Partida Rol por web

Ligeramente malhumorado Hankal partió en busca de madera, esperaba obtener no solo para la cerca sino también para empezar a construir su casa en breve. No buscaba arboles caídos por el invierno pues esa madera era quebradiza y se pudría rápido, sino arboles jóvenes sanos con el tronco o las ramas algo más gruesos que su propio brazo. Ya con los años Hankal había aprendido a diferencias unas plantas de otras, por tanto escogería los más duraderos para hacer recias estacas para el cercado y largas guías para la casa.

Subió el río en dirección al sol alejándose media jornada de viaje, en principio Hankal solo marcaba la corteza de los arboles con el hacha de piedra que le había prestado Letterio, más tarde los recogería. Ese día al volver a la aldea arrastraró varias hojas verdes de las palmeras de los alrededores, cuando tuviesen tiempo Dala podría empezar a entrelazar sus fibras para asegurar que todo quedase sujeto de la forma más seguro y firme posible. Con los días poco a poco recorrió las riberas del río hasta haber marcado los arboles suficientes para luego cortarlos e ir trayendo la madera.

Cuando estaba solo tenía menos reparos en recurrir a sus dones, si es que algún árbol se le resistía lo suficiente, derribándolo a topetazos si era necesario; era un trabajo duro pero la gran resistencia del bruto y sus dones para cambiar de forma hacían la tarea mucho más llevadera. Mucho quedaba por hacer antes de que llegase el invierno, no bastaba con un buen refugio, además debían llenarlo de comida y de hijos. Con aquella idea en mente se esforzaba por acabar la tarea cuando antes para poder empezar con Dala su próximo hogar.

Con el pensamiento de que el grupo otorga seguridad Dala acompañó al grupo de los recolectores para poder traer más comida a la aldea, ella no era una experta en esas lider

Una vez salió de la aldea, el cazador acompañó a las dos mujeres durante gran parte del trayecto, principalmente porque estaría más seguro de esa forma, frente a la amenaza de depredadores u otras personas, al menos hasta que encontrara algún rastro que seguir. No había nada de malo en hacerse compañía, si bien Sargon tenía en mente cazar por su cuenta, una vez encontrara lo que deseaba. Este deseo se debía al hecho de que así podría reservarse la gloria de llevar alimento de regreso, demostrando su habilidad, siempre que tuviera éxito en dicha faena, claro.

No era que no confiara en la habilidad de sus acompañantes, sino que se debía más a que el hombre no deseaba compartir la gloria de cazar algo lo suficientemente grande que pudiera brindar bastante alimento para muchos. Por ende, cuando halló lo que deseaba, durante el camino, el cazador no dudó en separarse del grupo, con la intención de seguir aquel rastro de pisadas y ramas rotas. Por las pisadas en sí, estaba claro que se trataba probablemente de un ciervo, lo que debería de garantizar suficiente alimento tanto para él y su mujer, si bien sabía que tendría que compartir con el resto de la aldea, aunque él y Ashlumtum serían la prioridad, debido a que Sargon sería quien llevaría esa carne a su hogar.

Habiendo encontrado aquel rastro, el hombre aguerrido lo siguió sin dudarlo demasiado, enfocando su mirada para que no se le escapara ningún detalle de la presa con la cual se encontraría pronto. Las pisadas llevaban poco tiempo, por lo que el animal no debería de estar muy lejos, al punto de que casi podía imaginar su victoria sobre la criatura, y la alegría de su mujer en cuanto regresara y observara lo que él había cazado tanto para él como para ella. Luego no perdería en tiempo en volver a intentar darle un hijo, para fortalecer su familia. De él no saldría nada más que hijos poderosos. Si tan sólo tuviera más mujeres... estaba seguro de que podría tener más hijos de una manera más rápida.

Al llegar a lo que parecía un río, tras un recorrido medianamente largo, el cazador pudo observar, en la orilla del mismo, a su presa. Un ciervo adulto que parecía estar saciando su sed en el río, aunque no por ello menos atento a su alrededor. Sargon supo que debía de ser cuidadoso si quería tener éxito en la caza de aquella criatura, por lo que no tardó mucho en agacharse y moverse entre la vegetación, lo más silencioso posible, con la intención de acechar al animal antes de abalanzarse sobre este. Tras un momento de cierta paciencia, y acercarse lo suficiente, el cazador saltó sobre la criatura, deseando acabar con ésta con rapidez para que no tuviera oportunidad de escapar.

Letterio dejó que su esposa marchara junto con Taima para ayudarla a ir a por animales mientras el se acercó a la zona donde Hankal pretendia construir su nuevo hogar. Palpando suavemente la roca fue reconociendo las formas y por donde sería mas facil manipularla, cogiendo una de sus piedras-martillo la golpeó suavemente comprobando su estabilidad.

Se retiró dos pasos para observarla en toda su amplitud mientras en su mente comenzaba a sopesar el diseño.

Taima asintió escuetamente al ofrecimiento de Gigantino, se despidió de su marido dejándole unas últimas indicaciones y salió del poblado siguiendo el camino trazado por Sargon. Mantuvo las distancias con él durante un par de kilómetros hasta que llegaron a una loma desde la que podía divisar grandes extensiones de terreno a la redonda. Le hizo una señal con la mano a Alpurnia para que esperara y cerró los ojos durante unos instantes.

Hacía meses que el sol no calentaba su cuerpo, y pese a la necesidad de encontrar animales que llevar al poblado quería tomarse un pequeño tiempo para que sus músculos cogieran algo de calor. Se dejó acariciar por las rachas de viento primaverales, se dejó rodear por el olor del ambiente y el sonido de los pájaros. Exhaló una larga bocanada de aire y estiró el cuello de un lado a otro.

Abrió los ojos y observó en silencio el horizonte, el vuelo de las aves migratorias en busca del agua del deshielo que corría por los ríos. Conocía los territorios que rodeaban el pequeño pueblo, confiaba en su intuición. –Vamos.–Esperaba que la mujer que le acompañaba le siguiera el ritmo, avanzó con rapidez ladera abajo, bordeó la arboleda que crecía a su lado y puso rumbo hacia el arroyo. La primavera había descongelado las cumbres montañosas, el agua había subido un par de palmos y los márgenes estarían embarrados. Solo habría que seguir las huellas adecuadas para dar con los animales.

Sakari le había explicado qué animales debía buscar, bestias de gran pelaje pero de pequeño tamaño. Serían útiles para dar comida y piel con la que abrigarse. Al llegar a la rivera del río, se podían percibir diferentes huellas: pezuñas, patas, con zarpas…–Ahora silencio. Cuando veamos presa, debemos guiarla hacia el poblado.–

Mientras tanto, Sakiri Denahi acompañó a Letterio, tal vez pudiera hacer algunas indicaciones para construir mejor la cerca y facilitar la domesticación de los animales .

Sargón saltó sobre su presa, como un felino depredador sin hacer ruido alguno, voló siendo sólo una sombra. Demasiado veloz para ser visto, demasiado rápido para ser esquivado. Cuando apoyo los pies firmemente en el suelo, al lado del cuerpo del ciervo, éste ya había muerto. 

Había agarrado sus cuernos y partido el cuello del animal con la inercia de su movimiento y la fuerza que sus brazos y su peso. No había emitido un ruido, su cuerpo aun estaba de pie junto al cazador. El agua cayó de su boca, sin haberla podido tragar. Era una hermosa muerte, una gloriosa gesta. Su cuerpo aún no había recibido la noticia de que había fallecido, hasta que comenzaron a sacudirse sus músculos al perder la tensión de sus músculos. 

Sargón sujetó su presa firmemente mientras el cadáver pataleaba. Sonrió satisfecho consigo mismo. Cuando sus esfínteres se relajaron, el cazador limpió el cuerpo en el rió. No pudo evitar pensar en lo que Nagus le diría. No era un macho viejo, y aunque la carne sería más tierna, su pieza aun tenía futuro por delante, hembras que preñar y generaciones de comida que producir para los siguientes años. 

Ese viejo conseguía ensombrecer su animo incluso sin estar presente. Tal vez hubiera llegado el momento de alimentarse a si mismo y a Ash, con más de una ración de comida ella podría estar más fuerte y tal vez tuvieran hijos al fin. Su cuerpo le castigó por tener pensamientos egoístas y las viejas heridas de su cuerpo se quejaron por el esfuerzo realizado.

El matrimonio se junto con la familia Zahar. Los cuatro que salían del centro de la aldea, charlaban alegremente y estaban muy abiertos a tratar con los Búfalos Blancos. Belar era como su padre Nagus, alegre y tranquilo, guiaba a los demás con las palabras aprendidas del anciano de la tribu, aunque eso le costaba sufrir las burlas de Galdu, el extraño. 

Las mujeres soportaban el castigo con silencio y miradas cómplices. Belar se os acerca viendo como os peleáís con la madera. 

- La primavera no es buena época para sacar madera. Todos los vegetales están llenos de agua, son demasiado flexíbles, difíciles de romper. Esperad al verano o el otoño. 

Sin embargo, con ojo crítico, Hankal elige árboles que murieron durante el invierno y ya están secos. Dala observa con ojo crítico, tanto a su esposo como a los recolectores, pero no hace ningún gesto en pro de la actividad física. Nunca había sido algo que la atrajése. 

Letterio permanece en el asentamiento. Podía quitar árboles y piedras para crear una explanada sobre la que fuera fácil construir, sin embargo, necesitaría también una forma de secar el barro. Tendrían que levantar una hoguera después de limpiar el terreno.

El artesano estaba seguro de que podría construir una casa sólo con barro, sólo necesitaba conseguir una forma de convertir las paredes en piezas manejables de barro que pudiera secar y amontonar. 

Paseaba en torno a la hoguera que marcaba el centro de la aldea y se fijó en que la superficie estaba cubierta de escamas de barro seco, pero debajo seguía húmedo. Si quería convertir el barro en piedra necesitaba aplicar mucho calor concentrado, para sacarle la humedad del interior. 

Sargon no pudo evitar sonreír complacido ante el hecho de haber logrado abatir a su presa de manera tan limpia, tan perfecta. La criatura no le había visto venir, en el momento en el que él cayó sobre la misma, arrebatándole la vida con rapidez. Aquello había requerido de un gran esfuerzo de su parte pero el resultado había sido más que apreciable para el cazador. Con esa presa, tendrían bastante alimento para los días venideros, y con ello, no sería una mala idea alimentar un poco más a su mujer, con tal de que ésta tuviera la fuerza necesaria para darle un hijo en algún momento.

Sabía muy bien que el maldito anciano no escatimaría palabras para reprocharle por el animal que había cazado. Siempre tenía algo malo para acotar, a pesar de que el cazador fuera uno de los principales responsables de llevar alimento a la aldea. Era como tuviera envidia de su proeza como cazador, o el hecho de que Sargon fuera más útil que el Nagus, o al menos así lo veía él. De cualquier forma, si el viejo le decía algo, no dudaría en darle algo más a Ash, ya que sin duda lo merecería más que un maldito anciano que estaba cerca de ser alimento para los gusanos. Además, debían de agradecerle por el hecho de que él les proveyera de suficiente alimento, a pesar de que en ningún momento le hubieran declarado el líder de la aldea. Era tiempo de que aprendieran a apreciarle por su utilidad.

Sin dudarlo demasiado, una vez limpió el cuerpo de su presa, no tardó en comenzar su caminata de regreso a su hogar, con la intención de mostrarles a todos su habilidad, su fortaleza, a pesar del hecho de que su cuerpo le hubiera comenzado a doler tras el esfuerzo que había realizado. Era verdad que no poseía la vitalidad que poseía cuando su cuerpo estaba en perfecto estado, pero eso no evitaba que aún pudiera continuar cazando a sus anchas, en especial cuando su mujer podía sanar muchos males con sus manos, gracias al don que aquella  "diosa" le había obsequiado. No sólo eso, sino que la belleza de su pareja era considerable, y eso no hacía otra cosa más que complacer al cazador, orgulloso de tener a una mujer así. Sabía que era cuestión de tiempo para que le diera un hijo fuerte. Aunque eso no quitaba que no pudiera obtener otras mujeres para mejorar la posibilidad.

De cualquier forma, al llegar a la aldea, el cazador no dudó en mostrarles a todos lo que había matado, antes de inflar su pecho orgulloso. Era prueba de su fortaleza, de su dominio cazando animales. Nadie podía negar su utilidad, ni mucho menos su poder. - ¡He obtenido alimento! ¡El animal no supo siquiera qué fue lo que le atacó antes de caer al piso bajo mi fuerza al partirle el cuello con rapidez! ¡Soy el campeón de Anzur'Gulhar y él bendice a su campeón! - Exclamó con orgullo mientras paseaba por la aldea con el ciervo que había matado. Se notaba que aquello era bastante alimento con el cual podrían saciar su hambre, y el cazador esperaba que reconocieran su habilidad, teniendo en cuenta la cantidad de alimento que había llevado de regreso a su hogar, incluso si consideraba que algunos no se merecían la misma porción de dicha carne.

Primero era momento de vanagloriarse con su victoria, y luego debería de orar a su dios para continuar pidiéndole fortaleza y su bendición en la próxima cacería o enfrentamiento que tuviera. Sin embargo, estaba claro que necesitaba un arma, un arma digna del campeón de un dios como Anzur'Gulhar. Tal vez, debería de pedir su guía para obtener una herramienta de poder como la que deseaba, con la cual poder continuar difundiendo la grandeza de su dios. Sin embargo, probablemente debería de demostrar su valía para obtener un arma de esa clase, si bien él no dudaría en realizar cualquier prueba, con tal de obtener más poder y demostrarle a todos su grandeza, así como la de su deidad.

Las mujeres tuvieron que viajar una jornada entera hasta encontrar el rasgo de las pezuñas ungulares de los animales que perseguían. Salieron del valle y se acercaron a las escarpadas cumbres que rodeaban su hogar. 

Pasaron hambre un par de noches, y lamentaron haber viajado sin suministros. En la oscuridad sus cuerpos buscaron el calor mutuo. Alpurnia compartió historias de sus hijos y sus embarazos. Habiendo dado a luz a cuatro niños, su fertilidad era indiscutible, y más de un hombre de la aldea la había mirado con deseo. Se interesó preocupada por el matrimonio de Taima, esperando que al no verse las caras en la oscuridad la vergüenza fuese menor para la cazadora.

- Tu marido es casi un venerable, su sabiduría con la ganadería es espectacular. ¿no te preocupa no darle un heredero al que enseñarle todo ese conocimiento?- la ganadera tomó la mano de Taima.- No quiero meterme donde no me llaman, pero si lo deseas, podría intentar engendrar para vosotros.- ofreció.- No espero una respuesta inmediata, tómate el tiempo que desees.

Los días siguientes fueron extraños, intercambiaron pocas palabras, pero terminaron encontrando un pequeño rebaño, un macho cabrío y cuatro hembras. Taima había encontrado lo que buscaba. Para su sorpresa, Alpurnia se acercó a los animales, y emitió unos sonidos que no eran ninguna lengua conocida para la cazadora. El rebaño las comenzó a seguir obedientemente. 

- A cambio quieren protección frente a los depredadores y alimento. Creo que está en nuestra mano ofrecérselo.- al parecer la ganadera tenía una buena colección de secretos. 

Cada cierto tiempo todos se juntaban entorno al fuego, dispuestos a compartir sus descubrimientos y hallazgos.

Los Zahar traían comida. Poca para todos los que eran trabajando. Habían sufrido algunos accidentes, una fea caída había provocado la torcedura del tobillo de Belar, e Iloba se había intoxicado al consumir una seta que no debía. 

Los Osgath también habían conseguido comida, pero los hermanos habían estado preparando trampas con lianas y maderas. Uno de los hermanos había hecho que una saltase en su propia cara y ahora además de cojo estaba tuerto.

Taima y Alpurnia, la esposa de Letterio, pasaron varios días fuera de la Aldea, pero a su retorno trajeron un pequeño rebaño de cabras. Estas caminaban de forma ordenada, sin necesidad de cuerda o fuerza, detrás de Alpurnia y se mostraban tranquilas mientras se encontraban a su alrededor. Sakari había comenzado a preparar un redil. La construcción era torpe, con maderas, lianas y hojas. Puede que sus conocimientos de ganadería no fueran útiles para preparar la situación.

Hankal había conseguido algo de madera útil, seca y de buen grosor para trabajarla. Dala, se mantuvo en silencio mientras masticaba algo de fruta antes de escupirla y remover el esputo con los dedos. Era un espectáculo desagradable.

Ash había conseguido algo de comida, sin embargo le habían picado unos cuantos bichos. Aunque se había cerrado las heridas, las picaduras se habían inflamado y parecían dolorosas. Aun así sonrió ante la llegada de su hombre cargando un ciervo a sus espaldas. Era mucha comida, y fue alabado por todos, aunque Nagus le reprochó matar a un ejemplar tan joven y majestuoso que aún tenía vida por delante para reproducirse. 

Letterio parecía pensativo, sumido en su mente mientras a su alrededor se multiplicaban las conversaciones.

Mientras cenaban junto a la hoguera poniendo las nuevas en común Hankal se mostraba muy impresionado con la gesta de Taima y Alpurnia, jamás se pensó que pudieran traer tantas en tan poco tiempo. No lo hacia con acritud ni maldad pero empequeñecer la gesta del cazador seguro que le traería consecuencias, ajeno a ello comentaba sus ideas con la familia Taima y Gigantino.- En vista del éxito de la expedición creo que será vital acabar cuanto antes el cercado, he pensado que con la madera que tengo se podrían construir dos casas de barro y la cerca. Había pensado hacer mi casa en la base de aquella loma, todo el espacio entre la casa y el río lo usaría para cultivar la tierra, al otro lado podríamos construir el corral haciendo un agujero en la tierra de la loma para que los animales tengan donde guarecerse de la lluvia y al otro lado otra casa, así el corral estaría bien protegido y sería más difícil que los animales se escapasen. 

Si Letterio sabe trabajar la madera, Sakari y yo podemos ir haciendo los hoyos para la cerca y excavando la loma con palos, Dala maneja muy bien el barro con eso y las piedras que dijo Letterio podríamos tener un buen corral en poco tiempo. Creo que tanto Sakari  como yo sabemos cuidar de esos animales, de esta manera mientras nosotros trabajamos Taima podría salir a cazar y Alpurnia a recoger comida si hiciera falta.-por el rabillo del ojo miraba a Dala escupiendo por aquí y por allí, ya la había visto antes hacer cosas raras algo debía tener en el cabeza. Solo el tiempo diría si era una genialidad o algo pasajero.

Letterio en primer lugar se acercó a felicitar a todos aquellos que habian logrado traer comida a la aldea, especialmente cuando Sargon llegó con esa gran pieza no pudo hacer mas que felicitarle y alabar su maestría en la caza.

Cuando Alpurnia y Taima regresaron no pudo mas que henchir su pecho de orgullo, acercarse lo mas solemne que pudo a su esposa y abrazarla felicitandola por su trabajo. Aquella era su mujer, sin duda.

El hecho de que muchos hubieran vuelto peor de lo que se habian ido le preocupaba sobremanera, necesitaban rebajar el peligro para conseguir comida, esperaba que las ovejas que habian logrado atraer fueran suficiente como para no necesitar arriesgarse tanto consiguiendo comida para el poblado.

Mas tarde cuando estaban ya las conversaciones algo agitadas se acerco a Hankal quien le proponia una idea, pero el tenia o creia tener, una que podria ser mejor. Se acercó a la hoguera y rascó un poco el suelo de alrededor sacando unas esquirlas de barro endurecido. Empezó a hablar aunque lo suficientemente alto para que le escucharan los demas si querian unirse a la conversacion.

- Se me ocurre algo mejor, estaria bien reforzar la cerca para evitar que las cabras que han conseguido traer se escapen, sin embargo si alguien pudiera ayudarme a construir una cosa que me ha ocurrido podriamos hacer una cerca lo suficientemente solida como para evitar que se escaparan definitivamente -dice enseñandoos las esquirlas- esto es lo que pasa cuando se reseca el barro, es facil de trabajar y a pesar que no es tan duro como una buena roca si es resistente, si lograramos construir un sitio donde secar barro... se me habia ocurrido que con unos troncos resistentes y una roca plana fina podriamos resecar el barro lo suficiente para poder hacer cosas con el y no solo la cerca, tambien tu casa o cualquier cosa que necesitaramos, ademas barro hay por todas partes.

Comenta emocionado.

- Pero necesitaría ayuda, mis brazos y mis piernas ya no son lo que eran y pasar todo lo que tengo aqui -dice tocandose la cabeza- al mundo real me cuesta muchisimo.

Comentaba esto con la esperanza de que alguno de la tribu se ofreciera a ayudarle.

Por otro lado... habia pensado, Alpurnia sabe tratar muy bien la comida... cocinarla, podriamos lograr que nos durara mas si la administraramos bien y con una sopa de vez en cuando o haciendo bien los cortes, podriamos racionar bien la comida mientras logramos conseguir mas o mientras las cabras dan resultado.

Como se lo había esperado, el maldito viejo no había hecho otra cosa más que molestarle en cuanto apareció con el ciervo que había cazado. Sargon decidió permanecer en silencio, ignorando aquellas palabras dignas de un viejo que no pronto no haría otra cosa más que morir, por lo que sus palabras eran de poca importancia para él, principalmente porque sólo había matado a un animal, no era como si aquello fuera a afectar demasiado a la reproducción de aquella especie. En cambio, la aldea necesitaba alimento, y un espécimen tan joven y fuerte era capaz de proveer lo suficiente para alimentar varias bocas, en especial a su mujer y a él. No iba a ofrecer todo el alimento que había obtenido al resto, pero bien podría dar la mitad y quedarse con la otra para él y Ash, la cual necesitaría el alimento si deseaba ser lo suficientemente fuerte como para darle un hijo que disfrutara de buena salud. El cazador no dudaría en darle un hijo a su pareja, puesto que deseaba que alguien más siguiera sus pasos y continuara obteniendo gloria para su familia.

Lo bueno fue que muchos de los aldeanos reconocieron la proeza de Sargon, quienes no dudaron en felicitarle por traer semejante cantidad de alimento, por más que algunos como Nagus le hubieran criticado por lo joven que había sido su presa. Daba igual, nadie podía negar su utilidad, y la comida que había traído de regreso para la aldea, aquello dejaba claro su habilidad, así como también el hecho de que podían depender de él cuando era necesario. Lamentablemente, su logro se había visto un tanto afectado por el éxito de Tamia y Alpurnia al traer también aquellas cabras, y algunos, como Hankal, parecieron desear ensombrecer el importante logro por parte de Sargon, algo que realmente le molestó, si bien prefirió ignorarlos, debido a que de todas formas había obtenido el reconocimiento que deseaba, a pesar del pobre intento de empequeñecer su logro.

El resto de los aldeanos no habían tenido tanto éxito como el cazador, a la hora de recolectar alimento de la misma naturaleza, e incluso Ash había regresado con ciertas picaduras de insectos que había preocupado al hombre aguerrido y que no dudó en acercarse a ella, una vez dejo a un lado el cuerpo del ciervo, cuando ésta le dedicó aquella sonrisa que demostraba lo complacida que estaba por el logro de su pareja. - ¿Estás bien? Deberías descansar. - Le preguntó a su mujer, antes de abrazarla y acariciar su cabello con cariño, un tanto afectado por el hecho de que Ash hubiera regresado con esas heridas. A pesar de que él pudiera tener la idea de darle hijos a varias mujeres, eso no significaba que su pareja no fuera importante para él, en especial cuando ésta siempre se había mostrado muy cariñosa y leal, además de ser alguien que hacia lo mejor que podía para ayudarle y traer alimento por su cuenta al hogar. Verla así de lastimada, no era algo que al cazador le gustara demasiado. Sin embargo, consideraba que era más peligroso que le acompañara a él cuando cazaba, ya que podía encontrarse con algo peor en el camino.

Las palabras de Letterio llamaron la atención de Sargon, quien escuchó un momento antes de reflexionar respecto a lo de preparar la comida para que ésta durara más y se pudiera racionar. Era una buena idea, una que podría ser de mucha utilidad. No obstante, al cazador no se le daba muy bien preparar la comida, eso era algo que su mujer sabía hacer mejor que él, cuando este simplemente se concentraba en otras cosas como obtener el alimento, limpiar el cuerpo del animal que cazo, entre otras cosas. Sin embargo, su capacidad para cocinar era bastante limitada. Aún así, eso no quería decir que no pudieran cooperar en aquella tarea. - Ash puede ayudar a Alpurnia si necesita ayuda. Ella sabe cómo preparar la comida. Aunque primero quisiera que descansara un poco. - Le explicó al tallador, para luego alejarse del resto, con la intención de conversar con su dios, el cual le había obsequiado aquel ojo con el que podría comunicarse con este, en el caso de ser necesario y si su deidad estaba dispuesta a contestarle, claro.

Tenía muchas cosas que hacer, pero existía la necesidad en el cazador de obtener un arma que fuera lo suficientemente impresionante para el campeón de su dios. Necesitaba un símbolo de poder que no sólo demostrara su fuerza, su poderío, sino también el de Anzur'Gulhar, y para ello, requería de conversar con este, para ver si podía ayudarle a obtener lo que deseaba. Además, un arma apropiada serviría para mejorar sus posibilidades de obtener alimento para su familia, así como para repeler a sus enemigos. Si, tenía su poder de invocar relámpagos, pero era mejor tener algo más físico que le permitiera dejar en claro su grandeza y la de su señor. Algo que les recordara a todos lo que él era, y a quién servía.

Una vez cerca de aquel ojo que se había convertido en una extraña joya blanca, una vez fue separado del cuerpo de la deidad, el cazador no tardó en concentrarse mientras permanecía arrodillado frente a la joya. - Mi señor, todopoderoso Anzur'Gulhar... requiero de vuestra ayuda para obtener más poder... para adquirir un arma que me permita recordarle a todos lo poderoso que es mi dios, cada vez que posen sus ojos sobre la misma. Necesito vuestra guía. - Se comunicó con aquella criatura de pesadilla, con el deseo de que ese ser le ayudara en la necesidad obtener una herramienta de poder que no sólo le facilitara la obtención de alimento, sino que también con la cual pudiera luchar contra todo atacante a su aldea. Una simple arma de piedra no sería suficiente, tenía que ser algo que realmente causara cierta impresión en el resto y garantizara el poder en sus manos. Si debía de demostrar su fuerza para portarla, lo haría, matando lo que tuviera que matar como prueba ante su dios, y llevando la gloria de su señor.

Escuchó a Letterio mientras hablaba y a Sargon cuando ofrecía a su pareja para ayudar a preparar la comida.-Creo que lo mejor sería que Dala despelleje al animal, ella entiende de pieles, si tú Letterio sabes usar los huesos para hacer herramientas quédate los que necesites; luego Alpurnia y yo podemos cocinar el resto. Incluso podemos aprovechar el tiempo si Ash trae todo su parte podríamos prepararlo todo de una sola vez limpiar bien los huesos, cocinar la carne y con los huesos, las vísceras, agua y los órganos más algunas plantas que traeré podemos preparar cocidos muy espesos; será lo primero que nos comamos pues la carne cocinada aguantará más tiempo.

Dala es buena pensando y ayudando, ella maneja bien el barro y la piel pero no tiene mucha fuerza. Si yo cocina no podré ayudaros, por otra parte Dala, Sakari y yo podríamos terminar el corral pero en ese caso no se quien te ayudaría a ti; de todos modos alguien debería cuidar el rebaño mientras trabajamos. Como ves hay mucho que hacer y faltan manos, veamos si alguien te los Zahar puede ayudarte.-esperaba que las otras familias pudieran aportar ideas, habilidades o personas a lo que allí se trataba.

Letterio asintió a lo que dijo Hankal, era logico.

- Tienes razon -se gira hacia los Zahar- ¿Podriais ayudarnos? Sigue haciendo falta mas alimento pese a todo...

Mira buscando a Sargon aunque recuerda que se habia retirado, luego cuando volviera trataria de pedirle que volviera a salir de caza.
 

- Somos conscientes de ello. Hemos tenido heridos pero seguiremos cumpliendo con nuestra parte. - afirmo escueto el anciano. Estaba preocupado, aunque no podían saber si era por el temperamento de Sargón o las heridas de sus familiares.

El dios no respondió a la llamada del cazador. Claro que era un dios egoísta y poderoso y la última vez tomó un ciervo entero como tributo a cambio de la vida de Sargón. 

Tal vez pedirle guía sin una ofrenda, había hecho de sus oraciones un gesto en vano. 

Sargón suspiró decepcionado, al notar que no había respuesta de su dios. Había sido un error de su parte, principalmente debido al hecho de que no había ofrecido un sacrificio como correspondía a su deidad, a cambio de su consejo y guía. Si quería el favor de Anzur'Gulhar, estaba claro que meras palabras no servirían de muchos ante una deidad como su señor. Tendría que haberlo imaginado, y, sin embargo, había sido tan idiota de no pensar en esa posibilidad. No pudo evitar maldecir por lo bajo, ante el hecho de no haber podido obtener lo que deseaba, debiendo de conformarse con el silencio de quien le había provisto de aquel maravilloso poder. Aún así, el enojo no era con su dios, sino con él mismo por haber ignorado lo que la deidad podría haber deseado de él, a cambio de lo que el cazador deseaba.

Cabreado consigo mismo, no tardó en aparecer entre el resto de los aldeanos, quienes parecían hablar de algo que a Sargon no le importaba demasiado en ese momento. Necesitaba despejar su mente, por lo que no tardó demasiado en prepararse para volver a salir a cazar, con la intención de no sólo liberar un poco de la ira acumulada, sino también para llevar más alimento a la aldea, para demostrarle a todos que le necesitaban, que deberían depender de él, y por ende, debían de demostrar cuánto apreciaban su habilidad, por más que el maldito anciano se pasara todo el tiempo criticándole por las presas que cazaba. Cuanto más gloria acumulara entre su gente, mejor para el cazador, quien no consideraba que Nagus fuera un buen modelo de líder. Podría saber demasiado, pero carecía de la fortaleza que un líder requería. Su consejo podía ser útil, de vez en cuando, pero lo importante era la fuerza por encima de todo. No había otro modo para que tus enemigos te respetaran y para que nadie se atreviera a tocar la aldea.

- Voy a salir a cazar. El que quiera acompañarme, puede hacerlo. - Expresó en un tono que demostraba que no estaba de humor para conversar con nadie. Las cosas no habían salido como hubiera deseado, por lo que necesitaba dejarse llevar por el instinto de depredar a otro ser vivo, sentir la adrenalina correr por su cuerpo mientras saciaba la necesidad de quitarle la vida a un animal. La próxima vez, recordaría preparar un sacrificio apropiado para su señor, para que este le garantizara lo que deseaba, o al menos tuviera una posibilidad mayor de que le escuchara y respondiera a su llamado. Necesitaba aquel símbolo de poder, para fortalecer su imagen como el campeón que era de su deidad, para asegurarse que sus enemigos temieran la idea de enfrentarse a él, al mismo tiempo que se ganaba el favor de su gente.

Letterio asintió a las palabras del anciano. Esperaba que no tuviera que haber mas heridos, si eran capaces de controlar la fuente de alimento, definitivamente las heridas y las bajas serian menores.

En ese momento vió que Sargon salía de su zona de retiro y anunciaba sus intenciones de ir a cazar, era bueno que el mismo lo hubiera pensado, antes de que saliera de la cueva, le detuvo y mirandole a los ojos asintió y le dijó un "Gracias" que iba cargado de significado.

Patizambo como siempre se acercó a su mujer para pedirle que se pusiera manos a la obra con la comida, no podian desperdiciar nada, finalmente se situó junto a Hankal y a Sakari.

- Bueno, manos a la obra.