Partida Rol por web

- Lady Ariana, me pertimes unos segundos?  Acercó una silla al lugar donde estaba la jóven y Ser Patrick. Quería pedirte disculpas por el incidente que acaba de ocurrir y explicarte lo que ha pasado. Thom Merillin, era un gran amigo de Tormen, prácticamente el hermano varón que nunca tuvo. Lamentablemente fue asesinado en una de las incursiones de los salvajes de las islas. él... 

Los ojos de Julia se humedecieron al hablar del bardo muerto, habían compartido muchas cosas los tres. Su voz se cortó por unos segundos hasta que pudo continuar.

Mi hermano logró sobreponerse a su pérdida durante toda la batalla, dónde se portó como digno heredero y lideró un gran número de tropas... luego de eso, el duelo ha sido dificil para él, pero está haciendo lo posible para seguir adelante.

Bebió de su copa, necesitaba vino aquella noche. Tormen es un gran hombre y será un gran Señor, no tengo dudas de ello. Y no te hablo como su hermana, te hablo como una mujer que lo conoce de verdad. Su corazón es noble, por eso su dolor es tan grande. El daría todo por las personas a las que ama. Si te das la oportunidad de conocerlo, verás entenderás lo que te digo... 

La espada juramentada de los Amberwell sonrió ante tal afirmación, parecía no tener conocimiento de la intensidad con la que Ser Patrick intentaba llevar a cabo su trabajo.

- En ocasiones pienso que tan solo estoy aquí para protegeros de cualquier amenaza física que pueda poner en peligro a los integrantes de vuestra... -corrigió de inmediato, eran ya demasiados años- mi familia, pero entonces me doy cuenta de que hay peligros mucho mayores que pueden desembocar en problemas para la misma que acaben por poneros en peligro de un modo mucho más sutil, ese es el tipo de peligros del que vengo a advertiros, no se si me explico señorita -besándole la mano conciliador.

Cierto era que su relación no había sido todo lo estrecha que Ser Patrick hubiese querido. Su trabajo le había impedido tener tiempo para dedicarselo a cada miembro de la casa, lo suyo eran la tierra y las armas, por lo que encontraba más afinidad entres los hombres que entre las damas, tal vez por eso no había tomado esposa ni se habría preocupado por ello. Tras la muerte del joven Nathan y el nacimiento de la pequeña Calenia, la mayoría de sus esfuerzos se habían dividido entre el apoyo a Waylar, traumatizado tras haber sido testigo de la muerte de su hermano pequeño, y Calenia que demandaba más atención que todos sus hermanos juntos.

Ante la petición de la Lady, Ser Patrick no supo si debía irse o no. Tampoco le había disculpado, por lo que entendió que podía quedarse, si no fuera así tan solo tendría que pedirlo y se buscaría una excusa para dejarlas hablar a solas.

- Lady Julia -marcó una leve reverencia en un gesto con la cabeza- al parecer su hermano no es el único que llora la pérdida del joven bardo, lamento vuestra pérdida, los bardos no deberían morir nunca y menos de ese modo tan desagradable... -le pareció que no estaba encaminando demasiado bien la conversación e intentó cambiar el tono- son grandes pilares en poniente, los encargados de darles un sentido a la fiesta y la celebración de las victorias, descuidad pues vengaremos su muerte y lo celebraremos con canciones en honor al joven Thom -tomándolo como una especie de brindis, alzó la copa, miró al techo y bebió un sorbo

El escudero trae de vuelta una chica con aspecto de pescadora. Indistinguible de muchas que se encuentran en aldeas y pueblos. Pero si ha llegado de Harlaw en una barquita de vela, ha demostrado un coraje poco habitual.
- Muchacha, dices traer un mensaje. Vamos a oirlo. Primero jurarás por los dioses antiguos y los nuevos que dices la verdad. Luego hablarás. Te advierto que si mientes tu cabeza acabará en una pica para alimentar cuervos y tu cuerpo en un agujero para pasto de ratas. Quedas advertida.

La muchacha se encoge ante la mirada de Alarich. Claramente la intimida la situación.

Lord Roland saca una estrella de siete puntas que lleva colgando del cuello y la pone en la mano de la muchacha para que jure.

- Me llamo Genna y juro por todos los dioses que digo la verdad. Lo juro por los Siete, los antiguos dioses y el Dios Ahogado.

- Bien. Ahora habla.- ordena Alarich.

- Hace treinta años el Kraken Rojo saqueó Kayce durante una boda. Allí secuestró nobles doncellas, como mi señora Myriel, que iba a desposarse. Su prometido fue asesinado y ella fue ultrajada. Era y es muy bonita y el Kraken la regaló a uno de sus capitanes como esposa de la sal. Su familia, supongo, la dio por muerta. Ella era una esclava, mi señor, y lloraba cada noche en su celda pensando en su hogar.

"Mi madre era la criada de Lady Myriel y con ella fue capturada. Tuvo algo más de suerte, pues se casó con un siervo. Y nos tuvo a nosotros, sus hijos. Siempre recordaron su tierra y sus dioses.

"Yo he tenido que matar un hombre y tomar su barca para llegar aquí. La señora siempre ha sido buena conmigo y con todos los siervos. Cuidó a mi madre en su última enfermedad y quería pagarla de alguna forma.

"La señora Myriel está prisionera en una torre llamada Arrecife del Cuervo. Allí vive Hagard Merlyn su captor. Es un viejo pirata, gordo y medio sordo. Si atacáis su torre mi señora os abrirá las puertas. Es una fácil victoria y una gran hazaña a la vez, señores.

- Pobre muchacho... Sin duda fue muy doloroso para él. Sois muy buena hermanda defendiéndole.- Arianne parece más cortés que compungida de oír la muerte del bardo.- Si me disculpaís, Julia, Ser Patrick, voy a dormir. Ya es tarde y les toca a los hombres hablar de guerras.

- Bien. Llevadla de vuelta a su celda. Ya te diremos lo que decidamos.

- ¿Qué opinan, señores? ¿Podemos creer en esa historia?

Aunque el rostro de Myles hablaba por sí solo, no dudó aclarar su postura mediante palabras.

-Ni una sola palabra de lo que ha dicho es cierto. -Sentenció con seguridad. -Es una argucia tan absurda, que si me dejáis a solas con ella, no amanecerá sin que salga hasta la última gota de verdad de su boca.-

Miró entonces a todos los que allí estaban reunidos.

-No es necesario que explique todas las contradicciones en las que incurre y como intenta apelar al sentido del honor y la gloria como si fuésemos escuderos adolescentes, para conducirnos a una trampa...¿verdad?- Preguntó como dando por sentado que todos estarían de acuerdo con él. Sin embargo el hecho de preguntar ya era síntoma de que en cierta manera dudaba que todo el mundo pensase de igual manera. Sobre todo Ser Héctor, en el que posó su mirada en última instancia.

Myles Hartman rechazó de plano las palabras de la muchacha, quién a mi entender parecía sincera.

-Tengo que decir -expliqué-, que sus palabras me resultan verdaderas. Aún así, creo que lo que nos plantea no es un tema prioritario y me veo inclinado en confiar en mis compañeros de armas, más que en cualquier otra persona -asentí con la cabeza a Myles-. Yo estaría más seguro de cualquier decisión que tomáramos, si vos os dedicáis, como sugerís, a obtener la verdad. Sugiero entonces que vos, Ser Hartman, interrogéis a la mujer inmediatamente y concluyáis si habla mentiras o si es honesta. ¿Estáis de acuerdo, señores? Si es así, una vez nos quitemos este tema de encima, podremos continuar tratando temas más importantes.

-Solo Myles...- Corrigió a Ser Hector, con una sonrisa condescendiente. Dio entonces un sorbo a su copa. -Aunque necesitaría algunas herramientas de herrería y carpintería...y un sanador-

Miró a todos expectante, aunque con aire anlítico. -Para sacar oro de una mina se necesitan pico y pala...-

Fijó finalmente su mirada en Ser Alarich, esperando su consentimiento o su negativa.

Julia alzó su copa al son de la Patrick. Si lugar a dudas habría venganza por la vida del pobre bardo. Luego asintió con la cabeza mientras la joven Amberwell se retiraba. Vació su copa y pronto fue llenada por un siervo. Se dirigió al Caballero buscando entablar conversación, no deseaba ir a dormir aún, Julia era bastante nocturna.

- Ser Patrick, hace mucho estas al servicio de los Amberwell?

Veo que Myles es de los que prefieren las tenazas a la sutileza. Parecía un tipo calmado, y quizás lo sea, pero en su interior hay tanta agresividad que te hace pensarte las cosas dos veces. La verdad es que no tengo tan claro como él, si la chica miente o no... pero si es cierto, que no podemos tomar riesgos innecesarios.

-Estoy de acuerdo en obtener la verdad, pero sugiero que antes de utilizar la fuerza, tratéis de ser amable. Si al final resulta que era verdad, o que incluso podría sernos útil en un futuro, será más sencillo cuantos menos agravios pesen entre ambos. Evidentemente, si no cede ni concede, usad vuestra, por lo que veo, infatigable imaginación en el ámbito de la minería y extraed las pepitas necesarias.

Observo que SI hay bebida de verdad. Sin embargo, refreno el impulso. Hoy ya no más.

Ser Alarich os mira a todos con desagrado.

- ¿Estais locos hablando de arrancarle la carne a una mujer con hierros? ¿Una mujer que ha venido a pedir ayuda a unos caballeros? En mi castillo no se ha torturado jamás ni a los asesinos que esperaban la horca. Nadie se acercará a esa chica si no quiere compartir una celda contigua a la suya. Esperaba más de vos, Héctor.

Se fuerza a serenarse.

- Creo que ha sido un día muy ajetreado, mis señores. Mejor nos vamos a dormir y consultar con la almohada. Quiero a todo el mundo mañana en forma para las maniobras.

-Myles HARTMAN...- Corrigió a Ser Alarich, haciendo énfasis en su apellido. -no Hector.- Concluyó.

Tras ello se puso en pie con gesto serio. -No he venido aquí a ser insultado, ni siquiera por el señor de la casa. - Dijo con tranquilidad y firmeza. -Mañana comenzaré los preparativos para regresar a mi hogar.- Barrió a todos con la mirada. -Señores, señorita...- Dijo a modo de despedida con una leve inclinación de cabeza.

Miró finalmente a Ser Alarich. -Ser Alarich, yo también esperaba algo más...- Dijo finalmente antes de dirigirse hacia la salida de los salones.

- Sé con quien hablo. Señor, marchaos cuando queráis.