos de allí o sufrirían las consecuencias, pero hasta entonces podrían aprovechar para obtener refugio y una defensa contra sus atacantes. Lo más importante, podría observar la reacción de la enorme monstruosidad que les perseguía al ver las llamas; eso les ayudaría a trazar un plan acorde a la situación.

Al alcanzar el navío solo pudo lamentar su destrucción y la muerte del piloto. Hacha en mano se giró para dar la cara a los enemigos.

- ¿Os habéis fijado? Ese ser peludo domina a estos goblins, se camufla muy bien, de una manera que no parece natural y un detalle, lleva un objeto pequeño en la mano.

Era un ser muy inteligente a pesar de su aspecto.

La estructura rota podría protegerlos, al menos evitarían que los atacasen de golpe haciendo que las bestias tuvieran que pasar por la abertura que hacía de entrada. Los goblins se quedaron parados al ver el fuego y el grupo aprovechó para buscar cobertura dentro. Más allá, la extraña sombra se veía ahora claramente recortada, parada enfrente del refugio y tratando de escudriñarlos desde donde estaba, su mirada reflejaba rabia.

De pronto, levantó la cabeza lanzando una especie de sonido, un aullido artificial parecido al roce de ramas a gran volumen. Los pequeños lo miraban asustados pero acto seguido el ser señaló lo que quedaba de la nave y ellos se fueron acercando con precaución, con una mirada puesta en el fuego y otra en vosotros.

Parecía que no iba a acabar ahí la cosa, lo que se imaginaba, pero por la pinta que tenía, se iba a alargar. No podía hacer nada mientras los goblins se acercaban con lentitud, así que se dedicó, en un primer momento, a observar. Primero, fuera, especialmente al enorme ser que esperaba su momento. Luego, dentro, intentando encontrar algo entre los restos de la nave que le pudiera venir bien, ya fuera algún artefacto de utilidad, armas deflagradoras o, al menos, un arco o ballesta de su tamaño y su munición, con la que pudiera disparar desde la seguridad del improvisado parapeto.

A medida que sus ojos se iban acomodando a la semioscuridad que había dentro de la estructura escuchaban fuera los sonidos de los goblins-mono, esta vez más apagados y vacilantes. Dentro todo el material estaba tirado por el suelo, habían accedido a la bodega por un agujero del casco, que vigilaban constantemente y parecía el único sitio por el que se podía entrar.

Cofres y cajas (algunas abiertas o rotas), un arcón bien ornamentado, comida, herramientas, cuerdas... todo yacía esparcido en un desorden caótico. Les costaría tiempo encontrar algo parecido a un arma rebuscando entre todo, no obstante podían hacer uso inmediato de lo que tenían delante y entre esto destacaban algunas antorchas que sobresalían por entre las astillas de uno de los contenedores de madera.

Pero algo más les llamó la atención, manzanas mordisqueadas, cecina partida en trozos e incluso migajas de pan que parecían haber sido consumidas hacía poco. Tass se acercó donde señalaban los restos... y algo saltó hacia un lado. El movimiento fue rápido, casi felino, pero entornando los ojos creyó ver una pequeña niña o quizá una mujer de raza pequeña agazapada entre un hueco, la falta de luz no le dejaba ver con claridad. Y de pronto habló.

- Por favor, no matar, por favor, uh, por favor, por favor. Yo no soy como ellos, yo no matar a vuestro amigo. Por favor, por favor.- Entre sollozos la voz parecía tener un timbre agudo que delataba miedo extremo, su acento era totalmente desconocido pues daba la impresión de estar forzando sus cuerdas vocales a medida que se le escapaban golpes guturales.- Uh, yo solo tenía hambre, por favor, yo devolver, no matar.

Y entonces al moverse hacia ellos desde la oscuridad un rayo de luz que se colaba por una de las rendijas la iluminó. Su aspecto era muy similar al de los goblins que estaban fuera, sin embargo por su apariencia parecía haber sido torturada. A una de sus orejas le faltaba un trozo, como si hubiese sido arrancada de un mosdisco del que aún quedaban huellas, y la otra que todavía conservaba tenía rastros de haber sido tratada de cortar con una cuerda o alambre, podían ver la marca que había dejado lo que hubieran usado.

Su cara también estaba llena de cicatrices y sangre seca y por sus mejillas caían lágrimas que no hacían más que ensuciar su piel con la tierra que ya llevaba encima.- No entregadme a ellos por favor, ellos también matar.

Con un gesto lento dejó en el suelo el pedazo de pan que llevaba encima, en señal de perdón, y se volvió a apartar un poco hacia atrás.

La pequeña escuchó las palabras de Rigar y pareció animarse un poco. Sorbió su nariz y se pasó el brazo por los ojos para secarse las lágrimas, un rastro de barro quedó cruzado sobre su cara.

- Llegó hace tiempo, al principio solo tenerle miedo, él decir todo esto suyo, uh... nosotros temerle y luchar como esclavos contra intrusos. Pero amigos hartarse y rebelarse, uh... muchos morir.- Su rostro cambió trayendo al presente malos recuerdos.- Luego él volver más fuerte, usar cristal brillante para controlarnos. Yo escucharte objeto, uh, ahí puso cristal, dentro, en muñeco de hojas.

- Yo escapar, no querer luchar, solo vivir en paz. Tener que vivir sola, visito amigos vuestros, por eso conozco idioma, uh, ellos enseñarme. Y dar comida. Allí en las ruinas, uh.

- Zum Bairao querer mataros, él dueño de selva. Yo ver morir a muchos míos, uh, ahora solo unos pocos. Amigos vuestros no creer, él no acercarse ruinas, uh. Yo volver aquí veces para intentar salvar mis amigos. Pero no poder.- La expresión de tristeza le hizo volver al silencio mientras veíais lágrimas cayendo de nuevo por sus mejillas.

A punto estuvo de empalar a la criatura con su acero, hasta que se dio cuenta de que no solo parecía ser más inteligente que los demás —que parecían animales de caza y poco más—, sino que no tenía ninguna intención de hacerles daño; al contrario, tenía miedo, solo estaba ocultándose. Bajó el estoque para no resultar amenazador. Se alegró de que Rigar coincidiera y la tranquilizara, expresando lo que él mismo sentía: la pequeña goblin no tenía nada que temer.

El cazador se adelantó también a su pregunta. Tenía la misma curiosidad por el objeto que él, así que escuchó atentamente. Lo que la otra dijo tenía sentido, pues un cristal de dominación era algo que podía comprender; seguramente las débiles mentes de la tribu no habían podido hacer nada por rechazar la influencia mágica, a excepción de algún que otro espécimen, como el que tenían delante. Eso había dado a la bestia un pequeño ejército, pero si se lo arrebataban... Sonrió.

—Así que tenemos que hacernos con el cristal, y el resto de los tuyos se volverán contra su amo o, al menos, escaparán. Con eso me basta, la verdad. —Miró a sus compañeros—. ¿Cómo lo hacemos? El problema es que tenemos a todos esos seres entre nosotros y el grandullón, aparte de que no tiene pinta de ser un oponente fácil. El fuego, sin embargo, no parece gustarle, le asusta. Podríamos usarlo en nuestro favor. Hay antorchas, encendámoslas e intentemos abrirnos camino. A malas, aunque no sea lo más sensato, podemos provocar un incendio en condiciones que nos sirva para escapar y después jugar con nuestras condiciones, no las suyas.

Rigar observó la menuda figura de la chica, no dejaba de ser un goblin que ahora pedía misericordia pero luego podía cambiar de actitud. Esperó que pudieran vencer en aquella lucha y entonce se marchara, o si se quedaba tendría que ganarse su confianza de algún modo.

Escuchó a Tass, él estaba mirando hacia la puerta esperando la llegada de sus siervos.

- Así que se fue y volvió con ese cristal, como si lo hubiera encontrado en alguna parte o como si alguien se lo hubiera entregado.

Ese ser peludo podía ser a su vez sicario de otro más poderoso, eso lo podrían descubrir visitando el templo.

- No podemos huir de ellos, este es su territorio, lo conocen demasiado bien. Luchemos contra los goblins, una vez derrotados podremos salir al exterior a quitarle ese cristal. No conviene luchar contra tantos enemigos a la vez.

Así lo veía el cazador, allí dentro evitaban tener desventaja numérica.

- Si no vienen ellos, salgamos, al menos tendremos las espaldas cubiertas y si las cosas se tuercen podremos volver a refugiarnos.

Mientras hablaban con la desconocida los goblins del exterior se pararon de golpe. Sus miradas de miedo les impedían avanzar, pero aquel extraño ser volvió a expresarse en su extraño idioma, esta vez como un susurro. El terror se reflejaba en sus caras.

Aquel ser escudriñaba uno a uno a sus adversarios, como si estudiase sus acciones.

La tensión era palpable, un breve momento de calma antes de desatarse el caos.

Rigar era, como siempre, un hombre de acción, decidido a meterse en el centro de la lucha para arrasar con su hacha. Normalmente tenían éxito, pero Tass sabía perfectamente cuando el enemigo les superaba ampliamente. Los goblins no eran un verdadero peligro, pero la enorme criatura estaba fuera de sus posibilidades. Un enfrentamiento directo con ella daría como resultado su muerte, nada más.

—El fuego les asusta. Cojamos las antorchas y usémoslas para mantenerles a raya. No se acerca a las ruinas, así que allí estaremos a salvo. —Negó—. Este no es el momento de jugársela.

Mientras hablaba, se acercó a la caja de teas y fue apilándolas entre sus brazos, hasta tener ocho. Dos para cada uno, contando a la goblin. Podrían llevar una en la mano y otra guardada, por si ocurría algo con la primera. Se acercó al resto y se las ofreció para que cogieran la suya.

—Tenemos una misión —recordó para despejar las dudas.

"Muy cierto. Y por si acaso..."

Levanto mi simbolo sagrado e inicio una sincera y dedicada plegaria

"Erastil, jamás te había rezado antes. No sirvo para ello. Nadie, ni siquiera tú recordarás si fuimos hombres buenos o malos, por qué luchamos o por qué morimos. No, lo único que importa es que tres se enfrentan a muchos. Eso es lo que importa. ¡El valor te agrada Erastil! Concédeme pues una petición, concédeme la victoria por mi gente y mi tierra, y si no me escuchas… ¡V̺̝̟e̡͔͉t͔̠͍e̙̙͎ a̦̫͎l͍̪͙ i͖͙̦n̘͖͉f̢͉͖i̦͔͜e̙͙̞r͉̙͜n͎͇̻o͙̞͕!

Al grupo le faltaba determinación, para Rigar la victoria estaba a su alcance en cuanto se libraran de los goblins y rodearan a esa mole peluda.

- El fuego... Me da igual lo que hagamos con tal de llegar a las ruinas. Probemos con las antorchas.

Sonrió a Tass, prefería salir a quedarse ahí encerrados, lo prioritario era moverse, evitar el miedo paralizante. Claro que Rigar tiraría la antorcha en cuanto necesitara dar un hachazo, mas todavía esperaba que las llamas lograran contener a esos enemigos. El templo no debía de estar demasiado lejos.

- Ven con nosotros, pequeña.

Le dijo a la goblinoide dejando la decisión de seguirles o esconderse en sus menudas manos.

Sintió la bendición del páter y deseó que al final pudieran aprovecharla con un buen combate. En el fondo quería acabar con el monstruo que les amenazaba, había una cierta excitación en la idea de medirse contra una criatura peligrosa.

Todos disponían ya de antorchas y alejándose un poco pudieron encenderlas fácilmente en la parte de atrás de la nave. La pequeña era la única asustada y agazapándose en la oscuridad permaneció allí sin responder al ofrecimiento de llevar una.

Mientras, habían vigilado el exterior corroborando que los goblins se movían tan lentamente que parecían estar en el mismo lugar. A veces alguno saltaba y miraba repetidamente hacia la selva para envalentonado enfrentarse a la criatura pero volvía a la calma tras la fanfarronada.

Sin embargo el ser si había avanzado, ni siquiera lo habían visto moverse pero estaba claro que lo tenían mucho más cerca que antes. No obstante seguía protegido aún por la vegetación.

Con decisión los taldanos decidieron salir y la acción pilló por sorpresa a los asustados medio simios. Comportándose de modo errático era como si de golpe no supieran qué hacer, quizá estaban cegados por la visión del elemento que podía quemarlos en manos de sus perseguidos o quizá simplemente no lo habían esperado.

En cambio la criatura cerró aún más los ojos y parecía preparada para actuar al verla tensar los músculos.

Aprovechando las llamas de mis compañeros saco una flecha particular

Las plumas son rojas, con una única veta negra. Y a la vista está: Es una flecha INCENDIARIA. En cuanto puedo, la acerco a la antorcha para que se incendie y, si golpea, que haga aun más daño

Mis flechas vuelan certeras, aunque el daño no es espectacular

El disparo fue certero, pasó por encima de las cabezas de los goblins en primera línea y fue a clavarse en el hombro de la enorme criatura que irrumpió en lo que parecía un grito de dolor parecido a un fuerte soplo de aire. Parte de su pelo se incendió al contacto pero de un manotazo la bestia lo aplacó y con una expresión que parecía de cólera comenzó a correr hacia ellos con aire simiesco. No lo habían visto moverse enfurecido hasta ahora, sus pasos caían a plomo sobre el terreno pero pese a su aparente peso se movía ágil sobre las hojas y ramas bajas.

Los pequeños esclavos reaccionaron tras verlo y encararon también al grupo, ya presos de la ira y en un estado de locura palpable.

Tan solo podían escuchar gritos de terror desde dentro provenientes de la pequeña hembra debido al ruido que ocasionaban los chillidos fuera.

"Chicos, tratad de poner algo, ALGUNA COSA, lo que sea que le estorbe el paso a la cosa grande. Si se queda atascado, podremos derribarlo a flechazos!" sugiero

Entonces cargo una flecha más, rezo a Erastil y musito algo, dedicandole el disparo a mis ancestros...
¡Y la plegaria DEBE DE HABER SIDO ESCUCHADA! ¡Por los cuernos del Viejo Certero! ¡EN MI VIDA HE DISPARADO ASI!

"Sea Bueno o malvado, Legal o Neutral...
"YO SOY EL TIPO QUE DISPARA GENIAL"