Partida Rol por web

Vengo de las montañas grises del norte, ¿has estado alguna vez? tenemos la mejor cerveza del continente jajaja, deberías probarla.

Durin ríe divertido mientras sostiene la jarra de cerveza en una mano y se acicala la barba con la otra.

¿Y que me decís de vos?

 - Si todo lo que dices es cierto, y si tu palabras es suficiente como para poder confiar en que todo esto es verdad, no creo que hagan falta darle más vueltas al asunto y seguir preguntándote acerca del qué y como de la organización. - Empiezo a notar que mi cerveza se calienta y mis músculos se resienten, tal sea por estar demasiado tiempo sentado, pero una sensación de querer entrar en acción se apodera de mi cuerpo. - Lazarus, indícanos el camino que debemos seguir para ayudar a los que más necesitan esta zona en esta remota ciudad. Y si para ello es conveniente llevar el escudo o nombre de una organización concreta, no tengo problema en portarlo como orgullo.

Había escuchado oír hablar de organizaciones secretas que se dedican a hacer el bien o a hacer el mal, pero hasta ahora no me había encontrado con ninguna de ellas, pues mi orden de caballería se encuentra al alcance de todos como una institución pública en nombre de Herenias... aunque supongo que en mis tierras, donde reina la justicia, tampoco es algo valeroso mostrarse con el pecho descubierto.

La verdad es que todo esto me ha hecho picar la curiosidad, por un lado me gustaría comprender la magnitud y la estructura para una organización tan amplia como esta, y de que manera consiguen levantar al inválido, dar de comer al pobre, salvar al inocente en peligros y clamar justicia por el moribundo desechado por la sociedad.  Y si además me dan los medios, la oportunidad y el conocimiento para realizarlo... no puedo pedir mucho más, pues es justo mi objetivo al pisar estas tierras: ayudar y explorar.

Aunque ahora que reflexiono, ¿Qué se yo de estas tierras? ¿Por donde empezar? Tal vez el viejo Lazarus desee explicarnos algo más sobre la ciudad, por que lugar hemos de movernos para encontrar al vil noble, y especialmente en que sombrío callejón se encuentra el primer contacto para adentrarse en la organización secreta.

- Pero antes de que nos levantemos, me gustaría saber más cosas a cerca de esta ciudad: ¿En que barrios se divide? ¿Que gremios del mal, o personas indeseables nos podemos encontrar? ¿Y como conseguiremos la aprobación de estos tres pertenecientes a la orden? 

Lanzo mi retahíla de preguntas, aunque esperando con más curiosidad que responda a la última de ellas.

- Todo eso sería un buen tema de conversación mientras llega la noche amigo, pero tengo planes que ultimar para evitar que esos esclavos lleguen a manos de los yuan-ti. Caballeros, si cuento con su palabra de que no dirán nada de lo que aquí se hablo, creo que podemos retirarnos. Ha sido un placer conversar con ustedes. Tal vez nos encontremos en otro momento.

- En cuanto a usted, caballero Trébol, creo ver que está interesado en unírsenos. ¿Es así? Entonces, ¿qué le parece si nos ayuda a evitar que todas esas personas terminen sus vidas en la mas abyecta esclavitud?

Sonrió ante la respuesta del enano.

- Yo no soy de ningun lugar en especial. Desde que era un crío he viajado de un lugar para otro, en una caravana de mercenarios. Y desde que pude valerme por mi mismo, he hecho lo propio, yendo con mi carreta de aquí para allá. Y me temo que no. No he tenido la oportunidad de estar en tu tierra. Mi camino nunca me ha llevado hasta allí.

Bebió de su recien rellenada jarra y cogió un par de dátiles.

- Salgo de una aventura, y acabo inmerso en otra. Je... Que vida ésta...

 - Me gusta hacer las cosas poco a poco, no me gustan los objetivos futuros que luego pueden convertirse en humo ni soy de los que abordan su sino zambulléndose en él. De momento prefiero aguardar mi decisión sobre su organización y si me merece la pena involucrarme en ella. Sin embargo si eso que dice es verdad, lo de los pobres esclavos, no me temblará la mano al blandir mi hacha en defensa del bien y de mis principios. Cuente conmigo para esto, luego Dios dirá.

 El joven Pierot se mantuvo en un rictus reflexivo, especialmente cuando se tocó el tema de desafiar a los dirigenes lejítimos.

 Escuchó lo que decían los demás compañeros de mesa. Hasta que finalmente parecía que levantaba la reunión, entonces se pronunció.

 - Yo emprendí mi camino para ayudar al necesitado que tubiera buena fe. No emprenderé ninguna acción contra los dirigentes hasta que no considere, tras mucho meditar, que no son dignos de ostentar el poder sobre las gentes de Ahil-Thar.- Hablaba con serenidad y sobriedad, diciendo cada palabra tras mesurarla.- Pero sin duda podeís contar conmigo por lo que respecta el liberar a esos esclavos. Tal vez sea como vos decís, y algún miembro del gobierno esté invlucrado, pero tal vez sea sin conocimiento de los otros miembros.

 Hizo una pausa, mirando a los ojos etodos los presentes, por turnos, ates de proseguir.

 - No voy a cometer acción alguna que me pueda deshonrar a mí o a mis ancestros. Antes de forar parte de ese grupo clandestino, quiero hacer averguaciones por mi parte. Pero ahora es el momento de prepararse para salvaguardar la vida y la seguridad de esa pobre gente que mencionasteís, maestre Lazarus.

 - ¡Qué no se hable más! - digo con voz potente, sin ni siquiera pensar que podría haber alguien en las habitaciones cercanas, me levanto de un bote y alzo el último sorbo de mi copa - ¡Brindemos por los inocentes! - Levanto mi mano en gesto de brindis y termino con todo el contenido de un solo trago. El alcohol me ha encendido el estomago y ahora yo como mi martillo sienten la necesidad de blandirse ante un enemigo impío. - Muéstranos el poder de la gran serpiente dorada en esta batalla, pues yo os mostraré la fuerza y valentía de mi brazo armado.

Dejo la jarra junto al resto. Y doy dos pasos en dirección a la puerta, la abro de un portazo y dejándola abierta me lanzo al exterior, dando así la conversación por terminada. Tal vez no debería haber bebido tanto, pues comienzo a pensar solamente en actuar, dejando mis modales dentro de esa habitación y a los tres aún sentados con rostro dubitativo. Aunque seguro que no tardarán en seguirme, pienso poco después cuando ya he alcanzado la planta baja de la posada. 

En ese instante soy completamente consciente de que me he marchado realmente sin saber si la conversación había terminado o no. ¿Dónde están mis modales de caballero? Miro a mi alrededor.

Si está la camarera le miro con rostro gentil mientras titubeo con los largos mechones de mi bigote. - Se ve que bajé demasiado rápido - le sonrío intentando realizar algo de humor.

Mientras espero, me voy atando las partes de mi armadura que había aflojado para estar más cómodo. "Debo de admitir que me ha caído bien ese Lazarus, y la primera impresión es la importante, aunque estoy ansioso por conocer la aventura que nos depara... cada instante aquí y esos hombres están sufriendo. "

- Muy bien. Entonces vámonos – les dice Lazarus, siguiendo a Trebol con Pierot y Thortek caminando atrás de él. Cuando consiguen alcanzar al impetuoso paladín, Lazarus hace un gesto con la mano y los 4 se desvanecen de la posada, para aparecer instantáneamente en otro lugar.

- Era demasiado arriesgado salir de la posada de la manera normal. Algún espía podría habernos visto. Ahora, pensaran que seguimos ahí, al menos durante un tiempo.

No ha pasado más de un momento, cuando de repente, 3 personas se materializan cerca de ustedes, apareciendo de la nada.

Byron se mostró sorprendido tras la aparición lejos del lugar donde estaban. Miró hacia un lado y hacia otro para poder hubicarse y vió la ciudad en la que se había encontrado instantes antes a lo lejos. Después deparó en los presentes allí. Byron iba ataviado con una cota de mallas ennegrecida, unos pantalones de un rojo muy oscuro y unas botas negras. Recogida por encima de uno de sus hombros, llevaba una capa de viaja también negra. En su cinto podía observarse una espada larga en su vaina mientras que de su espalda colgaba un espadón, que saltaba a la vista, era de gran calidad.

- Mi nombre es Byron Lakes, y vengo a liberar esclavos.- Dijo con una amplia sonrisa en su rostro.

 Ser Pierot estaba dando un vistazo por los alrrededores hasta que un Plop le llamó la atención, donade hacía un momento n había más que arena y aire aparecieron tres personas. Tras el comentario del enigmático Lazarus y el trato amistoso entre él y la recién llegada el joven caballero se relajó lévemente. Se dedicó a acomodarse las placas aflojadas de su armadura completa, envueltas en telas de colores claros, para protegerla en part del mortífero sol. Su tabardo estába húmedo en la parte superior.

 Tras escuchar las palabras del guerrero del camisote de mallas y la mandoble, el joven ser saludo.

 - Al parecer todos estamos aquí con las mismas intenciones, señor Byron Lackes, mi nombre es ser Pierot Benedigno.

 Durante unos instantes me siento como mi esencia se reduce hast ala nada, una sensación extraña, aunque no dolorosa, recorre mi cuerpo y en el tiempo que me da a pestañear mis ojos aparezco en un lugar totalmente diferente.

Siento la calidez de la arena golpeando mi rostro tras algun soplido del viento, y como mis botas se hunden a penas unos milímetros en un suelo mucho más endeble que el pavimento de la ciudad. Ésta, desde lejos, parece mucho más hermosa que desde fuera. Recuerdo la primera vez que la vi desde lejos, apenas unos escasos días atrás, montando en mi corcel, pero esa vez el escaso viento producía que el aire que aún tenía por delante de mi se recalentara y se vieran los contornos de los edificios borrosos desde la distancia.

"Ahora entiendo porque Lazarus tenía tanta prisa por partir, no sabía que era capaz de usar este tipo de magia... además, ha podido llevar con él a nosotros, que somos tres grandes guerreros" Aunque este tipo de viaje haya sido un poco abrupto y inesperado, me siento animado al saber que estamos más cerca de salvar a esos inocentes.

Sigo  sus instrucciones y recojo una ración de comida, y me refresco con un poco de agua de uno de los barriles para aliviar del calor. "Espero que no tarde en anochecer, y se oculte aquella condenada bola de fuego del horizonte".

Entre mis cavilaciones y las tareas que realizo, apenas me doy cuenta de que nuestro número se ha incrementado rápidamente. Y me giro para saludar a las personas que aparecen a mi lado.

- Es un placer pelear a vuestro lado, mi nombre es Trêbol. - Saludo de forma cortés y un tanto fría, ante la repentina presentación. 

Me fijo en ellos tres de manera discreta, la dama es quien más llama mi atención, "Parecen que ella y Lazarus tienen una relación especial"

- ¿Qué más sabemos sobre los esclavistas y quienes son los yuan-tis? Tal vez deberíamos pensar una estrategia común para emboscarles. - Esta vez me fijo en Byron y en su sonrisa, sus animosidad  me agrada y me hace tomar confianza.

- Los esclavistas vendrán al mando del emir Hazzan Mezandari. Serán cerca de 50 esclavos, custodiados por poco más de una docena de los guardias mercenarios de la ciudad. En cuanto a los yuan-ti, espero una pequeña comitiva de yuan-ti puracasta, los más parecidos a los seres humanos. Cerca de 10 o 12 guerreros, acompañados de un sacerdote o un mago hibrido que será quien los dirija.

Hizo una leve reverencia con la cabeza ante el primero de los cuatro hombres que se presentó y otra al segundo.

- Lazarus, ¿Verdad?.- Dijo dirigiéndose al anciano.- Si no he escuchado mal, nos planteas que el enfrentamiento será contra no menos de veinticinco enemigos. Es muy dificil que en medio de tal contingente podamos controlar los golpes para no causarles la muerte. A mi al menos me va a resultar casi imposible. ¿No os valdría con que al menos dejáramos vivos a un par de ellos? No se, quizá un esclavista y un yuan-ti, eso es algo que podemos manejar.

Al terminar de dar su opinión, sacó de su funda el espadón que llevaba a la espalda y lo colocó justo delante suyo, con la punta de la hoja hundida en la tierra.

- Como no los golpee con el canto...- Parecía estar contemplando alternativas.

- Sé que es algo complicado e incluso un tanto idealista. En medio del fragor del combate es difícil contenerse, mas aun si una vacilación provoca que ustedes mismos o a quienes pretendemos salvar resultan heridos por tal causa. Pero aun así, nuestros principios nos piden que traten de no matar.

- Primero, buscaremos dejar fuera de la pelea a los lanzadores de conjuros. Luego sacaremos a los esclavos del combate mientras todos estén aturdidos e inmovilizaremos a todos los guardias que podamos.

- En última instancia, una vez caídos, no los rematen, u ofrézcanles la rendición. Aunque si es por armas, puedo conseguirles otras de tipo contundente, en lugar de sus espadas y hachas.

- Lazarus, conozco los preceptos tan bien como tú, y hare cuanto pueda por acatarlos. Pero sabes también que mientras nosotros nos contenemos, ni los mercenarios ni los yuan-ti harán lo mismo. De hecho, estoy segura de que si la situación fuera al revés, no dudarían en freírnos con relámpagos ni en arrojarnos sus flechas y veneno.

- Pero ninguno de ustedes es miembro de nuestra orden. Lazarus ya cumplió con su deber, solicitándoles que no maten innecesariamente. Si durante el combate tienen que hacerlo, nadie se los va a reprochar.

 Ser Pierot no parecía tener miedo, pero se pueden fijar que sus manos van a parar a unas marcas de arañazos y abolladuras que muestra su armadura. Su ora ano descansa apoyada encima del pomo de la empuñadura de su espada.

 - Esperemos que con un poco de sangre se desanimen lo suficiente como para que su instinto de supervivencia les haga huir, los esclavistas no son especialmente valerosos ni honoroso, no les importa poner los pies en polvorosa.-Hace una pausa.- Los yuan-ti son harina de otro costal. Algunos son unos auténticos fanáticos de sus causas.