Partida Rol por web

Entráis en el edificio de apartamentos, que resulta ser un lugar muy acogedor. Tras la recepción hay una especie de sala de estar con varios sofás y sillones, una TV grande y moderna, y una pequeña cocina con microondas para que los ancianos que allí se reunen puedan tomarse un café o un te como es debido.

Subís al segundo piso, y el sacerdote abre la puerta del apartamento de Mattie. Allí reina un orden absoluto y una gran limpieza. Al fondo del salón veis un gran acuario, con peces de diferentes clases y colores, y junto a las ventanas cantidad de macetas con plantas muy bien cuidadas...

Totó resulta ser, cómo no, un perrito de raza indefinida pero muy cariñoso, que enseguida se acerca a vosotros a olisquearos las piernas moviendo la cola alegre...

 Mientras el Padre Landry busca en los armarios de la cocina la comida para el perro y los peces, te pide que llenes una regadera de agua y te pregunta Por cierto, Jane... ¿qué hacías allí enmedio de la acera? Me ha parecido que hasta hablabas sola pero bueno, todos tenemos nuestras manías Por el tono de su voz, parece no darle más importancia al asunto, sólo que le pica la curiosidad, parece...

-¿Qué? - dije, distraída cogiendo la regadera y llenándola de agua-. Ah, nada... cosas mías. Cosas de chicas, Landrý, que hay que explicártelo todo -reí dirigiéndome hacia las plantas y regándolas con cuidado. Miré a mi alrededor -. La verdad que acabar tus últimos años en un lugar como este, no está nada mal - dije distraídamente, mientras apartaba las hojas bajas de una planta para regar sobre la tierra.

Terminado el trabajo, dejé la regadera en su sitio de la cocina y eché un vistazo al salón. Había fotos de personas felices. En una foto se podía ver a una pareja abrazándose con auténtico amor en la mesa de un restaurante. En otra se podían ver a varias personas jóvenes con túnicas y birretes. Uno de ellos exhibía un diploma con orgullo. Aunque nadie ganaba en orgullo a la mujer que abrazaba al joven en ese momento."Me cambiaba por ti sin pensármelo ni un segundo" pensé, mirando al joven graduado de la foto.

Aparté la mirada decidida y me fui al balcón.

-Landry, me marcho -dije súbitamente sin esperar respuesta por parte del religioso-. Mañana te veo para ir a la Escuela aquella.

Sin más, desplegué las alas negras y me arrojé al vacío. Al instante siguiente, el viento me empujó hacia arriba, al despejado cielo.Miré hacia la ciudad. Las primeras luces se encendían ya pues atardecía.

Me dirigí a mi sitio favorito. La punta central de la tiara de la Estatua de la Libertad era el mejor sitio para admirar el encanto de la ciudad.

Me deposite allí con delicadeza y me quedé sentada, sintiendo el aire frío en el rostro y el pelo revolviéndose a mis espaldas.

Saqué el colgante de madera del bolsillo y lo contemplé con los últimos rayos del sol. Me lo puse a la altura de los ojos por si vislumbraba alguna inscripción o letras grabadas.

Resoplé. "¿Por qué razón diría que es mío?" pensé.

- Qué estupidez - murmuré, alzando la mano con intención de arrojar el colgante a las oscuras aguas, pero hubo algo que me paró y me hizo reflexionar. Miré el colgante una vez más y, poniendo los ojos en blanco, lo volví a guardar en el bolsillo.

Dirigí mi mirada hacia la ciudad, admirando cada edificio, cada rincón del muelle, cada luz...

Como todas las noches, me quedé allí mirando a la ciudad en absoluto silencio.

Lunes mañana, justo después de amanecer

Con las primeras luces del alba, la ciudad parecía cobrar una vida diferente y todo adquiría colores y tonalidades nuevas con cada amanecer...

A la luz de la aurora, ahora se podía admirar mejor el medallón que el extraño vagabundo había entregado a Jane...

Sin saber porqué, el diseño y las figuras talladas recordaban a una peli de vikingos. Parecía muy antiguo, aunque estaba perfectamente conservado...

Ya a esas horas el Padre Landry andaba despierto, lleno de energía como era habitual en él. Tras comprobar que ninguno de sus huéspedes masculinos en el YMCA necesitara nada urgente y después de oficiar la primera misa del día, el sacerdote se dirigió a sus habitaciones privadas a preparar el desayuno, porque sabía que Jane no tardaría en llegar...

¿Buenos días? ¿Has dormido bien? ¿Qué quieres desayunar? preguntó en batería, mientras exprimía una naranja para terminar de llenar la jarra...

-Hola - saludé a Landry -. No, gracias, ya he desayunado - dije con un movimiento de mano rehusando su oferta.

Me senté en una de las sillas y puse los codos sobre la mesa.

Al rato, le pregunté a Landry:

-Oye, ¿a ti te suena esto? - me saqué del bolsillo el colgante y se lo mostré. Esperaba que me diera una respuesta ya que esa noche no dormí bien pensando sobre el colgante y sobre todo en las enigmáticas palabras del vagabundo-. Llevo toda la noche mirándolo y nada. Estoy segura de que no es mío, pero como el pobre hombre insistió tanto en que me lo quedara... pues, no pude decirle que no - expliqué mientras miraba la lámpara del techo-. Bueno, ¿qué? - le pregunté impaciente-. ¿Nos vamos?

Le miré fijamente para que se diera prisa. Quería ver cómo era aquello. Si era tan maravilloso como me lo habían descrito los mutantes del día anterior. Aunque también tenía cierto reparo. No quería hacerme ilusiones tan pronto. "¿Y si ,al final, todo sale mal?" pensé. Sacudí la cabeza.

-Bueno, te espero fuera. No te entretengas - le advertí-, que, a veces, tardas más que una novia que se va a casar - me reí de mi propia broma y salí a esperarlo fuera, en la concurrida calle de Nueva York.

El Padre Landry observa detenidamente el medallón, y niega con la cabeza Ni idea, aunque el arte no es lo mío. Lo siento, Jane, pero en cuanto llegues a la escuela puedes preguntar allí. Hay un buen profesor de Historia del Arte que igual puede responder a tus preguntas...

Y con una sonrisa que por un momento es agridulce añade Antes de ponerme el alzacuellos, lo mío no era el arte, precisamente

Toma un sorbo de zumo de naranja y, mientras se prepara una tostada con mermelada te pregunta Pero oye, hay algo de todo esto que me intriga ¿De qué pobre hombre hablas? Ayer te pusiste a hablar sola en medio de la acera, supongo que cuando encontraste ese colgante...

Las palabras del sacerdote no suenan a broma, sino a que lo dice absolutamente en serio... Sin embargo, cuando le dices que se dé prisa, ríe y mueve la cabeza

Juventud, divino tesoro! Anda, ve hacia el coche, que pongo en una bolsa un par de latas de refresco y unas galletas y salgo en nada...

Aunque a ti te parece una eternidad, en realidad el Padre Landry apenas tarda unos minutos, y se dirige al aparcamiento reservado que tiene la parroquia en la parte de atrás para coger su coche.

 Se trata de un viejo Jeep Willis que el sacerdote cuida con mimo, y que usa tanto para desplazarse como para ir de compras y traer todo lo que necesitan tanto la parroquia como el local del YMCA

Landry ríe ante tu cara de ansiedad Vale, vale, ya nos vamos... y no mires al pobre jeep así, que seguro que nos llevará allí donde queramos, aunque tú no parezcas fiarte de él. ES mucho más resistente que la mayoría de esos coches bonitos que anuncian por la tele...

Una vez en el jeep, el Padre demuestra ser un buen conductor, que conoce la ruta a seguir. En poco tiempo habéis dejado atrás Nueva York y os dirigís hacia el condado de Westchester, donde está la escuela.

Dejáis atrás Salem Center y siguiendo los letreros que indican muy bien el camino a seguir, llegáis hasta los límites de la finca donde está la escuela. Desde luego, la propiedad es enorme, con un lago al lado y todo!

A lo lejos puedes divisar una chica que parece estar paseando un par de caballos. Desde donde estáis puedes divisar también un gran jardín de estilo oriental y el imponente edificio que debe ser donde se encuntra la escuela en sí.

El Padre Landry detiene el vehículo a un lado del camino antes de continuar hasta la puerta y te pregunta, con una de sus sonrisas tranquilizadoras ¿Y bien? ¿Qué te parece? Si quieres dar un vistazo por tu cuenta, no creo que nadie te diga nada... y yo te esperaría allí, delante de la puerta principal. Tenemos tiempo de sobra... propone, señalando a la puerta de entrada al edificio

El viaje se me hizo eterno, como todos los trayectos en coche...Bueno, como todos los trayectos en cualquier medio de transporte.

Cuando llegamos ("¡por fin!") a la Escuela, me quedé mirando como una niña de cinco años absolutamente todo. En ese instante, deseé tener mil ojos para poder ver todo lo que me rodeaba. Estaba totalmente ilusionada, sin embargo, simplemente dije:

-No está mal.

Bajamos de la lata con ruedas y escuché lo que Landry me decía. No sé qué de que me esperaba en no se dónde. Yo sólo me preocupaba por grabar en mi retina todo lo que veía.

-Luego te veo - le dije a Landry y desplegué las alas y me dirigí hacia el cielo cristalino.

Cuando el viento me azotó en la cara, me sentí, por fin, libre. Llegué a una altura considerable para poder sobrevolar aquello.

Mirara donde mirara era un sueño. El paisaje, los edificios e, incluso, el lago. Todo parecía sacado de una novela de Dickens como si el niño desgraciado de esa historia fuese yo y, de repente, fuese colmado de riquezas y lujos. Sacudí la cabeza para borrarme esa idea y me dirigí hacia el tejado del edificio principal. Me senté con cuidado y admiré. Admiré todo lo que mi vista alcanzaba a ver.

"Pero oye, hay algo de todo esto que me intriga ¿De qué pobre hombre hablas? Ayer te pusiste a hablar sola en medio de la acera, supongo que cuando encontraste ese colgante... "

Me vinieron a la mente las palabras de Landry.

-Este hombre cada día está más mayor - me dije sacando el colgante del bolsillo-. Que no vio al hombre... Pero, ¿cómo no lo iba a ver? Si estaba hablando allí mismo, en la acera conmigo, a mi lado.

Puse el colgante de tal manera que le incidiera la luz para ver si podía descubrir algo que me hubiese pasado por alto la otra noche.

El sitio donde estás sentada es el punto más alto del edificio de la escuela. Justo debajo tuyo ves una especie de terraza muy espaciosa, con gran cantidad de plantas que parecen muy bien cuidadas...

Con cuidado vas intentando manipular el medallón, porque el corazón te dice que aquello tiene pinta de poder abrirse y de pronto... oyes un click suave un la parte superior del medallón se abre hacia arriba.

En el mismo instante, un increíblemente fuerte flash de luz capaz de rivalizar con el mismísimo sol te ilumina de pronto. Tu instinto te lleva a cerrar los ojos de inmediato, evitando quedar cegada por el destello, pero la misma sorpresa hace que des un respingo y acabes deslizándote por el tejadillo hasta el terrado de máqs abajo.

La culada no te hace daño alguno, pues tu cuerpo está preparado para aguantar caídas más grandes, pero cuando abres los ojos aún ves una gran luz que emane de dentro del medallón. No tan potente como antes, pero lo suficiente como para que tengas que parpadear un par de veces y entrecerrar los ojos hasta acostumbrarte...

Vaya, buenos días! Una chica madrugadora ¿no? Supongo que serás una de las nuevas alumnas... En fin, no es muy ortodoxo, pero... bienvenida al Gallinero de Ororo Quien así habla es una bellísima mujer de color que luce una larga cabellera de color blanco. Y aunque su porte y gestos parecen tener por un instante algo de señorial, tal vez hasta regio, un momento después todo cambia y te ofrece su mano con una amplia sonrisa

Parece bueno para cuando estás a oscuras... sonríe, apuntando a tu medallón, y entonces señala una especie de papelito que hay en el suelo

Eso tiene pinta de pergamino, puede que estuviera dentro, si es la primera vez que lo abres sugiere, aunque dándole un primer vistazo todo lo allí escrito te parece como mínimo chino...

El golpe fue monumental, pero el susto que me dio la mujer fue de infarto. Rápidamente y con la mirada gacha, recogí papel y colgante y me los guardé en el pantalón.

-No es de su incumbencia - dije un tanto brusca y maleducada-. Disculpe, no quería molestar.

Miré aquel lugar durante un instante y me abalancé hacia el balcón.

-Lo siento. He de irme, me esperan - me excusé y me precipité hacia el suelo planeando, aún con el susto en el cuerpo.

Corrí hacia unos soportales y allí me senté en el suelo para recuperar el aliento. Saqué el papelito y lo miré con detenimiento.

-Pero, ¿qué coj...? ¿Qué narices pone aquí? -pregunté fastidiada-. Tanta luz y tanto destello para ¿esto?- di la vuelta al papel para ver el reverso.

No entendía nada. Miré hacia el lugar del que había venido. "Tal vez, la mujer aquella sepa algo..." pensé. "Sí, claro. Sabrá lo mismo que Landry". "¡Landry!".

-Me va a matar - dije, levantándome del suelo y sacudiéndome el polvo. Me metí en el bolsillo el papel y volé hacia donde me esperaba el sacerdote.

Mientras tocaba tierra, ya iba disculpándome llevándome las manos juntas en una plegaria a los labios.

-Perdón, perdón, perdón, perdón - decía atropelladamente-. Se me ha ido la cabeza viendo esto. Ya estoy aquí, disculpa.

Aún el golpe me dolía y me llevaba las manos al trasero para apaciguar el dolor.

-¿Entramos? - dije con una sonrisa inocente a Landry. Como si en mi vida no hubiera roto ningún plato.

El Padre Landry no parece enfadado ni mucho menos por el retraso. Al contrario, te recibe con una de sus sonrisas cordiales

Es normal, no hay nada que disculpar y sí mucho que ver te dice llamando a la puerta.

Quien abre la puerta es una voluptuosa mujer de pelo verde, que os recibe cálidamente Pasad, pasad, por favor... usted debe ser... ¿el Padre Landon? Bueno, disculpe si no me quedé con el apellido correcto, pero sí que sé que un sacerdote iba a traer esta mañana a una de nuestras nuevas alumnas...

Soy Lorna, Lorna Dane. Alias Polaris. Doy clases de geología y geofísica en apoyo a Alex Summers... te das cuenta de que cuando menciona ese nombre lo hace en un tono de enfado, como si estuviera molesta con él pero mi labor fundamental es la de tutoría de alumnos e instructora en todo lo referente a combate en grupo y a distancia

Sonríe y añade Ya sé que a bote pronto, eso de combate y peleas suena fatal pero es parte del entrenamiento que os ayudará a mejorar y dominar vuestros poderes. Y por suerte o por desgracia, de tanto en tanto, hay que usarlos...

Bueno, no nos quedemos aquí en la puerta... mira su reloj y añade La reunión con el resto de compañeros para ser recibidos formalmente por el Profesor Xavier es a las 10.00, así que tienes tiempo de sobra para dar un vistazo por tu cuenta, si quieres, a la escuela o al menos a esta planta y al exterior. A las plantas inferiores se os hará una visita guiada tras la recepción...

Mira, por allí queda la biblioteca y sala de lectura, y el comedor que se usa para las grandes ocasiones. Aquella puerta es la del salón, donde se hará la recepción que te he dicho. Esa doble puerta delante de la escalera es la del despacho del profesor, y por ahí está el comedor con autoservicio y la cocina, la sala de TV y juegos, una amplia sala de estar y una sala de estudios para los alumnos.

En la parte de atrás hay una puerta que va a dar al jardín donde comienza un caminito que lleva hasta el lago, donde hay un embarcadero y los cobertizos donde se guardan las embarcaciones que pueden usar los alumnos de la escuela.

Más allá hay el jardín japonés y los establos donde se guardan algunas monturas que también son para disfrute de los alumnos. Y bueno, un gran espacio verde para pasear y relajarte... sin  olvidar los hangares para los medios aéreos, claro te va explicando. Pero de pronto te sonríe y sacude la cabeza

Tal vez mucha información en un momento ¿no? Perdóname... siéntete como en tu casa y pasea a tus anchas. Me parece que los nuevos que llegaron ayer noche aún no han bajado a desayunar, y el resto llegará de Nueva York dentro de poco, así que si quieres toma algo y ya verás como tan pronto entres en el comedor vas a tener gente dándote la bienvenida...

Aunque si prefieres estar tranquila, sal a pasear un poco. Igual todo de golpe, novedad y gente nueva... te dice como si intuyera que puedes preferir menos agobios

Mientras Lorna está aabando de hablar, se abre la puerta de un ascensor y sale alguien a quien ya conoces, el mutante de piel violeta y cola...

Guten morgen, Fraulein Jane, me alegra ver que ya está aquí dice secándose el pelo con una toalla. Esta mañana viste de una forma curiosa: botas altas, pantalones piratas, una colorida faja de color rojo a la cintura y una camisa de mangas anchas de color amarillo. Alrededor de su cabeza lleva una cinta de color escarlata y bajo el otro brazo lleva tres sables...

Si no fuera por el color de su piel, parecería un remedo de Burt Lancaster en uno de sus films de piratas, sonrisa encantadora incluída

Kurt saluda también efusivamente al Padre, y Landry te dice en voz baja él es el profesor de Historia del Arte que te dije. Igual puede ayudarte con lo de tu medallón...

Disculpen mi aspecto, pero me gusta vestirme a tono cuando bajo a desengrasar mi esgrima en la Sala de Peligro... Y bien, Jane ¿qué te parece lo que has visto por ahora? ¿Has dado ya un vistazo por ahí? te pregunta con mucha simpatía y amabilidad

Sé que la mujer de verde me hablaba, que me quería decir algo, lo intuía. Pero, no la escuchaba. Mis ojos se movían con rapidez por querer grabar todo en la memoria. Me fijé en las escaleras, en el amplio recibidor, en las habitaciones anejas a nosotros. Cuando vi que la chica terminaba de hablar, la sonreí educadamente, aunque no me enteré de nada de lo que me dijo.

Sin embargo, sí que escuché lo que me dijo Landry cuando se nos acercó el mutante violeta. Mientras hablaba, me saqué el colgante del bolsillo y se lo enseñé.

-¿Sabe usted qué es? - pregunté-. Me lo dio un hombre ayer y desde entonces no se me quita de la cabeza - me acerqué un poco más a él y le dije en voz más baja-. Además, antes no sé qué he hecho, pero se ha puesto a brillar como si fuera el maldito sol...¡Ah, sí! Y salió esto- le miré fijamente y le di el papelito con la extraña inscripción y le dije-. Por favor, dígame que sabe qué es. Llevo pensando en ello todo este tiempo y es que no se me ocurre el qué... - me callé y le tendí el colgante al mutante para que lo cogiera y lo examinara. La verdad es que el hecho de quitármelo de encima no sé si me reconfortaba o me perturbaba.

Mientras el hombre se quedaba mirando el medallón y el papel, me dirigí hacia la otra mutante y le pedí que me llevara al comedor ya que empezaba a tener hambre y así podía seguir viendo la escuela un poco más.

-Ven con nosotras, Landry - le dije, haciéndole un gesto con la mano-. Vamos a hacer turismo - bromeé, aunque sólo yo reí.

Ahora que me daba cuenta, iba a echar de menos a ese sacerdote, me dije con tristeza.

Kurt Wagner coge primero el medallón y lo observa con ojos curiosos. Le da la vuelta y lo vuelve a mirar, sonriendo como un niño ante un juguete muy raro y caro...

¿Y dices que te lo dio un hombre? Pues menudo regalo! Estilo Mammen, factura obviamente nórdica, y muy antiguo. Tendré que mirarlo con más calma para datarlo con algo de precisión, pero a primera vista, podría valer entre 10 y 20.000 dólares en el mercado!

Entonces mira el pergamino y enarca una ceja, no sorprendido, sino como si fuera alguna pieza que iba encajando en su rompecabezas Vaya, runas futhark antiguas, usadas entre en 150 y el 800 de nuestra era...

Te mira con una sonrisa de felicidad y te comenta Vete a desayunar y a dar una vuelta, Jane, que para antes de la reunión con el profesor, creo que ya podré decirte cosas más concretas ¿te parece bien?

Siguiendo a Polaris, entráis en el comedor-autoservicio de la escuela. Es una sala bastante amplia con mesas cómodas. Cubriendo dos ángulos del comedor están las instalaciones de autoservicio, y detrás se puede ver la puerta de acceso a la cocina.

A estas horas ya se ven a bastantes estudiantes de diversas edades. En una mesa hay un par de chicas bastante alegres de tu edad, que saludan a Polaris y te hacen gesto de que te sientes con ellas en cuanto te sirvas algo.

En otra, algo más apartada, está desayunando una chica de obvia ascendencia nativa americana (o sea, india) y en una mesa de al lado un par de chicos de su misma edad -puede que los tres uno o dos años mayores que tú-. Uno de ellos también parece indio, mientras que el otro parece sacado de una estampa de una granja del Medio Oeste y parece bastante bonachón.

Hay otra chica que parece intentar desayunar a solas, con pinta de estar bastante triste y de haber llorado. De su mesa se acaba de levantar otra chica que trataba de animarla y que se va a coger una bandeja para desayunar.

Hay también un par de adultos, uno más joven y risueño, y el otro con pinta de fortachón y de extranjero.

En cuanto cogéis las bandejas, puedes ver que hay prácticamente de todo lo que se te ocurra pedir para desayunar: mantequilla, mermelada, cereales, frutas diversas, embutidos de varias clases, zumos... incluso bacon recién frito para poder pedir un desayuno continental...

La chica que has visto coger la bandeja está charlando amistosamente con un muchacho de vuestra edad que está al otro lado del autoservicio, vestido de blanco como si fuera un cocinero. Es bastante apuesto, y tiene un aire de autosuficiencia bastante divertido en alguien de su edad. En cuanto te ve llegar te sonríe y, alargándote un plato y un pequeño tenedor y una cucharita, te dice

Anda, prueba a ver qué te parece... Kitty no es buena juez, porque le gustan todos mis postres... así que necesito alguien imparcial. No está terminado, pero... la esencia del plato está ahí cuenta con una brillante sonrisa, mientras miras al plato

En él hay como una especie de pequeño cilindro de color amarillo, y en su interior una crema de color naranja, todo bañado por una salsa rosácea

Sorpresa de piña con corazón de mango en mar de fresa. Falta la peineta de choclate pero... pruébalo por favor y dime qué te parece

-Vaya, con lo que me gusta el chocolate... - dije, un tanto decepcionada, pero, en seguida, sonreí-. Es broma. Yo lo pruebo y te digo - cogí con la cuchara un trozo del postre y me lo llevé a la boca -. Mmmm. Jod... está buenísimo. Caray, tienes un maldito don. ¡Landry! ¡Landry! -llamé al sacerdote-. Prueba esto, está riquísimo - dije-. Muy rico, me llevo otro - le pedí al cocinero

Con la bandeja en la mano, me senté en la mesa cuyos comensales me saludaban con la mano y me hacían gestos para que me sentara. Haciendo de tripas corazón, inspiré aire y lo expulsé lentamente. Me dirigí hacia la mesa.

-Hola - saludé sentándome con ellas-. Ehh... Tenéis que probar esto - señalé con la cucharilla el postre delicioso -. Está muy rico. Mmmm... - gesticulé llevándome la mano al estómago.

Me quedé sonriendo como una idiota y miré hacia el plato, como si fuera algo de lo más interesante para mí, algo fascinante que requería toda mi atención.

Al instante siguiente, busqué a Landry con la mirada y vi que estaba degustando el postre y hablando con el cocinero. "Maldito Landry y su don de gentes" maldije. "Esto no va bien" pensé.

-Bueeenooo - comencé-. ¿Y qué os trae por aquí? - pregunté como si de verdad me interesara-. Oh ,vaya, lo siento, se me olvidaba... He quedado con un profesor para que me explicara unas cosillas -mentí-. Pero, no pasa nada, ¿verdad? Porque luego podemos seguir charlando, ¿eh, compañeras? - dije, sonriendo falsamente y levantándome de la mesa.

"Esto se me da realmente mal" me decía para mí misma.

Me dirigí hacia las papeleras para tirar los restos de comida y tiré los postres. Dejé el plato y la bandeja en un carrito y, sin decir nada, salí del comedor.

Sin pensar muy bien hacia dónde iba, llegué a la biblioteca. "Aquí, al menos, no tendré que hablar" pensé, mientras pasaba los dedos por los lomos de los libros buscando algún título que me llamara la atención

Miré los títulos y decidí que era hora de empezar a coger libros para lo que se avecinaba.

-Me parece que los próximos meses voy a estar mucho por aquí -auguré previendo mi futuro en la escuela. Cogí un pequeño libro de Steinbeck, "De ratones y hombres", y me fui a una de las butacas. Me senté cómodamente, apoyando las piernas en los reposabrazos y comencé a leer tranquilamente.

Las dos chicas, una rubia de cabellos largos y la otra pelirroja y de pelo corto se presentan como Illyana y Rahne, y enseguida empiezan a preguntarte lo típico: cómo te llamas, de dónde eres y cosas así, aunque al instante pasan a bombardearte con montones de información sobre los presentes...

Aquel cachas es el hermano de Illyana y el otro es Bobby, el Hombre de Hielo. El indio... está diciendo Rahne, cuando la rubita la corrige

Lo políticamente correcto es Nativo Americano, Rahne, recuérdalo. Bueno: él es Warpath, y el otro con cara de bonifacio es Sam, alias Cannonball. Es algo paradito, pero muy buen tío... El que está que se rompe vestido de cocinero es Ventura de Cata... bueno, de algún sitio de España. Lo malo es que le van tanto los chicos como las chicas por lo que ayyyy... desde luego hay un montón de competencia...  suelta con gran desparpajo Illyana que termina por señalar a la chica que ha estado llorando y añade Y ella es Amara, o Magma... lo ha pasado fatal por culpa de un tío...

En cuanto dices que debes irte, parece que no les molesta, al contrario, te desean buena suerte en la entrevista y asintiendo a tu propuesta de charlar más tarde, vuelven a enrollarse una vez la tal Kitty se sienta con ellas...

La biblioteca, tras el comedor y la charla simpática pero interminable de Illyana y Rahne te parece un oasis de paz...

Hay montones de libros, pero también de CDs y DVDs, y un par de terminales de ordenador con cascos para poder escucharlos tranquilamente.

Al poco de que empieces a hojear la obra de Steinbeck, alguien entre y cierra la puerta tras de sí. Cuando alzas la vista te das cuenta de que es la chica que estaba llorando, que se queda muy sorprendida al verte

Perdón, perdón... es que no suele haber nadie a estas horas y... pensé que estaría a solas dice con voz triste y compungida, aunque disculpándose de forma muy educada, y hace gesto de volver a salir

"Bueno" pienso con amargura, mirando a la chica. Tenía los ojos totalmente rojos e hinchados de tanto llorar.

-¿Es que no se puede tener ni un momento de paz en ninguna parte?- pregunté-. Si querías estar sola, ¿por qué no te has ido a tu habitación, eh? Allí seguro que no había nadie - dije, fastidiada y me levanté del sillón-. No, no te vayas. Ya me voy yo - agarré el pomo de la puerta y salí-. Ale, llora lo que quieras - cerré la puerta y me fui de allí.

Un sentimiento de culpa me recorrió todo el cuerpo, pero lo obvié. Estaba harta de sentirme culpable por todo.

Me dirigí al vestíbulo y salí del edificio. "¿Qué se cree? ¿Que yo no quería estar sola?". Con el libro aún en la mano, me dirigí a los amplios jardines que rodeaban la escuela. Miré hacia los tejados y decidí que ése era el mejor sitio para estar.

Desplegué las alas y volé hacia arriba. Una vez que encontré un buen sitio, me senté y me apoyé en una pared para poder leer. Abrí el libro y seguí leyendo.

Aún me sentía como una estúpida.

Un poco más de media hora después de lectura sin que nadie te haya molestado, oyes una voz conocida que te llama

¿Jane? Anda, baja, que tengo una cola y unas pasta para ti... dice el sacerdote con una de sus sonrisas amistosas

He visto que has acabado saliendo de estampida del comedor... ¿problemas? Venga, cuéntamelos que ya sabes que escuchar y dar consejos es lo mío... Luego, que tú hagas caso, ya será otro cantar dice riendo mientras va a sentarse a la sombra de un árbol y se abre una lata para él, pasándote otro refresco a ti

-Esto no es para mí, Landry - me sinceré, dando un sorbo al refresco-. Esta gente está en otra esfera. Juega en una liga distinta a la mía- dije mirando a la nada-. Creo que lo mejor es que volvamos a Nueva York. No sé por qué te hice caso, la verdad... con lo bien que estaba yo divirtiéndome a costa del departamento de policía, los turistas... - recordé con una sonrisa en los labios-. Esto es una mierda- dije de forma maleducada-. Mira, una chica lloraba muchísimo, pero a mares, ¿eh? - aseguré tajante- porque le había dejado el novio o yo qué sé. ¡Que te humille tu madre llamándote monstruo, una y otra y otra vez , ya verás si ibas a llorar con razón! - grité con rabia como si la chica me fuera a escuchar-. Te dije que esto no estaba hecho para mí, pero tú insististe - continué ya más calmada.

Seguí mirando hacia la nada, con la mirada perdida tan solo sentía el cálido el sol y una brisa suave.

-No le voy a dar ni una oportunidad, Landry - dije, mirándolo-. Buscaré al mutante al que le di el colgante y el papel y nos marcharemos. Estos son todos una panda de niñatos consentidos -afirmé sin saber nada del resto de los alumnos.

No sabía acerca de sus vidas, ni de sus familias, ni de si habían tenido una infancia feliz o no, pero me era mucho más sencillo, como a la mayoría de las personas, derrumbarme y pensar que todos tenían suerte menos yo. Que todos los que allí estaban habían tenido cenas familiares con risas y bañadas en delicioso licor de frutas. Que todos tuvieron un sobresalto porque la mañana del 25 de diciembre el maldito Papá Noel les trajo aquello que ansiaban desde hacía mucho tiempo y abrían el envoltorio entre risas de felicidad. Que a todos les ayudaron sus padres con los deberes después del colegio. Que a todos les dieron dinero para alguna excursión.

Una lágrima se deslizó por mi rostro, pero me la enjugué con el dorso de la mano rápidamente para que Landry no la viera.

-Me voy, Landry - dije, levantándome y sacudiéndome el polvo de los pantalones-. Yo no pinto nada aquí, con todas esas personas sonrientes, felices y dicharacheras como si más allá de esta escuela no sucediera nada. Voy a buscar a aquel mutante y te espero en el coche.

Caminé hacia la entrada de la escuela y entré al vestíbulo. Decidí subir al piso de arriba para buscarlo.