Partida Rol por web

Así pues, cuando la totalidad del grupo tiene el equipaje listo y cargado en el coche de Harry, partís hacia Dunwich. El traqueteo del coche que va cargado hasta los topes adormece a los cuatro pasajeros, e incluso Harry tiene que hacer esfuerzos para no cerrar los ojos.

A las afueras de Arkham las granjas son prósperas y bien cuidadas, el paisaje es extraño y transmite una sensación de soledad más a menudo de lo que os gustaría. Conforme os alejáis de Arkham, los techos de pizarra dan paso a tablones de madera deformados y techos de paja vencidos por el peso, paredes recias y encaladas dejan paso a piedra desigual o maderos sin pulir, las limpias y orgullosas casas de labor se convierten en cabañas y chozas de aspecto precario,los rebaños saludables menguan hasta quedar reducidos a puñados de animales sucios y los campos bien cuidados ceden su lugar a pastos destartalados, matorrales y zarzas.

La carretera se transforma den dos surcos profundos por los que hay que transitar lentamente , con abundantes meandros y protuberancias, los puentes ceden el paso a vados de piedra y bancos de arena de resistencia incierta, quizás incluso la vienta y lluvia hagan la exploración más difícil.

Tras varias horas ya al atardecer, el grupo llega a la bifurcación de la "carretera" donde Harry detiene el coche, pues de acuerdo con el mapa, si tomáis el camino derecho os llevará la carretera hasta la misma Dunwich, sin embargo, vuestra zona de búsqueda se encuentra siguiendo el camino izquierdo.

Lo cual quiere decir que una de dos, o bien váis a Dunwich siguiendo el camino de la derecha, buscáis alojamiento y perdéis casi medio día entre ida y vuelta, o bien váis directamente a vuestra zona de búsqueda y os alojáis en alguna cabaña o granero, ganando medio día de búsqueda.

Quizás encontrárais un pequeño pueblo en el que pasar la noche cerca de la zona de búsqueda,o un granjero amable os alquile su granero, el caso es que tenéis que tomar una decisión.

Al ver el problema de la logística que se les presenta, cerrará su antiguo libro y les dirá a los integrantes del grupo - Lo más prudente sería ir a Dunwich y buscar un sitio en condiciones para dormir. Tardaremos un poco más pero de nada nos sirve ahorrar medio día y dormir en un granero, pues al día siguiente estaremos cansados y espesos. Debemos trabajar con la mayor lucidez posible mis señores. En un granero no se puede descansar adecuadamente. Además, yo soy un pobre anciano y mi edad ya no me permite dormir en cualquier lugar.

Paolo, que había estado jovial como siempre durante el viaje, hasta que se durmió...

Se despierta al pararse el coche y sonríe ante las palabras del señor Richardson...

Estoy de acuerdo, al menos yo no vengo preparado para dormir a la intemperie esta noche y tampoco hay tanta urgencia, ¿no?

Propongo que dediquemos la noche a preguntar a los habitantes de la ciudad y nos demos un homenage en forma de cena, tras buscar alojamiento. ¿Que les parece?

Anthony asiente a la idea de Perotti - Exacto, muchacho. Eso es justo lo que debemos hacer. Buscar un buen sitio para dormir, una buena cena y descansar. Ya iremos mañana por la mañana.

   Coincido con ustedes - señalo con tranquilidad -lo más adecuado es lograr un descanso reparador y mañana comenzar con la dicha búsqueda. De nada nos serviría comenzar la investigación en un débil estado mental o físico; de verdad prefiero perder un poco más de tiempo y encontrar un lugar apropiado para descansar que no dar lo mejor de mí en la búsqueda de los fragmentos - de verdad creía que estaba un poco fuera de lugar lo que acababa de decir, pero de verdad me parecía una total pérdida de tiempo hacer las cosas con apuro, logrando resultados negativos. Creo que todos funcionaríamos mucho mejor si nos encontramos con todas nuestras luces por la mañana; después de todo, esto no es una competencia.

Arranque Sr. Flint, entonces y vayamos al pueblo

Dice esto y se baja el sombrero para cubrirse los ojos y dormitar un rato más hasta llegar al pueblo.

Por suerte, todos opinan como yo, porque estoy agotado. Está bien, iremos a Dunwich.

Tomo el camino de la derecha.

Conducís durante otro par de horas siguiendo la carretera, ahora transitáis por parajes bastante más boscosos, por momentos la carretera parece ser tragada por el bosque e incluso en algún momento que otro tenéis que encender los faros del coche pues apenas se ve la luz de la espesura de los bosques, quedarse aquí en medio significaría perderse para siempre.

Pese a la belleza del bosque, también es cierto que tiene incluso un toque siniestro y una profunda tristeza os invade, el coche queda sumido en el silencio.

Por fin el bosque abre y en una planicie a lo lejos véis las primeras casas, Dunwich en realidad más que una ciudad es un pueblo grande, llama la atención lo disperso de las construcciones, el pueblo ocupa un área muy extensa, como si cada cual se hiciera la casa donde le viniera en gana , sin seguir orden o concierto.

Realmente, la parte importante del pueblo es el centro urbano, justo en el centro de la planicie, es ya prácticamente la hora de cenar cuando detenéis el coche en el centro del pueblo, donde hay un par de coches aparcados aunque la poca gente que véis que os mira como a forasteros, va a caballo.

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  El bosque nos daba una bienvenida silenciosa, y un escalofrío temeroso pasea por mi espalda, dándome una mala espina sobre ello. Pero rápidamente se termina cuando veo que las primeras casas aparecen, y la llegada al centro se hace un poco más rápida que lo que esperaba. Vaya bosque, espero no perderme allí dentro- comento para matar el silencio que se había abierto durante la pasada del bosque -creo que todavía llegamos temprano. Tengo un poco de hambre, pero primero no estaría de más registrarnos en un hospedaje.

El bosque produce en mí una sensación de calma que me sodomiza durante el trayecto. Una calma lúgubre que me hace comprender que no somos nada en este mundo. Mientras conduzco en silencio por el camino, un escalofrío me recorre el cuerpo al comprender que estamos alterando ese silencio con nuestra presencia. ¿Cuántas almas torturadas de cazadores, presas y excursionistas perdidos pueden recorrer este laberinto de hojas? Definitivamente, este es el mejor sitio para encontrar lo que busco, y tal vez, algo más.

Cuando llego al pueblo, aminoro la velocidad aún más si cabe, comprobando con curiosidad cada rincón del lugar, atento a todos los detalles. Somos más extraños para ellos que la bola de fuego, por la forma de mirarnos. Es curioso que haya un hotel en un sitio como este, lo que me hace recapacitar y desechar mis pensamientos sobre el bosque anterior, tal vez con algo de lástima. Puede que ese bosque no sea tan silencioso y este lugar esté abarrotado de jóvenes excursionistas. Se me escapa el último pensamiento en voz alta, saliendo de mi ensimismamiento: creo que puede haber gente que ya haya visto el meteoro y se nos haya adelantado, pero necesito un descanso. Giro el coche y lo aparco junto al hotel. Vayamos a pedir alojamiento, y luego cenemos . Ahí hay un restaurante, pero puede que el hotel nos incluya algún manjar típico de la zona, ¿no creen? Salgo del coche y compruebo si sale algún botones para recoger nuestro equipaje.

Paolo, con el desparpajo habitual, sale del coche sonriendo y estira sus agarrotados musculos.

Ya hemos llegado a este bonito pueblo en medio de ningún sitio. No se porque motivo, pero creo que esta busqueda va a ser muy interesante.

Parece que no sale nadie a recibirnos. Cojamos cada uno nuestro equipaje y vayamos dentro.

Tras decir coje su equipaje y sin esperar a los demás se adentra en el hotel.

Anthony sigue a sus compañeros cogiendo la maleta y arrastrandola como puede. Entra junto a los demás. - Me parece buena idea ir al restaurante. Así podremos intercambiar impresiones entre todos, en un lugar sosegado. Deberíamos dejar el equipaje aquí, asearnos y encontrarnos en el hall otra vez para ir a cenar.

Tenia una gran torticulis por el viaje en coche, me sientan fatal los viajes...

-Mientras haya una cama comoda en el lugar me doi por satisfecho -digo mientras me cojo el cuello girandolo con extremo cuidado- De todas formas si buscamos a algun paisano por el camino no estaria de mas preguntar por alguna luz celestial en la noche.

Cojo mi equipaje y reviso que no me deje nada

Dos botones salen a vuestro encuentro al veros encaminaros al hotel, los dos chicos de poco más de quince años, toman vuestras maletas y las dejan en la recepción del hotel.

Os registráis en el Hotel Puckball, un hotel con encanto y bastante más digno de lo que habíais imaginado, lo mejor de todo es que apenas están al 40% de su ocupación, por lo que no tenéis problemas en conseguir una habitación para cada uno (eso sí, muy modestas pero al menos limpias) al módico precio de 1,5$ por noche, tras daros las llaves subís por una escalera hasta vuestras habitaciones en la segunda planta.

Tras unos minutos en los que cada uno hace lo que mejor le parece en su habitación, os volvéis a reunir en la recepción del hotel. El recepcionista os pregunta con voz trémula

- ¿Van a cenar los señores?

Paolo, baja a la hora establecida tras asearse y cambiarse, mira a sus compañeros y sonriendo al recepcionista, no duda un segundo en responder...

Nos gustaría cenar y no veo motivo por el cual no hacerlo en el hotel, ¿que les parece señores?

Sí, ¿por qué no? Yo estoy de acuerdo  y no me importaría cenar aquí mismo. Si les parece podemos ir pidiendo mesa apartada, para discutir nuestros asuntos con tranquilidad.

Viendo que el resto no decía nada en contra y pareciendole un asunto trivial, Paolo confirmó la reserva...

Esta bien, cenaremos en su hotel si tiene un menú adecuado a nosotros.

El recepcionista se muestra encantado con que unos personajes aparentemente tan ilustres se queden a cenar en lo que parece ser su hotel, os conduce por un estrecho corredor hasta un pintoresco comedor de madera con tres mesitas y totalmente vacío, os señala una mesa y tras sentaros os informa de que el menú es cordero asado con patatas y flan de postre.

Os encogéis de hombros por no tener alternativa y el hombre acude a la cocina (una puerta lateral del comedor) dejándoos a solas en el comedor, desde allí esuccháis al hombre dar voces y encargaros cinco raciones de cordero y dos jarras de vino.

Paolo, se recuesta en su silla y dice...

Desde luego, lo que es intimidad no nos va a faltar en este lugar...

Uff, no se si la opción del restaurante hubiese sido mejor. Ya veremos.

Pero vamos, brindemos por nuestra empresa, que esta noche nos debemos al placer de conocernos.

Anthony está callado la mayoría del tiempo, mientras observa loq ue ocurre a su alrededor, al camarero, etc. - Señor Perotti, qué cree usted que nos encontraremos en nuestro destino?