Partida Rol por web

¡¿Explicación?! Tal vez... - dije en respuesta a las palabras de Alex y en un tono muy bajo, fruto de la tensión del momento...

No me atrevía a tocar nada, sobre todo porque si era un asesinato, contaminará la escena del crimen... por muy particular que fuese dicho escenario... pero nada me impedía tomar fotos...

Así que mi teléfono móvil apareció de la nada... bueno, de la nada no, de la manga derecha, y comencé a sacar instantaneas desde varios ángulos, captando los detalles de los mordiscos y del enorme arañazo del cuello... Me centré en el sombrero...

Con tanta agua que lleva encima... ¿como no hay lastlo* hasta aquí? ¿No os llama la atención?

De repente, y quizás fruto de las miradas que me lanzaban mis amigos tuve una idea descabellada...

Becca... ¿qué aspecto tenía el hombre que visteis en el cuadro? Si... no me mileis así, se que suena absugdo...

Mientras decía esto tendí una botella de agua que había cogido de la mesa del restaurante a Billy - ten Billy, échate un poco en el ojo...

Los temores de Gordi no iban muy desencaminados. De repente, de alguna parte del museo apareció una extraña criatura volando y emitiendo aquel desagradable sonido que habíais escuchado, parecido a unas uñas arañando el metal

Calculasteis que medía unos tres metros, tenía dos alas membranosas, pies palmeados y garras de aspecto peligroso, una cabeza con más aspecto de estar muerto que vivo, y a pesar de que parecían seres torpes e inseguros, sobre todo entre aquellos pasillos tan estrechos, y tener un cuerpo que recordaba a un insecto, se veía que no era de este mundo... y que iba a por vosotros chillando y con las garras extendidas.

-¿El hombre? ¿Del cuadro? ¿Eh, qué hombre? -Becca no pilló la pregunta de Paul a la primera-¡Ah!, sí, la figura que se paseaba! No se, no me dio tiempo, era como una sombra.

Estaba ensimismada con el cuerpo del pirata. Tanto, que apenas reparó en lo que decía Bernie.- ¡Calla, Gordi! No seas cenizo. No nos va a pasar nada. Bueno, en cualquier caso tú tienes más chicha que yo, jajajaja.

Fue una risa nerviosa, producto de su miedo. Un miedo que se multiplicó por tres o cinco, cuando vio aquella cosa. No era posible. No lo era. La boca se le desencajó. Afortunadamente el instinto de supervivencia actuó en vez de su cerebro, de alguna manera y rápidamente lanzó a su hermana debajo de una mesa y ella tomó impuso patinando a la velocidad de una estrella fugaz, rodeó la misma mesa y se deslizó encorvándose e inclinándose con habilidad también por debajo del parapeto improvisado.

-¡¡Escondeos, chicos!! -Rebecca tenía la piel de gallina de puro miedo, y con todo trató de sonreír a Hailee-Tranqui, enana, tranquila, papá vendrá en un momento.

Dibujé un "gracias" en mis labios al recibir la botella de agua por parte de Paul. No sé qué le habría ocurrido exactamente al hombre vestido de pirata, pero sea como fuere no presagiaba nada bueno. Estaba hasta por pensar que el cuadro era una especie de portal mágico a otra dimensión, pese a que sonara demasiado fantasioso e irreal. Me encontraba echándome un poco de agua en mi maltrecho ojo cuando un rápido aleteo a mis espaldas acompañado del mismo ruido que escuchamos a las afueras del museo me heló la sangre. Por puro nerviosismo, tras haber visualizado a aquella criatura, animal o lo que demonios fuese, la botella se me escurrió entre las manos y acabó rodando por el suelo vertiendo todo su contenido. "No puede ser real esa cosa..."

—Mierda —mascullé, sintiendo un peligro incipiente que se avecinaba sobre nosotros—. Chicos, ¡tenemos que salir de aquí! —exclamé, mientras trataba de ocultarme tras algún objeto de la galería.

¡¡Oh!! ¡Calacoles! - exclamé con sorpresa cuando la criatura hizo acto de presencia junto a nosotros... un nuevo grito le precedió pero aun así nos cogió totalmente de improviso...

El susto provocó que el teléfono móvil desapareciese nuevamente en la manga de mi camiseta y por más que lo intenté no conseguí que volviera a salir... diablos... si más parecía que estuviese bailando claqué con los pantalones llenos de chinches que tratando de sacar (literalmente) algo de la manga.

Así que me centré en ver la criatura, que ya casi la tenía encima... por el rabillo del ojo vi como Billy buscaba algo con que protegerse y Rebecca se metió junto a Hailee debajo de una mesa...

Sin saber como, pues no me consideraba un chico valiente, descarté el miedo y traté de llamar la atención de la criatura para darle unos segundos a Alex y Bernie, que la miraban embobados...

Y mientras... repasaba mentalmente que llevaba encima que me pudiera servir... y no recordaba llevar nada... diablos...

Entramos en el museo y yo pensaba que iba a ver lo mismo que esta mañana, pero estaba de noche, hacía frío y el Señor Pebbles tenía miedo. Cuando encontramos a aquel pobre hombre tendido en el suelo, me apreté a Rebecca.

-Rebecca, ¿qué le pasa a ese hombre? -le pregunté con miedo.

No tuvo tiempo de responderme porque de repente, oímos ese ruido terrible y apareció un pájaro muy raro. Todo el mundo gritaba y se agachaba, y Rebecca me empujó para que no me pasara nada.

Pero el ruido que hacía daba mucho miedo. El señor Pebbles no se atrevía ni a mirar.

-¡Rebecca, Rebecca!! ¡¡Tengo miedo!! -exclamé, abrazándome a ella.

Las cosas se ponían de mal en peor por segundos ya que de pronto escuche un ruido que no parecía venir de nada que hubiera visto antes, sensación que se confirmó cuando al girarme pude ver... realmente no sé lo que vi, pero estaba claro que no se trataba de nada bueno.

Esa cosa se dirigía hacia nosotros con las garras extendidas e hice lo posible por ponerme fuera de su alcance mientras miraba a mi alrededor para ver si el resto del grupo podía reaccionar a tiempo...

Justo cuando me iba a agachar para mirar al muerto, un extraño animal, salido del mismísimo infierno, hizo acto de presencia. Una criatura gigantesca con alas, que quería comernos a todos. Era espeluznante y me quedé quieto en el sitio, viendo cómo se acercaba. Oía cómo los demás se escondían, pero mis piernas no querían moverse. Creo que sería el aperitivo más suculento de este bicho...

En su alma más recóndita, Becca era algo miedosa. Ella no era del todo consciente de ello, pero se daba cuenta que su pulso se aceleraba en momentos concretos, se ponía nerviosa, se mordía el labio. Trataba de disimular con su arrogancia o burlas, por supuesto. Así que, escondida bajo la mesa, cerró los ojos y ni siquiera escuchó a su hermana, abrazada a ella. 

Los abrió al poco, comprendiendo lo absurdo de quedarse a ciegas con ese bicho merodeando. Oyó y vio las carreras de sus amigos, el zumbido del monstruo, y un par de piernas que no se movían del sitio.

-¡Bernie, Bernie!!- gritó en un susurro.

No supo qué le sucedió entonces. Apartó a Hailee de manera brusca y salió de su escondrijo patinando disparada hacia Gordi. chocaría con él y lo empujaría  apartaría de la trayectoria de esa cosa. O lo intentaría. No pensó en las consecuencias. Tal vez creyó que eso es lo que haría Becca Bonnie.

La aparición de aquella bestia extraña hizo que el grupo se olvidase completamente del asunto de la puerta y el robo. Era mucho más urgente esquivar sus ataques. El animal efectuó un vuelo rasante con las garras extendidas, intentando darle a algo, lo que fuera. Sus movimientos eran más de planeo que de vuelo, y parecía tener problemas, debido a la estrechez del lugar.

Gordí se quedó completamente paralizado, pero afortunadamente, Rebecca estaba ahí para tirar de él y sacarlo de su ensimismamiento. Eso fue lo que le salvó de sentir las garras de aquella criatura que tras efectuar un vuelo sobre vuestras cabezas, acabó por aterrizar en el suelo, taponando vuestra única salida, el lugar por el que habíais venido.

Solo quedaba un camino por seguir: el pasillo, que se alejaba en sentido opuesto y que en vuestra visita no habíais recorrido. 

Gracias a Rebecca, que me apartó del camino de la bestia, salí indemne del ataque. Ninguno sufrió daños, gracias a Dios. Me levanté y ayudé a Rebecca a levantarse.

-"Muchas gracias Rebbeca. ¡Por casi me lleva por delante!"

La criatura se posicionó en el lado de donde habíamos venido, por lo que solo podíamos salir por un lado. Salí corriendo hacia allí para alejarme todo lo que pudiera del monstruo, pero no era muy buen atleta, por lo que sería de los últimos en huir.

—¡Cuidado, apártate de ahí! —vociferé escondido tras un maniquí con ropajes típicos de un pirata del siglo XVII, cuando vi a la criatura planear sobre Bernie con sus garras bien afiladas preparadas para triturar a mi amigo.

Por suerte, la rápida intervención de Rebecca evitó males mayores. Pero la criatura no se iba a detener, y además se interponía entre nosotros y la salida, por lo que la única opción real de supervivencia era tirar por otro pasillo, con la esperanza de que hubiera una salida de emergencia o algo similar. Salí de mi improvisado escondite y, no sé si fruto de la tensión del momento o qué sé yo, sentí que mis piernas se habían vuelto aún más ligeras y ágiles, por lo que emprendí una carrera como nunca en mi vida, pareciendo por un instante la viva imagen de un atleta profesional. Prácticamente volaba sobre el suelo, a una velocidad difícil de imaginar en un chiquillo.

—¡Por aquí! —les indiqué—. ¡Correeed! 

Tras haber esquivado el primer ataque la criatura intentamos salir corriendo de allí intentando poner la mayor distancia entre eso y nosotros. Comienzo a correr cometiendo el error de volver la vista atrás para controlar a la criatura y tropiezo conmigo mismo cayendo al suelo...

La chica no supo decir qué era aquello. Se volteó y miró a la cara a aquella criatura nacida del infierno. Durante unos segundos le pareció estar viendo una peli de fantasía y aventuras. Paralizada, de nuevo fascinada por ese grotesco y monstruoso rostro, esta vez la sacó de su ensimismamiento los tirones de Haille en su camiseta. Se giró hacia ella- ¿Pero qué haces? ¡Quédate escondida!

La pilló de la mano, con demasiada fuerza y salió patinando detrás de sus amigos arrastrando a la pequeña. Rebecca no sabía a donde se dirigían ni le importaba mucho ahora, solo quería alejarse a toda velocidad de la pesadilla que quería acabar con sus vidas.

No era una peli. Lo estaban viviendo. Eran los protagonistas y se los iban a comer.

Una vez superada la sorpresa inicial todos (o eso esperaba) echamos a correr por el único sitio que la criatura nos dejó libre... y por desgracia era la peor dirección, pues implicaba adentrarse en el museo y alejarse de la única salida...

Chicos... coleeeed... no dejéis que os atuape...

Y por más que lo intentaban no conseguía extraer el móvil de la manga, el burdo mecanismo que desplazaba el aparato a lo largo de mi antebrazo se había atascado... y quería una foto de él...

¿Alguno tiene su móvil a mano? - pregunté con inocencia, pues en el estado de nervios actual dudaba que alguno de los presentes prestara atención a algo más que no fuera perder como si le fuera la vida en ello... y es que... igual iba la vida en ello.

Cuando ese pájaro se acercó, lancé un grito, pero eso no pareció asustarle nada. Agarré con más fuerza al señor Pebbles y entonces oí como Rebecca me decía que no me pusiera en pie. Yo no entendía nada, pero al tirar de mí, empecé a correr sin parar.  Fue entonces cuando vi a ese amigo de Rebecca, Alex, caer al suelo, dolorido.

-¡Le va a pillar! ¡Le va a pillar! -empecé a decir, nerviosa -. ¡Tirar algo. Hay que tirarle algo!