Partida Rol por web

Un dracónido de piel color ocre ingresa al Gremio de la Espada y la Vara con la preocupación tallada en su rostro escamoso, a unos pocos pasos de la entrada se encuentra con la preciosa Daaria - ¡Benditos sean los dioses preciosa Daaria! – comenta mientras agarra fuertemente sus dos manos. Una lágrima se deja ver en uno de sus ojos y comienza a deslizarse sobre la mejilla del dracónido – Jamás me esperaba verte en un lugar como este, cuantos años hace que no nos veíamos mi querida niña, han ocurrido muchas cosas desde tu ausencia, pero la peor de todas ha pasado no hace mucho, y para eso vengo aquí, necesito la ayuda de fuertes guerreros, pues ha habido un asesinato en el Consejo de Sabios. Por las pistas que hemos ido encontrando, sabemos quién es el asesino. Pero ahora mismo en Kilenia estamos faltos de guerreros. – comentó en tono triste y continuó con su pequeño relato – desde que te fuiste a aquella misión con los guerreros del pueblo vecino, no sabemos nada de tu paradero ni de ti. Nadie nos dijo que habías muerto ni nada, simplemente comentaron que desapareciste sin dejar rastro y no se explicaban el por qué. Comentaron que la lucha estaba siendo intensa y que te desenvolvías muy bien, pero que de repente dos esbirros del guerrero contra el que combatías aparecieron y ya no se supo nada más de ti. Los pocos que sobrevivieron, nos contaron que tras tu desaparición, el caos y el desorden reinó durante unos meses y que luego se fueron del pequeño pueblo dejando desolación, muerte, pobreza, miedo… Los testigos que consiguieron verle el rostro al terrible guerrero comentaron que tenía un parecido asombroso con uno de los aspirantes al puesto de Sabio del Consejo. Pues bien, han pasado unos años desde eso, y ahora tenemos la sospecha de que es el mismo hombre el que ha cometido tal atrocidad en el Consejo para poder hacerse con el puesto. Tú lo conoces bien hija mía, “Arnan Ambershard”… - ese nombre cayó como una losa en la cabeza de Daaria, la cual no se creía lo que había escuchado – Mi señor Harverth, no me puedo creer lo que me acaba de decir… ¿Arnan? ¿el mismo Arnan con el que compartí estudios de magia y hechicería durante mi aprendizaje con los Sabios del Consejo? No puede ser señor, tienen que estar en un error – comentó la dracónida horrorizada ante semejante noticia – Si hija mia, te aseguro que eso hubiéramos querido creer todos nosotros. Pero todas las pruebas nos han llevado hacia él. En la escena del crimen se encontró su arma ensangrentada y en las manos de la víctima había un trozo de tela arrancada. Varios testigos dijeron que vieron salir a Arnan corriendo del edificio del Consejo con una rasgadura en sus vestimentas y sus manos claramente manchadas de sangre. – comentó Harverth con una mueca de decepción en su rostro por no ser capaz él mismo ni de creerse lo que había ocurrido. - ¿Me podría decir quién fue la víctima de Arnan?... sabré encajarlo mi señor……. – comentó con voz temblorosa pues, seguramente la noticia de la víctima sería otro duro golpe al que enfrentarse – Chiquilla, no quieras saber quien ha sido…. – Si mi señor… quiero saber de quien se trata para que no me tenga que enterar por terceras personas, me gustaría que fuera usted el que me lo dijera – insistió la dracónida – Chiquilla, lo siento muchísimo, fue el extraordinario… Erag Grimtor – comentó el sabio con la cabeza gacha y en tono serio. La joven dracónida, cayó de rodillas sobre el suelo sin llegar a soltar las manos de Harverth y llorando desconsoladamente. Tras unos instantes de pesadumbre, la joven se incorporó y con tono firme y sereno – Mi señor, ya sabe que Erag fue mi maestro en el arte de la hechicería y desde hoy le digo que no voy a descansar hasta ver a su asesino muerto – comentó en tono fuerte y respirando profundamente varias veces.

Tras unos instantes, que parecía pasar como si de días se tratara, de miradas por parte de los dos, la joven dracónida intervino – Mi señor Harverth, permítame a mi ser la que reclute a los mejores guerreros y junto a mí conseguiremos acabar con ese asesino. – comentó ya en un tono más tranquilo, pero en el último instante intervino el Sabio – Lo siento Daaria, no voy a permitir que te inmiscuyas en este asunto. Dejaré que seas tú la que elijas a las personas que creas más convenientes para la misión, pero no dejaré que seas tú la que participe en la caza y captura. Para ti tengo reservado el puesto de Erag Grimtor como una miembro más del Consejo de Sabios de Kilenia – dijo con una gran sonrisa en su envejecido rostro.

La joven dracónida se quedó unos instantes boquiabierta y ni si quiera respiró, se quedó totalmente inmovil hasta que finalmente volvió en sí - Mi señor, le agradezco la confianza depositada en mi, pero he de declinar la generosa oferta, no tengo todavía el poder ni el conocimiento necesarios para poder ser digna de un puesto en el Consejo de Sabios, tengo todavía muchísimo que aprender y que vivir para poder ni tan siquiera optar al ese puesto - comentó mientras miraba directamente a los ojos del anciano para no dejar ningún atisbo de duda en sus palabras.

Ante la pequeña esperada decepción, el anciano volvió a dirigir la palabra a la joven - No esperaba menos de tí hija mia, a tu edad eres más sabia de lo que otros ya quisieran y por esto te he ofrecido el puesto, está claro que tienes las cosas claras y que no va a haber posibilidad de convencerte, y me parece bien, tienes una gran vida por delante y muchas cosas que aprender antes de unirte a nosotros ¡aprovechalo! - comentó con una gran felicidad al ver como la joven impulsiva que conoció, se había convertido en una mujer con la cabeza en su sitio.

Cuando terminó el anciano de hablar y de contarle más o menos lo pasado, siguieron hablando de cosas vanales y si importancia y llegó un momento en el que el anciano se comenzó a poner nervioso e inquieto. No paraba de mover sus pies, de escudriñarse las uñas, de repiquetear los dientes... y repentinamente cortó lo que hablaba con la dracónida - Lo siento mucho, he de marcharme urgentemente, he perdido demasiado tiempo buscando a las personas que nos iban a ayudar, debería llevar días en el Consejo de Sabios ocupando mi sitio y haciendo mis labores en Kilenia. Por favor, encárgate de reclutar a los guerreros que veas más capaces para ayudarnos en nuestro problema.... me tengo que ir, lo siento mucho. En cuanto llegues a Kilenia ve al Consejo y os atenderé muy gustosamente explicandoos todo el asunto con más detalle - tras eso, el anciano se giró y se marchó todo lo apresuradamente que sus cansadas piernas le permitieron hasta que desapareció por uno de los vestíbulos del gremio tras las puertas.

Rápidamente, la joven echó a correr por los pasillos en busca de los mandamases del gremio. Tras llegar a la sala principal, llamó fuerte y con decisión a la puerta y una vez dentro, expuso toda la conversación con Harverth a los miembros más honorables del gremio, finalizando con la respetuosa petición de que unos cuantos guerreros de su elección y voluntariamente la acompañaran hacia la pequeña ciudad de Kilenia para resolver el problema en cuestión.

Una vez salió la joven de la sala principal, empezó a hablar con varios guerreros que encontró a su paso por todo el gremio. A todos los compañeros que encontró le entusiasmó la idea de ir a luchar y de ayudar a una compañera del gremio con problemas.

Finalmente y tras una no muy larga búsqueda, reunió a los siete Daante, Tordek, Dénaerdán, Assur, Irinalde, Ralflinder y Heimdall en una pequeña sala y comenzó a explicarles a los guerreros lo acontecido en la ciudad de Kilenia y cual sería su principal misión. Tras eso, la joven se puso de pie y tuvo unas palabras de agradecimiento para con los voluntarios que se habían ofrecido para ayudarla - Quería agradeceros a los siete que hayáis aceptado mi petición de ayudar a los de mi ciudad y raza, la recompensa será cuantiosa y estaré en deuda con vosotros - comentó la draconida mientras hacía una leve reverencia a los siete compañeros reunidos en una pequeña sala creada para tal fin.

Parecía que la joven estaba un poco nerviosa y se notó en el momento en el que sacó, de una pequeña mochila que portaba a la espalda, un pequeño pergamino y temblando levemente se lo entregó al dracónido del grupo - Daante, te entrego el mapa de Kilenia y de como llegar a la ciudad - le comentó a Daante con tono y expresión pensativa, daba la impresión de que estaba hablando, pero su espíritu no se encontraba en la pequeña sala. Luego de entregar el mapa, estuvo unos instantes en silencio y finalmente prosiguió hablando - Amigos míos, he de hacer aquí una última cosa importante. Adelantaros y nos vemos en Kilenia en dos días, más concretamente en la puerta del Templo de la ciudad que es donde está la sede del Consejo de Sabios. El amigo Daante os guiará con las instrucciones que le he proporcionado, ahí teneis anotado todo lo necesario para saber con quien contactar y que servicios vais a necesitar para llegar a Kilenia. Os deseo que tengáis un viaje tranquilo, pues lo que nos espera en Kilenia va a ser movidito. Gracias de nuevo a todos. - y tras esas palabras, la joven dracónida, con una mueca de preocupación en sus rostro, salió de la pequeña sala apresuradamente y se alejó de la vista de los guerreros en escasos segundos.

Partisteis en dirección a Kilenia, eficientemente guiados por el draconido Daante, con las señas que Daaria os dio. Como bien indicaba el pequeño mapa, la primera parte del viaje sería por tierra. Lo primero que hicisteis fue dirigiros hacia la zona de mercaderes donde había un carruaje listo para vuestra partida. El carruaje listo no parecía ser el esperado.

 (para que os hagais una idea del carrito)

Un hombre mayor y grueso se aproxima hacia vosotros - Buenos días, diría que ustedes son los que se dirigen hacia Kilenia... ¡bien! la joven Daaria me comentó que les buscara un transporte tranquilo, pero tengo malas noticias, estos días tocan servicios de transporte de estiercol, lo siento, les he buscado el mejor carro y les he hecho un sitio separado de la carga para intentar que el viaje sea lo mejor posible, si son tan amables.... - finalizó el saludo adelantando una de las manos indicandoos que os subierais al carro que había justo a vuestro lado. Os subisteis al carro y, como bien dijo el cochero, teníais una zona para vosotros solitos separados de la carga físicamente, pero el olor no era precisamente a rosas silvestres. Por mucha separación que hubiera entre vosotros y la carga, el hedor se hacía, a cada rato y a cada bache que cogía el carro y movía el estiércol, un poco más insoportable hasta llegar a límites insospechados.

Por fortuna, el viaje solamente duró hasta el medio día. Finalmente llegasteis a una pequeña caravana de mercaderes, todos con cargas de estiércol de peor calidad que la que transportaba vuestro carro, y allí fue donde os separasteis de vuestro cochero. Una vez ahí, os quedasteis en manos de las pequeñas indicaciones proporcionadas por Daaria. Daante se posicionó en el mapa e indicó que se debía seguir durante toda la tarde a pie por el camino que transcurría en dirección Norte hasta llegar a un pequeño puerto pesquero. El camino transcurrió por un denso y estrecho bosque. El suelo del camino era firme y no costaba demasiado avanzar sobre él, es más, era agradable hasta caminar por ese camino. El aroma del atardecer hizo que el tiempo pasara rápidamente y cuando os quisisteis dar cuenta ya teníais el pequeño puerto pesquero frente a vosotros.

Según las pequeñas indicaciones, debíais buscar a un tal "Walven Seahorn". Conforme os adentrabais en el pequeño puerto os pusisteis a preguntar y finalmente disteis con él. Walven era bastante conocido por esas tierras y mares, ya que era de los pocos capitanes, que quedaban en activo, que habían surcado todos los rincones del Mar Astral. Llegáis al muelle en el que está el navegante y os saluda con una sonrisa - ¡¡Bienvenidos marineros de agua dulce!! HO HO HO, les deseo un viaje tranquilo, pues así yo también lo tendré - comentó mientras os ofrecía la pasarela para subiros al barco.

Un barco digno de la clase de Walven, limpio, ordenado, en muy buen estado y cuidado hasta el último detalle. Tras casi una noche entera de navegación tranquila, arrivasteis a un pequeño puerto mercante situado a no mucho más de 8 horas de camino a pie de la ciudad de Kilenia. Salisteis del camarote que os proporcionó Walven y las primeras luces de la mañana comienzan a iluminar todo el puerto y a bañaros vuestros rostros con una sensación de frescor y calidez que hacía tiempo no habíais sentido. Bajáis del navío y Daante le echa un último vistazo al mapa y os indica, nuevamente, lo que queda de camino.

El puerto mercante es pequeño y no tardáis demasiado en atravesarlo y salir al camino principal que os llevará a Kilenia. El camino es de tierra y se aprecian perfectamente las huellas de las ruedas de los carros, así como las huellas de los caballos que tiran de ellos, se aprecian pocas huellas y señales de transito a pie.

El camino linda a ambos lados con un espeso bosque que se va oscureciendo a los pocos metros conforme se adentra, debido a la espera vegetación que hay, sin dejar ver que es lo que pueda haber en esa espesura. Seguís avanzando y vais avanzando por algunos claros en los que el sol comienza a daros de lleno en la cocorota. Es medio día y se decide hacer un pequeño alto para descansar un poco y comer algo para recuperar las energías y afrontar lo que queda de camino con el buche sin protestar.

La mision encomendada al gremio parecia digna de mis habilidades, los compañeros parecian fuertes, eso estaba bien, y habia otro de mi raza entre ellos, algo verdaderamente sorprendente y que sin duda era una muestra de que nuestra empresa seria un exito.
Sin duda era de caracter silencioso, siempre habia sido así que recordara...al menos en esta vida.
Pero este era un momento bueno como cualquier otro para conocernos mejor, compañeros, os he visto por el gremio de vez en cuando, me llamo Assur y soy un devoto sirviente de mi dios.
¿Teneis un momento para hablar de Kelemvor?, tal vez alcanceis la iluminación siguiendo su filosofía...

El paladín había hecho lo propio de su gremio, aunque sus galas eran mas marciales que divina. Uno de los devas empezó hablar. Estaría bien empezar una conversación para entablar relaciones entre ellos, las emociones en combate suele ser un arma de sobre filo, pero necesaria para un grupo. Seguro que así se daría a comer la naturaleza de cada uno.
Estaría encantado en escuchar hablar de la filosofía de tu dios, perogolpeo con una mano su escudo haciéndole fijarse en el emblema que portabaMi vida y mis acciones esta consagrada a Amanautor, y al gremio y sus integrantes, pues sus acciones son nobles y mientras Amanautor una nuestros caminos allí estaré. Por cierto, mi nombre es Heimdall, y ya os haréis cargo de cual mi profesion

Daante no dudó un instante en enfrascarse a ayudar a los de su raza, ni pensaba en la recompensa tan solo en la necesidad de los de su raza para con aquel conflicto, se sintió orgulloso de poder ser uno de los integrante para con aquella empresa, y se le hinchó el pecho cuando la bella dracónida le hizo entrega del pergamino con las indicaciones y la potestad para llevar al grupo hasta su destino.

El viaje había sido largo y algo dispar, pero ya estaban cerca de su destino, una vez allí podrían empezar con la empresa, Daante se había enfrascado seriamente en llevarlos sin ningún contratiempo, y por el momento lo había conseguido, ahora descansaban un poco mientras reponían algo de fuerzas para el último trayecto que les quedaba.

El dracónido se encontraba sentado en una piedra donde un rayo de sol iluminaba su rostro, le gustaba la sensación de la energía que aportaba ese rayo, y de la vida que podía llegar a transmitir a las plantas, se sentía bien allí rodeado de la naturaleza, con los pies en la tierra, había acabado de comer, su escudo descansaba sobre la piedra, mientras sujetaba su arma afilando el filo y observaba a sus compañeros atentamente, Assur rompió el silencio que reinaba en esos instantes, y aunque a Daante no le hizo mucha gracia el comentario que hacía respetaba las creencias de cada individuo, aunque no las compartía, era defensor del poder de la naturaleza y comprendía en el mundo en el que vivía, así que tan solo observó sin mencionar nada, mirando a los demás para ver si daban su opinión al respecto...

Dénaerdán sin dudarlos se unió a la empresa de ayudar a unas pobres gentes de un poblazo lejano. Así descubriría nuevas culturas, geografía y haría nuevos contactos en este mundo.

El viaje fue totalmente de su agrado, desde el carromato de alimentos para la naturaleza hasta el largo paseo desde el puerto. Todo era bello y fascinante a los ojos del maravillado deva tal como si fuera un bebé-troll con un trasgo glaseado en sus manos.

No habían tenido mucho tiempo para hablar, pero finalmente Assur se puso a hablar y Heimdall replicó, ambos hablando de sus creencias religiosas. Dénaerdán, el más devoto de todos habló por primera vez a sus nuevos compañeros sobre su dios:

Mis apreciados compañeros, si permitís que exprese mis pensamientos, mi devoción se debe a Torm, templo dentro el cual fui reencarnado. Amo sus creencias y su filosofía, pero asímismo creo que todos los ocupantes del panteón tienen algo interesante de lo que se deba aprender y estaré orgulloso si cada uno comparte su enseñanza y su sabiduría conmigo... siempre que no lo consideréis un acto de egoismo inoportuno por mi parte...

Como siempre que hablaba por primera vez a nuevas gentes el deva recibió unas extrañas miradas... cosa que lo hizo entristecer y pensar: quizá he sido muy descortés con ellos o me ha faltado educación al expresarme... por el momento no hablaré más.

Tras avergonzarse por algo que había dicho se sentó de nuevo (pues se había puesto en pie para hablar) y se quedó callado un buen rato.

No dudó ni un instante en aceptar la petición de ayuda de la mujer dragón. En cuanto recogió y  aseguró sus pertenencias, Tordek, siguió a aquel fornido draconido llamado Daante, el cual habia sido elegido como guia  para llegar con buen pie a la ciudad de Kilenia.

Aunque la principio se le antojaba  que sería un viaje largo y lento, pronto tuvo que olvidar dicha  idea cuando comprobó que el viaje habia sido perfectamente  coordinado. Una sonrisa de satisfación fue toda respuesta a tan efectiva organización. Mientras sus compañeros se  mantenían  en silencio durante el viaje en barco ,Tordek difrutó de la brisa  marina  compartiendo hierba mediana con algún que otro marinero.

Poco a poco, a medida que se acercaban a su destino, en enano no pudo mas que asombrarse ante el espectaculo vegetal que se levantaba a ambos lados del camino que los conducía a  la ciudad draconida. Todo el grupo decidió descansar cuando el sol se abria camino entre las hojas del frondoso bosque. Aquella sensación del calor en su curtida piel era bien recibida.

Mientras se preparaba para un rápido  refrigerio, escuchó hablar a sus compañeros. El primero  le recordaba a un humano, mas cuando habló y mostró su rostro ,el enano mesó su barba  mientras entrecerraba sus ojos ,como si intentase descubrir la etnia del  individuo en cuestión. Al poco, un  fornido humano con pesada armadura y visibles simbolos clericales, tomó la palabra. El tercero, ,Tordek lo reconocia como un deva, tambien habló sobre sus creencias.

El enano sonrió al ver que  cada uno de ellos ,independiente de sus creencias ,estaban dispuesto a ayudar a quien lo necesitase. De reojo, pudo ver como el improvisado guia, se mantenía callado,observando y atendiendo al resto. Tras un trago de su odre, el enano habló:

- En primer lugar, debo deciros que da gusto ver que aun hay seres valientes que se unen para defender  y hacer prevalecer la justicia.- se limpió la comisura de sus labios con  su guante y continuó:- Mi nombre es Tordek Mazasacra y, aunque reconozco a algunos de vosotros de haber compartido bebida y alguna que otra gesta, puede que aun no nos hayamos conocido como es debido.-

Una mirada afable se dirigió a los primeros que habian hablado, y enseguida les anunció:

- Mis gentilhombres, Seguís los pasos y enseñanzas de buenos dioses ,mas no veo motivo para comenzar una conversación sobre teologia cuando tenemos problemas mas acuciantes.-

Con la misma calma y serenidad,tornó su cara hacia Daante y preguntó:

- Muchacho, quizás nos ea de mi incumbencia,mas, ¿algo os aflige?...¿acaso sentis cierta morriña ,al estar tan cerca de lo que podria llamarse vuestro hogar?.-

Escucho la firme declaración de Fé de Heimdall, admiraba ese celo, tranquilo mortal, no es mi intención que abjures, sólo pretendia ilustrarte.
Cuando el enano habla, respondo: tienes mucha razón enano, pero a veces me dejo llevar por mi fé..este es uno de los poco momentos que no lo hago violentamente al encontrarme entre compañeros.
Con mis enemigos no hablo demasiado, una sonrisa algo siniestra cruza mi rostro.
Por cierto veo que me observas pensativo, pertenezco a la misma "raza" que Denaerdan...si es que se puede llamar así a lo que somos, no te extrañes, nuestro aspecto varia bastante y..sientete afortunado como yo de haber visto dos de los nuestros juntos, sin duda hoy es un gran día, la sangre divina corre por nuestras venas y somos mortales enemigos de todo los oscuro y maligno.
Para nosotros la lucha nunca acaba, sólo vuelve a empezar,añado con un deje de resignación en mi voz.

Daante que observaba desde su posición dejó de afilar el arma al escuchar las palabras del enano... "Morriña, en cierto modo podría ser eso, pero no... no sabría explicarlo..."

En el rostro del dracónido se dibujó lo que parecía una sonrisa, pero aquellos que no eran de su raza bien podían confundirla con una expresión de disgusto, aún así en la mirada se le reflejaba la verdadera actitud de sonrisa...

- Es conocida vuestra estirpe de ser siempre directos, y es de mi agrado que así sea, pero andas equivocado en cuanto a lo que podría llamar yo hogar, me crié en una tribu donde no había nada más que yo de los de mi raza, fui acogido y criado con la sabiduría de la naturaleza madre, y apenas he tenido contacto con los de mi raza...

Se quedó unos instantes en silencio pensado, como intentando entender los pensamientos que le veían a la cabeza...

- No obstante siento gran apego por los de mi raza, y quizá esté algo ansioso por ver a muchos como yo, y no niego que me satisface mucho poder ayudarles en esta empresa... Finalmente es cierto que la sangre llama a la sangre...

Ralflinder había dejado de estar con el grupo de manera constante cuando llegaron a las zonas boscosas, se había cubierto el rostro con su amplia capucha y literalmente se había fundido con los matorrales. Cada tanto volvía a aparecer inesperadamente tras un tronco, o encima de sus cabezas, entre frondosas y oscuras ramas, informando con alguna seña o susurro de lo que veía delante. La verdad es que no era lo que se puede decir un retorno a casa, pero se le acercaba lo suficiente.

Desde que el grupo se había detenido a realizar un necesario descanso, el elfo había vuelto a desvanecerse. Ahora su voz se escuchó nuevamente venir desde la alturas El Padre Bosque se nutre del sol y es protegido por quienes aman la justicia. Lanzó un carcajada cantarina La muerte y el juicio a quienes han perecido es tan justa para el bosque como para los mortales. Su delgada y esbelta figura se recortó entre los deslumbrantes rayos del sol, sentada en una alta y nudosa rama, pero parecía confundirse con las mismas hojas, las ardillas corrían por allí sin temor y las aves no huían.

Entre la sombra de la hojarazca, dos esmeraldas refulgentes descubrían sus ojos, que atentos escudriñaban todo lo que se movía allí. Espero que incluyais a los gentilelfos maese Mazasacra, pues todos iremos a ayudar a que se haga justicia en Kilenia Terminó, refiriéndose al anciano enano con un tono amistoso, pero sin bajarse de la distante rama.

Sadow se sentía impresionada por sus compañeros de viaje, formaban un grupo muy variopinto y llegó a sentirse extraña en compañía de los devas, seguramente por su naturaleza, ya que después de todo ella era una tiefflin, aunque siempre había intentado ocultarlo, ya que sus rasgos eran prácticamente humanos, por sus venas corría el poder infernal.

Había permanecido la mayor parte del camino en silencio, observando y escuchando a los demás, eso se le daba bien. A menudo recordaba su tormentoso pasado y como el gremio la había acogido, al hacerla uno de ellos, le habian dado esperanzas y daba todos los días gracias .

Escucho al tal Assur hablar sobre su dios Kelemvor y de su fe, así como a los demás. Que sabía ella de dioses, se consideraba una paria, siendo asesinada su familia en su infancia y abandonada a su suerte, no creía en dios alguno.

Todos habían hablado y comentado cosas de su pasado y esperaban por ella, no sintiéndose intimidada les espeto:

Me llamó Sadow, y es el único nombre que conozco desde mi infancia, me lo puso un Guardia de la ciudad la noche que me encontro en las sombras, la noche en que mi familia fue asesinada.

Deambule por el mundo, abandonada a mi suerte, caí en las garras de un clan de asesinos, aprendí sus destrezas y arte, y sólo pude huir de ellos, al darme por muerta en una peligrosa misión.

Viví oculta hasta que conocí el Gremio de la Espada y la Vara, allí el maestro Heldin me acogió y me enseñó lo que es una familia, no les cuento que me pilló robando en su mansión.

Creedme cuando os digo que sois mi familia y que me debo al Gremio.

Mirando a continuación  las caras de sus compañeros. 

Oh... comenzó a decir el Deva mientras una lágrima corría sobre sus mejillas... Es tan bella esta palabra... familia.. sus paabras se entrecortaban mientras sollozaba como un bebé. Sólo Ralflinder no se quedó asombrado por la reacción extravagante de Dénaerdán, pues ya lo conocía de otra aventura...

Jamás he tenido familia hasta que llegué al gremio y conocí a gente como vos. El deva se puso en pie y fue a abrazar a la Tiflin...

Prometo ganarme el título de familiar a pulso.

Al principio Sadow se quedo petrificada ante la muestra de cariño de Denaerdan, pero al sentir su abrazo, sintió un júbilo y alegría como nunca había sentido antes. Se sentía reconfortada y le gustaba esa nueva sensación que experimentaba. 

Gracias Denaerdan! Graciass, por tu cariño y amistad.

Dandole un abrazo y a continuación volviendo a sentarse, comienza a buscar en su morral una ración de viaje, sacándola y mostrándosela a todos dice:

No sé chicos, pero yo empiezo a tener hambre.

Haciendo el  ademán de ofrecer.

Raflinder observaba la escena inmóvil, con un tenue silencio. El sol entre las ramas parecía estar iluminando la floresta cuando se posaba en su largo manto ¿seguía estando allí?
Finalmente estalló en una sonora y cálida carcajada Si algo no esperaba ver es un tiflin y un deva mostrando afecto entre sí... esta misión será una hazaña épica si tales seres han llegado a sobrepasar tan abismales diferencias. Sin embargo su voz salió del alto ramaje de otro árbol, por dónde se movía como una ágil araña trepadora. Finalmente se sentó, cómodo, dejando balnacear ambas piernas y sacó de una bolsa en su cinturón un puñado de frutos secos.

Concuerdo con Sadow dijo con una amplia sonrisa, mirando a la emocionada asesina con unos ojos traviesos sacad vuestras vituallas y llenad los estómagos compañeros. Tras lo cual se llevó a la boca varias avellanas y nueces, y masticó en silencio.

La escena de mi congenere abrazando a un tiflin y llorando a moco tendido, sin duda era tan emotiva como innecesaria, parece que Denaerdan tenia algun tipo de trauma.
Era la primera vez que "veia" a un Deva en esta vida, más alla de que lo habia visto alguna vez en el gremio, lo cierto es que no era muy grata la impresión que me llevaba, supongo que cada deva tiene su manera de alcanzar la trascendencia.
El elfo más parecía un mono que un elfo, le obviaria hasta que pudiera hablarle cara a cara.
Con voz grave y seria hablo: Los Tiflin tienen tendencias malignas pero no todos se decantan por ese lado.
Yo no soy tan...efusivo como Denaerdan pero eres bienvenida a este grupo Sadow, la raza no determina a la persona son sus actos los que lo hacen.

Dénaerdán seguía aún llorando de emoción al reunirse otra vez con un hermoso grupo que hablaban y comían juntos como una familia de verdad, con padre y madre... algo que él jamás había experimentado. 

Finalmente sacó unas hierbas de su macuto y las ofreció a todos y cada uno de sus compañeros. Quien quiera, puede nutrirse de mis raciones. Son hierbas secas y tengo algo de fruta. Me temo que no tengo nada de carne... me da tanta lástima ver animales muertos que intento no comerlos. ¿Por qué la naturaleza a veces nos obliga a comernos los unos a los otros? Luego miró a Daante y a Ralflinder, como si ellos tuvieran una respuesta que darle. ¡Qué pena y qué injusticia!

Los grandes guerreros se tomaron un pequeño descanso sentados en un claro del bosque, aunque uno de ellos no le agradaba el suelo y se aposentó sobre una gran rama de un gigantesco árbol que había junto al camino.

Tras las presentaciones de rigor, de presumir de deidades, de hacer algunos gestos cariñosos por parte de alguno al conocer la triste historia de algún compañero, de llenar un poco el buche, de saltar y brincar de rama en rama como cual monito bonito, de poner expresiones de asombro ante los gestos cariñosos, de volver a presumir de deidades y demás cosas que se les ha ocurrido a los guerreros ir comentando, se decide seguir con el camino en dirección a Kilenia.

Durante un rato, el camino no cambió mucho su aspecto, verde, algo sombrío y con abundante vegetación a ambos lados y el silencio reina en el bosque. Pasado ese rato, os topais con una cortina natural de plantas que caen, intentáis ver desde dónde es el nacimiento de esas plantas, pero no conseguís ver nada más que ramas y plantas que caen desde lo que parece ser un cielo verde que se va oscureciendo en la lejanía de las alturas.

Atravesais el umbral de las plantas y os topais con una llanura de un par de millas de largo, la cual termina en una montaña que se ve bastante escarpada y con un solo paso. El elfo deja asomar en su rostro una mueca de tristeza al no poder moverse más entre ramas y árboles y va a tener que caminar como todos los mortales que componen el grupo.

Llegáis al paso y notáis como el camino se comienza a volver más y más escarpado y complicado, pues se ve que más adelante hay un buen tramo de piedras sueltas que dificultan el avance. Escudriñais la zona por si hubiera alguna opción más de paso, pero nada, solamente se hace posible seguir el camino pasando por ahí.

Después del merecido descanso llegó la hora de continuar hacia su destino, así que después de recoger sus pertenencias Daante informa a sus compañeros que la travesía debía continuar, y aunque en un principio parecen reticente, inclusive en el pensamiento del dracónido ante lo bien que se encontraban allí, todos y cada uno de ellos tomaron el camino que Daante les indicaba...

Después de tanta vegetación llegó una llanura y en el rostro del elfo se dibujó su pesar, aún así el ritmo del grupo era bueno y enseguida cogían distancia y se iban acercando a su destino, según las indicaciones que tenía apuntadas daante no tardarían en encontrar el camino algo más complicado, y cuando pensaba en ello el dracónido llegó ese momento, donde debían seguir era bastante escarpado, y  las rocas sueltas dificultarían el paso, y después de una pequeña exploración por el lugar en un intento de encontrar algo más fácil de pasar comprobaron que la única manera de seguir era por ese lugar...

Daante se adelantó al grupo para comprobar el estado del camino, y aunque aquel trecho era para aquel más habilidoso e y más ágil, el dracónido con su ímpetu y a pesar de su armadura  y su tamaño, avanzó con determinación por ese escapado terreno...