Partida Rol por web

Tengo ganas de ver a Alarich darle un puñetazo a ese crétino... Si lo hace él, yo no he roto el protócolo ¿verdad? Viendo que están a flor de piel, sólo necesita un empujoncito en la dirección adecuada...

-Menuda mirada más desafiante tiene Tormen, ¿verdad? -comento a mi hermano que está al lado, "medio en bajo", pero con la intención de que Alarich lo oiga.

Julia miró a su tio y finalmente le hizo una seña con la cabeza, rogándole que saque a Tormen de la sala. Aquello podía terminar muy mal si no se cortaba pronto.

Myles observó aquello en silencio, con gesto serio, alternando la mirada entre padre e hijo. No pudo evitar girarse y mirar brevemente a Waylar ante su comentario*  con el mismo semblante. Aquello sin duda era una situación incómoda para todos los presentes, por diferentes motivos, pero incómoda.

Miraría el gigante hacia Tormen con cara de pocos amigos, para luego escuchar la intervención de Amberwell y fulminarle literalmente con la mirada. ¿Quien cojones se pensaba que era ese payaso? ¿Acaso sabía por lo que había pasado el joven heredero? 

Si bien Tormen estaba actuando como un gilipollas integral, estaba en su casa. Y se merecía el respeto de alguien de su estatus. Miraría a Amberwell con cara de "luego me ocupo de ti", y tras ello se levantaría haciendo bastante ruido con la menuda silla que mantenía sus posaderas encima del suelo. 

Tras acariciar en el hombro a Julia caminaría hacia Tormen haciendo un ruido considerable por las mallas que recubrían su cuerpo y el peso de sus botas contra el frío suelo.

Una vez cerca esperaría a que Alarich le diera permiso para llevarse a Tormen fuera por las buenas, o por las malas.

-Myriel Kayce... -murmuré, mientras meditaba la situación- Muy bien, no puedo decir que crea cada palabra que me has dicho, pero te daré el beneficio de la duda. Si tu historia es cierta, pesará sobre mis hombros esta honorable misión. Si no lo es, dejará de pesar sobre los tuyos el peso de tu cabeza. ¿He sido claro? 

No esperé a ver la reacción de la muchacha, no me interesaba, y en ningún momento dirigí mi mirada hacia sus captores, que daba por descontado que me debían obediencia ciega.

-A partir de aquí será Pedro -les dije a los soldados, haciendo un gesto con la cabeza, señalando a mi escudero-, quién escolte a esta mujer. Me aseguraré que vuestro señor oiga de vuestros buenos servicios. -finalicé, echando una ojeada al blasón que vestían los hombres.

Por último, me encaminé, arreando mi corcel, en dirección al castillo; tras aguardar que Pedro asegurara a la prisionera con alguna soga. Traté de rememorar lo que supiera de esa tal Myriel Kayce y del Kraken Rojo durante el camino. La muchacha sería útil de una forma u otra: si venía de las Islas tendría información del terreno de la que carecíamos, fuese su historia cierta o no.

Si Alarich oye lo que ha dicho Waymar, finge no oírlo. Hace un gesto a Ulfryd para que se lleve a Tormen de ahí.

Ser Patrick, más pendiente de la pequeña Amberwell que de la conversación que estaban teniendo sobre la mesa, se ve obligado a centrar por un momento su atención en lo que dice el joven Alander. Está fuera de lugar, borracho y fuera de control. Además parece que Waylar ya está haciendo de las suyas y el enorme tipo que se acababa de sentar, lo estaba mirando con cara de pocos amigos. Cuando este se levanta para hacerse cargo del legítimo heredero de los Alander, aprovecha para echarle una significativa mirada a Waylard acompañada de un leve susurro.

- ¿Habéis visto que mole? No me hagais trabajar en vano, soy mayor pero me gustaria morir de un modo algo más agradable -bromeó serio.

Vaya, menudo desastre. Parece que todos són capaces de captar mis intenciones a raiz de un comentario en apariencia "inocente", pese a que de inocente no tenía nada. Y yo me creía observador, tendré que estar más atento a lo que hago en el futuro.

La mirada que me manda Ulfryd parece prometer. Me pregunto que tratará de hacer. En el fondo no creo que debiera preocuparme mucho, mientras se mantenga la alianza entre las casas no creo que trate de hacer una locura por un comentario. Aunque si lo hiciera...

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando se me acerca Ser Patrick y me suelta que no le gustaría morir. Me muerdo la lengua cuando me viene una respuesta mordaz, para no tentar mi suerte (un comentario desafortunado "sin querer" puede pasar, pero si de forma tan seguidamente reiterada, vuelvo a crear tensiones, mi propio padre podria querer hablar conmigo a solas, y eso si lo temo más que al gigante). En vez de eso, y viendo el éxito que todo el mundo parece haber escuchado y entendido mis intenciones, exceptuando quién me interesaba, el Lord Alarich, decido sonreir a modo respuesta a Ser Patrick y servirme otra copa.

Almenos el vino sienta bien. Mierda de gente. Si resulta que el comportamiento de Tormen es habitual, espero que se de la ocasión durante la expedición de que sufra un puto acidente y mi hermana se libre de esa carga. O que mi padre decidiera anular el compromiso. Estoy seguro de que de haber intereses, y debe haberlos viendo lo que hay, probablemente se puedan lograr en un sitio mejor.

Ah, pero esta vez no quiero mostrar tan evidente mi rostro, así que pongo buena cara y sonriente le respondo a Ser Patrick:

-¿Mmm? ¿Creeis que he cometido un desliz por mi comentario? Seguiré vuestro consejo, por supuesto, por mi no os tenéis que preocupar.

Espero que tengan las orejas también abiertas en esta ocasión y así podamos tener la fiesta en paz. Tiempo al tiempo. Lo único que me interesa es el bienestar de mi familia, y ahora mismo sufro por el destino de mi hermana mayor.

Myles continuó observando lo que allí ocurría. No pudo evitar seguir con la mirada a Ulfryd, mientras este se dirigía hacia el heredero con una clara invitación a abandonar aquellos salones, escrita en su rostro.

Se notaba que Myles era ya un hombre de avanzada edad, y que tenía cierto saber estar, paciencia, discrección. Aunque su gesto permanecía serio, pues la circustancia no parecía de mofa, tampoco hubo un gesto de desagrado o vergüenza.

Los nobles son graciosos hasta cuando su cabeza está clavada en una pica en nuestros muros. ¿Tendremos la posibilidad de sumar una antes de la expedición?

El gigante caminaría sin quitar el ojo al hombre de la casa Amberwell, visiblemente enojado, para luego llegar a la altura del joven Tormen, e hincar la rodilla sumisamente para susurrarle al oído unas palabras:

- Tenemos la oportunidad de vengar a tu amigo, así como a los muchos que cayeron en los saqueos de los piratas. Tu padre no es tu enemigo, ¿Acaso crees que el no se culpa a sí mismo por las vidas que se han perdido bajo su mando? Pero tienes que entender que no puedes comportarte así. Eres el futuro de esta casa. Vámonos y hablemos si quieres, pero aquí sobramos, mi querido sobrino. Necesitamos la ayuda de todos estos hombres, y no estás ayudando.

Le pondría su enorme mano en el hombro y le miraría con una sincera mirada de aprecio, dando la espalda al resto de invitados esperando la reacción del joven. Le importaba tres cojones lo que pensaran del joven. Él solito había montado una milicia que ayudaría a reventar uno de los flancos de los piratas que atacaron Puerto Rojo, meses atrás, jugándose la vida en caminos llenos de saqueadores. 

Los otros "señoritingos" no habían hecho una puta mierda, a excepción de Westerling*, que por lo menos llegó para el banquete después de la batalla para tocarle un poco los cojones. Aunque no era mal chico, y su familia había demostrado ser una buena aliada.

El ambiente estaba tenso desde que el primogénito de los Alander había abierto la boca. El posterior comentario de Waylar no había sido de lo más acertado y el señor de la casa parecía pretender callarle la boca al chico con las enormes manos de su gigante si fuera necesario. Estaba claro que su hijo nunca le perdonaría la pérdida de su amante, no es normal tanto énfasis depresivo tras la pérdida de un camarada. Los Alander parecen una familia acomodada pero no exenta precisamente de los peligros que eso conlleva, por lo que conocerían a la muerte muy de cerca desde pequeños.

Es por eso por lo que el espada juramentada de los Amberwell optó por un leve asentimiento a modo afirmativo como respuesta al comentario de su señor. Más tarde le comentaría sus sospechas así como su consejo de mantenerse alejado del chico de los Alander. Cuando alguien pierde a la persona que más quiere, su parte racional desaparece conviertiendolo en un muñeco de paja que no entiende de consecuencias, por lo que sus actos se vuelven impredecibles y peligrosos.

Sobre lo de tu hermana. Lo habéis hablado entre hombres como una posibilidad, pero aun no se ha planteado a los Alander ni han aceptado. Ha sido más bien una posibilidad.
Si quiers convencer a los Alander tines que intrigar con ellos.

Llegas al castillo y estás en la puerta. La chica va al calabozo, a una reunión de jfes, a tu dormitorio...&

Finalmente habíamos llegado al castillo y dentro parecía que ya había comenzado la reunión. Me bastó cruzar el umbral para detectar la tensión en el aire, algo raro acababa de pasar o estaba pasando.

Ulfryd Wyrmslayer se encontraba con la rodilla en el suelo, susurrándole algo al hijo del anfitrión. Es salón comprimía una incomodidad insoportable, como si en cualquier momento una silla voladora pudiera ser suficiente aliciente como para generar una batalla campal al estilo villano.

Di un paso adelante, con la mano siniestra sobre el pomo de la espada y la diestra libre. Petyr me acompañaba en silencio pero seguramente notando lo mismo que yo, era evidente.

Intenté resistirme pero fue instintivo, mis ojos buscaron a Julia allí donde se encontrara. En cuanto la vi, y mis impulsos fueron satisfechos, aparté la mirada, como avergonzado conmigo mismo por todavía tener sentimientos. ¿Era tan difícil extirpar el amor cuando causa tanto sufrimiento? Parecía una tarea titánica.

-Ser Alarich -dije, mirando al anfitrión a los ojos cruzando el amplio espacio, en un intento de cortar el ambiente y de quedar bien excusando mi tardanza-, os agradezco vuestra amable hospitalidad. A vos y a vuestra querida familia. Sabed disculpar mi demora, me he encontrado en el camino con ciertos elementos de importancia para nuestra real misión. En breve os informaré, a vos y a los comandantes del hallazgo*. -continué hablándole a toda la audiencia- Por lo demás, lo que queda comentar de nuestra tarea, al margen de los temas estrictamente de carácter militar, es la importancia de restituir a nuestras familias y a nuestra gente el honor que les ha sido arrebatado y con él todos los bienes materiales y espirituales que los salvajes saqueadores de las islas usurparon con fines espurios. Criaturas de la más baja estirpe, no debemos darles tregua, y ser el azote terrible de los Siete. ¡Hundiremos sus flotas para que esas ratas se queden en sus islas! ¡Aplastaremos sus ejércitos para que no puedan seguir esparciendo su ponzoña en nuestras tierras! ¡Y dejaremos grabado a fuego en su memoria el terror y la muerte que ellos mismos nos trajeron a nuestros hogares!

Dicho el pequeño discurso introductorio (que había repasado un par de veces en mi cabeza, pero que nunca pensé que saldría tan bien) tomé asiento y me serví vino. Saludando con un gesto de cabeza a cada uno de los líderes que allí se encontraban. Esta misión era mi oportunidad y debía aprovecharla.

Myles observó al caballero entrar y reportar a la vez que brindaba aquel discurso a Ser Alarich. A su finalizació, con ambas manos juntas sirviendo ligeramente de apoyo a su barbilla, la comisura de sus labios se estiraron ligeramente para conformar un leve sonrisa