Partida Rol por web

El grupo para en seco y sacan las armas. Tan solo ves a los humanos y al gnomo. No hay rastro de la elfa.

- ¡¿Quién va?! - grita uno de los hombres

TRas el grito todo queda en silencio. La tos de la elfa es lo único que se oye. Proviene de la carreta donde está subido el gnomo.

Levanto los brazos para mostrar que tengo las manos desnudas... pero que también voy armado. Me muestro interesado cuando escucho la tos de la mujer.

- Uh, eso no suena muy bien. Me llamo Gabriel D'Alont. Llevo ya unos días en el bosque...

Dejo en suspenso la frase con el ánimo de que él corresponda con su propia presentación.

El grupo se relaja un poco pero no del todo.

- Nosotros también... Encima, nuestra amiga...

El humano que hablaba es interrumpido bruscamente por el otro humano de aspecto mucho más imponente.

- ¡Erudolf! - el interpelado mira hacia atrás y asiente con con cara de disculpa.

La tos de la elfa se vuelve a hacer presente.

Observo al otro hombre pero me dirijo a Erudolf, preguntándole sinceramente:

- ¿Estáis perdidos? Si tenéis a alguien enfermo, ¿por qué no volvéis a Secómber?

Erudolf vuelve la mirada hacia el tosco hombre de nuevo. Este último enarca una ceja mirándolo fijamente mas parece que Erudolf no se da por aludido.

- Lo intentamos...

La idea de que no fueran capaces de llegar a su destino ya era curiosa. Pero que ni siquiera sepan VOLVER...

- Si os habéis perdido... ¿os guío de vuelta? A pie tardaríamos... una jornada.

El corpulento humano da unos pasos hacia adelante poniendose entre Erudolf y tú.

- ¿Y qué haces tú en el bosque? - te pregunta directamente y con tono grave.

- Últimamente vivo por aquí. Cazo conejos. La ciudad está loca, ¿eh? Demasiada gente...

Digo levantando mi mirada, sorprendido de su envergadura.

El hombretón mmira hacia atrás, hacia la carreta. En esto, Erudolf aprovecha para hablar.

- ¿No... no tendrás conocimientos de enfermedades por casualidad?

Al escuchar la pregunta el corpulento humano respira hondo y te mira entornando los párpados.

Relajo un poco mi posición.

- No especialmente. Pero si ha comido algún fruto venenoso o le ha afectado alguna penosidad de la naturaleza, tal vez pueda reconocerlo.

Aunque me resulta improbable que algo así le pueda ocurrir a un elfo. Hasta hoy todos los que he conocido son habituales de los bosques.

- Bien... Aceptamos tu ayuda... Pero te vigilaré de cerca

- Me siento halagado... ¿Queréis que le eche un vistazo a esa tos o salimos directamente a la ciudad?

- Habiamos pensado tomar un pequeño descanso... No hemos parado en todo el día.

- Entonces aprovecharé para hacer un reconocimiento - miro al grandullón -. ¿Puedo, señor...?

- Te acompañaré - te responde.