Partida Rol por web

El bastardo Marcus Storm ya salió de la estancia tras transmitir unas palabras a su medio hermano. En su lugar entraron varios de los criados de la Casa Horpe que sirvieron a su señor en vida y ahora lo harían para transportar su cuerpo al carruaje que ya se encontraba preparado para llevar el cuerpo del difunto de vuelta a su tierra.

El paseo fue calmado, solemne. No tardó Lord Benjamin en empezar a seguir al séquito, le acompañó rápidamente Lord Ralph y su esposa Lady Cathelyn que se colocaron a un paso tras el hijo doliente. Una palmada fue el único gesto que le dispensaron para transmitirle apoyo. Con el tiempo todos empezaron a replicar convirtiéndose en una breve procesión hasta que se encontraron en el exterior.

Fuera no hacía mal tiempo más unas nubes estaban empezando a agruparse conformando grises nubarrones que prometían interrumpir el buen tiempo. No tardó el carruaje en ponerse en marcha y abandonar Pazo Pajar y con ello los dos días de duelo terminaron.

-Se acabó lo que se daba.- Sentenció Gabe. -A ver si ya terminamos esto y podemos largarnos- Entonces añadió con una sonrisa que no dejaba de ser enigmática. -Me pregunto cómo terminará esto...

No me había enterado de mucho más, así que cuando veo que el bastardo que habíamos conocido fuera sale de sala, me fijo en él y en como detrás vienen los criados para llevar a su Señor ya muerto.

Cuando hubieron salido por la puerta, me acerco lentamente hacia mi padre y mis hermanos, los miro, como esperando a que me digan algo más, luego con un leve susurro. -¿Entonces habéis descubierto algo?-

Mi vista se iba moviendo entre mi familia y el resto de gente que había en el funeral, que ahora estaban saliendo hacia el exterior acompañando al séquito, así que decido también salir, las nubes que se presentaban en el cielo no auguraban nada bueno, parecía que hoy tendríamos que estar encerrados en Pazo Pajar, ya que las lluvias se presentaban bastante seguras en el cielo.

Negó casi de forma imperceptible ante la pregunta de su hija. -Sólo cabilaciones de un viejo.- Respondió en el mismo tono discreto con el que había estado hablando a su hijo.

- Y que los Siete me perdonen, pero mi olfato me guía hacia Ben y Marcus, o uno de los dos, pero no por los motivos que podríamos pensar.-

Cleesten alzó un momento la vista al percibir que la gente comenzaba a abandonar la sala y empezó a caminar con desgana, despacio, como si no tuviese prisa ninguna en ser el primero en abandonar la estancia y sí lo contrario.

- ¿Y tú, hija.? Entiendo que no ha habido suerte...-

Se despidió de Gabe con un gesto de cabeza y se volvió a juntar a su padre.

Rickard no había conseguido sacar nada en claro, todo le resultaba tan confuso como antes. Empezaba a pensar que quien hubiese hecho esto debía ser alguno de los Caballeros de confianza de las familias. Pero solo era una salida tras no tener nada contra el resto. 

Las miradas de todos los que se encontraban allí se encontraban fijas en el horizonte, todos parecían observar respetuosamente el lento avance que protagonizaba el cortejo fúnebre. Para cuando la extraña comitiva cruzó la puerta aquella especie de extraño orden marcial de miradas desapareció viéndose sustituida por el repentino recuerdo de una tarea olvidada o el recuerdo de algo que hacer.

Aquel era el último día de duelo y probablemente pronto acabaría aquellos días de comunión entre las diferentes Casas. Con un poso amargo que nada tenía que ver con el optimismo que se respiraba en el primer día.

De un vistazo confirmó Lord Cleesten que sus hijos estaban pendientes de su mirada y les invitó a subir. Había mucho de qué hablar...

El joven heredero no tardó en separarse del grupo, debía comprobarlo, al menos asegurarse y no se le ocurría mejor fuente. Los peldaños de madera se encontraban forrados por una alfombra oscura de color incierto. La luz en aquel lugar no era la mejor y las antorchas se encontraban dispuestas cada la distancia justa como para que no hubiese puntos a oscuras. No había ninguna intención de dotar de más luz a aquel lugar de la estrictamente necesario. Aquel aspecto acolchado amortiguaba sus pisadas pero aún así sonaban aceleradas.

Había pasado un tiempo desde la última vez que vio a aquellos bastardos muertos del hambre que en su ignorancia creyeron que podían campar libremente por las tierras de su señor padre y allí estaban, en una celda que los hombres de su padre habían fabricado a medida. Un extraño privilegio por el que no parecían estar especialmente agradecidos pues en su lugar dormitaban.

Hedían más de lo que recordaba, salvando aquel detalle un plato vacío y una copa tirada al suelo parecían dar a entender que eran debidamente alimentados. Ellos no eran animales. Entonces uno de los soldados, el que parecía estar asignado a la guardia de aquella caja, pareció darse cuenta de la presencia del joven heredero y se cuadró a la espera de una orden.

Aquellos últimos días no podían tener otro calificativo que no fuese el de días oscuros. La muerte de un amigo y camarada no era plato de buen gusto, más encuadrarlo dentro de un asesinato y que su familia fuese remotamente considerada como una posible pieza dentro de aquella situación no ofrecían otra cosa si no un cuadro macabro.

Tocaba reponerse de aquello, al menos asegurarse de que su familia avanzase en medio de aquella oscuridad, sólo así podrían encontrar la luz. Además... Las posibilidades eran infinitas, la muerte del pobre Lord Cleon podría haberse tratado de un accidente del que sus pérfidos hijos hubiesen buscado obtener ventaja... Las posibilidades eran muchas y no convenía que su interlocutor las escuchase.

-¿Y bien amigo?- Preguntó pacientemente Lord Buckler quién se encontraba sentado en una silla a escasos metros del señor de la Sierpe Marina.

Su mujer se encontraba en segundo plano, a una conveniente distancia para escuchar una conversación pronunciada en un tono normal y nada que fuese pronunciado en susurro. Ésta parecía estar ocupada cosiendo un dibujo sobre algún pañuelo, cosas de mujeres.

Rickard fue el primero en marcharse, raudo como si hubiese olvidado algo. Apenas dio explicaciones salvo un comentario... ¿Algo de un molinero que podría saber algo? Padre por su parte anunció que iba a hablar con Lord Buckler para buscar su intercesión, ayudaría a que el enlace se fraguase más tampoco quiso dar demasiados detalles.

Y así como estaban acostumbrados los dos hermanos volvieron a quedarse solos, los mayores hacían cosas de mayores y ellos por su parte... Pues pasaban el rato. Sin embargo detrás de aquella aparente inocencia había una convicción, al menos en los ojos de Samuel quién se sentía espoleado por las palabras de aliento que su progenitor le dispensara hacía apenas unos instantes. 

Se encontraban en el exterior del castillo, allí se encaminaron más por el recuerdo y por una dirección tomada que por una razón más decisiva. Y allí se encontraba a pocos metros Gretchel Gower acompañada como en el banquete por su sombra ser Royland Swygert. La joven parecía ir del mismo palo que Myria pues parecía tener en sus manos un puñado de gijarros con el que se entretenía en arrojar contra el lago más próximo.

No pasó desapercibida la llegada de la pareja para ser Royland quién pareció mover los labios. Entonces Gretchel dejó caer las piedras y empezó a frotar sus manos entre sí como buscando eliminar cualquier atisbo de su actividad antes de enfrentarse a los recién llegados.

- Lord Ralph, gracias por recibirme.- Dijo primeramente, aunque sin muchos más preámbulos decidió ir directamente con su propuesta. 

- No creo que sea buena nueva las diferencias que Lord Alfric y yo mantenemos desde hace ya tiempo.- Evidentemente. - Ya sabréis los motivos, siempre cuestiones de lindes. No quiero aburriros con ellos.- Tampoco estaba en realidad allí para tratar de justificar nada, si no para poner una solución sobre la mesa. - Pero sí quisiera pedir vuestro apoyo para ponerle fin a este conflicto que ya perdura demasiado. Es evidente que esto no beneficia a ninguna de las dos casas ni a la que servimos.- Así lo pensaba en cierto modo, pues que las dos casas se debilitasen , debilitaba también a la soberana Buckler.

- No tiene sentido continuar con una disputa por tierras, cuando ambas casas podrían beneficiarse de ellas.- Hizo una pequeña pausa. - Lord Alfric tiene hijas casaderas y como bien sabéis, yo hijos varones en la misma disposición. Creo que para poner fin a este conflicto y que todas las partes salgan beneficiadas, deberíamos acordar un enlace matrimonial.- Hizo especial hincapié en "todas" tratando de  dejar clara su visión de que también sería beneficioso para Lord Buckler.

- De cualquier forma, ya sabéis que Lord Alfric posee un temperamento complicado, pero apaciguado con vuestra presencia y consejo. Por eso quería pediros que intercedáis y aprobéis este enlace.- Expuso con la máxima claridad que pudo y sin tapujos.

Retírate deseo hablar con mis prisioneros en privado. 

Como siempre volvíamos a estar los dos solos, mejor para nosotros, ya que así no teníamos que atender a todos los problemas que se habían formado, ya se solucionarían, es verdad que por la misma razón de estar siempre paseando nosotros dos, nos habíamos metido en un lío al ser testigos del asesinato de un hombre, aunque tampoco se podía decir que tuviéramos las mejores pruebas de los sucedido, no habíamos visto al culpable.

El día era agradable, quizás no tanto para los que de verdad quisieran al Lord que había fallecido, pero por lo demás daban ganas de pasear y por los visto, Gretchel había pensado lo mismo.

Camino en su dirección, mientras observo como lanza una pequeña piedra hacia el lago. Sonrío, quizás fuera más interesante de lo que pensaba. Sigo andando hacia ella y el caballero que la acompaña.

-¡Hola!- Digo con alegría mientras me agacho para coger uno de los guijarros que ha dejado caer. -Por nosotros no te cortes.- Y lo arrojo hacia el lago como previamente había hecho la muchacha.

La miro sonriente, levantando las cejas y esperando su reacción, mientras le pregunto. -¿Qué tal te ha ido? Hacía tiempo que no te veía, desde el banquete.-

-Yo he estado un poco aburrida…-

Luego me froto las manos en el vestido y miro hacia el caballero, no tenía muy claro si había coincidido con él antes, quizás sí y no me había fijado.

Las palabras de Rickard fueron obedecidas con disciplina por parte del joven guardia quién se aproximó para abrir el candado, las cadenas cayeron pesadamente. Las recogió y las amontonó junto al candado en el exterior de la celda. Eran un arma en potencia. Siguió respetando la orden se alejó unos pasos, los suficientes como para dar intimidad a su señor y a la vez acudir presto si la situación lo requería. Si no recibía ninguna orden más, permanecería allí. Así le habían enseñado y así lo haría.

La orden no pasó tampoco desapercibida para los que se encontraban en el interior de la jaula quienes se desperezaron al percatarse de su primera visita, no tardaron en ceder al desánimo al comprobar que era quién les apresó. Uno pegó un codazo al otro por si no estaba lo suficientemente espabilado como para ver aquello.

-Interesante lo que comentáis... -Añadió al tiempo que se le dibujaba una sonrisa enigmática, parecía que agradecía un cotilleo en medio de aquellos momentos tan aciagos con las pérdidas que habían acaecido.

-Tengo curiosidad por saber en quiénes pensabas, no obstante más curiosidad tengo por tu pensamiento. ¿En qué beneficia este matrimonio a la Casa Buckler? Debería saberlo si queréis que interceda con Lord Alfric y máxime si le pongo sobre la mesa la opción de unirse a la Casa Thalassos. ¿Cuánto tiempo lleva durando esta enemistad tan absurda?

- Lo que conllevaría ese matrimonio más bien; paz.- Afirmó con tranquilidad. - Como nuestro señor, en caso de ser necesario, podría hacer un llamamiento de armas a sus señores vasallos, como ya ocurrió.- Recordó.

- Me concederéis que no serían lo mismo dos casas con sus tropas menguadas por continuos enfrentamientos, que dos casas venidas a bien, con sus tropas frescas y dispuestas a acudir a la llamada de la casa regente, la vuestra, con algo más que unos cuantos soldados, la mitad aún malheridos.-

Porque de seguir así las cosas entre ambas casas, sin duda en un momento o en otro, el conflicto bélico era inevitable. Y aunque los Buckler eran una casa con sus propios medios, sin duda gran parte de su fuerza residía en las casas vasallas que lo apoyaban. Fuertes ellas, fuerte los Buckler.

- Y lo cierto es, mi señor, que la sombra de los Errol aún planea por estas tierras.-   Tampoco sería muy descabellado pensar que las supervivientes pudieran servir de excusa a alguna casa rival de los Buckler para iniciar algún tipo de despliegue militar contra ellos. De hecho, el que Lord Ralph  hubiese puesto precio a sus cabezas, dejaba claro que algo parecido podía haber hecho acto de presencia en sus pensamientos. Si no había sangre Errol, no había posibilidad de reclamo. 

-Gretch...

-Está bien ser... -Le contestó Gretchel antes de dirigirse a Myria. -Discúlpale, la verdad es que por aquí no hay mucho que hacer así que nos entretenemos como podemos. -Se agachó tomando un par de piedras de las que había dejado caer, parecían las más apetecibles de las que había por ahí, lisas y bastante planas y tiró una de ellas lo que provocó que algunos mechones se soltasen de su recogido.

-Ya me he fijado que tú y tu hermano estáis igual. No sé si padre nos ha traído más como mercancía que como otra cosa, y mi hermana debe ser la más interesante pues es a la que anda paseando de un lugar a otro. ¿Eres Samuel no?- Le preguntó directamente como buscando sacarle de su mutismo. -Rickard era el mayor... -Añadió como si recordase algo aprendido.

En su mano seguía reposando la segunda piedra.

Salimos de la fúnebre estancia con mi hermana e hicimos nuestro camino por el exterior del castillo, caminando y deshaciéndonos de los pensamientos negativos de la escena de recién. Sin embargo, las conversaciones con mi padre me seguían rondando la cabeza, y más aún los acontecimientos que habían estado sucediendo desde el día de la cacería. Sentía que algo malo estaba pasando, y que no había terminado con la muerte del pobre Lord Horpe.

En eso estaba, y mis cavilaciones debían de ser tan profundas que apenas registré que estábamos llegando con Gretchel, y no fue hasta que me habló directamente que di cuenta de mi silencio. — ¿Ahh? Eh, sí, Samuel. Y tú eras Gretchel, ¿no? De la casa Gower. — La había visto hablar con mi hermana en el banquete. Parecía una chica bastante divertida y educada, lo cual me había sorprendido cuando supe que Lord Gower era su padre. Le ofrecí una sornrisa antes de seguir hablando. —A mi me pasa lo mismo, mi hermano anda por ahí sin decirnos nada y yéndose sin saludar, y a nosotros dos nos dejan para que nos busquemos algo para hacer. — Técnicamente me habían invitado a la cacería. En parte, quizá hasta hubiera sido más divertido, pero no estaba seguro de querer haber presenciado el incidente de Lord Cleon.

Miro hacia el caballero, seguramente había estado en el banquete y no le habría prestado mucha atención, luego miro de nuevo a Gretchel y sonrío. -La verdad es que no hay nada que hacer… y encima no nos dejan salir mucho… por lo que esto ya empieza a ser demasiado aburrido.-

La escucho y hago una mueca de desagrado al pronunciar ella la palabra “mercancía”. -No, espero que no, ya ha sido suficiente castigo venir hasta aquí y matarnos de aburrimiento, no creo que nuestro padre hiciera algo así ¿Verdad Samuel?-  

Atiendo cuando mi hermanito empieza a hablar, y asiento orgullosa de lo que dice. Estaban pasando de nosotros, nos dejaban a nuestro aire y ellos seguramente estaban haciendo la parte divertida, que si irse de cacería, es cierto que no me gustaba pero podían haberme preguntado si quería ir aunque resultara un poco extraño y por supuesto Rickard  no nos había dicho casi nada. Si su plan era que nos muriéramos de aburrimiento no tardaría mucho en suceder.

-Quizás sea mejor así, que nos dejen tranquilos.- Al menos no creía que nuestro padre pudiera tratarnos como mercancía, él nos conocía y miraría por nosotros, sabía perfectamente lo que opinaba sobre ciertos asuntos, pero el comentario de Gretchel había hecho que me pusiera un poco nerviosa. Se suponía que nuestras familias no se llevaban bien, pero a mí las peleas que tuvieran nuestros padres me daban igual, aunque claramente la culpa era del padre de Gretchel, era un tanto asqueroso. Aunque esperaba que su hija no siguiera sus pasos.

-¿Estuviste en el funeral? Me dieron tanta pena los hermanos y eso que no los conocía.- Digo mientras vuelvo un segundo la vista tras mis pasos, como si mirara al lugar donde habíamos presentado nuestros respetos al difunto Lord. -¿Tú los conociste Gretchel?-