Partida Rol por web

Y las hostias seguían y seguían. El ogro no parecía cansarse demasiado, o quizá era pura cabezonería y fuerza bruta. El rabino le había dicho una vez que los paletos podían ser bastante testarudos. 

"El gólem piensa que tenía razón..."

Y ahora agarraba su brazo. Y tiró y tiró, y arrancó de cuajo el brazo del constructo. Sin embargo, automáticamente recuperó la extremidad, que surgió desde el hombro de la criatura. Mientras, el anterior brazo se deshacía en grava. Aunque antes de desaparecer, la mano dio a su adversario un potente, pero sobre todo molesto, golpe con el dedo en la nariz.

-El gólem sigue sin notar nada...

Se le torció la boca otra vez. Normalmente no se sorprendía tanto.

-¿Pero qué...?

Brazos que crecen milagrosamente de la nada, brazos de PIEDRA y BARRO. La piedra y el barro ¡no crecen de la nada! ¡Se supone que estas cosas no pasan! No iba a permitir que un tipo así le matase cuando ya lo había tumbado y se suponía que estaba muerto, siempre tenía que venir alguien que no podía morir a joder la marrana. Y este además era mucho más grande y fuerte que el promedio de niñatos metomentodo.

-Grmblllmrlgr...

Lo cogió en peso y se dirigió a estamparlo de nuevo contra la pared, de todas las maneras posibles, para que se deshiciera o algo así, si es que había forma de hacerlo aflojar. Él no era el tipo que podía contrarrestar el mojo de los monstruos, precisamente, por eso siempre se había mantenido en sus fábulas; en cuanto a monstruos se refiere, era de la vieja guardia, mundos en los que tampoco hacían falta tantas cosas. Pero las nuevas juventudes llegaban arrasando.

El ogro no paraba, pero el gólem tampoco estaba dispuesto de dar su brazo a torcer. De hecho, como había demostrado, estaba más dispuesto a perderlo y regenerarlo que a darlo a torcer. Y allí seguían, el ogro había entrado en otro estado de furia primitiva, probablemente una reminiscencia de algún simiesco antepasado, y estaba golpeando al gólem contra todo lo que aún se sostenía en pie. 

-El gólem piensa que el ogro no ve que así no consigue nada. Es mucho más fácil y rápido que pongas la cabeza en el suelo y el gólem la pise...

¡No era mala idea!

No, era una idea estúpida, pero cambiando el sujeto podía estar bien.

-Cierra... la... boca...

Y para ilustrarle sobre cuánto le apetecía que realizase esa misma acción, lo hizo girar en sus brazos y le estampó la cabeza contra el suelo, brutalmente. No iba a hacer demasiado contra el hombre de piedra, pero si lo hacía una y otra y otra vez como era exactamente su plan sí que iba a conseguir algo. Así que gruñó y gruñó y contra el suelo lo estampó.

Parecía que el ogro no aprendía nada, y seguía insistiendo en golpear al gólem contra superficies que le servían de repuestos. O quizá es que podía usar prácticamente todo para recuperar su cuerpo. El caso es que los esfuerzos de la bestia parda que comía niños no estaban sirviendo para nada más que para que el constructo siguiera recomponiéndose. 

En uno de los viajes al suelo de la cara del gólem, éste dio una soberbia patada en la cara al ogro, consiguiendo que le soltara y ganando tiempo para ponerse en pie.

-¿Ves? A éso se refiere el gólem. 

¿Desde cuándo los ogros y sus parientes aprenden nada en las historias?

Debe ser porque no les encajan paradas en la boca. El ogro se sorprendió y dejó que el gólem se levantara mientras movía algo en la boca, confuso. Escupió al suelo, en el que cayó el gargajo rojizo con carga de sabor extra a hierro. Sangre. Y no era de otro. Gruñó para suss adentros, maldiciéndose por el remaldito trozo de piedra que tenía alrededor y porque no parecía haber manera en la tierra de detenerlo. Aquella clase de injusticia cósmica era de las que le hacían doler la cabeza de frustración y los nudillos picar del puro cabreo. necesitaba algún sitio alrededor del que no sacase la piedra. ¿Qué leches tenían alrededor que no fuera de piedra? ¡La madera ya no se lleva!

"Un momeeeento..."

Se lanzó hacie el gólem para poder atraparlo. El problema ahora era si el pedrusco conseguiría desembarazarse de su abrazo de oso a tiempo.

El gólem seguía intentando encontrar una oportunidad de reducir al ogro, y aunque seguía aguantando estoicamente, el ogro no cedía.

Más aún, sus poderes regenerativos habían quedado algo mermados de tanto usarlos. Aquello no pintaba bien. Si no conseguía ganar tiempo para recargarlos, pasando a la ofensiva... Pero parecía que tenía una oportunidad, pues los movimientos de su oponente habían sido lentos y torpes. Pero ocurrió lo inevitable...

Nadie gana a lentitud y torpeza a un pedazo de roca maciza. 

Y el ogro lo levantó a pulso entre sus brazos.

Sonrió triunfal. Se le había ocurrido una materia dura y potente que pudiera aguantar sin problemas todo aquello y de la que no pudiera aprovechar para regenerarse. Lo tanteó un poco para encararlo de forma que cayera hacia la espalda... y colocó la rodilla apoyando la pierna contra el suelo. El resto de esa parte fue el enorme bruto reventando la espalda del enorme bruto una, y otra, y otra vez, contra su propia rodilla. Para cuando se dio cuenta la parte del pantalón se había desgastado y había incluso sangrado un poco, llena de moretones. Mañana se iba a resentir, pero en aquel momento "mañana" estaba muy lejos.

-¡MUÉRETE -KRAKT- DE UNA -KRAKT- PUTA -KRAKT- VEZ! ¡COOOÑOYA!

Lo lanzó con disgusto después de aquello, sacudiéndose el polvo de las rodillas y haciéndose crujir los nudillos y el cuello. Un recordatorio simbólico de todo lo que iba a crujir en unos momentos en cuanto le dejasen. Y efectivamente, cogió por las solapas (o piedra, o su equivalente) al Gólem y se lo puso cara a cara.

-¿Alguna otra bravata, chico listo?

El gólem maldecía para sus adentros mientras aquel desgraciado seguía martilleando su pétrea estructura con sus puños. Había que reconocerle que era insistente, y éso le podía salir muy caro al gólem. Para colmo, sus capacidades regenerativas estaban temporalmente sobrecargadas. Aquello no pintaba nada bien para él. Necesitaba recuperarse, pero su adversario no le daba descanso. 

En aquellos instantes intentó en repetidas ocasiones rehacer su estructura, pero la piedra que usaba nunca se conseguía adherir del todo a su cuerpo, soltándose siempre apenas un segundo después. Estaba verdaderamente contra las cuerdas, pero de repente se le ocurrió una idea. Quizá no podría adherir piedra a sí mismo, pero sí podría intentar interponerla entre los golpes. 

El gólem soltó un bramido, y una pared de piedra se levantó para parar un golpe del ogro. Y, como toque personal, hizo que una columna saliera disparada del suelo, impactando al paleto entre las piernas. Empezó a reirse, pero a juzgar por el tremendo puñetazo del ogro en su cara, aquello no le había hecho tanta gracia a él. 

No.

-...

No. Sentir una columna de piedra estampándose contra las partes nobles no era algo que le hiciese gracia. No se había derribado de milagro, y ahora estaba más que cabreado, en un estado que llegaba a la misma esencia platónica del mosqueo. Había sido traspasar una de esas fronteras que comparten todos los seres vivos inteligentes cuya esencia se puede definir como "varonil", y es que no-se-ataca-a-las-pelotas. Como señal del descontento, estampó el puño contra la cara del chicarrón, y lo hizo una, y otra, y otra vez. Cualquier cosa antes que pararse y notar el golpeteo de los testículos en la boca del estómago, con el frío y punzante dolor que era la marca de semejante hazaña.

-Seráhijodeputacabrón...

El gólem sabía que su cara se estaba haciendo pedazos, con cada impacto de aquel forzudo de pueblo. Y lo que es peor, sus capacidades de reconstrucción no estaban funcionando, y aquello frustraba bastante al constructo. 

"Quizá machaques al gólem de nuevo, pero cuando el gólem vuelva a recomponerse, te vas a enterar..."

Sin embargo, la andanada de hostias seguía, parecía que aquel tío no se cansaba de golpear una y otra vez una puta roca. Intentó alejarse algo para ganar tiempo, pero el ogro le seguía de cerca, golpeándole más y más y más. La verdad es que estaba hecho una pena, pero al gólem le quedaban pocas opciones, y ninguna buena. Al menos, se alegraba de no sentir dolor, y de saber que aquel no era su final ni mucho menos. La muerte es demasiado mainstream para él. 

-El gólem supone que es demasiado tarde para preguntar si no podemos ser amigos...

Era la tragedia. El gólem era inamovible, era imparable, era inasequible. Y su oponente era un mastuerzo al que al parecer tanto "in-" no le entraba a la cabeza. La ignorancia no proporciona poderes especiales, pero cualquiera lo diría con aquella salvaje andanada de hostias.

Blam!

Sonaban extraños los golpes contra el gólem, como si fuera chocar un martillo pilón contra el pavimento. Tenía ya los nudillos sangrando y prácticamente en carne viva, pero no es que le importase precisamente en aquel momento en el que la furia corría por sus venas y sus pelotas clamaban venganza desde la tierra de ultratumba en que las habían desterrado para no volver jamás, o más probablemente en un rato.

Blam! Blam! Blam! Blam!

El gólem se alejó temblando, o su equivalente. No porque tuviera miedo, sino porque había tocado tanto la estructura que había estado a punto de deshacerse. En fin, pensó el Ogro, al que tanto le daban ocho que ochenta con tal de quitárselo ya de enmedio... ¿amigos?

-¿Amigos?

El ogro soltó una carcajada.

-Los amigos no le pegan en las pelotas a otros amigos, amigo -gruñó- Deja que te lo explique por las malas...

Esperó a que el gólem le intentara dar un último manotazo, el momento que aprovechó. Encajó la nata en la cara, con la sonrisa de un bulldog, sin hacer ningún comentario. Fue entonces cuando un violentísimo uppercut con la izquierda barrió casi la mitad del frente del gólem, seguido casi inmediatamente por un gancho de derecha que se estampó contra el resto. Y la pared de ladrillos se deshizo ante tamaña brutalidad.