Partida Rol por web

Inmiscuido en mis propios pensamientos mi paso ligero me hizo llegar al grupo antes de lo previsto.

Eso sumado a la carga del ciervo y...

- ¿¡Pero qué!? - Corrí los últimos metros - ¡Vicky! ¿estás bien?

Miré a Ben y a T.J. - ¿Una trampa? ¿aquí? Pero quién podría...

Intenté seguir la dirección de la cuerda tratando de encontrar un método seguro de bajar a la chica, pero no hallé el modo.

- ¡Aguanta! Te bajaremos de ahí.

Unos instantes son suficientes para darme cuenta de que la postura defensiva no es tan inminentemente necesaria como creía. Nadie nos ataca directamente, y yo reculo en la oscuridad tratando de cubrir a T.J. mientras se afana en ayudar a Victoria.

De repente veo una sombra aparecer entre los árboles. Me dispongo a proteger a los chicos, pero por fortuna no llego a hacerlo. La figura toma forma y veo a Makoto recorrer los últimos metros a la carrera.

Ufff... Menos mal, parece que está bien...

Debería partirte la cara por largarte así, Makoto, me has dado un susto de muerte ¿en qué estabas pensando? ¡Ni se te ocurra volver a hacerlo! -Le digo claramente malhumorado, por toda la preocupación arrastrada al pensar en lo que le podría haber pasado- Sujetadla, voy a cortar la cuerda. -Les digo seriamente a T.J. y Makoto, antes de dar un salto y arañar la cuerda con mis garras, una vez estén preparados los chicos debajo de ella.

- ¡Mierda Mako! ¡No aparezcas así sin avisar, joder! - Exclamó al ver aparecer de la nada al chaval corriendo y dando voces. - Tienes suerte de que sea Ben el que tiene las garras y no yo, porque te hubiera saltado al cuello. - Advirtió, medio en broma medio en serio. - Si le vas a partir la cara por dejarnos tirados, te ayudo. - Añadió sin asomo de sonrisa.

Intentó buscar el origen de la cuerda que tenía atada a Vic en el aire, pero se veía un carajo. No estaba acostumbrado a noches tan oscuras. En la ciudad siempre había luz: de farolas, de coches, de letreros... Incluso los callejones oscuros estaban iluminados por la luz indirecta. ¿Pero en el bosque? Ni la luz de la luna pasaba de los putos árboles.

- Estáte tranquila nena, que te cogemos ¿Eh? Somos puro macho*. No va a pasarte nada. - Animó a Victoria, colocándose bajo ella y abriendo los brazos para recibirla con todo el cuidado que fuera posible. - Okey Ben, corta la cuerda.

-¡¿Cobrar a su presa?!- Genial, la cosa mejoraba por momentos, de cazadora a cazada. Para mi sorpresa llegó alguien, pero no el cazador que yo temía, si no Makoto, con la pregunta del millón además.

 -¡No! ¡Estoy colgada en un bosque helado de la otra punta del mundo rodeada de frikis que podrían matarme con la mirada! ¡¿Te parece que esté bien?! - Exclamé agarrándome el pelo de la nuca con los brazos a los lados. -¡Bajadme! - Repetí a los chicos con voz suplicante.

 Makoto no tardó en intentarlo, buscando sin éxito el origen del mecanismo, por lo que Ben pasó a la solución más directa. Miré hacia el suelo entonces, al darme cuenta de que pretendía cortar la cuerda, y decidí cubrirme la cabeza con los brazos, preparándome para minimizar el posible daño del impacto, a pesar de que T.J. me esperaba abajo para sujetarme. Por si acaso, nunca se sabe.

Entendiendo los reproches de Ben y T.J. y compungido aún por la situación vivida, me coloqué con rostro serio debajo de Victoria abriendo las piernas para aumentar mi punto de apoyo y extendiendo los brazos con firmeza.

- Estoy listo.

Ben da un salto y golpea la cuerda con las garras, por fortuna había saltado lo suficientemente alto como para no tocar a Viky, la chica siente como cae al suelo, Makoto y TJ tratan de agarrarla para que no se dé contra el suelo y por fortuna lo consiguen, la chica solo está un poco mareada y el pie le duele un poco por la tensión de haber estado colgada.

Cuando se mira el pie puede darse cuenta de que tiene una herida provocada por la quemadura de la cuerda que la sostenía

 -¡Aaahh!- Vuelvo a gritar al caer, estirando un brazo hacia abajo para amortiguar el golpe, mientras con el otro aún cubro mi cabeza. Afortunadamente Makoto y T.J., a los que me agarro al instante, me atrapan al vuelo, evitando que tenga que aterrizar por mi misma y me (abra el melón) haga daño. 

 Cabizbaja, me tapo la cara con ambas manos cuando pongo los pies en la tierra mientras me relajo y se me pasa el mareo durante un momento. Más tranquila, me doy cuenta del dolor en el tobillo, y me agacho para coger un poco de nieve y frotarla sobre éste paliar el escozor antes de continuar. -Gracias- Digo en voz baja mientras me levanto, cabizbaja y aún respirando con un poco más de fuerza de lo habitual. -Tenemos que seguir- Apremio, sin dar mucha importancia a la aparición de Makoto tras bajar al suelo, solo quería llegar a la cueva, sentarme y descansar, además, ¿Quién o qué podría habernos oído? Me sentía cansada, pero quedarnos ahí no era una opción. Para colmo parecía que iba siendo hora de que yo cargara con el animal, si es que no quería confirmar mi sensación de segunda carga para el grupo.

sali siguiendo a las chicas, estaba preocupada por ellas, ninguna de las dos se encontraba en buen estado. las dos me habian ayudado mucho y ahora eran ellas las que necesitaban de mi. el frio de la bola de nieve limpia, blanca y algo deretida que llevaba en mi mano para que Rina bebiese comenzaba a quemarme la piel, asi que la pasaba de una mano a otra, tratando de que no callera al suelo ni una de esas valiosas y hermosas gotas de agua.
busco a las chicas con la mirada desde la puerta de la cueva, no queria alejarme demasiado yo sola

Afortunadamente la coordinación volvió a ser fantástica. Daba la impresión que de alguna forma habíamos logrado formad un grupo de lo más homogéneo.

Al recibir el peso en caída de Victoria sentí hundirse mis pies en la nieve, pero T.J. recepcionó a la chica perfectamente, con lo cuál, todo salió bien.

Al ver que ella estaba bien y su ánimo por continuar, asentí en silencio. Estaba magullado, pero no herido, así que podía cargar con el tronco perfectamente. Me acerqué a la parte de atrás y la elevé.

- Sigamos - dije en tono seco.

Al salir me quedé junto a la entrada, sentándome y recostándome en una formación de roca que aún parecía seca. Dejé la chaqueta de Rina a mi lado para que pudiera cogerla, y me puse la mía, cruzándome de brazos y apoyando mi espalda, mirando hacia el bosque.

No sabía si ni siquiera alcanzaría a verles llegar, pero al menos pensaba intentarlo. No quería que el agotamiento me venciera, y sin duda el frío ayudaría a mantenerme más espabilada. Me había negado a pensar que no fueran a volver, pero Rina había conseguido meterme aquel miedo en el cuerpo.

¿Y si no aparecen en toda la noche? ¿Qué deberíamos hacer?

- Siempre juntos... - murmuré y lancé un largo suspiro, más confusa y preocupada de lo que había estado en aquel sitio hasta el momento.

Y sin más dilación, me puse los guantes y el gorro, esperando algo que quizás no debía llegar hoy.

Justo después, vi como Roxana salía de la cueva.

Liz y Roxana salen de la cueva, la Kitsune se encoge de hombros ligeramente,  y se acerca a ellas, Liz tenía mal aspecto, se había excedido, y ya era suficiente tenerla a ella de lastre, pero aún así se acercó, y cogió la chaqueta que Liz le había traído.

- muchas gracias, la olvidé con la carrera - se la pone en los hombros, y se pone al lado de Liz, mirando la noche, en dirección de la escuela, ¿donde estaban? - ya deben estar por llegar, cambie la cara, Liz-chan - la trata con familiaridad, las dos chicas eran algunos años menores que ella, eran sólo unas niñas,pero al parecer entre las tres había un afiato que se agradece en momentos así.

- etto... adentro está demasiado sofocante con el fuego y el humo, no era necesario encenderlo.... sino hasta que llegaran con algo de comer, pero bueno..- se encogió de hombros, lo hubiera dicho si no hubiera estado adormecida, el frío era agradable.

- ¿quienes eran.. digo... antes de venir a aquí, ¿chicas? - y ahí estaba, rastros de la antigua Rina, más sociable, no tan huraña,  las adolescentes parecían calmar a la joven Kitsune. 

La caída de Victoria es brusca, pero entre Makoto y T.J. logran cogerla y evitar que se estampe contra el suelo. El corte de la cuerda ha sido limpio, pensé que necesitaría varios intentos, pero estas garras mías son tremendamente afiladas y cada vez me siento más cómodo usándolas. Cuando lleguemos al campamento tendré que seguir el consejo de Makoto y tallar unos utensilios con cuerno de ciervo...

Sí, será mejor que sigamos. -Digo cogiendo el extremo delantero del palo y alzándolo- Y tú y yo ya hablaremos en la cueva, Makoto. -Le digo a la media vuelta, con gesto serio. Me alegro de que esté bien, aunque no me pasan desapercibidas las magulladuras que trae. Pero tendremos que hablar seriamente para que esto no vuelva a pasar. Ha sido una tontería por su parte, y no nos las podemos permitir. Además, tendrá que vontarmevsi ha descubierto algo, o qué le ha pasado- T.J., échale una mano a Victoria, que cojea un poco.

La noche estaba bien entrada y se notaba el frio, pero algo parecía que haría que el corazón de algunos de los allí presentes se calentara de nuevo, unos sonidos, unas palabras de voces conocidas, por fin la partida de caza había regresado, Makoto, Ben, TJ y Viky caminaban todos parecían estar en perfecto estado físico, salvo Makoto que tenia arañazos y magulladuras y Vicky que cojeaba levemente, se notaba que estaban realmente cansados por el trayecto, pero el esfuerzo había merecido la pena, llevaban cargando agarrado en un recio palo un ciervo que sería suficiente para alimentar a todos por al menos dos días, los chicos mientras se acercaban a la cueva pudieron ver como Rina, Liz y Roxana estaban fuera, las tres parecían preocupadas mientras hablaban

Estoy cansado, realmente cansado. El palo me presiona el hombro, y ya no tengo ni ganas de repetir la operación de cambiarlo al otro hombro. Casi prefiero aguantar el dolor. Tengo hambre, no tengo sed porque hemos mascado algo de nieve por el camino, pero sí que tengo sueño y me pesan las piernas. Noto los pies entumecidos, y los brazos por culpa del esfuerzo y el frío. Ya he trastabillando un par de veces, pero a pesar de la insistencia de Makoto no he querido parar. No podemos permitirnos perder más tiempo. Las escamas y las garras han quedado atrás, se han diluido en mi piel humana, con la cacería acabada y llevando un rato sin sobresaltos. Mi cuerpo pide algo que mi mente no esta dispuesta a concederle. Ni mi corazón, aliados en un propósito común.

El recuerdo de lo que sentí al cazar el ciervo aún nubla mi ánimo. Resurge con el silencio de la caminata, dejando volar mi mente por derroteros peligrosos. Temo lo que soy, aquello en que me puedo convertir. Debo luchar contra ello, no para negarlo, sino para encauzarlo hacia aquello que sí deseo ser.

Necesito un ancla, una brújula, algo que me impida perderme en el camino.

Y la veo.

Está ahí delante, como una ilusión, como un espejismo febril, el sueño tras caer rendido. Un anhelo irreal. Pero no, es real, está ante nosotros, sentada en una roca, acompañada y hablando con aire preocupado.

El dolor desaparece, el cansancio se desvanece, las preocupaciones quedan en un segundo plano. Hemos llegado. Maldita sea, lo hemos logrado, hemos llegado. Sonrío, cansado, y echo una cómplice mirada a los otros, a Makoto y a T.J. y Victoria, antes de volver a mirar al frente.

E... -La voz me falla, la garganta reseca y el frío en el cuerpo- Elizabeth... -Digo mientras nos aproximamos, aún sin soltar nuestra presa.

La kitsune esperaba las respuestas de las chicas cuando los escuchas, y como si tuviera un resorte en sus piernas, se puso de pie, atenta a lo que venía, una mezcla de temor y expectativa la  inundó pero ahí pudo verlos, la comitiva de cazadores, encabezada por Ben, e iluminados por la luz de la noche que iba cayendo. La chica contuvo el aliento y sin pensarselo salió corriendo hacia los brazos de oni, no imaginó el esfuerzo que significaba aquello, entre en cansancio, el hambre y el sueño, parecía una proeza el poder avanzar sobre la nieve hasta llegar donde Makoto.

Lo abrazó, no tan delicada como debió hacerlo, pero ahí estaba, rodeándolo con sus brazos, y levantando su mirada de onix hacia él.

- tardaron... mucho... ya te extrañaba...- susurró, como si se tratara de una muestra de ese amor que le profesara en el castillo, lejos de los oídos de todos y de su propia culpa - ...mucho...- hizo un pequeño puchero, y se separó, viendo que estaba lastimado - ¡¿estas herido?! - se separó de él y comenzó a buscar heridas graves, pero sólo habían magulladuras, sigue preocupada pero lo vuelve a abrazar, estaba feliz de verlo de nuevo, a todos también, pero sobre todo a Makoto.

- todos.. estarán muy felices... de ver comida, - ahora nota la comida, era mucho, siendo que tendrían que viajar al castillo, tendrían que cargar con la carne, no podía desperdiciarse - aún está encendido el fuego, creo que aún alcanza para poder cocinar lo que han traído, bien hecho... - mira al resto, y los deja avanzar,  sujetada del brazo de Makoto.

 Continuamos el camino, exhaustos. Aún me duele un poco el tobillo al rozar mientras ando, pero aliviado con la nieve, y aunque no fuera así es la menor de mis preocupaciones. Ya he tenido suficientes experiencias... Extrañas, en el día de hoy, y estoy deseando llegar y sentarme, apoyada en la pared, junto al fuego, y dejar así de preocupar a nadie. Sé que he perdido los nervios alguna vez a lo largo del día, pero cada uno tiene sus propios asuntos y cansancio del que preocuparse, y aunque lo agradezco no creo necesitar tanta atención, no quiero sentirme vulnerable ni en deuda durante más tiempo. Por otra parte, tampoco es que pueda quejarme del trato recibido, si no todo lo contrario.

 Nos encontramos inmersos en nuestros pensamientos, en nuestro objetivo común, cuando la mirada de Ben se ilumina. Es entonces cuando veo a las chicas, comprendiendo la ilusión del dragón. Avanzo unos pasos rápidos para ponerme a su lado y liberarlo de la carga del animal para ocupar su lugar, y que se reúna con Elizabeth, así como Makoto con Rina. -Ve con ella, Ben- Le ofrezco amable. Por un momento he olvidado el miedo que me inspiraba el chico, ya fuera por el cansancio, o por el buen liderazgo que parecía haber ejercido durante la partida de caza, así como la vuelta... Aunque no por mucho tiempo, probablemente.

La salida de Roxana y el acercamiento de Rina consiguieron distraerme un poco. Esta incluso había tratado de animarme, diciéndome que no tardarían en llegar y que cambiara la cara… Pero a estas alturas eso me resultaba imposible.

Cuando Rina trató de entablar conversación, preguntándonos por nuestras vidas anteriores, me quedé pensativa.

¿Quién era antes de venir aquí?

Era curioso, pero me costaba pensar en ello. Hacía pocos días que todo había cambiado, pero tenía la sensación de que hubieran sido semanas. Además, era como si lo que yo era antes no fuera real. Aún no sabía quién era, quién era de verdad, era ahora cuando lo estaba descubriendo.

-Y-yo… - comencé finalmente, dispuesta a hablarles sobre mí, pero con la mirada perdida en la profundidad del bosque.

Sin embargo, no llegué a terminar la frase, y es que me quedé sin palabras cuando vi a los chicos aparecer entre los árboles, acercándose a nosotras.

-¿B-ben? – musité, apenas sin fuerzas, mientras notaba como mis ojos se llenaban de lágrimas.

Pero no quería llorar, que toda la tensión vivida me traicionara justo ahora, y me froté los ojos, antes de desencaramarme de la roca en la que me encontraba sentada. Lo hice despacio, con aquel acusado agotamiento, para acto seguido comenzar a caminar hacia Ben y los demás.

Rina ya se encontraba con ellos cuando conseguí alcanzar a Ben. Parecía cansado y apenas contaba con ropa de abrigo, lo que evitaba que la preocupación en mi rostro se disipara del todo. Mientras me aproximaba Victoria liberó a Benjamin de su carga, y finalmente me abracé a él, rodeando su cuello con mis brazos, haciendo uso de la poca fuerza que me quedaba para apretarle contra mí.

-Habéis vuelto… - le susurré, con la boca seca.

Sin soltarle miré a los demás.

-M-me alegro de veros… – me esforcé en mostrarles una sonrisa, asomada por el hombro de Ben, y me separé de este despacio, quitándome el abrigo y poniéndoselo por encima de los hombros. - ¿E-estás bien? – le pregunté, agarrando una de sus heladas manos frente a él.

Allí estaban de vuelta. La visión de las chavalas supuso un soplo de aire fresco para T.J. -jodida ironía- que estaba ya tan harto, cansado y helado que hubiera gritado todo el camino si no fuera porque también estaba asustado de las mierdas que pudieran salir del bosque a tocarles los cojones. Estaba tan jodidamente cansado y helado que solo tenía ganas de llegar a la cueva para dejarse caer a un lado y dormir al lado del fuego hasta que fuera medio día.

En un momento Vic cargó el ciervo para que Ben pudiera correr a los brazos de su querida Liz y Rina ya estaba enganchada al brazo de Mako, suspirando de amor por él. Mucha más azúcar de la que podía soportar en ese momento. Demasiada. Menos mal que estaba la judía por ahí también para mitigar el amor que flotaba en el ambiente con sus nubes tóxicas. Ese pensamiento le hizo sonreír con malicia, aunque no fue suficiente para mejorar el humor de perros en que se había sumido.

Recibió las muestras de preocupación de la chicas con una ceja levantada y un bufido, pero no les contestó. Se limitó a arrebujarse en el jersey que le había prestado Makoto. No tenía ninguna gana de entablar conversación ni de permanecer ni un solo segundo más a la intemperie. 

Miró fugazmente a Victoria antes de apretar el paso y adelantarse hacia las cuevas, harto de todo y de todos. Además llevaba todo el día sin llevarse un pitillo o un canuto a los labios y se lo comía la ansiedad.