Partida Rol por web

Tras salir de tu habitación lo más silenciosamente posible, vas examinando el resto de estancias de la casa. Te encontrabas en el primer piso de la casa, por lo que tras examinar esa planta sin encontrar nada interesante comienzas a descender las escaleras de madera. A pesar de tus intentos los escalones crujen con tu peso, en alguna ocasión de forma llamativa. Te vas parando cada vez que haces ruido, pero la bajada por las escaleras se convierte en una especie de concierto de sonidos varios. Al llegar al final suspiras aliviado, habrá que arreglar esa escalera.

Tras examinar el resto de estancias, salvo la de los criados, los cuales roncan de forma considerable por lo que puedes escuchar, te diriges hacia el sótano. Afortunadamente las escaleras no hacen tanto ruido, aunque hay algún que otro escalón que suena de forma considerable. El sótano es usado como despensa, pero nada más bajar te das cuenta de que sirve para algo más. Puede que para cualquier otro hubiese pasado desapercibido, pero para un enano es más que evidente, allí hay algo más. Compruebas que oculta tras la pared de enfrente hay otra estancia. No hace falta ser muy observador para percatarse que es de manufactura enana, más o menos reciente (un año o dos como mucho) y dado el tipo de construcción es meramente funcional, lo que significa que aunque es de manufactura enana, se realizó para satisfacer los deseos del demandante, y es lo que se limitaron a hacer, sin complicarse la vida demasiado (seguro que no les pagaban bien, piensas). Evidentemente, a pesar de ser una construcción muy básica para un enano, para un humano o un elfo seguro que le parecerá una obra maestra de la arquitectura.

Cuando te diriges ha activar el mecanismo de apertura que te dará acceso a la estancia, te detienes, te ha parecido oír algo procedente de arriba, pero no estás seguro.

-¿Hay alguien ahí?, ¡¡¡mostraos si hay alguien!!!

El criado de la casa se ha despertado y por lo que parece ser, te ha oído.

Al ocultar tu rostro pasas más o menos desapercibido. La verdad es que no estás cómodo en Tharbar, es un ambiente deprimente y tienes ganas de partir.

Genial, malditas escaleras...

Amparado por la oscuridad y no pisando más puñetera madera quejumbrosa, accionar el mecanismo e introducirme y cerrar tras de mi no puede ser muy complicado. Siendo, además, una construcción reciente y enana, es presumible que no hará apenas ruido. Puede que el criado conozca de la estancia secreta, pero es de imaginar que no piense que nadie pueda haberla descubierto y mucho menos accionado. Así las cosas, me deslizo a su interior y guardo el mayor de los silencios, la oreja pegada a la pared para escuchar qué hace el anciano.

Consigues escabullirte dentro de la estancia secreta. Justo cuando la pared se cierra comienzas a escuchar ruido de pasos bajando por la escalera. Escuchas la voz del criado volviendo a preguntar si había alguien ahí, como deambulaba por el sótano y tras unos minutos volver a subir por las escaleras. Comprendes que tendrás que esperar un buen rato para poder salir con cierta tranquilidad.

A pesar de estar oscuro puedes ver hasta cierta distancia. La estancia no es muy grande, unos cinco metros de largo y ancho, y muy sencilla, sin ningún tipo de decoración. En la pared hay una antorcha apagada. Al fondo hay tres grandes cofres. 

Como era de esperar, me acerco a echar un vistazo. Imagino que debe ser un cofre por cada uno de los señores. Antes de nada me aseguraré de que no hay trampas de algún tipo, luego ya vendrá todo lo demás... Con calma y prudente cuidado, comienzo a examinarlo todo: el suelo hasta llegar a los cofres, los cofres, las paredes y los cerrojos de los cofres. Para poder disfrutar de un botín hay que estar vivo.

Tras tomarte tu tiempo y comprobar que, al menos aparentemente, no hay gato encerrado, te decides a abrir uno de los cofres. Nada más verlo te quedas petrificado de asombro, no sabes cuanto tiempo, pero los ojos casi se te salen de las órbitas. El cofre está lleno de oro y joyas. Cuando por fin reaccionas abres el segundo cofre, más de lo mismo. Presa de la emoción abres el tercero y a punto estás de gritar de alegría al ver que también está lleno de oro y joyas.

No sabrías exactamente cuanto hay, pero crees que podrías vivir holgadamente el resto de tus días, o al menos una buena parte de ellos. Lástima que no sea tuyo, sino de tus señores, piensas. "Aunque claro, allí hay mucho, ¿se darán cuenta si les falta un puñado de monedas?, ¿y varios?, no, no, no, soy enano honrado....pero es tan tentador..."

Seis palmos, por veinte, no, veintidós, cuatro codos de alto, restando el grueso de la madera, y una veintena de gemas por aquí y son tres cofres, uffff, la cabeza me da vueltas... Soy un enano honrado, soy un enano honrado, soy un enano forrado, digoooo, ¡NO! ¡Basta! No hasta que no sepa de dónde salieron. Con la "protección" que tiene y suponiendo que no hay un asalto (que no tiene porqué y aunque lo hubiera la cámara es secreta), puedo venir a recuperarlo en cualquier momento. Si con "la que está cayendo" -como dirían los humanos- no han venido a recuperarlo, es que consideran que está mejor aquí. Bien, seguiré con mis tareas, cumpliré con mis cometidos, me ganaré una pequeña fortuna con mi esfuerzo, aunque sea reventando criptas. Pero esto es robar. Hasta que no esté seguro de que este oro ha sido a su vez robado no tengo derecho a llevármelo. Punto.

Habiendo ganado la batalla contra la tentación, decido irme cuanto antes mejor, para no empezar a divagar de nuevo e imaginarme vidas cómodas, plácidas y llenas de cosas bellas y brillantes. Sí, cuanto antes mejor... Cierro los cofres rápida pero silenciosamente, con cuidado, dejándolos en el estado en el que los encontré. Salgo de la habitación secreta y vuelvo a cerrar cuidadosamente, de nuevo asegurándome de que todo queda como lo encontré. Entonces me dirijo a por una de las botellas de vino de la bodega, la destapo y me pego un buen lingotazo, asegurándome de que mi aliento (y tal vez mi barba) huele bien a vino. Mi plan es volver a subir, botas en una mano y botella en la otra, descalzo, hasta mi habitación. Si me pillan, será evidente lo que he ido a hacer. Repondré el "daño" con el dinero que cueste la botella (al alza) y un pequeño agradecimiento (soborno). Puede que no sea el enano más listo de Tierra Media, pero nadie puede negar que sea astuto (que orgulloso estoy de mi mismo, de verdad...).

¿2000?...no, no, no, más, seguro que más, a ver, a ver....¿4000?...¿6000?...Como bien dices, te da vueltas la cabeza de tanto calcular. No sabrías decir exactamente cuanto hay, y más teniendo que hay joyas de por medio y por lo tanto habría que tasar su valor, pero a ojo dirías que no menos de 6000 piezas, la mayoría de oro, ya que también te encuentras monedas, en sacos aparte dentro de los cofres, de plata o bronce. Compruebas que las monedas son de variada procedencia, observas las siete estrellas y la corona de Arthedain en el reverso de muchas de ellas, también hay muchas con la efigie la cabeza de un carnero y una estrella encima y otras con una especie de arpa, algunas, las que menos, tienen un árbol con siete estrellas, dos árboles, un navío con forma de cisne, etc. Algunas de ellas te suenan pero no acabas de saber su procedencia.

Regresas a tus aposentos sin ningún contratiempo. Al llegar a tu habitación, ya que tienes la botella de vino, das buena cuenta de ella y te vas a dormir. A la mañana siguiente te levantas como si nada.

La noche antes de partir sois llamados por Barahir. En la misma estancia se encuentran Tarhad y Angrod.

-Tras varias deliveraciones he tomado la decisión de que cruzaremos el Paso de Caradhras. Los pasos del norte pueden estar ocupados por fuerzas de Angmar y los del sur quedan demasiado lejos y es necesario que lleguemos cuanto antes a Moria. A la vuelta utilizaremos los pasos del sur. Partiremos mañana por la mañana a primera hora.

Se dirige hacia vosotros

-Antes de llegar a Moria pasaremos cerca de Lórien e incluso es muy posible que tengamos que entrar. Necesitaré que vos Mellongaladh nos guiéis. Ya me dijisteis que nunca habeis estado allí, pero seguro que vuestro conocimiento de los bosques, y más si están protegidos por elfos, será mucho mayor que el nuestro. Si aparecen elfos, os pido que vos habléis primero en mi nombre y hagáis las presentaciones oportunas, así como que me aconsejeis en los tratos que pueda haber con vuestros parientes. Lo mismo digo cuando lleguemos a Moria maese Talin, os pido que primero habléis en mi nombre ante vuestros congéneres y me guiéis en las negociaciones. Por lo demás -se dirige a todos los presentes- si no tenéis ninguna duda podéis retiraros.

- Ningún problema. - Me alegra la idea de pasear por los bosques y volver a estar entre los míos unos días. Cuando salgo de la habitación me voy al edificio donde nos alejamos y me relajo mucho más que los otros días soñando con los profundos bosques. No tendré que ocultar mi rostro. Me reciban como me reciban serán unos días de asueto.

-Me retiro entonces -hay que aprovechar estas últimas horas de descanso y comodidad. Por lo que sé, mañana toca comenzar una larga marcha, primero hasta las montañas, luego por un peligroso paso y finalmente a través de un bosque plagado de elfos. Esperemos que nada de eso nos detenga y podamos llegar a Moria. Oh, Moria y sus grandes salones, eso sí que será un lugar digno de visitar...

A la mañana siguiente partís. Por lo que os ha explicado Barahir, desde Tharbad seguiréis el río Glanduin por el norte, y al llegar a las ruinas de la antigua ciudad élfica de Ost-in-Edhil seguiréis el curso del afluente del Sirannon hasta alcanzar las Montañas Nubladas y desde allí tomar el Paso del Caradhras. Calcula que tardaréis, dependiendo de las circunstancias y del ritmo, unos quince días en llegar al paso.

La compañía marcha igual que al principio de vuestro viaje, Barahir, Angrod y Tarhad al frente, seguidos por los caballeros de Barahir, los criados con las mulas de carga y por último los mercenarios de la Ragh Crann-Sleagha. Estos últimos no tardan en entonar una canción a los que se le suman los caballeros. La moral es alta.

-Al principio del viaje nos encontraremos con una zona pantanosa, calculo que la abandonaremos en un día o dos. Tras esto el viaje habría de ser tranquilo, pero al transitar por una zona fronteriza con las Tierras Brunas no descarto que nos encontremos con Dunlendinos. Son supersticiosos y dudo que se atrevan a cruzar el Glanduin por temor a lo que se puedan encontrar en Acebeda, pero nunca se sabe. A partir de esta noche noche reforzaremos la guardia.