Partida Rol por web

El comedor es bastante parecido a una cantina, al fondo había una escalera que debía conectar con la primera planta, también había una barra y taburetes que separaban las mesas de parte de la cocina, como una cocina americana moderna. En realidad estaba acondicionada para atender a unas 20 personas, por las mesas que habían. Había un ambiente agradable y cálido, lo más cálido en esa casona hasta ahora. 

Siempre hay aroma a comida y es el reino de la señora Hoki, quien se encarga de las comidas en aquel lugar. Es mejor no interrumpirla a menos que ella te lo pida. Siquiera la directora se atrevería a violar esta regla. 

El lugar esta solo, el comedor era bastante parecido a una cantina, al fondo había una escalera que debía conectar con la primera planta, también había un bar y taburetes que separaban las mesas de parte de la cocina, como una cocina americana moderna. En realidad estaba acondicionada para atender a unas 20 personas, por las mesas que habían. Había un ambiente agradable y cálido, lo más cálido en esa casona hasta ahora. 

Al fondo, escuchas voces, risas de dos mujeres, que estaban dentro de la cocina, de pronto ves aparecer a una mujer regordeta y de aspecto maternal de mejillas rosadas y ojos castaños. Tenía el cabello atado en un apretado moño y se veía mayor, quizás con más años de los que realmente tenía. 

— oh, querido, ven... ven — la mujer salió de la cocina y fue a recibirte, era la muestra más sincera de aprecio recibida hasta ahora, más cuando notó que te costaba caminar — por todos los dragones, te ves muy débil, ¿estas enfermo? — le tocó la frente, sin preguntar siquiera.

— ¿te revisaron? — sigue preguntando y te lleva a los taburetes en donde te sienta — una sopa de pollo caliente te hará bien, espera aquí— volvió a entrar a la cocina, ahí ves aparecer dos personas más, que estaban sentados en la mesa dentro de la cocina, con tazas en las manos.  

— ¿Es otro de los chiquillos? — preguntó la mujer vestida de oscuro con un sombrero con ala, de hecho, a pesar de usar una falda larga, su ropa eran bien masculinas — recogimos dos, pensé que era un noble por la forma remilgada en la que hablaba, pero no... ey, hola — lo saludó alzando su taza.

— soy Freya ¿y tú? — preguntó, la segunda persona que había en ese lugar recién había entrado y pudiste verlo en toda su envergadura. Debía pesar unos 150 kilos, media mas de dos metros y su cabeza era tan ancha como su cuello. Era enorme y sus manos debían ser del porte de tu cara. Si quisiera aplastarte, lo haría. Cabello rizado con patillas largas, hasta la barbilla, le daban un aspecto aún más extraño.

— ya bajé todo, Freya, señor Hoki — les dice el hombre con voz profunda, ahora miró al chico, su mirada revelaba que no habían muchas luces en su cabeza, a diferencia de Freya, que su mirada era igual al de un zorro — la señora directora estará contenta — sonrió, le faltaban algunos dientes pero al reparar en el chico, su expresión cambió a una de mayor desconfianza. 

“Este es Jack, mi hermano”, lo presentó Freya, pero el hombre no quería ser presentado, dicho esto, salió de la cocina, era evidente que no le agradaban esos magos, pero ¿por qué tuvo otra actitud al mencionar a la directora?.

— ufff déjalo, no le gustan los magos — se apresura a aclarar Freya — bien señora, iré a hacer negocios, si me disculpa — se puso de pie y la ama de llaves asintió, dejando que la mujer se fuera y tomara las escaleras del fondo. 

— bien bien.. come. mientras llegan los demás, el señor Hoki debe andar buscándolos, — la mujer se te acerca de nuevo, y te deja una taza humeante, — es té de tilo, te ayudará para los nervios. — amablemente te deja con todo servido sobre la barra mientras ella sigue con sus quehaceres. Tenía varias ollas llenas, para alimentar a todos los de la casa. 

Con el cabello ya limpio aunque la ropa algo arrugada, la joven luchadora entra en el comedor, dedicándole una mirada al muchacho al que casi tiene que llevar a caballito y enseguida apoyándose en una pared. No parece que quiera sentarse, si no se lo indican.

El comedor era bastante parecido a una cantina, al fondo había una escalera que debía conectar con la primera planta, también había una barra y taburetes que separaban las mesas de parte de la cocina, como una cocina americana moderna. En realidad estaba acondicionada para atender a unas 20 personas, por las mesas que habían. Había un ambiente agradable y cálido, lo más cálido en esa casona hasta ahora. 

En la barra estaba sentado alguien, a Kira no le cuesta darse cuenta que era Alejandro, y aunque de que pudiera hacer algo, más allá de pararse en cerca de la pared, aparece una mujer mayor, regordeta y de mejillas sonrojadas. Ojos castaños y cabello tomado en un apretado moño. 

— mija, venga — le dice a Kira, sin salir de la cocina — tengo sopa de pollo y te de tilo para los nervios — ya estaba sirviendo todo al lado de Alejandro, la mujer se las apañaba en esa gran cocina, donde no había nadie más, a medida de que Kira se acercaba, se da cuenta de que habían ollas enormes tapadas y humeantes, listo para atender a todas las personas que ahí podrían necesitar comida, que ese día serían bastantes. 

La mujer, luego de servir, salió de la cocina, era un día ajetreado para la mujer. 

La rubia lanza la mirada a la mujer que cocinaba y preparaba platos, animándolana tomar uno de ellos. Siente algo de hambre al llegarle el olor del guiso a la nariz, así que se acerca con su paso normal, bastante firme y decidido.

- Bastará la sopa. Gracias. -le indica, tomando un tazón y empezando a tomárselo como una bebida, sin sentarse aún así, andando lentamente- No sé cocinar bien, pero, ¿quiere ayuda? -al final hay muchas cosas que hacer en la cocina y en su tiempo de recluta le tocó pasar por allí un par de veces.

La abruma un poco que solo haya una mujer de esa edad con la cantidad de gente que hay por aquí. Se acerca al acceso a la cocina, esperando la respuesta.

— oh... no no... tranquila... luego vendrá el señor Hoki y las niñas a ayudarme, ustedes descansen, ha sido un día largo, luego, ya podrán ayudarme — le responde a Kira desde la puerta mientras seca sus manos con su delantal — solo les pediré que si llegan mas chicos, les sirvan, estaré ocupada con la señorita Freya, gracias chicos — la mujer cierra la puerta tras de ella, dejándolos solos.

Todo el tropel de gente pasando por la cocina abruma en parte a Alejandro que obedeciendo a la señora Hoki avanza hacia la barra. En todo el desfile de gente Alejandro solo puede asentir con la cabeza una y otra vez sin saber exactamente que hacer ni decir. Cuando Freya se disculpa por la actitud de Jack, Alejandro se encoge de hombros dando a entender que no le ha molestado. Tampoco se puede caer bien a todo el mundo.

Empieza a sorbe la sopa cuando Kira entra en el comedor. Una sopa es algo que su estómago puede tolerar perfectamente así que la come con ahínco. -Muchas gracias. Está muy buena.- agradece a la cocinera que rápidamente anima a la rusa a acercarse y comer tal y como hizo con él. 

Cuando la rusa se aproxima y se coloca a su lado Alejandro levanta la mirada con un timido -hola.- la observa con dudas en el rostro y vuelve a bajar la cabeza para seguir comiendo. -¿te encuentras mejor?-

Kira sigue comiendo de pie, aunque más que comer, bebe la sopa del cuenco con la velocidad que la temperatura le permita. Siente ciertas molestias en la mejilla mientras sorbe, pero nada difícil de sobrellevar.

El chico flacucho de antes la saluda, a lo que ella responde con un asentimiento, y ante su pregunta responde con brevedad.

- Sí. Ya quitaron la infección. -resume, volviendo entonces a su tazón de sopa mientras lo mira con esos ojos fríos y peligrosos, ¿estará planeando algo malo...?

Pero no, lo cierto es que simplemente no sabe qué preguntarle. Nunca ha tenido muy claro qué hacer en cada caso. ¿Cuál es el protocolo de "comer con un chico enfermizo en un mundo extraño"? Ni puta idea. Aunque quizás hay algo...

- ¿Qué se te da bien? -le pregunta, mirándolo por encima del tazón de sopa.

Quizás, por la frialdad, suena algo más "acusatorio" de lo que debería.

-Me...me alegro que estés bien.- dijo el chico sin levantar la mirada del tazón de sopa. Estaba caliente y era reconfortante aunque era bastante cansado seguir tomando caldos sabía que de momento era lo único que su estómago toleraría.

Siguió comiendo en silencio. Quizá un silencio algo incómodo, pero tampoco parecían ninguno de los dos de saber llevar una conversación.

-¿a qué te refieres?- estaba claro que la chica no tenía claro si Alejandro era útil en algún aspecto y el propio chico llegaba a dudarlo. Si esperaba que pudiese correr o saltar igual que ella estaba claro que no empezaba bien la conversación y podría terminar en un hasta luego inútil.

Tampoco es que le importase a Alejandro, pues obviamente nunca había tenido amigos y tampoco esperaba tenerlos, sobretodo porque no sabría como comportarse.

Terminó la sopa pero tenía algo más de hambre así que abusando de la amabilidad de la cocinera se levantó y apoyándose en la barra llegó hasta la olla para servirse más. -¿quieres?- preguntó sin dirigir la mirada a la rusa.

Sin duda, la chica rusa come rápido algo tan poco sustancial. Sin duda ese cuerpo tiene que tener una rutina con alimentación por detrás, por lo que incluso antes de que el chico termine, ella también lo ha hecho. No obstante, ella no se dirige a las ollas, sino que responde.

- No entiendo tu duda. -responde con tranquilidad- ¿Historia?¿Inteligencia?¿Medicina? -plantes, siendo las tres cosas que se le vienen a la cabeza al pensar en alguien listo.

Confía en que, con ese cuerpo, al menos sea listo, porque si no...

Ante la oferta de más comida, los ojos de la militar pierden por un momento un poco de su gelidez, pero enseguida la recuperan, niega con la cabeza y desvía la mirada, arrugando un poco la nariz. Pero el chico no la miraba, recuerda, así que se ve obligada a verbalizar.

- No, gracias.

-me gusta saber un poco de todo, supongo.- dijo sin ser claro del todo. La verdad es que tampoco sabría decir si era bueno o no. Sabía cosas, pero seguramente hubiese gente con mayores conocimientos que él en casi cualquier aspecto. 

Se sirvió más sopa y volvió a su sitio.-supongo que depende de con quién se compare uno se es bueno o malo.- se llevó de nuevo la cuchara a la boca y calmó el estómago un poco más.

Levantó  los ojos y dijo convencido -se me da bien darme cuenta de las cosas.- no sabía si era útil o no, pero tanto tiempo sin tener mucho que hacer le había ayudado a desarrollar ese aspecto. -¿y a ti?-

Algo de todo, bueno en nada. Piensa la rubia, una frase que su padre repetía a menudo. Nada sorprendente, teniendo en cuenta el modelo de trabajo para el que se había preparado desde pequeña. No obstante, ante su frase de que depende de con quién se compare, ella simplemente responde "No". Suficiente para saber que no piensa así. EN cualquier caso, no le interrumpe más hasta que este termina. Pasea la lengua por los dientes, sin tener muy claro cómo seguir la conversación. Claramente no tiene demasiado en común con el chico.

- Se es bueno o no se es bueno. -replica- Yo soy buena con los puños. La mejor. -es difícil saber con quién se compara para decir eso, o quizás sea chulería, pero hay un punto orgulloso en la forma de decirlo que no deja muchas ganas de ponerlo en duda- Tengo otras habilidades, pero menores. Si no eres bueno de verdad en nada, aprende lo que aquí te enseñen. Yo me encargo de los malos, tú haces lo que toque después. -resume.

Parece pensar en "qué puede aportar cada uno" y tener claro que su lugar es la primera frente al peligro.

Ante lo categórica y radical que se pone la rubia Alejandro agacha la cabeza aún más y termina su sopa. -vale.- podría darle mil y una razones y mil y un ejemplos, pero no quería cabrear a la chica y mucho menos terminar con la nariz rota. No parecía dispuesta a escuchar nada que contradices sus pensamientos así que era estúpido intentar convencerla de otra forma.

Coge el té y comienza a beberlo en silencio.

Ante la breve respuesta del chico, ella vuelve rápido la cabeza... tal como haría cualquier otra persona si estuviese cabreada. Achica los ojos un poco, aunque es imposible saber el motivo, hasta que finalmente resopla y hace un aspaviento, volviendo la cara y andando un poco más por el sitio, mirando la pared como si tuviese un gran interés. Finalmente, tras unos instantes, se da la vuelta y vuelve.

- La gente se me da mal. -le dice finalmente- Pero no te haré daño. Siempre que no intentes imponerme algo. Estoy para ayudar. -le dice, tras lo que le tiende la mano en una oferta de... ¿paz?