Partida Rol por web

La pequeña formación que constituían todos los que iban a ir a parar al lugar salió ordenadamente formando en parejas por la gran puerta, la marcha la encabezaban tanto ser Brus como el propio Nathan. Tras éste iba Ser Greggor acompañado por Roland, uno de los pocos jinetes de la casa Thalassos, el resto eran en su mayoría rostros desconocidos que servían a la Casa Buckler de Puertabronce.

Al salir al exterior la formación se mantuvo igual pues los caminos no eran tampoco demasiado anchos y no convenía cansar a las monturas haciéndola cabalgar campo través, sin embargo el castellano consciente de la urgencia de sus planes empezó a apretar el paso de su corcel. Ser Brus hizo lo propio siguiendo su paso y con ello imprimieron un ritmo de marchas forzadas que hacía tronar el suelo allí donde pisaban. 

Por el camino se encontraron varias cosechas que estaban siendo labradas por pobres villanos que les habían oído llegar ya desde la lejanía y que habían dejado sus quehaceres para alzar la mirada y mirar cara a cara a los titiriteros que jugaban con sus propios destinos. Intentando leer su sino en los rostros decididos de aquellos hombres que cabalgaban al unísono sin detenerse por medianías insignificantes como eran ellos. 

Nathan Ostlich no tardó en pasar por un sitio que creyó reconocer como aquel lugar donde fue emboscado, así que estaban cerca... La construcción no tardó en dibujarse, frente a ésta se encontraban algunos de sus hombres. Entonces levantó el brazo para bajar el ritmo,  Para cuando llegó a la altura de Sak y la pequeña vanguardia percibió las voces de protesta que se encontraban en el interior del burdel el cual parecía haberse parapetado pretendiendo evitar aquel encuentro. Aquellas voces discordantes tal vez eran buena noticia pues bien sabido es que el alcohol y una polla erecta era una excelente combinación para conseguir hacer creer a niñatos que pueden ser rivales dignos. Tal vez sólo había que lidiar con la Dama y los chulos que tuviera a su cargo.

Tiro del brazo de mi padre en dirección a uno de los puestos del mercado, uno en el cual se encuentran extrañas piezas de fruta. Señalo una de ellas y me vuelvo hacia mi padre. -Papá ¿podemos coger unas pocas?- Sonrío asintiendo, intentado convencer a mi padre de que la única respuesta posible es “Sí”.

Aunque también se venden armas y armaduras, lo que me recuerda la razón por la que estamos aquí, no entiendo por qué mi hermanito tiene tantas ganas de participar, es un riesgo demasiado evidente. ¿Cuánto puede aguantar una armadura de esas?

-Entonces ¿qué se supone que hacen?- Digo mirando a una de las armaduras. -Se suben a un caballo e intentan tirar al otro ¿no?- Miro hacia el cielo y niego levemente, para terminar lanzando un suspiro. -No entiendo porque gusta tanto, si hay un montón de cosas más interesantes, por ejemplo ver estas frutas.-

-Papá ¿tú has participado en algún torneo?- Le pregunto mientras le miro a los ojos.

Con mis hombres y los aportados por la casa Buckler, sin duda teníamos la superioridad. Incluso si la clientela que hubiera a hora tan temprana (seguramente ebrios que venían de la noche anterior) deseaba unirse a los defensores del burdel, no serian más que morralla. En todo caso, ahora mismo lo que deseaba era continuar con el verdadero objetivo de aquel estúpido ejercicio.

Egil y Rhae no debían andar demasiado lejos; había que exponer a ser Brus y a Greggor.

-Si me permiten tomar la “direccion táctica”, caballeros. +comento, con una ligera sonrisa cargada de sorna+ Para el asalto sugiero dividirnos.

-Ser Greggor, ¿puede ocuparse de entrar por detrás? *De seguro el ataque rastrero es su tipo. +indico al mercenario. Seguidamente, destaco a dos infantes y dos arqueros+ 4 de mis hombres lo acompañaran, para que nadie escape por ese lado.

-Nosotros y los otros 7 entraremos por el frente. +continuo, buscando la aprobación de ser Brus. La cuenta no solo incluia a sus soldados restantes; tambien a Sak. No deseaba perder a la reciente "incorporacion estrella" de vista+ Los hombres de la casa Buclker formaran un perímetro para disparar o detener al que busque escapar por los laterales o las ventanas.

Con esto tendrían rodeado el burdel. Sin embargo, Nathan no había terminado. Su expresión se enserio, tornándose casi adusta. Había una idea que en su mente le gustaba, algo que deseaba expresar; honor. Incluso en esta circunstancia, o quizás, justamente por ella.

-No obstante, antes de empezar, creo que habría que ofrecerles la chance a rendirse. ¿Están de acuerdo?

El grupo se dividió y la mitad empezó a desplazarse dirigiéndose a la parte posterior, liderados por Ser Greggor. Mientras tanto el castellano se dedicó a otear en la lejanía esperando encontrar el familiar rostro de Egil. Estaba seguro de que de haber novedades sabría cómo transmitírselas.

Para cuando se dirigió a ser Brus, se dio cuenta de que estaba observando sus movimientos con seriedad. Entonces expresó lo que estaba pasando por su mente, a lo que su interlocutor le respondió:

-Tú lideras esta misión- Concluyó el propio Ser Brus -Aquí estamos para apoyarte, así que todos tuyos.

Cleesten asintió a la petición de su hija. Él mismo se detuvo un instante a echar un vistazo al género y  a las distintas mercancías que allí se ofertaban.

—Sí, en cierto modo así es...— Respondió a su hija mientras se disponía a pagar la elección hecha por ella. Luego continuó paseando con ella mientras miraba a su alrededor y a las personalidades que se iban congregando.

—Antiguamente, en tiempos de tus bisabuelos, incluso de tus abuelos, era una forma de mostrar tu pericia, tu respeto por el oponente. Una forma de demostrar grandeza, más allá de un linaje noble. Supongo que había cierto romanticismo en todo ello, ¿me comprendes más o menos?—

Dijo con cierta nostalgia. 

—Ahora, se ha convertido en esto, sí.—Negó con cierta lástima y resignación.

—No, no...— Negó sonriente. —No he participado. Tu padre no es caballero. Y en cualquier caso, para participar en lo que se ha convertido ahora, ni siéndolo lo haría.—

Sin embargo, tampoco quiso seguir con su queja sobre todo aquello cambiando el enfoque a la conversación.

—Lo que no ha cambiado, hija, es lo que se cuece en las gradas o en la celebración posterior.— Aseguró. 

—En las celebraciones, ya sean torneos, bodas, nombramientos... es donde se fraguan la mayoría de los acuerdos y negociaciones de todo tipo. O se entablan los primeros contactos.—

Sonrió un instante alzando las cejas.

—Incluso los matrimonios...—

Volvió entonces a mirar a su alrededor y a los nobles que representaban a sus casas como espectadores.

—Aunque las circunstancias de éste, pueden haber enturbiado lo que normalmente se sucedería en un evento como éste.—

Ofreció entonces la mano a su hija para acceder a tomar asiento entre el público, brindando los saludos pertinentes tanto al anfitrión primero como a los más próximos a su ubicación.

—Veamos que sucede. Seguramente pueda resultar más interesante lo que ocurra entre los espectadores que en la liza.—

Propuso tomando asiento.

Apreciando el gesto con un cabeceo leve, Nathan enfilo su caballo hacia el local, y acorto la distancia hasta reducirla a unos pasos, manteniéndose perfilado y con el escudo como al descuido, pero cubriendo su pecho.

-LOS DEL BURDEL!+ exclamo en viva voz+ MI NOMBRE ES NATHAN OSTLICH. JUNTO A ESTOS HOMBRES, REPRESENTAMOS A LAS CASAS BUCKLER, BLACKSTORM Y THALASOS. HEMOS VENIDO A HACER JUSTICIA SOBRE LA QUE SE HACE LLAMAR “DAMA”, Y SOBRE ELLA SOLAMENTE.

Modero el tono, bajando un par de grados. Ya debía haber captado su atención.

-Los otros, empleados o clientes, no nos interesan! Si se rinden, tienen la oportunidad de ser perdonados! *Al menos por mi, ya veremos por los otros. Pero si se resisten,.. si atacan a estos soldados, serán ajusticiados junto con ella! Tienen dos minutos para tomar su decisión! Después, entraremos de una forma u otra! No hay por donde escapar; así que elijan sabiamente…, YA!

No esperaba una respuesta inmediata y de hecho necesitaban ese par de minutos para acabar los preparativos, así que retrocedió su caballo lentamente. Miro hacia los soldados reunidos..

-Sak, sabes donde esta la leña, ¿no? Llévate un par de hombres y traigan un nochero o algún otro tronco grande. El poste donde se enganchan los caballos también servirá. Si esa puerta no se abre, lo usaremos de ariete.

Seguidamente desmonto. Llevar a su corcel adentro seria incomodo. Desenfundo lentamente y descanso la espada con la punta hacia el suelo.

-No deseo hacer una matanza de meseras y borrachos, caballeros, así que midan sus golpes. Pero no bajen la guardia; me sentiré muy avergonzado si tengo que decirles a sus familias que los mato una cualquiera…

Nathan confirmó que las palabras resonaron durante un tiempo en los oídos de sus hombres, probablemente en el interior de aquel fuerte a punto de caerse estaba sucediendo lo mismo. Llevaría tiempo que se produjese algún tipo de reacción así que empezó a organizar el asalto mientras los demás, sus hombres y los de los demás se dispusieron prestos a cumplir las órdenes que había impartido.

Entonces se empezaron a escuchar ruidos en el interior del local, primero fue un golpe puntual, a los tres segundos le siguió otro golpe más fuerte, como el de dos muebles chocando entre sí. No tardó en seguirle otro ruido y a continuación se produjo una cacofonía. Entonces se abrió una ventana en la planta superior y se dibujó la faz de una fulana que el castellano no reconoció:

-Auxilio. -Exclamó- No quiero nada que ver con ella, ¡¡¡Sacadnos!!!

No tardó en aparecer un brazo fornido que de un rápido movimiento dibujó una fina línea roja en el cuello, aquella línea no tardó en adquirir espesor antes de que el cuerpo de la joven cayese pesadamente.

Podrían esperar a que se matasen entre ellos o arriesgar a sus hombres para defender al puñado de personas justas que decidió rebelarse por la justicia... Aunque, ¿qué tienen de justo puteros, rameras y ladrones?

Los recién llegados pudieron comprobar cómo al llegar al graderío de piedra la mayoría de los asientos estaban ocupados. Si es que se podía llamar asientos a los huecos que quedaban entre las nobles posaderas que los allí presentes dejaban a lo largo de una bancada corrida. Dado el alto número de los que allí se encontraban parecía que habían enfilado derechos a aquel lugar en lugar de mezclarse entre los puestos: allí estaba Lord Gower, que llevaba los mismos ropajes que el resto de los días; parecía estar rezongando con su hijo, que se había decantado por una prenda sencilla en la que destacaba el sobrecuello de color malva. Más allá se encontraba un tranquilo Lord Blackstorm y detrás de éste se encontraba su hijo Gabe, siempre con aquella sonrisa enigmática, ambos les dedicaron un leve asentimiento a modo de saludo.

Allí se encontraban todos los que habían ido a parar a aquel lugar más otras caras familiares cuyos nombres desconocía, posiblemente algunos de los hombres más leales de la casa, al menos que no se encontraban en aquel momento de cacería de fulanas como se encontraba en aquellos momentos Nathan.

Había algunos sitios vacíos también, fácilmente achacable a los ausentes... Uno de ellos debían elegir más los que allí se encontraban no tardaron en incorporarse. Acababa de llegar su anfitrión del brazo de su esposa Lady Cathelyn que se había hecho un recogido alto para la ocasión, acompañaba aquel peinado elaborado con un chal que ocultaba estratégicamente un vestido de flores con tonos azules, el color de la melancolía. Mientras que el hijo que tenían en común vestía un jubón morado y correteó en dirección al sitio que les correspondía por derecho como palco de honor.

Frunció la boca ligeramente viendo caer el cuerpo de la fulana, pero no por lastima. Era extraño que mostraran tanta lealtad hacia una vieja en esta situación, incluso sabiendo que de seguro algunos de aquellos serian sus cómplices. Les había dado chance a escapar y elegían luchar; idiotas.

Estaba claro que adentro habría trifulca, y eso estaba bien. Daría tiempo que Sak consiguiera el tronco, a la par que provocaría bajas. Pero en cuanto los vio regresar con el improvisado ariete, les indico la puerta frontal.

-Pónganse a trabajar. Ustedes dos, protéjanlos con sus escudos de alguna piedra o loza que venga de arriba +ordeno al par de infantes desocupados que quedaban. Luego a los arqueros.+ Atentos a las ventanas. Tan pronto derriben la puerta háganse a un lado; ser Brus y yo iremos primero. 

Ellos dos eran los mejores combatientes sin duda y los mejor protegidos por añadidura. Eran la opción lógica para entrar con fuerza y resolver la situación lo mas rápido posible.

-Te entiendo, sé que se necesita habilidad para pelear ¿pero respetar a tu oponente al cual vas a golpear? Eso ya no me lo parece…-  Sigo escuchando a mi padre y sonrío cuando dice que nunca ha participado. -Ni falta que hace, no es necesario y es más seguro no participar en esos torneos.-

Muevo la cabeza de manera afirmativa. -Claro, aquí se reúnen muchas de las familias al igual que en las otras celebraciones, es más fácil hablar con ellos.- Hago una mueca. -Sí, pobre Rickard….- Digo bajando el tono de la conversación.

Al llegar al graderío les devuelvo el saludo a Lord Blackstorm y su hijo, moviendo la mano y mostrándoles una sonrisa.  Camino un poco más acompañada por mi padre y tomo asiento a su lado.

Me acerco a su oído y le susurro. -¿Es posible que ya me esté aburriendo sin que haya empezado?- Luego me río por lo bajo, tras unos segundos intento aparentar un poco más de seriedad y empiezo a contemplar a ver si veo a alguno de mis hermanos.

Procuro hablar bajo, para que solo me escuche mi padre. -No está la hija de Lord Gower ¿le habrá pasado algo?- Vuelvo a mirar, en vano, para ver si la veo. Me alzo de hombros. -Bueno… ¿Y qué hacemos para entretenernos mientras esperamos a mis hermanos?-

El fragor en el interior estaba yendo en aumento mientras que hilillos de humo empezaron a asomar entre las rendijas de las ventanas para cuando sus hombres embistieron por primera vez. Las puertas protestaron con el primer embate, con el segundo crujieron más el tercero fue lo que provocó que finalmente se abriesen de par en par quedando las puertas colgando de uno de los goznes.

Los primeros en entrar fueron tanto el castellano como su recién adquirida nueva mano derecha, Sak el mercenario. En el interior se había formado lo que parecía alguna especie de pogromo allá donde miraban había sangre y heridos... Dos putas muertas en una esquina mientras algunos aldeanos con el culo al aire estaban dando cuenta de una de ellas. Más allá se encontraba uno de los hombres que Nathan reconoció como uno de los guardaespaldas de la Dama. Aún con armas había caído bajo el ímpetu de los clientes, más no lo había hecho solo. Al otro lado de la sala vio al que quedaba acompañado de un par de clientes que habían elegido mal.

Ni rastro de la que lideraba aquello, presumiblemente estaría en la planta superior.

Se detuvo tras adentrarse unos pasos, captando el ambiente mientras sus hombres dejaban el tronco y se formaban para seguirles. La patética expresión de heridos y difuntos en esa absurda escaramuza le pico detrás del cuello, una irritación que se volvía creciente ante los gestos obscenos que se llevaban a cabo en los rincones. Por un momento, pensó en los Errol.

-Muy bien, muchachos, alguno vaya a abrirle a Ser Greggor y los de atrás. El resto, comiencen a calmar las cosas mientras vienen esos refuerzos. +indico, abriendo el brazo de la espada hacia el salón principal donde ebrios, putas y demás se revolvían.+ Ser Brus, lo dejo a cargo.

Su mirada paseo por un instante sobre el trió que resistía. Si, le tentaba hacer justicia también en ellos, pero había algo más importante.

-Sak, ven conmigo. Vamos a buscar a esa bruja. +concluyo finalmente, dirigiéndose a la escalera. Cualquiera que se interpusiera probaría su acero; deseaba que lo hicieran.

Mientras el castellano caminaba, pudo comprobar por el rabillo del ojo cómo sus soldados iban prestos a cumplir la orden, una pareja de ellos empezó golpeando la parte posterior de uno de los violadores. Entonces escuchó cómo un tercero de voz que no reconocía abrió la puerta y llamó a los que estaban en la parte posterior a viva voz.

No había mucho más que hacer, la bestia se había devorado a sí misma, tan sólo quedaba rematar la cabeza. Y con esa intención Nathan avisó a Sak y le indicó que le siguiese. Para cuando llegó al inicio de la familiar escalera advirtió cómo los tres que aún resistían se habían dado cuenta que no había nada que hacer, polla en mano y alcohol en sangre el valor se disuelve ante los números y el acero y arrojaron las armas. Uno de ellos que no había visto el día anterior echó a correr llamando a viva voz a la Dama, ¿su pareja? incluso las serpientes retozan y se reproducen...

El ascenso fue calmado, como si saborease su propia venganza. El escozor que sentía por las heridas cicatrizantes le recordó porqué estaba allí. Un familiar recibidor fue lo primero que vio, más las cosas habían cambiado, allí no había putas sonrientes que se insinuaban lascivamente para eser escogidas. Había putas, algunas muertas, de hecho una tenía la piel aceitunada, un detalle que no le pasó desapercibido; sin embargo tres muy vivas estaban agazapadas y asustadas. Dos empuñaban un arma en la mano mientras que la tercera sólo tenía una escoba. El pequeño sofá de dos plazas se encontraba tintado y sobre él descansaba el cuerpo inerte de la que una vez llamaban La Dama.

En cuanto se fijó un poco más en las tres que aún permanecían en pie, reconoció a una de ellas como la mujer madura que había visto el día anterior. Su cara era de sorpresa, podría ser que por encontrar rostros familiares en aquel pogromo o tal vez por la extraña pareja que formaban el antaño guardaespaldas y un cliente del día anterior.

-¡Quiso matarnos a todas!- Exclamó la que estaba desarmada

En la planta inferior la batalla había dado paso al silencio, y los gritos del infortunado hombre estaban resultando en una cacofonía molesta. No tardaron en silenciarlo, presumiblemente con un buen golpe.

-Supongo que habéis venido a hacer justicia. Espero que hayas tenido tantos muertos como querías, ya tienes tu justicia. Puedes marcharte.- Le anunció la más madura de las tres. Entonces arrojó su arma, también tomó el de su compañera y volvió a arrojarla a los recién llegados.

-Sabía que algunas le tenían ganas... -Dijo totalmente malcarado Sak -Si los puteros supieran que sus monturas no son tan sumisas...

—Disfrutar del paisaje...— Respondió con cierta ironía. —Observar— Susurró luego.

—Quienes han venido y quienes no. Como están los ánimos...quien susurra a quien— Probablemente había más cosas que se dejaba en el tintero. 

—En realidad, tampoco hemos venido a divertirnos.— Reconoció. 

—Precisamente estamos aquí para ver detalles como el que acabas de ver...—

Resoplo lentamente por la nariz. Como resultado, distaba mucho de ser satisfactorio a decir verdad; había deseado algo rápido y relativamente limpio, no aquella matanza sin sentido. También tenía un ligero resabio a desperdicio de tanta buena carne; pero obviamente, no dijo nada de todo esto, sino que lo guardo para si mientras sus ojos escudriñaban la escena. Aquel desproposito de matar a sus chicas lo confundia y mas aun, preocupaba. ¿Porque hacer tal tonteria? Es mas, de haber pensado astutamente, deberia haber hecho justo lo opuesto... 

Ignorando las palabras de Sak, paso a dar las instrucciones en tono bajo y grave.

-Recoge esas armas y revisa los cuartos de la derecha; confirma que no quede nadie ocultándose. +dijo al guardia, para luego mirar al trio de mujeres+ Ustedes, quietas ahí. No hemos terminado todavía, así que no hagan nada estúpido y aguarden.

Por su parte, ojeo atentamente los cuartos de la izquierda, mientras se acercaba al sofá*.

No era un maestre, pero cuando llego a la que fuera la tal Dama la examino de todas formas con el profesionalismo de un soldado que ha visto muchas heridas, pare cerciorarse de que no estuviera fingiendo. Una vez tuvo certezas, reviso el cuerpo buscando su bolsa u otros objetos de interés.

-Quiero a todos los vivos afuera y sentados juntos, Sak; llévales el mensaje a ser Brus y Ser Greggor mientras escoltas a estas... Nadie se ira hasta que yo lo disponga.

Nathan una vez se quedó solo tal y como lo pidió, en los cuartos que rodeaban aquella especie de hall al área privada no había nada de relevancia: camas medio hechas que hedían a sexo, sudor y alcohol. En las cómodas y armarios salvo algunos trapos que poco ocultaban no había nada reseñable ni de interés. Tampoco había nadie.

Había llegado el momento de valorar la escena y ver qué era lo que había pasado para que se le arrebatase su venganza... Primero se acercó a la Dama. Su rostro distaba de lo que se habría definido como alguien que se marchaba en paz, había una mueca de odio en su rostro y sus ojos, ya glaucos, parecían haber estado mirando a algo que ya no estaba allí. Presentaba numerosas heridas defensivas, algunas eran arañazos que puede que algunos se provocase a sí misma. Sin embargo su cuerpo constaba de varios cortes, sin embargo tan sólo tres puñaladas habían sido certeras así que había tenido una refriega. Curiosamente tenía las manos empapadas de sangre, parecía que había intentado parar inútilmente el sangrado. Sin mucha aprensión revisó los bolsillos y encontró tres de los dragones, palpó bajo las tetas caídas y encontró un cuarto. Ni rastro del quinto dragón. 

Entonces se dirigió hacia los otros cuerpos, la primera, pelirroja, contaba con una única herida letal, una puñalada en la parte posterior de la caja torácica, mientras que en su rostro, antes bonito se encontraba mancillado por un arañazo que parecía haber sido propinado por la Dama... Presumiblemente la usó de escudo para parar una ataque que no iba a ella. El segundo cuerpo no era muy diferente, sólo que esta vez el embate de la hoja homicida había ido de frente... ¿Atacarían las dos a la vez y fallaron de esa manera tan miserable? Tal vez no todas tuvieron la idea de acabar con la cabeza de aquella mancebía que puede que pillase por sorpresa a otras. Las preguntas se abrían ante aquellos hechos y sólo la especulación daría respuesta.

Quedaba un tercer cuerpo que tal vez inconscientemente dejó para el final: la mujer morena. Un polvo extraordinario ayer, ahora tan sólo carne fría e inerte. Estaba bocabajo así que la dio la vuelta para contemplar aquel rostro por última vez, una cortesía que tal vez merecía. Dos agujeros rojos le devolvieron la mirada. Aquella había sido muerta adrede por la Dama, había introducido sus dedos hasta que tocó el cerebro a falta de otro arma.

El ascenso de los dos nobles fue rápido y sin mucha ceremonialidad salvo alguna palabra y alguna frase intercambiada. Al llegar a la altura de la pareja que se encontraba allí Lord Ralph Buckler se detuvo y pronunció una de sus frases hechas de cortesía:

-¡Nathan y Myria, me alegro de veros por aquí! Espero que estéis disfrutando esto. Sé que tal vez no era lo más apropiado, pero no hacerlo tampoco sería apropiado para vosotros. -Concluyó con una sonrisa, y antes de esperar respuesta, siguió su camino.

No pudieron evitar seguirle con la mirada, habían sido palabras extrañas. Cuando ambos advirtieron que Gabe se acercaba discretamente a Lord Bucker y se aproximó a su oído sujetándole rápidamente con la mano. Aquello les puso en alerta y se fijaron más.