Partida Rol por web

El Rhudaurrim que ataca a Talin presenta cierto nerviosismo. Tener delante suya a un enano armado hasta los dientes con una morning-star llena de pinchos y con pinta de saber usarla. Talin detiene sin problemas su ataque.

Estais tan enfrascados en vuestro combate que no prestáis atención a lo que pasa a vuestro alrededor. Se escuchan gritos por doquier y observais figuras moverse, pero en este momento no sabéis en que situación se encuentra el combate y quien está ganando.

Veo algo por el rabillo del ojo y siento el nerviosismo alrededor. Mi curiosidad me puede y volteo un momento la cabeza para mirar, pero no lo suficiente para dejar de lado el combate, así que consigo lo que era de esperar, perder la oportunidad de librarme de mi adversario y la de enterarme de qué demonios pasa...

Talin, te lo dijeron mil veces y tú sigues sin aprender: ¡¡las cosas de una en una!!

Demasiadas cosas a la vez. Dos Rhudaurrim delante con ganas de acabar contigo, gritos de dolor y ruido de espadas a tu alrededor, tu compañero batiéndose a su vez con otros dos Rhudaurrim. Te ha faltado concentración y eso se ha notado, por lo que tu adversario consigue parar tu ataque y no consigues ver que pasa a tu alrededor. Mientras tanto, el otro Rhudaurrim que se enfrentaba contigo parece que comienza a recuperarse.

La situación de Mellongaladh es parecida, aunque tiene cierta ventaja, uno de los Rhudaurrim sigue intentando recoger su espada, pero una y otra vez falla debido a su creciente nerviosismo, mientras tanto, el Rhudaurrim herido presenta cada vez un peor aspecto. Intenta taponarse las heridas como le sea posible, pero para eso ha de dejar de luchar, cosa que no está dispuesto a hacer. "Maldito orgullo humano", piensas ante la situación que estás viendo. No crees que vaya aguantar mucho, aunque se rindiese.

Ya cansado de la situación, de ver al hombre desangrándose y al torpe de su amigo buscando su espada como si fuese un cómico de algún teatrillo de pueblo, doy con la espada a mi atacante intentando que caiga ya de una vez al suelo y se quedé ahí.

El pobre está tan débil que no puede defenderse. Le atraviesas con la espada y cae en silencio de espaldas. Mientras tanto su compañero consigue coger su espada.

Los dos Rhudaurrim te atacan, mientras intentas esquivar a uno, el cual te roza con su espada, el otro te alcanza produciéndote una grave herida en el muslo. Aunque cojeas por el dolor, aún aguantas, pero el dolor te aturde y te nubla la vista.

Cuando veo que mi adversario ya ha cogido finalmente su espada le ataco intentando darle en el brazo donde lleva la misma. Por otra parte, viendo que han herido a mi "guardaespaldas" esbozo una media sonrisa torcida entre dientes, "llévate a un enano -decían-, te será útil -decían"...

- ¿Qué pasa escoria?, ¿tan cobardes sois que tenéis que atacar por parejas?, ¡venid a matarme si tenéis el coraje suficiente!.

-¡Arj, mi pierna, mi jodida pierna, joder, joder, joder, vale, ya no te puedo perseguir, aprovecha y huye, bastardo! -exclamo dando saltitos un tanto ridículos tratando de no llevarme las manos a la pierna herida, para no bajar la defensa demasiado.

Con un movimiento certero, realizas un tajo en los tendones y músculos del brazo de tu adversario. Grita de dolor y queda de rodillas en el suelo malherido perdiendo sangre.

Mientras tanto, los contrincantes de Talin actúan de forma diferente, el que está herido se queda a la defensiva y no ataca, procurando taponarse como puede su herida, mientras que el otro, se envalentona al ver que el enano cojea y le ataca. Aún así Talin reacciona y consigue parar la mayoría de los golpes.

Mientras me cubro de algún posible ataque, si es necesario - si no está ya medio muerto sino que sigue consciente - desarmo al que se encuentra en el suelo y le he desgarrado el brazo. Es muy desagradable cuando aquel al que ya creías descartado te intenta atacar por detrás. Y, lo dicho, cuando acabo me dirijo contra los adversarios de Talin haciéndoles un amago de ataque no muy certero pero que espero al menos capte su atención.

El adversario herido de Talin comienza a retroceder, mientras el otro decide atacar, aunque sin mucho éxito.

-¡Y esto es lo que pasa por atacar a un enano! -digo lleno de furia, tratando de desoir los mensajes de dolor de mi cuerpo e instinto de supervivencia de mi cabeza.

Con rabia consigues superar las defensas de tu contrincante y le golpeas en las costillas. Por el crujido que te parece escuchar y el gesto de dolor de tu contrincante, deduces que  le has roto algunas costillas.