Partida Rol por web

El ruido de las flechas clavándose le sobresaltaron. En ningún momento detectó a los goblins, debía ser que las aguas del Negro Salz camuflaba el hedor de los inmundos. Ni el olfato le sirvió. Enfadado, el enano agarra fuertemente su ballesta y apunta a su objetivo.

Los enemigos están a la vista y, aunque las sombras les cubren en su mayoría, sus siluetas se distinguen lo suficiente como para hacerles objetivo.

"Bueno, es hora de la acción."

Me concentro en las energías a mi alrededor e intento distinguir los distintos Vientos de la Magia para aislar los colores que necesito. Lo hago con considerable soltura, potenciando la magia a mi alrededor, que empieza a arremolinarse en mis manos.

Luego comienzo a recitar palabras en el lengua arcano, mientras hago movimientos circulares con mis extremidades:

 - "Ventorum magicae potentiae efficiunt ut inimicos meos pura virtute laedant."

Pero mis esfuerzos no consiguen reunir el poder necesario para formar un  proyectil funcional y se disipan rápidamente. Maldigo para mis adentros, esperando que en el caos de la batalla nadie note o frustrado que estoy.

—¡Aguanta pescadero Gorst!

Su odio hacia esas criaturas y el daño hacia el nuevo compañero desata su ira interna. Preparado con su ballesta, primero localiza al odioso goblin que se jactaba de haber acertado y se toma un breve momento en apuntarle. Suelta el gatillo, dejando volar el virote a toda velocidad.

Un hilo incorpóreo de energías mágicas se arremolinaban alrrededor de las manos del hechicero formando una delgada línea que flotaba en el aire con forma de una fantasmal flecha...

El timonel miraba hipnotizado las extrañas artes que se desataban en su barcaza en lo que parecía una coreografía perfectamente estudiada. No sabríais decir, debido a la llovizna que todavía caía, si el regero que caía de sus pantalones era agua acumulada en su ropa u orín que caía debido al espectáculo arcano. Lo que si era cierto es que la barcaza seguía río arriba presentándoos como blanco al enemigo.

Gorst maldijo en voz alta como si fuera un maldito marinero kislevita.  Se arrastró hasta el timón y sacó de allí al enclenque hombre que gateó por la cubierta hasta ponerse lo mas alejado que pudo del hechicero. Por fin la barcaza viró mirando a la orilla, donde algunos goblins festejaban la cacería y ya se imaginaban el sabor de la carne humana mientras seguían disparando flechas.

Al humano llamado Andor, parecía que le tenían en el punto de mira varios goblins, aunque por suerte las flechas no alcanzaron a su objetivo. Si que lo hicieron con el enano, pues una de las flechas se clavó en el cuero de su pectoral sin llegar a atravesarlo, mientras el enano les devolvía el favor clavándole su virote de ballesta a un goblin entre los ojos.

No tenía ninguna opción de atacar a los goblins desde la distancia así que esperé aque Gorst condujera la nave hasta la orilla para poder saltar de la barcaza y empezar a rebanar pescuezos verdes.

Me moví lo más pegado al suelo posible para alcanzar uno de los ganchos con cuerdas que había en la barcaza. Si consiguiera lanzarlo hacia la orilla podría ayudar a acercar la barcaza lo más rápidamente posible. Cogí la cuerda y me puse de rodillas, volteando el gancho por encima de la cabeza y lanzándolo a la orilla.

Con un poco de suerte engancharé algún goblin.

Ándor lanzó el gancho aprovechando que la barcaza se aproximaba a la orilla. El gancho se enredó entre las ramas de un árbol inclinado que sobresalía de la orilla. Enseguida el alguacil y uno de los compañeros de la taberna se posicionaron tirando de la cuerda, y acercando la barcaza hacia la orilla.

Desde la otra barcaza se oían disparos y voces, pero se acercaban a menor ritmo que vosotros, por lo que seriais los primeros en llegar a la orilla.

El resto del equipo sobre nuestra barcaza comienza a engarcharnos para poder salir a pelear a tierra firme, donde los pieles verdes están esperándonos para luchar. Sé que mis posibilidades no son las mejores en combate cuerpo a cuerpo, por lo que planeo dejarlos a ellos luchar en primera línea mientras utilizo la magia para atacar a distancia segura.

"Pues es solo de esa forma en que puedo intentar controlar la magia para derrotar a los enemigos."

Así que intento nuevamente separar el color apropiado de los Vientos de la Magia para facilitar la realización de un conjuro. No consigo concentrarme lo suficiente para purgar las energías a mi alrededor más de todas formas intento crear magia con mis manos y palabras:

 - "Ventorum magicae potentiae efficiunt ut inimicos meos pura virtute laedant."

Esta vez, mi poder se manifiesta al extraer suficiente energía del Inmaterium para generar un dardo de energía blanquecino que flota sobre mi dedo índice con la forma de un virote. Estiro mi mano apuntando a uno de los goblins, instante en el que el proyectil vuela directamente al objetivo, para impactarle.

Gorst había tenido que tomar el timón ante la indecisión de quien lo conducía. Gruñó y jadeó por el dolor de manejarlo con aquel ástil de flecha aún metido en su carne, pero aguantó el tipo.

- ¡Más putas las pasé cuando tuve que soltar del casco de mi barcaza a aquel pulpo podrido y corrupto! - dijo para sí mismo con un gruñido seco, mientras esperaba el impacto seco de la barcaza contra la orilla.       

Ahora que la nave se dirigía a tierra en donde estaban el enemigo, se preparó para el festín. Bajó el arma y se dirigió al alguacil sin perder de vista las flechas que volaban.

—¡Jefe! ¡Alguacil! —Se le notaba acalorado, pese a la frigidez del ambiente— ¡Gotfried! ¿Posiciones? Ya os digo que en cuanto aterricemos me acercaré como un minotauro y luego arremeteré con alguno.

Intercambió su ballesta por el escudo de su espalda y agarró su hacha situada en su costado. Tan solo debería aguantar unos instantes entre que pudiese tocar suelo y cargar con algún verdoso.

Los goblins seguían lanzando flechas sin inmutarse por el cambio de rumbo de la barcaza. Tal vez eran demasiado estupidos para saber lo que les venía encima, como aseguraban las habladurías sobre los pieles verdes.

Aún asi, las flechas caian sobre la barcaza. Una de ellas se coavó en la madera sobre la cabeza del timonel, que seguía encogido en el suelo mirando a Leopold. Otra se clavó cerca del pie de Gorst, mientras que otra impactó de lleno contra el compañero que subió con vosotros a la barcaza. Por desgracia la flecha se clavó en el pulmón, y la sangre comenzó a surgir por su boca a borbotones.

El goblin que le alcanzó comenzó a saltar y dar gritos ininteligibles mientras se golpeaba el pecho adjudicándose la autoria de la muerte. Otro goblin lo golpeó adjudicandose la muerte él, y los dos goblins se enzarzaron en una pelea por ver quien habia matado al humano, mientras un tercero les vitoreaba.

Aún no habíamos llegado a la orilla, pero la cuerda con el gancho que había conseguido afianzar en la orilla, nos acercaba a ella rápidamente. Pronto podría saltar a tierra firme y poder ayudar al grupo a deshacernos de los asaltantes.

Me preparé para saltar.

La proa de la barcaza se deslizó por el fango unos centímetros hasta que se paró. La orilla estaba a escaso medio brazo de distancia y sin pensarlo saltásteis salpicando agua y lodo sin importar lo que os ensuciarais. Esos pieles verdes lo iban a pagar caro. 

Cuando al fin lo sintió, echó mano del hacha, y se dirigió hacia la borda para saltar por ella, presto a cobrarse el flechazo en el pellejo de alguna de aquellas criaturas pestilentes.

- ¡Vais a lamentar haberme jodido el negocio, asquerosos pellejos verdes!

Corró blandiendo torpemente su hacha, pues no era un gran guerrero, aunque sí que tenía en las venas todo el odio contra aquella pequeña raza que cualquier persona que viva cerca de las fronteras del imperio desarrolla de forma natural.

Viendo el panorama, Gorst optó por arrojarse hacia un grupo de pielesverdes que se estaban peleando entre ellos, pensando que serían una presa fácil. Su avance, sin embargo, se vio entorpecido por el barro, y cuando llegó hasta ellos apenas alcanzó a darle un hachazo a un tocón viejo que yacía cerca del lugar.

- Maldita sea. - murmuró.

El alguacil soltó la cuerda y corrió por toda la barca hasta la caja de madera cuadrada. Abrió la tapa de un empellón y comenzó a revolverlo todo.

-Maldita sea.- masculló entre dientes mientras revolvía el contenido de la caja. -¿Dónde están?

Al fin sacó varias antorchas, un acero y un pedernal.

El desembarco ya comienza y los hombres empiezan a luchar en cuerpo a cuerpo utilizando sus armas para acabar con los asaltantes pieles verdes. Yo me siento un poco más seguro ya de utilizar mis poderes, considerando que ellos generan una primera línea de defensa que me mantiene a salvo en el uso de mi peligroso e inestable don.

"Si tengo mucha tensión encima, es más difícil conseguir algo. Mejor de esta forma."

Así que me concentro nuevamente en el poder de la magia, para discernir el color apropiado. En mis manos comienza a brillar la energía del Inmaterium y consigo esquivar las corrientes inapropiadas. Cuando el pozo energético está en su punto más alto, comienzo a materializar un proyectil de energía, lo que consigo sin mucho problema.

Con un sutil movimiento de mis dedos, lo hago volar directamente hacia uno de los goblins, que impacta directamente en él con violencia.

La flecha magica de Leopold acaba con otro piel verde a la vez que su compañero sale corriendo y atraviesa unas matas huyendo del lugar. Los que estaban peleando dejaron de pelearse viendo al hombre que blandía un hacha sobre ellos y se abalanzaron los dos contra él, uno con su cuchillo y el otro con una flecha intentando clavarsela por doquier.