Partida Rol por web

Richard abre el botiquín y se encuentra con una botella con aspirinas, un par de tabletas que parecen ser un antibiótico (después las revisará mejor), un frasquito pequeño de jarabe para la tos, algo de algodón, unas pastillas para el dolor estomacal y unas cintas adhesivas de esas que usas cuando te haces un corte, también hay enjuague bucal y pasta dental, aunque se encuentre por la mitad.

Luego Richard se dirige al comedor. El esqueleto en la silla, atado, es terrible. No por la muerte en sí sino por el sufrimiento que debió haber padecido el pobre infeliz antes.

No vé ningún signo de trampas. En el comedor solamente están sillas, la mesa, un lugar como de vajillas y eso, unos cuadros adosados a la pared, de un feo papel tapiz y luego hay dos puertas.

Una da al exterior y la otra no se sabe.

También hay escaleras que van al primer piso, pero no sabe Richard si allí no reinan las sombras.

Asegurándome de que la puerta está abierta para subir corriendo si es necesario, comienzo a descender lentamente, intentado no hacer ruido, alumbrándolo todo con la linterna a la vez que apuntaba con el rifle, escuché esos sonidos que helaron mi sangre pero no me detuve, proseguí descendiendo, hasta poder llegar a los primeros estantes y poder llenar las bolsas de provisiones.

Aqui no hay nada mas que ver ni que hacer.

Sabiendo que detras de cada puerta era tan facil encontrar la muerte como un tesoro, o lo que se podia considerar un tesoro en ese mundo, Richard tomó la decision de abandonar la casa. Por experiencia sabia que la mejor opcion siempre era salir por el mismo lugar que habia entrado, pese a ver la puerta principal a escasos metros.
Tras saltar por la ventana del baño echó un vistazo a su alrededor, mas buscando supervivientes que enemigos, el Sol hacia dificil la presencia de estos ultimos.
Rodeó la casa y se metió en la camioneta. Dejó la mochila en el asiento del copiloto y la escopeta sobre ella, bien a mano.  Puso el motor en marcha y tocó el claxon intermitentemente para asi llamar la atencion de cualquiera que pudiera estar por la zona.

Alguien tiene que haber sobrevivido, si yo lo he conseguido debe hacer decenas de personas en mi misma situacion.

Siempre guardaba la esperanza de encontrar mas gente, la estadistica le daba la razon, o al menos en la teoria.

Un escalofrío me recorre de pies a cabeza al escuchar esas voces e instintivamente doy varios pasos hacia atrás alejandome de la parte trasera del camión. Noto como un sudor frío me recorre la frente. Una sensación de terror como hacía tiempo que no experimentaba se apoderó de mí. "Por todos los diablos, en que estaría pensando!! No he visto un alma humana en todo este tiempo y de buenas a primeras he creido encontrar a alguién!! Joder, y esas voces no tienen nada de humano!!"
Noto el sudor en la mano con la que agarraba la pistola. "Hay que irse, echando leches!!"
Dicen que el miedo hace correr a una persona más de lo que él mismo es capaz. Y como el viento me dirigo a los coches buscando alguno que pueda forzar y salir pitando..es lo único que pienso...irme de allí. Pero esas aterradoras voces me acompañan todos los segundos..."Tenemos hambre!" y las palabras raras que no entendía sonaban casi peor que las que sí había entendido.
"Por favor, por favor....algún coche con gasolina!! sólo pido eso!!"
Miro por encima de mí al camión...esperando ver en cualquier momento ver abrirse sus puertas traseras..."pero es de día...ahora no pueden salir!!". Ni ese pensamiento me tranquilizaba.

Carl le deja una latita de comida a la gata, que se relame de gusto mientras se alimenta. Él, por su parte, está interesado en cuantificar su equipo. Lo primero que busca son municiones pero no halla ninguna, se vé que esta tienda es de deportes pero no incluye como tal la caza, lo cierto es que a menos que se encuentren en el depósito, no hay balas por aquí. Sí tiene suerte con la caña de pescar, logra conseguir una y varios anzuelos.

Las barras de cereal están en perfecto estado, así que agarra una buena parte de ellas. Ahora busca un machete, camina alrededor de los estantes con la esperanza de hallar un machete o algo similar. No encuentra nada de eso, Carl comienza a pensar si, después de todo y pese a que no tiene tantas ganas de hacerlo, debería bajar al depósito pero entonces vé algo interesante:

Es hermosa, larga, afilada y tiene una funda propia: una espada de esgrima, lo espera brillantemente en uno de los muebles de exhibición.

Mientras, la gatita sigue comiendo, tranquila. De pronto el hombre nota que el felino se detiene y se pone tensa. Está mirando hacia la puerta del depósito...

Inmediatamente bajo el tono. Apunto hacia el lugar de donde salió la pelota.

Muevete despacio hacia la luz del sol. Con todo el sigilo posible. Si tenemos suerte podremos salir sin cruzarnos con ellos. Si no, habrá que correr hacia el exterior.

Subitamente el pulso se me había acelerado y sentia el latido de mi corazón desde las sienes a la punta de los pies.

Joy repite la operación con la siguiente puerta abierta que encuentra. Ya tomó las cosas que le interesaban del botiquín pero quería recorrer más el hotel, en busca de mayor cantidad de reservas, de posibilidades.

La habitación que descubre es parecida a la anterior, sólo que la cama es de una plaza. No hay nada en ella, ni siquiera sábanas, está como deshecha. Una parte del colchón sobresale como si lo hubiera partido. Joy nota marcas en el mismo, como de garras. En ese momento siente el gruñido, viene del lugar donde se encuentra el baño. Antes de que la chica llegue a hacer algo, lo tiene adelante, sus ojos son feroces, evidentemente está buscando comida y a falta de un bistec la chica parece perfectamente apetecible...

Joy sabe que los animales salvajes pululan la tierra desde que la humanidad como tal dejó de existir, pero el tener a semejante bestia delante, le hace perder el miedo a todo lo demás, sólo importa este momento; si actúa torpemente será la cena del león...

Carl agarra la espada de esgrima con fuerza y se queda tenso mirando fijamente la bajada al deposito.

Mira por encima del hombro a ver si sigue siendo de dia y a continuacion comprueba su reloj

"lo que haya alli abajo no saldra, no saldra"

Empieza a retroceder hacia la puerta sin dar la espalda a la entrada del deposito hasta llegar al mostrador, coje a la gata y sale fuera. Solo entonces a la luz del sol se apoya en la pared y se permite respirar en fuertes jadeos

-uff, ufff, mejor sigo el camino, aun tengo que encontrar algunas cosas-

Se incorpora y empieza a caminar calle abajo con la gata aun en brazos

-a la farmacia, necesitare antibioticos y cosas de primeros auxilios, por si acaso-

Gira la cabeza hacia la tienda de deportes mientras sigue caminando "el caso es que necesitaba un saco de dormir y algo para hacer fuego y cocinar, tendre que encontrar algo"

-¿espero que no estuvieras silbando a una rata eh gatita?- dice a la gata mientras la acaricia

Adam entró en la casa que le parecía menos peligrosa. Pasó el sillón y entró en una cocinita pequeña. La heladera estaba completamente vacía pero Adam probó suerte con las alacenas. En la primera había: un paquete de arroz, un saco de harina, fideos (3 paquetes); en la segunda encontró: dos latas de atún, 1 de caballa y un frasco con azúcar, al menos parecía azúcar.

No había más que eso, pero era algo. Comprobó luego que el grifo andaba y salía agua corriente, así que tenía varias batellas vacías de Coca Cola en la heladera por si quería llenar alguna.

No encontró una linterna por aquí pero aún le faltaban revisar las habitaciones de arriba y el baño.

Eran las 9 menos cuarto de la mañana.

...Un... superviviente... - Pensó Jota aun sin poder creerselo. No se encontraba muy cuerdo, pero tampoco parecia que pudiese esperar mucho mas de los supervivientes. Dudó unos segundos pero finalmente Se acordó del trabajo que se supone iba a realizar algun dia. Salvar la vida de la gente que se encuentra en peligro aunque tuvieses que poner la tuya en peligro.

Sin mucho mas tiempo para pensar le lanzó una de las latas de conservas cerca del chico y el perro.

- Chaval, si tienes hambre ahora iba a ir al pueblo a buscar provisiones. ¿Te apuntas? Yo invito a la primera - Invitó Jota con el tono mas jovial que consiguió exprimir de la tensión interior que estaba viviendo.

Lucian está hablándole al can y le ha puesto nombre y todo, cuando una lata cae hasta sus pies. El chico ve que es de comida, levanta la vista y allí, algo que ya había pensado imposible o al menos muy improbable, ve a un hombre que lo está mirando desde una ventana cercana, en otra de las casas. La luz del sol le da de pleno y no cabe duda de que no se trata de una de las criaturas.

Con tono amigable y alegre, el hombre le pregunta:

- Chaval, si tienes hambre ahora iba a ir al pueblo a buscar provisiones. ¿Te apuntas? Yo invito a la primera

|Hotel|

Todo mi cuerpo se congela al ver al león. Incluso mi corazón; puedo notar como deja de palpitar unos segundos antes de tener que coger aire muy lentamente. Igual que me he asomado al baño, retrocedo con un movimiento suave y, cuando estoy de nuevo en la habitación, me giro para salir de la habitación, ahora sí: corriendo.

Ni siquiera miro atrás mientras corro por el pasillo. ¡Un jodido león! ¡Qué le den a las armas, a la comida y a todo lo demás! ¡A saber qué mas bestias habría por allí dentro!

Sigo corriendo buscando la salida al exterior. Hace un buen día, hoy podré caminar tranquilamente por el exterior y buscar otro refugio para la noche... También debería pensar en conseguir un transporte o un mapa, para intentar ir a algún sitio. Tenía que haber mas gente superviviente, como yo. Es imposible que sea la última persona con vida en este puto mundo.

Con el pulso temblante, Ben llegó a los primeros estantes de provisiones. Dejó la puerta abierta totalmente, para asegurarse de que no se cerrara y lo encerrara en dicha oscuridad. Encontró muchas latas de víveres: caballa, atún, ajíes en conserva, pepinillos en vinagre, latas de leche en polvo, botellas de aceite de un litro cada una. Ben seguía mirando, aproximándose un paso más en la oscuridad para revisar la estantería opuesta. En ella halló paquetes de fideos, arroz, harina, azúcar.

Había además un cesto con patatas que no parecían en mal estado. Ben estiró la mano para coger una y olerla, cuando sintió el chirrido y vió dos ojos que en la obscuridad, lo miraban con luz en su interior...

Richard toma todo el botiquín, entra en la camioneta y arranca. Por fortuna el vehículo responde a sus manos y la gasolina ocupa más de medio tanque. El hombre conduce y ve pasar delante las casas, trata de no pensar demasiado en lo que ha visto aunque no es tan fácil como parece. Se concentra en la carretera. Trata de desenfocar su miedo y pone un cd que vé en la guantera. La música de Creedence llena el vehículo, y por un instante parece que la vida fuera normal.

Son las doce del mediodía y el sol está pleno en el cielo cuando vé cruzar delante de él a una chica. Está corriendo aterrada.

Pero es pleno día.

Richard trata de digerir lo de la chica, que no es para nada una infectada y frena la camioneta.

Entonces vé el motivo de su prisa, tampoco es un infectado. Un enorme león corre tras la chica pensando seguramente en su próximo almuerzo...

Carl camina con la gatita en sus brazos. El animal ronronea como toda respuesta a la pregunta del fortachón. Por primera vez en mucho tiempo él no se siente tan sólo. Después de caminar dos cuadras Carl encuentra a una farmacia. Es un local pequeño, sus vidrieras son totalmente transparentes así que la luz solar la ilumina por dentro un cien por ciento. Eso es algo que le alegra sobremanera.

Entonces la gatita se pone tensa, y comienza a tratar de zafarse del abrazo de Carl. A medida que él se va acercando a la farmacia la reacción del animalito es peor. Entonces el felino se escapa y se esconde dentro de un auto.

Carl vé la razón pronto.

Dentro de la farmacia hay dos lobos, sus ojos amarillos están alertas, están comiendo algo. No, están comiendo a alguien, al menos eso parece por sus fauces con sangre. Uno de ellos levanta la cabeza y vé a Carl.

Comienza a gruñirle.

Mark le aconseja a Lenore ir retrocediendo hacia la luz, hacia las afueras del supermercado. Él también comienza alejarse de la zona ensombrecida. En ese momento vé salir detrás de una de las partes más oscuras a un niño. Tendrá unos diez años pero ya no es humano, sus ojos tienen ese fulgor fosforescente tirando a verdoso. Su piel es pálida, como la de un papel, con tonos grisáceos. Coje la pelota y mira a Lenore y a su nuevo compañero.

Habla, con esa voz tan aterradora, aunque sus palabras parecen las de un niño normal.

-Mami... quiero a mi mami. Mami, mami, mami. La pelota no bota, la pelota. Mami, ¿mami eres tú?

El niño camina unos pasos más cerca de Mark hasta que ve el rayo de sol que se interpone.

-Diminis itci irum. Mami tengo miedo... mami, mami no me dejes.

Le habla ahora a Lenore.

La criatura se acerca cada vez más. El rayo de sol parece mantenerlo alejado pero se dirige hacia Lenore. Sé que debería dispararle pero...¡Oh, Dios mio! ¡Se parece tanto a Pete! Siento la necesidad de acariciar el teléfono de juguete que viaja dentro de la mochila pero este no es el momento. Cuando reúno la fuerza de voluntad necesaria para apuntarle con el winchester ya tengo los ojos enrojecidos y húmedos.

Lo siento, Pete, pero no puedo dejar que mates a la otra única persona viva que, por lo que sé, queda en el mundo...

Antes de decir lo siguiente, me veo obligado a parpadear un par de veces para contener las lágrimas. Cristina...

Vuelve con mamá, hijo...

Carl desenfunda la pistola y apunta a los lobos mientras empieza a retroceder lentamente. Un disparo seguramente los espantaria, si no estan muy hambrientos, pero le quedan muy pocas balas.

Asi retrocede lentamente hasta poner entre el y los lobos un coche por en medio, luego busca algo que agarrar, una piedra, un palo, o lo que sea. Y se lo tirara a los lobos, con un poco de suerte igual se van

¿Que demonios? ¡Un leon! Creia que estarian todos muertos al quedarse encerrados en el zoo.

- Mierda...

Tras meses por fin encuentro a alguien y esta a punto de ser devorado por un leon. Apuesto cual ha sido la dieta del animal durante las noches.

Richard se abrochó el cinturon de seguridad y pisó a fondo el acelerador. Su intencion era atropellar al leon y acabar con su vida en el acto.

Sin duda la escena es absurda, una mujer perseguida por un leon que a su vez es perseguido por una camioneta. En unos segundos comprobaremos el resultado.

El virologo habia tenido en el pasado experiencias parecidas. En una ocasion, mientras regresaba a casa de noche, se cruzó por la carretera un coyote. El animal voló mas de diez metros tras el fuerte impacto con su deportivo.
Mucho antes, cuando era un niño, su padre atropelló un cervatillo cuando iban de viaje al parque de Yellowstone. Entonces fueron accidentes, ahora seria algo premeditado y necesario, al menos para salvar la vida a esa desconocida.

Bueno, creo que la asociacion protectora de animales no existe, asi que nadie me acusará de nada.