Partida Rol por web

Con esa tendencia eminentemente práctica que lo distinguía, el sesudo tejano sacó un pequeño cuaderno donde comenzó a tomar notas, sin quitar la vista de lo que iba escribiendo se dirigió al recién llegado:

Usted debe ser el boticario del que nos hablaba nuestro anfitrión, me alegro de que le haya sido posible llegar a tiempo, esta ciudad puede ser una verdadera locura en ocasiones.

Concluyó sus notas, guardó el cuaderno en el bolsillo interior de su chaqueta, junto a su pluma y extendió su mano hacia su interlocutor, aunque no tardó en percatarse de que solo parecía prestar atención a la menguada botella que descansaba sobre la mesa, concluyó lacónico:

Lionel Barton, abogado.

-Prefiero el termino farmacéutico, pero antes que eso prefiero que me llamen Josep, o Sr.Paulov si lo prefiere.-Contesto al abogado sin quitar interés en aquellas anotaciones y terminar su copa.

-Un licor excelente.-Terminada la copa también termino de leer aquellos pocos recortados.-Un placer Sr.Barton.-Le ofreció la mano y sin esperar a que fuera estrechada también se dirigió al resto.-Un placer caballeros, como ya he dicho mi nombre es Josep Paulov y por si lo preguntan si, no soy nacido en esta ciudad que parece tenerme un natural desprecio.-Al parecer aprovechaba cada oportunidad para desprestigiar su "amada" Nueva York. -Espero que podemos llevarnos con cordialidad, a pesar de que pueda resultar difícil entre desconocidos.-Dicho lo dicho, esperaría el apretón de manos paciente para poder llenar una vez mas su copa, ya vacia, de aquel licor con nombre y apellido.

El joven tejano se apresuró a estrechar la mano tendida, como era de recibo entre caballeros.

El placer es mío señor Paulov. No sabe usted hasta que punto me causa interés y curiosidad su presencia aquí. No hago sino preguntarme ¿qué tarea se nos irá a encomendar en la que puedan trabajar juntos un farmacéutico y un abogado? Amén del resto de nuestros camaradas cuyas profesiones son también de lo más dispar.

Sonrió vencido incapaz de desentrañar el enigma.

Reconozco que no encuentro respuesta a ese misterio, en estos casos imagino que solo cabe esperar, esperar a que el tiempo nos traiga la solución.

Se dirigió entonces al resto de los presentes.

Disculpen si parezco muy excéntrico, se debe, en parte, a un gusto por los acertijos y enigmas heredado por parte materna. Si en algún momento les apetece puedo plantear alguno de los que conozco y estaré encantado de saber más.

Añadió después de un minuto de silencio, como justificándose:

Ejercitan la mente y la relajan de otros problemas.

No pasó mucho tiempo antes de que se haga la hora de la cita. El grupo debía viajar hacia el edificio donde vivía Jackson Elías.

Con la copa llena y los labios húmedos escucho las palabras de aquel abogado y al igual que aquel caballero Josep se preguntaba lo mismo, incluso busco con la mirada a su amigo en busca de alguna respuesta, pero Will se mantenía el silencio, presuponiendo asi que deseaba mantener la incógnita hasta que se reunieran con el dueño de aquel telegrama.

Pero no dijo nada, al no tener una respuesta simplemente asintió ligeramente con la cabeza y miro su reloj.
-Will, si estamos todos ¿No es momento de ir al encuentro de aquel hombre...-Hizo memoria.-Elias? Supongo que la única razón de que estuviéramos aquí era reunirnos. Aunque he de admitir que con esta copa aun podría quedarme unos minutos mas, de ser necesario.-Y una vez mas sus labios chocaron con el cristal.

-En efecto. Creo que ya les he causado el necesario interés como para acompañarme a la cita estipulada. -Will apuró su copa y cogió su gabardina del perchero de la entrada.- El retraso de nuestro compañero provoca que debamos agilizar nuestros movimientos, de modo que, señores, creo que es momento de partir.- Will abre la puerta y espera a que sus compañeros vayan saliendo.

Resuelto a no hacer esperar al señor Elías y sinceramente intrigado en los pormenores de aquella reunión, el joven abogado se dispuso a ponerse en camino.

¿Tomaremos un taxi? ¿o varios?

Preguntó mientras contaba a los presentes.

Me temo que no cabremos todos en un solo coche.

Tras escuchar las palabras que quería oír de Will, apuro su segunda copa, llegando casi a atragantarse, recogió su abrigo y coloco su sombrero, listo para marcharse.

-No hay problema, que Will vaya en el primero y le diremos al segundo conductor que siga al primero. Luego podemos pedirle cuentas a el señor Elias o pagar nosotros mismos, eso lo dejo a su elección.-Respondió a la pregunta del abogado.-Solo espero que sea tan buen anfitrión como misterioso.-Dicho lo dicho salio al esterior, cauteloso de perder aquel objeto que protegía su cabeza.

De un sorbo acabó mi bebida y me colocó el sombrero

-Mientras nos pongamos en marcha cualquier opción me parece bbuena, con tal de que lleguemos a nuestro destino cuanto antes y nos expliquen que quieren de nosotros.

Dejo la copa de la que sólo he podido disfrutar un pequeño sorbo y doy una palmada con las manos. No me he ni quitado el abrigo, así que sólo me tengo que poner de nuevo el sombrero rumbo a la salida, junto a mi antiguo amigo lo miro de arriba a abajo pesando en como el tiempo casi no lo ha cambiado.

-Calla, calla, me hago mayor en ese despacho del puerto y mi licencia coge polvo en la pared, él único abogado de prestigio de esta habitación es usted señor Barton- un último apretón en el hombro y le sonrío feliz.

el resto personas son respetables y académicos en su mayoría, me intriga sobremanera el propósito de nuestra reunión, y apenas puedo mantener la espectación, como casi todos los aquí presentes.

-Así sea, como dice el señor Paulov, Lionel y tú, Will, venid conmigo en el coche, los otros tres caballeros en el taxi detrás nuestro- si todo el mundo está conforme o bajamos a por un taxi o se llama por uno.

El grupo llegó rápidamente al Hotel Chelsea, donde estaba alojado Elías. Al llegar al quinto piso, caminaron por el pasillo hasta la puerta de su habitación. Lo que les había llamado la atención es que nadie haya salido a recibirlos y que tuvieran que llegar hacia la puerta de la habitación por sus propios medios.

Al ser las 8 de la noche, muchos de los turistas estaban caminando por la ciudad, por lo que el pasillo del hotel estaba vacío y solo para ustedes.

El joven abogado llamó a la puerta enseguida, por una parte alentado por el hecho de no hacer esperar demasiado a sus compañeros de pasillo y por otra debido a la impaciencia que empezaba a sentir por averiguar lo que iban a contarles. Le dijo a la puerta cerrada:

Buenas tardes Señor Elías, somos el equipo que solicitó.

Esperó una respuesta mientras se volvía hacia el citado equipo sacando su cuaderno.

Bonito hotel, muy elegante, tomaré nota del nombre por si necesito uno en algún momento -. Añadió dedicándole un guiño a Marlon, su antiguo camarada de facultad.

Por más que Lionel golpeara la puerta, nadie responde del otro lado. De todas formas notan que la luz de la habitación está prendida, ya que se cuela la iluminación por el borde inferior de la puerta.

Josep parecía mas preocupado por lo que contenía su chaqueta que por la falta de respuesta y respeto de aquel que los había reunido. Parecía jugar con los bolsillos interiores de su abrigo como si buscara o le picara algo, pero no por ello estaba cayado.

-Fácilmente pudiera estar dormido, o en el restaurante que presupongo tendrá este hotel.

- Quizás haya tenido que salir de improviso. Bajaré un momento a recepeción para ver si ha dejado algun mensaje para nosotros.

Dicho y hecho, me apeo en uno de los nuevos ascensores hidraulicos de los que goza el Hotel Chelsea.

El tejano miró extrañado la puerta, vio a Solomon marcharse, se rascó la cabeza y comentó lo que le rondaba la mente mientras señalaba la luz que se percibía bajo la puerta.

No es habitual dejarse las luces encendidas de la habitación, aún cuando se vaya a salir solo un momento, me inclino más por la primera suposición del señor Paulov. Debe haberse quedado traspuesto, ha sido un largo viaje.

Se inclinó hacia la puerta tratando de captar alguna señal de vida en su interior.

Will había recorrido el trayecto de buen humor. La fraternidad de un grupo de investigadores, próximos a detectives de antigüedades, le resultó reconfortante. El hotel Chelsea le causó una impresión excepcional. Era propio de Elías. No obstante, al llegar al punto de reunión, se sorprendió de su ausencia y, en cierto modo, perdió ese humor inicial.

Will se unió al grupo que trataba de escuchar lo que pudiera ocurrir al otro lado, pero no percibió nada especial.

-¿Y si ha ocurrido algo inesperado? -Preguntó. Will pensó en una posible aparición de la policía. El país de las libertades civiles no atravesaba por su mejor momento, y Elías, por sus viajes, podía ser objeto de extorsión de aduaneros codiciosos o policías corruptos. Ni todo el ejército de abogados de los Estados Unidos podía frenar eso.

Marlon respondió a la broma de su amigo.

-Demasiado elegante para lo que nosotros los usabamos después de nuestas borracheras, aunque espera, ahora somos prestigiosos abogados, jajaja- al ver que no responde nadie y Will empieza a ponerme nervioso, así que vuelvo a golpear la puerta con fuerza- ¡EH! ¿Hay alguien en casa?- pregunto mientras aporreo- ¡Aquí la policia!-bromeo.

Pacientemente esperó junto a mis compañeros a que Ellas abra la puerta, pero no hay señales. Me acercó a la puerta y golpeo.

-Esto es muy rraro, si no viene nadie propongo intentar entrar.

Nadie logra escuchar nada, salvo Lionel. El siente como se abre una de las ventanas del edificio y como algunos hombres intentan salir por ahí. Las pisadas son desordenadas y caóticas, como si estuvieran apurándose para salir del lugar.