Partida Rol por web

Finalmente, el grupo al completo, los "nuevos Goonies", entró en el museo, pasando por encima de las puertas que estaban en el suelo, caídas y medio rotas, como si una gran fuerza las hubiese echado abajo.

Una vez dentro, no observasteis en principio nada especial. El museo parecía estar igual que lo habíais dejado un par de horas antes. El mapa, Willy, el órgano, los tesoros... todo estaba en el mismo lugar, al menos en apariencia.

Cuando llegasteis a la zona en donde estaban aquel conjunto de imitaciones de artefactos piratas y el cuadro, sí que descubristeis algo diferente. Justo en el suelo, bajo el cuadro, había el cuerpo de un hombre muerto. Además, no era un hombre cualquiera.

Nop.

Era el cuerpo de un pirata.

No podía dar crédito. Aparentemente, no se había producido ningún robo pero, tendido en el suelo, yacía un hombre que a simple vista parecía estar muerto, justo delante del cuadro del faro, donde Lex, Sarah y yo habíamos visto una figura humana que se movía al otro lado del lienzo, horas atrás.

Si ya de por sí el hecho de que hubiéramos encontrado un cadáver delante del cuadro era impactante, resultaba todavía más sorprendente que aquel desconocido iba vestido con las ropas de un pirata.

-Chicoz, ezto ez muy eztraño... -dije, mirando a mis compañeros, confuso y afectado por lo que estaba viendo-. ¿Por qué va eze hombre veztido de pirata? ¿Creéiz que puede zer un pirata de verdad o zolo una perzona dizfrazada? A lo mejor trabajaba en el muzeo y por ezo va veztido azí -Decidí entonces aproximarme hacia el desconocido, pensando que quizá solo estuviera desmayado-. ¡Zeñó! Zeñó, ¿eztá uzted bien?

Parecía que no se trataba de un robo. Todo parecía estar exactamente como lo dejaron unos horas atrás, salvo claro estaba, por las puertas de entrada al museo. Scott al ver aquello, se puso al frente de la expedición junto con Caleb. Eso le haría parecer más valiente delante de las chicas y si no había sido un robo, no había mucho que temer, aunque por contra, no le encontraba entonces un sentido a que alguien hubiera entrado de aquella manera tan violenta al museo.

Mientras iba pensando en todo aquello y tratando de darle una explicación, se toparon con algo que realmente no esperaba. Tendido en el suelo, junto a la sala que exhibía, las imitaciones de antiguos utensilios piratas, se encontraba un hombre tendido en el suelo. Vestía de pirata y parecía estar... muerto. Eso si que era una problema digno de dar aviso a la policía. No esperaba para nada toparse con un muerto que no fuera el propio Willy.

- No creo que sea ningún trabajador del museo, Caleb. - Dijo Scott. - No vimos a ninguno disfrazado durante la visita. Tiene que ser otra cosa... - Se quedó unos momentos pensando. - ¿Llamamos a la policía? No creo que nos culpen de nada. ¿No? Ya se que no deberíamos estar aquí, pero no creo que piensen que hemos sido nosotros...

Scott se agachó junto al pirata. Quería verle la cara. Lentamente se fue acercando hasta que quedó al alcance de la mano. Con suavidad y mucho cuidado acercó su mano al sombrero de aquel hombre. El corazón le bombeaba a mil por hora. Nunca antes había visto un muerto y sólo esperaba que no se levantara del suelo. Cuando pudo agarró el tricornio y la retiró rápidamente volviéndose a poner de pie y dando dos pasos atrás.

Me resultaba increíble comprobar cómo, en cuestión de horas, había sido capaz de pasar de un estado de ánimo a otro a toda velocidad. Algunos lo achacarían a la adolescencia y todos esos rollos que los mayores solían soltar para justificar los estados de ánimo de los más jóvenes, pero yo sabía que no era nada de eso, simplemente que era capaz de sentir todas esas cosas dependiendo del momento, y si el momento cambiaba era lógico que mis sentimientos cambiaran también.

Por eso había pasado del nerviosismo y la emoción cuando emprendimos viaje a Astoria, a la molestia de tener que aguantar a mi madre con sus continuas quejas sobre mi vestuario, a la vergüenza cuando me caí al suelo para ser sustituida por la timidez al ver al resto. Y qué decir del abatimiento que sentí cuando comprobé que todos pasaban de mí. Pero todo eso fue sustituido por la excitación de ver todas esas cosas chulas que se estaban exponiendo en el museo y, a pesar de saber que la mayoría sólo eran réplicas, resultaba igualmente emocionante.

No pude evitar cierta decepción al saber que no podría tocar el mismo piano que había tocado mi madre, sobre todo viendo como alguno de mis compañeros parecía tan emocionado como yo para que aquel instrumento de huesos sonara. Sin embargo no era posible al estar encerrado tras la vitrina y, como siempre sucedía con las cosas más molonas, teníamos prohibido acercarnos a él.

Pero el cuadro… Aquel cuadro tenía algo especial y la silueta que se movía en el faro y que había visto, porque la había visto de verdad por mucho que los otros no lo creyeran, era a la vez asombroso e inquietante. Estaba convencida de lo que había visto y no iba a dar mi brazo a torcer y, sobre todo, estaba más que dispuesta a indagar en el asunto hasta no dar con una pista, por pequeña que fuera, que me explicara lo que acababa de ver, y no aceptaba la historia del reflejo ni nada parecido.

Y cuando Scott se acercó a mí y me puso el brazo por el hombro en un intento porque me calmara a pesar de que yo parecía la más tranquila de los tres que habíamos visto la silueta moverse… ¿Calmarme a mí? ¿A qué cuento? ¿Por qué no se va a calmar a su querida Lex que es la que ha perdido los nerivos? Preferí no decirle nada porque sabía que, de hacerlo en esos momentos, le daría una mala contestación y tampoco quería que me consideraran una borde. Ya me dirigían poco la palabra como para que definitivamente me dejaran de lado.

Oír a Lex preguntar por el otro cuadro despertó en mí una auténtica curiosidad por saber si también escondería algún secreto o misterio, pero saber que tampoco nos dejarían verlo me decepcionó aún más que el no poder tocar el piano. Sin embargo, y a pesar de que seguía dándole vueltas a lo que había visto en el faro del dibujo, seguí disfrutando de todo lo que el museo nos estaba enseñando, reviviendo las aventuras que habían vivido mi madre y el resto aunque fuera a través de los objetos guardados en las vitrinas.

Pero como siempre pasaba cuando uno estaba disfrutando, la visita se dio por finalizada y ahora tocaba la parte muermo de aquella reunión… la comida de confraternización o como diablos quisieran llamarla. Aguantar a mi madre y al resto de mayores contar sus aburridas vidas, sus logros y lo guays que eran no era precisamente lo que yo estuviera esperando con más ganas así que, cuando nos dieron vía libre para que nos moviéramos por el pueblo sin la supervisión constante de nuestros padres, no pude más que frotarme las manos imaginariamente y salir escopetada del restaurante.

El paseo por el pueblo no estuvo mal del todo, aunque permanecía más silenciosa de lo que yo solía ser, prefería escuchar las conversaciones del resto ya que, al fin y al cabo, apenas los conocía y no quería meterme en medio de bromas y conversaciones que demostraban el contacto que tenían entre ellos. Pero cuando aparecimos, no sabía muy bien cómo, otra vez delante del museo, me quedé paralizada por el asombro al igual que habían hecho mis compañeros.

—¡Ostras! —fue lo único que pude exclamar al ver las puertas arrancadas y tiradas en el suelo.

Asentí ante lo que decían los otros ya que estaba completamente de acuerdo con ellos. Aquello no podía ser otra cosa que un robo y quizá la desaparición de Armitage tuviera algo que ver. Demasiadas coincidencias me parecían a mí.

No me lo pensé dos veces cuando los chicos propusieron entrar a investigar, como para hacerlo… Teníamos una auténtica aventura delante de nuestras narices como tantas veces había soñado y no la iba a desaprovechar, y no entendía cómo podía haber alguien que no estuviera dispuesto a entrar y echar aunque fuera sólo una miradita.

—Me alegro que os animéis a entrar —dije contenta al ver que Emiko y Anne por fin se habían decidido, pero sobre todo lo que estaba era nerviosa y emocionada por entrar a ver qué había pasado.

A medida que avanzaba junto al resto por el museo empecé a sentirme decepcionada de nuevo, allí no parecía haber cambiado nada, todo seguía en su sitio y si se había producido un robo desde luego habían sido unos ladrones muy ordenadores. Si no fuera por las puertas rotas nadie se hubiera enterado de que allí había entrado alguien sin permiso.

Pero al llegar justo donde el cuadro del faro, el mismo donde Caleb, Lex y yo habíamos visto la silueta moverse, lo que encontramos me hizo pegar un respingo asustada, llevándome la mano a la boca para ahogar un grito que, por suerte, no llegó a salir. Allí había un auténtico pirata muerto ante nosotros. ¡Alucinante!

—¿Es de verdad? —al fin y al cabo podía tratarse de algún maniquí del propio museo, aunque en el fondo estaba convencida que era un hombre de verdad—. ¿Está muerto? —pregunté al ver cómo Scott se agachaba junto a él.

Sarah, te respondo lo que ves cuando escriba el resto y así narro para todos los que paséis la tirada ;)

¿Pero que narices tenían estos chicos en mente?

No estaban en su sano juicio! Pero quién a esta edad estaba en su sano juicio. Miré a Scott desconfiada. ¿Que razonamiento era ese? No oía las alarmas del museo, así que si habían sido ladrones, aún estaban dentro. Bufé negando con la cabeza como si no fuera la mejor idea que al chico se le habría ocurrido.

- Ya pues... no se pero...- Soy una cagada. Lo reconozco. Seguro es genético.

Caleb en cambio...su afán de aventuras era encomiable y... lo decían tan convencido de ello que se le veían brillar en los ojos. Jo, es que es como si fuera mi hermano, no puedo dejarlo solo. - Goonies, ¿eh? - Pregunté, afirmando mas bien, mientras en mi cara se formaba una sonrisa.

La guinda del pastel la puso Lex cuando me agarró de las manos. OMG. Espera, que se me ha parado el corazón. No sabía por qué, pero solo esa forma de decirme las cosas y agarrarme me puso muy nerviosa. ¿Hace calor aquí? -E-em... - balbuceé mirando a todos lados, apartando la vista tan directa de Lex. Wow, que ojos! - Vale.- Sentencié. - Pero que conste que lo hago porque no quiero que Cal haga alguna locura ahí dentro.- Expresé, posiblemente sin mucha convicción en mis palabras.

Tonta, tonta tonta...

Dentro descubrimos... -¿Un pirata?- No podía ser. - ¿Como va  ser un pirata? Al menos no uno real. Seguro que es un tio de esos caracterizados para la ocasión. Recordad que estamos en un museo de Piratas.- Dije poniendo énfasis en la última palabra.

Me incliné levemente para mirarlo. No tenia pinta de estar viso o si lo estaba ... no le faltaba mucho.

- Si, creo que deberíamos llamar a la policía.- Mierda y yo con el móvil apagado por agradar a Emiko.- Si claro Scott. Seguro que la policía dirá que lo has matado tu con tu horrible flequillo pasado de moda.- Irónicamente dije ante lo de que nos pudieran acusar de algo.

El caso es que parece tan real...

Aunque al principio Anne y Emiko se negaban en redondo a entrar en el museo, entre todos conseguimos convencerlas por lo que al final entramos todos con la curiosidad corriéndonos por las venas a toda velocidad, Lex y yo íbamos casi en cabeza de forma temeraria porque encontrar las puertas destrozadas no invitaba a entrar precisamente como una locomotora, pero nuestra ansia superaba al poco raciocinio que teníamos en ese momento.

Corrimos como locos mirando todo cuanto nos rodeaba, todo parecía en orden hasta que llegamos a la sala del cuadro y los artefactos piratas, allí había un hombre tendido en el suelo, ¡vestido de pirata!. Miré a todo el grupo que se arremolinaba al rededor del cuerpo-¿Pero cómo, qué, cuándo?-miré perplejo el cuerpo de aquel hombre agachándome e inclinándome sobre él-Chicos y chicas...éste tío creo que está muerto...-dije con un tono profundo, miré su pecho y no se movía ni un ápice, así que se hacía muy bien el muerto o definitivamente había dejado éste mundo.

-No sé que mierda está pasando aquí pero esto es muy raro-dije mientras miraba a Anne.

Cita:

-¡Claro que no es un pirata!-dije con una seguridad aplastante, los piratas no existían desde años siglos, éste era un hombre que se había disfrazo, pero la duda era ¿qué hacía allí y además muerto? me acerqué mirando sus facciones por si lo reconocía de algo y aunque me daba bastante grima le eché valor-Scott tiene razón, hay que llamar a la poli, a nosotros no nos van a decir nada, como mucho una bronca de nuestros padres y punto-comenté despreocupado volviendo a ponerme de pié sonriendo por el comentario de Anne sobre el flequillo de Scott.

Aún con el cuerpo del muerto a mis pies miré a mi alrededor ¿habrían robado algo? -Eh, echad un vistazo, no sea que se hayan llevado algo-dije mientras me acercaba al cuadro mirándolo de nuevo intentando encontrar aquella figura en el faro, para luego repasar toda la sala, estar al lado del cuerpo tampoco es que me animase mucho...

Lex sonrió complacida cuando Anne pareció entrar en razón.

-Sabía que podía contar contigo – dijo rebosante de energía apretando sus manos y dándole un fugaz beso en la mejilla – vamos – tiró de ella a continuación para dirigirse al interior del museo.

Sospechosamente todo estaba en su lugar, no parecía que hubiera tratado de robar ninguna de las piezas más valiosas o nada en general. Eso fue lo único que alivio el corazón Lex, por otra parte, palpitante por la emoción del momento. ¿que había sucedido entonces? ¿quien había hecho volar las puertas del museo de aquella manera? No lo sabían. Y no iban a saberlo pues ante sus ojos se encontraba un misterio mayor.

-No puede ser un empleado del museo – secundo las palabras de Scott con ceño fruncido, dedicando una mirada a su primo que había estado muy callado pero que podía ver el brillo de la emoción y curiosidad en sus ojos, como podía sentirlo en ella misma – esto es muy sospechoso...¡Scott! ¡Caleb! - exclamo sus nombres, sin alzar la voz, cuando ambos de acercaron al hombreo – tener cuidado joder que puede ser peligroso – Lex no era dada a decir tacos gratuitamente pero aquella situación bien lo merecía, claro que si sus padres la escuchaban se ganaría una buena regañina – no sabemos que ha podido pasar

Continuo mirando a su alrededor en busca de una pista de lo que podría haber sucedido, sin dejar pasar por alto que el misterioso pirata se encontraba junto frente al cuadro de Willy, además de tratar de buscar un posible escondrijo para el atacante si seguía allí.

Las palabras de Anne atrajeron de nuevo la atención de la chica, aunque no dejaba de observar su entorno mientras los dos chicos trataban de averiguar si el hombre estaba vivo o no.

-Si, tienes razón deberíamos llamar a la policía y decirles que hay un hombre herido – saco su móvil y se lo tendió a la rubia – llama tú, al ser mayor te tomaran más en serio que a mi...después llamare a mi padre

Concluyo con menos animo; la verdad es que no quería llamar a nadie todo lo contrario quería explorar un poco más antes que los echaran de allí por ser unos niños entrometidos. Allí sin duda había algo más oculto a simple vista.

Al acercaros un poco más al pirata pudisteis daros cuenta de varias cosas. La primera y más evidente, que estaba empapado. Sus ropas, su pelo, su sombrero... era como si hubiera estado en una maldita tormenta. Pero no estaba lloviendo; no había llovido en todo el día.

Lo segundo, que tenía los brazos, las piernas y el cuello lleno de mordiscos; había manchas de sangre en la ropa, pero en el cuelo, podía verse un arañazo bastante grande... y una herida profunda que llegaba al interior, y que estaba sangrando profusamente.

Scott se acercó con temor y cogió el sombrero del pirata. Al llevárselo, pudo verle la cara y sin duda, su aspecto era el de un pirata... o lo que uno esperaría que fuese. Su rostro estaba curtido por el sol y el mar, endurecido y con barba de varios días, y también tenía un gesto extraño en su boca, como de terror. No era nadie que conociese o hubiera visto antes, de eso estaba seguro.

Por su parte, Lex, Patrick y Sarah se acercaron un poco al pirata para observarlo más de cerca, mientras los demás permanecíais quietos, sintiendo la corriente de las no-puertas llegando hasta vosotros, aunque también lo hizo algo más. 

Una especie de ruido agudo y penetrante que resonó por todas partes gracias al eco.

Era un pirata, no había duda. No es que se tratase de un trabajador del museo disfrazado, sino que se trataba de un pirata auténtico, y la mayor señal de ello era lo curtido por el sol que se encontraba su rostro. Pero, ¿cómo era posible que hubiera un pirata, llevando ropas de hace varios siglos, tendido en el suelo de aquel museo? A veces, en la televisión se relataban noticias sobre piratas somalíes, señores muy malos que atacaban barcos y secuestraban pescadores para pedir rescates a sus respectivos gobiernos. Sin embargo, el hombre que yacía muerto frente a nosotros era demasiado blanco para ser un somalí.

-Chicoz... -Permanecí totalmente quieto al escuchar aquel ruido que se escuchó en todo el museo, similar a los gruñidos de algún tipo de animal. En mi tono se percibía el miedo. ¿Era posible que un animal salvaje se hubiera colado en el museo? Aunque eso no terminaba de explicar por qué había un pirata muerto en el suelo-. No me guzta nada cómo ha zonado ezo. Zonaba... zonaba como una ezpecie de jabalí o de ozo o de... No lo zé... Nunca había ezcuchado algo como ezo... ¿Qué puede haber zido?

Lex entrecerró sus ojos fijando su atención en algo que había llamado su atención e ignorando su propia advertencia dio unos cuantos pasos hacía el hombre tendido en el suelo. Seguida por Patrick y Sarah, se atrevió a acuclillarse ante el cuerpo tomando la manga de sus ropaje alzando el brazo tan solo para comprobar que su apreciación en la distancia era correcta.

-¿os habéis fijado? Esta empapado – señalo posando de nuevo el brazo en el suelo, alzando la vista al cuatro – es como si acabara de pasar por una tormenta salvaje...además – volvió a mirar el cuerpo y a los demás, junso cuando Scott le quitaba el sombrero.

Lo que provoco que Lex se tapara la boca con la mano y señalara con la otra algo horrorizada, antes de volver a hablar.

-¡Mierda!...¡Mirad su cuello! Eso es un arañazo gigantesco, aún sangra – sin duda aquella herida había sido lo que había matado al pirata, pensó de inmediato al ponerse de pie, retrocediendo un par de pasos– su cuerpo esta lleno de mordisco por todas partes...aquí pasa algo muy extraño...será me...

Sus palabras murieron cuando aquel extraño y alarmante sonido resonó por todo el museo sin ser capaz de ubicar su origen. Giró su rostro para buscar el de Patrick con los ojos abiertos por la alerta.

-Eso no me gusta...-volvió a hablar bajando el tono de su voz, viendo a su alrededor - ¿creéis que esas replicas servirán para algo más que para adornar- señalo refiriéndose a los sables que decían pertenecer a conocidos miembros de la piratería – deberíamos movernos, si hay algo suelto debemos de encontrar la forma de que no salga de aquí

Cita:

-Tienes toda la razón, sé que suena a locura pero es como si hubiese salido de allí...-apunté con el dedo el dichoso cuadro del faro. Con seguridad me mirarían como un loco aunque sabía que Lex era tan loca como yo con éstas cosas-Pero ¿de dónde han venido esos mordiscos?-pregunté viendo las heridas de las que aún manaba sangre.

En ese momento sonó una especie de alarido, sonido gutural, animal, no supe como describirlo, pero desde luego me heló las venas al instante-mierda...¿habéis oido eso?-pues claro que lo habían oído, sus caras eran un poema.

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Miré a mi prima alarmado-Lex, sólo hay una manera de descubrirlo, después de escuchar eso no pienso ir con las manos vacías- y sin más demora fuí a coger uno de aquellos sables colgados de la pared rezando porque no fuera de plástico del chino, al menos que fuera una réplica realista de metal, no cortaría pero si podría asustar a alguien, o algo...

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-Acercaos y no os separéis, creo que si estamos todos juntos nos irá mejor...-de hecho no tenía ni idea, pero pensé que estar pegados nos daría algo más de seguridad, aunque realmente estaba cagado.

— Esto... — Scott tragó saliva, aquello no pintaba bien. — …no creo que sea ni un oso, ni un jabalí. Parece más... 

No acabó la frase. Decirles a sus nuevos amigos que aquello le recordaba a la película Jurassic Park, sólo conseguiría que le tachasen de loco. Aunque sabía que era imposible que les estuviera acechando un velocirraptor, también era imposible que un pirata real se encontrara tendido muerto en medio de aquella sala. 

— Parece el sonido de un ave enorme o un reptil... — Expuso finalmente. — Hay unos pájaros enormes en África que hacen un sonido muy similar. 

Sabía aquello gracias a los documentales de animales que veía al salir del instituto mientras almorzaba. Ojala fuera solo un ave, pero algo le decía a Scott, que no iban a tener tanta suerte. Por inverosímil que sonara, la posibilidad de que aquel sonido proviniera de un dinosaurio, le parecía mucho más real que cualquier otra hipótesis.

Scott agarró un sable como había sugerido Lex. No creía que les fueran a servir de mucho, pero sosteniendo algo entre las manos se sentía más seguro. No obstante, algo tenía claro. Los goonies no eran de aquellos que se quedaban a luchar, sino de los que ponían los pies en polvorosa ante el peligro, al menos los antiguos goonies. Quizás por ello sobrevivieron a los Fratelli.

No... deberíamos haber entrado -dijo Emiko, temblando, mirando en todas direcciones -. Seguro que es algún monstruo y que ese pirata... ¿de dónde ha salido ese pirata? ¿Y si aparecen más como él? 

Por qué se había dejado convencer para entrar. Ella no era una Goonie. Solo era una chica insegura y tímida que deseaba tener amigos. Aquel sonido era de un monstruo, seguro, y si había acabado con aquel monstruo... ¿qué le impediría hacerlo con ellos, que eran tan solo unos niños?

-Vámonos de aquí, por favor -suplicó.

- Puede que Emiko tenga razón... - Dijo Scott. - Ésto se nos está escapando de las manos. 

A medida que pasaban los segundos, se hacía más evidente que tarde o temprano descubrirían al ser que emitía aquellos sonidos. Fuera un jabalí, un oso o un tiranosaurio rex, estaban en peligro. Si el pirata había caído a manos o mejor dicho, a mordiscos ante aquel ser, ellos, una pandilla de niños que recién habían entrado en la adolescencia y que nunca habían empuñado un arma, tenía más bien poco que hacer contra el asesino del pirata.

- O nos vamos o nos escondemos bien... - En esos momentos esas eran las dos únicas opciones que Scott veía factibles. - Si ha acabado con el pirata... - Chasqueó la lengua. - ¿Qué podremos hacer nosotros?

La sugerencia de Emiko y los temores de Scott se hicieron realidad enseguida, cuando de la nada (Bueno, de alguna parte del museo, en realidad) apareció un extraño "bicho" volando y emitiendo aquel desagradable sonido que habían escuchado.

Calculáis que miden unos tres metros, tienen dos alas membranosas, pies palmeados y garras de aspecto peligroso, una cabeza con más aspecto de estar muerto que vivo, y a pesar de que parecían seres torpes e inseguros, sobre todo entre aquellos pasillos tan estrechos, y tener un cuerpo que recordaba a un insecto, se veía que no era de este mundo... y que iba a por vosotros chillando y con las garras extendidas.

- ¡Hostia puta! - Gritó Scott al ver aparece aquella cosa voladora y con aspecto de... ¿Dragón?

¿Estaba soñando o estaba pasando aquello de verdad? Se podía esperar cualquier cosa, pero no aquello. 

La joven de los Walsh estaba dispuesta a enfrentar piratas, trampas, pulpos y lo que hiciera falta por una ventura como la de sus padres pero ni toda su imaginación la pudo preparar para lo que siguió aquel espeluznante sonido. Había seguido a Patrick y Scott con la esperanza que le alzaran un sable para ella, pues se encontraban demasiado altos para ella, cuando se giró para ver como aquella criatura se acercaba a ellos. Quedando paralizada por el miedo.