Partida Rol por web

Es cierto, pero no conoce las profesiones de cada uno de nosotros. Debo atenderle, que alguien venga a la puerta por mi.

Logro reaccionar y me aparto para darle espacio al capitán. Se que acabo de complicar las cosas, pero nunca me he disculpado y no voy a empezar ahora. Busco por la habitación algo que me pueda hacer parecer una respetable doctora o enfermera. Con estos andrajos lo más a lo que puedo aspirar a parecer es a una vulgar vedette. Con un suspiro me vuelvo a tapar la boca con la tela, aparto a Adler, y entreabro la puerta para asomar sólamente la cabeza. 

Señora, disculpe las palabras sin sentido de mi ayudante. Tiene cierta discapacidad mental y a veces dice cosas que cree graciosas cuando no lo son en realidad - suspiro con el desespero de un padre al que le ha tocado un hijo tonto -. El señor Larkin ha sufrido un accidente con una botella de licor y se ha hecho un corte bastante grave con el cristal. Estoy tratando de cortar la hemorragia pero no creo que disponga de los medios necesarios para hacerlo. ¿Tendría la amabilidad de llamar a una ambulancia? O en su defecto subirme unas gasas o un botiquín o algo minimamente esterilizado - le dedico la sonrisa más tranquilizadora que soy capaz de fingir.

Sinclair echa un vistazo alrededor y, con el pánico del momento solo se le ocurre coger la ensangrentada sábana para confeccionarse de un plumazo un improvisado disfraz de enfermera asesina, que le mancha de sangre todo el precioso vestido.

Gracias a Dios, la propietaria del hotel no llega a verlo cuando la actriz se asoma por la puerta.

Mmmm, no sé a qué juegos sexuales estarían jugando, pero más les vale comportarse como es debido, rezonga la señora Cupitina desde el pasillo, entendiendo el inglés de Bustine. Una hostelera tiene que estar preparada para el turismo.

No crea que me gusta esto, señorita, pero iré al botiquín que tengo abajo, no quiero problemas en mi hotel. Después, ya pueden largarse...

Seguidamente, oís el crujir de la madera que confirma que Petronila está bajando las escaleras de nuevo.

Brian se levanta con la ayuda del señor Haynes, nota unos potentes brazos, algo que jamás tuvo él.

- Sí sí, todo bien, gracias.

Mira a su alrededor sin entender muy bien como se ha llegado a esta situación. La idea de la aventura le pareció magnífica para romper la monotonía de Detroit, pero esto ya era demasiado. Aunque no fuese gran cosa, prefería su vida a morir de alguna manera desagradable y dolorosa.

Ahora que lo pienso el señor Haynes...

Aprovechando el tirón del brazo le susurro algo a Haynes.

- Oye, ¿antes, con la máscara, también has "visto" la piramide?

Una vez de pie me coloco bien la ropa para disimular y esperar a que me conteste.

Me parece una persona muy estirada, pero a lo mejor sabe algo.

Así que él también ha visto algo...

- No... - responde Alexander en voz baja, mientras los demás están entretenidos con la anciana - Estaba en un tren, y había una piedra roja... Nada de lo que vi tenía sentido. - sentencia el abogado, poniéndose en pie.

- Tenemos que marcharnos de aquí cuanto antes - anuncia Alexander, mirando de reojo a Larkin -. Tal vez sería buena idea ir a ver a Elías, a ver si sabe qué ha pasado con el profesor.

Pero no podemos dejar que muera y nos inculpen. La señora nos ha visto, si muere el señor Larkins tendremos a la policía peruana buscándonos.

Lucy ve que la situación está empezando a escaparseles de las manos.
Capitán, vuelva a intentar tratarlo, efectivamente no podemos dejar que muera. En cuanto se estabilice, nos lo llevamos y si nos paran décimos que lo estamos llevando a un hospital.
Algo está pasando en esa dichosa pirámide, pero no me gustaría entrar en ella con la policía pisandonos los talones.

En vista que nadie parece capaz de hacer nada por Larkin, Lucy toma una decisión.

Deberíamos salir de aquí. Vayamos a buscar a Elías a ver si sabe algo de todo este... Este asunto. - Dice Lucy incapaz de definirlo mejor, y avanzando hacia la salida

Se había hecho un largo silencio en la habitación mientras cada uno de los miembros de esta extraña expedición sopesaba las terribles opciones que se les había presentado. No había muchas, y cada una peor que la anterior.

Lucy rompió ese silencio con la opción más cobarde, la de huir. Pero Brian no estaba para ponerse quisquilloso ni honorable, por lo que se unió al plan de intentar salir de allí cuanto antes. Elías parecía la mejor opción ahora mismo, tenía información de "ambos" bandos.

- Eh... sí, sí, vamonos ya. Por la puerta de atrás si es que existe.

Mientras planteaba al resto su plan, Brian mira por la ventana hacia el exterior, para saber si hay gente que les pueda ver salir, algún coche, taxi o algo que le de alguna idea para un plan que no termine en la carcel o muerto.

Yo no puedo salir así a la calle, ¿qué iba a pensar la gente? - exclamo señalando mi vestido cubierto de sangre de Larkin y dándome cuenta de que nadie iba a fijarse en la sangre, Adler si acaso - Necesito ponerme algo por encima, por hortera que sea - matizo mientras me pongo a buscar algo por la habitación lo suficientemente largo para que me tape el vestido - Buscad una botella o algo que podamos usar como sustituto del cristal con el que he herido a Larkin sin querer... Para que no busque la policía esta cosa - explico, agitando el improvisado cuchillo.

La única botella que encuentras es la de heroína encima de la mesita de noche, pero puede que valga para lo que pretendes.

Por otro lado, rebuscas en las maletas que Larkin tiene desparramadas por el suelo. Encuentras un traje blanco de lino limpio entre toda la ropa revuelta, con camisa, pantalones y chaqueta. Aunque Larkin es enjuto, te va un poco grande y está diseñado para un hombre, pero servirá.

Alexander echa un último vistazo a Larkin, decepcionado por cómo había salido todo. Su intención de apuntarse a toda esta gilipollez había sido la de ganarse el favor de Larkin, y ahora...

Con un suspiro, Alexander se dirige a la puerta y se asoma para ver si tienen el camino despejado.

- Salgamos de aquí.

Mis compañeros tienen razón, es mejor no tocar de más y acabar haciendo más daño. El capitán sigue a sus compañeros.

Procurando no dejar huellas, rompo la botella de heroína del señor Larkin, la mancho con sangre, y la dispongo de manera que parezca que se le ha clavado al hombre por accidente. Me deshago de la sabana manchada, colocándola cerca de Larkin, y entonces me cambio de ropa allí mismo, ante las babosas miradas del resto (Envidiame, Adler), con la presteza que exigiría el backstage de una importante obra de teatro. Envuelvo la desgracia en la que se ha convertido mi vestido y el cuchillo improvisado con una sábana limpia hasta formar un petate que poder llevarme para eliminar más tarde, me acicalo el pelo, y salgo dignamente de la habitación. 

Nos vamos YA - indico en un tono que no admite réplica.